Quería hacerme justicia y contar mi historia: Entrevista con Dahlia de la Cerda

Dahlia de la Cerda conversó con Este País sobre Desde los zulos su libro más reciente, editado por Sexto Piso.

Texto de 21/04/23

Dahlia de la Cerda conversó con Este País sobre Desde los zulos su libro más reciente, editado por Sexto Piso.

Tiempo de lectura: 8 minutos

Mezclando la autoficción, la crónica y el pensamiento feminista, en Desde los zulos Dahlia de la Cerda reflexiona sobre el racismo, el clasismo y la transfobia dentro de los feminismos y cómo estas herramientas del amo se convierten en caballos de Troya que desarticulan los movimientos emancipatorios. Usando la experiencia personal analizada desde los aportes de los feminismos marginales, logra que conceptos abstractos como el de «opresión» se vuelvan tangibles. Nos habla sobre los hombres, el borrado de las mujeres y las disputas por el poder o los recursos económicos, el fuego sororo, los protagonismos y malas prácticas dentro de los movimientos sociales, pero, sobre todo, de la importancia de articular un feminismo más allá de la interseccionalidad, de los conceptos tradicionales del feminismo blanco, como el patriarcado: un feminismo que recupera la experiencia vital, las voces y las teorizaciones de las mujeres que emergen desde los zulos.

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Gina Velázquez (GV): ¿Cómo fue el proceso de armar Desde los zulos (Sexto Piso, 2023)?, ¿son textos que ya tenías?, ¿algunos los trabajaste?, ¿los adaptaste?

Dahlia de la Cerda (DC): La mayoría son textos que yo ya tenía escritos; los escribí en distintas épocas de mi vida. Y los recopilamos en un solo libro. De hecho, creo que la mayoría se publicaron en la revista de Sexto Piso, Reporte Sexto Piso. Esto fue porque la editorial me propuso escribir ensayos y textos autobiográficos, crónicas, para que los lectores de Sexto Piso se fueran familiarizando con mi trabajo previo a la salida de Perras de Reserva (Sexto Piso, 2022), aunque ya había sido publicado anteriormente por Tierra Adentro fue una edición muy austera, de apenas mil ejemplares, una edición estatal. Entonces iba a ser básicamente un debut, otra vez, empezar de cero.

Empecé a escribir esta columna, y después al editor Eduardo Rabasa le surgió la idea de recopilar todos estos textos y publicar un libro. Él le tenía mucha fe, le tiene mucha fe a este libro. Yo no tanto al principio, la verdad es que no me entusiasmaba tanto la idea de publicar un libro de este tipo, pero al final de cuentas este es mi trabajo. 

GV: ¿Por qué no te gustaba la idea al principio?

DC: Por la cuestión de las funas, ¿sabes? De pronto soy una figura muy polémica, sobre todo en el feminismo. Y hay gente que me admira mucho, que le gusta mucho lo que digo, pero también hay gente a la que no le agrada lo que digo, que me tiene adversión. He tenido problemas personales y políticos y aprovechan cualquier oportunidad para volverme a funar, para volver a intentar cancelarme y llega el momento en que es desgastante. Hubo un momento, como lo narro en Desde los Zulos, en que sí me afectó económicamente, emocionalmente, con mis redes de amistades y mis redes políticas. En este momento ya no considero que me vaya a afectar la publicación, pero soy una persona y llega el momento en que tanta funa sí abruma emocionalmente.

GV: Aunque hay autoficción y teoría, también cuentas historias muy íntimas, difíciles, personales, ¿cuáles fueron los retos que enfrentaste a la hora de escribir sobre ti?, ¿cómo fue abrirte de esa forma?

DC: Los retos fueron sobre todo éticos, a nivel personal: yo ya había tomado la decisión de que quería hablar de mis experiencias vitales, un poco porque sentía que tenía que reivindicarme, porque si tú googleabas mi nombre o lo ponías en redes sociales, te salía mucha información sobre mí, mucha real, mucha falsa, muchas verdades a medias, mucha exagerada, pero nunca había sido yo la que contara mi vida, desde mi perspectiva, desde cómo me atravesó a mí, desde cómo lo viví yo; quería hacerme justicia y contar mi historia. Además, me parecía importante políticamente, porque otras autoras como bell hooks, a partir de su vida han explicado cosas. Yo quería usar mi experiencia personal para mostrar mis posturas políticas y mostrar un poco cómo es el mundo de complejo.

“Yo quería usar mi experiencia personal para mostrar mis posturas políticas y mostrar un poco cómo es el mundo de complejo”.

Tuve muchos problemas éticos, porque lo que a mí me parecía que era mi historia, que era mi versión, que era lo que yo quería contar, a veces se cruzaba con la intimidad de otras personas, con la versión de otras personas, con cosas que otras personas no querían que yo contara, porque se iban a sentir vulneradas. Me costó mucho trabajo decidir qué sí revelar y qué no. Sé que hay personas a las que no les va a gustar lo que yo digo ahí, pero al final de cuentas es mi versión, es como yo lo viví. Creo que éticamente no vulnero a nadie, no doy nombres reales de las personas, no doy ni siquiera detalles para que puedan saber quiénes son; al final decidí que era lo correcto.  

A nivel teórico, creo que el reto fue trasladar la teoría feminista a un lenguaje terrenal. Porque yo venía de leer filosofía muchos años; me costó mucho trabajo aterrizar todas estas teorizaciones tan complejas a experiencias cotidianas y que fuera mucho más fácil de leer, mucho más fácil de entender. Estéticamente no fue un reto porque mi estilo lo tengo muy trabajado; es algo que me sale muy natural.

