Alan Suárez nos ofrece una reseña de Mundo Anclado del escritor Alejandro Espinosa Fuentes, una novela donde las voces se entretejen para crear una polifonía de lo cotidiano.
Retazos de un espejo: la polifonía de Mundo anclado
Alan Suárez nos ofrece una reseña de Mundo Anclado del escritor Alejandro Espinosa Fuentes, una novela donde las voces se entretejen para crear una polifonía de lo cotidiano.
Texto de Alan Suárez 05/01/24
Más de una ocasión he leído o escuchado la pretensión de valorar la ficción de acuerdo a su capacidad de imitar a la realidad. Además de injusta la pretensión me parece insustancial, toda vez que da por sentado que exista lo real. Si fuera el caso de que podamos hablar de la realidad sin referirla por un instrumento que la mide, o por el sentido corporal con que se percibe, lo que me interesa de la ficción no es la nitidez con que su superficie refleja. Que las riñas de los hermanos Karamazov me conmuevan lo atribuyo a la proximidad de sus tormentas internas, narradas con una voz extrañamente familiar. Conocer la universalidad de su desamparo produce que los rasgos históricos de la historia se diluyan. Las voces: diría que me interesan las voces.
De ahí que resulte relevante la conformación y estructura de Mundo anclado (Contrabando, 2023), la nueva novela de Alejandro Espinosa Fuentes. Sus casi 400 páginas se cimientan en las historias entrelazadas de cinco personajes-narradores, y otro más que funciona como testigo perverso tras bambalinas. Cinco jóvenes que insisten en hallar su lugar en el cosmos y en no colisionar en el intento. Cinco tonos radicalmente distintos, con señas que acusan orígenes y circunstancias. Para quienes reconocemos usos lingüísticos que se comparten únicamente por un círculo estrecho de amistades, resulta sorprendente encontrar esos ecos en narraciones que trascienden lo particular aunque tengan su ancla en lugares específicos de la Ciudad de México. En el tono de sus narradores, Mundo anclado recupera lenguajes barriales, soliloquios especializados, conversaciones que se atreven a la intimidad y la calumnia, pero no parece hacerlo para señalar una realidad inmediata, sino acaso para aspirar a una épica de lo cotidiano.
La novela de Alejandro Espinosa acumula las características de lo que reconocemos como género policiaco. En el centro gravitatorio de la anécdota hay un crimen; en su órbita hay piedras que liberan, que descodifican lenguajes, que incitan a la locura, que se fuman, que se empujan incesantemente en pos de hallar el sentido vital; y de fondo, una tramoya que se asemeja a la del acontecer mexicano. Como toda historia de género que pretende no sólo entretener y cumplir con el decálogo convenido por la tradición, en el suceder de sus páginas se revelan intenciones lúdicas del autor.
La más evidente es que a través de su polifonía se manifiestan distintas formas de habitar un entorno que encapsula alteridades en su forma artificial de Estado nación. Para perpetuar su existencia, el proyecto de Estado depende de instituciones, geografías de privilegio y de marginación, de voceros oficiales de su historia. En la aventura que emprenden sus personajes, Mundo anclado desnuda los trajines que cualquier persona enfrenta al iniciarse en un entorno con esos rasgos. Porque además de rumiar pacientemente las circunstancias del misterio que enlaza todas las anécdotas, cada personaje enfrenta una iniciación en un mundo áspero del que no es posible salir ileso. En ese sentido el libro se presenta como una Bildungsroman detectivesca y delirante. Si sus voces nos devuelven un reflejo, lo hacen enrareciendo e intensificando el tránsito vital, que es uno y el mismo siempre. Como declara un testigo anónimo en su agria confesión al final del libro, la verdad se inventa y se elige. Y esta novela nos recuerda que lo mismo aplica con la realidad. EP