GV: En tu libro hablas de experiencias muy difíciles y reales, atravesadas por el feminismo, ¿cómo ha sido tu camino, cómo te ha fallado el feminismo?, y ¿cómo sobrellevas esas fallas para seguir siendo feminista?

DC: A mí personalmente, como Dahlia, el feminismo me ha fallado en que el feminismo me garantizó, o me hizo creer, que iba a modificar las relaciones entre mujeres. Y yo, si puedo ser honesta, las relaciones más violentas que he vivido han sido dentro del feminismo. Las mujeres son las que más han intentado hacerme daño. Esto no significa que no haya sido agredida por hombres, desde luego, todas lo hemos sido en algún punto; los hombres que me hicieron daño a mí, aunque me lo hicieron a mí personalmente, operan bajo una estructura del machismo. No es que esos hombres quisieran dañarme a mí como Dahlia, sino que están acostumbrados a tratar así a las mujeres, porque fueron criados así, para ser unos machistas sin responsabilidad afectiva, unos agresores.

En cambio, por parte de mujeres feministas sí es muy decepcionante, porque se supone que están formándose en el feminismo para modificar el trato que tienen con otras mujeres. Todo lo que ellas decían y dicen todavía que no se le hace a otras mujeres, me lo han hecho a mí, como tratar de quitarme espacios, de preguntar abiertamente a personas que tienen 30 000 seguidores: “¿por qué le siguen dando espacios a Dahlia de la Cerda?”; pero en el siguiente tuit dicen que nos están callando, nos están silenciando o permitan que las mujeres hablen. Entonces, a mí el feminismo me falló en que no impidió que las mujeres hicieran conmigo todo lo que dicen que no se debe hacer con una mujer.

También me ha fallado políticamente en no garantizar que yo pueda vivir una vida libre de violencia y que tenga acceso a derechos básicos, porque están más ocupadas en ver al feminismo como una estética, como un performance, como una personalidad, como un club de té, que como un movimiento político. Hay muchos derechos a los que yo ya podría tener acceso si hubiera una verdadera organización feminista. 

Y también me ha fallado como activista del feminismo al dejarme sola y al darme cargas laborales que yo no debería tener si hubiera una organización real. Por ejemplo, si hubiera más acompañantes de aborto, las mujeres que acompañamos abortos no tendríamos tanta carga, porque todas tenemos 20, 50 casos diarios, pero a las marchas van miles de mujeres con pañuelo verde. Y muchas de esas miles de mujeres con pañuelo verde a veces entorpecen nuestro trabajo cuando dicen que abortar en casa no es seguro, cuando en los lugares donde el aborto es legal el 90% de los abortos son en casa. Entonces, me ha fallado en muchas formas el feminismo.

GV: A pesar de eso sigues asumiéndote como tal, sigues en la lucha y siendo activista. 

DC: Sí, porque me cayeron muchos veintes en mi trayectoria. Uno, es que no tengo por qué integrarme a un movimiento masivo, siendo feminista; no voy a ser compañera de las 10 mil mujeres que marchan, pero sí soy compañera de las mujeres con las que tengo afinidad política y de los hombres con los que tengo afinidad política. He decidido articularme desde lo micro, con personas con las que comparto agenda, con las que comparto praxis, con las que puedo colaborar. Eso me ha funcionado: trabajar en equipo con organizaciones civiles, por parte de Morras help morras; pero a nivel individual también con personas con las que me siento cómoda y en un espacio seguro.

“He decidido articularme desde lo micro, con personas con las que comparto agenda, con las que comparto praxis, con las que puedo colaborar”.

Yo estoy en esto por convicción, independientemente de que el feminismo me falle o no; yo también, a la hora de ser autocrítica, sé que esto pasa con los movimientos sociales, que los movimientos sociales no tienen todas las respuestas, ni son la panacea, y que al estar integrados por personas son complejos. Mi convicción me hace seguir trabajando tanto lo individual como lo colectivo, pero con colectivo me refiero a personas específicas. Además, veo que mi trabajo como feminista tiene resultados reales en mujeres reales. Hubo un tiempo en que pensé en dejar de nombrarme feminista, pero mis compañeras trans me dieron un punto que me pareció interesante: si abandonamos el feminismo, dejamos de disputárselo a las feministas antiderechos, y al final de cuentas ellas son las que se lo van a quedar. Ya vimos qué es lo que hacen con el feminismo: pactar con la derecha, por ejemplo. Creo que tienen derecho a nombrarse feministas si ellas así lo quieren, pero creo que no debemos permitir que sacrifiquen el derecho al aborto porque no quieren que la ley incluya “personas gestantes”, cuando no solamente va a incluir “personas gestantes”, dice “mujeres y personas gestantes”. Han dicho abiertamente que prefieren sacrificar el derecho al aborto antes que diga “personas gestantes”; no podemos dejar que esto suceda, por eso nos tenemos que quedar.

GV: Pensando en un mundo distinto, ¿qué crees que haga falta para que los feminismos ‘convivan’ sin querer ser los poseedores de una sola verdad o atacarse violentamente?  

DC: Creo que no querernos integrar, o sea, pensar que no es a fuerzas convivir y no es a fuerzas articularnos; no tenemos por qué estar todas las mujeres juntas haciendo la revolución, sino que podemos hermanarnos con quienes tengamos afinidad política, porque creo que a la hora que quieres juntar a todas las mujeres es cuando pierdes tiempo en discusiones que no tienes si te juntas con personas que tienen tu mismo piso ético y tu mismo piso político. Si te ahorras todas estas discusiones, te puedes enfocar en estrategias. Por ejemplo, en este momento mis compañeras de Morras help morras están trabajando, yo no estoy trabajando en ese proyecto por cuestiones de tiempo, junto con Afrochingonas en un proyecto de nuevas narrativas contra los fundamentalismos en general; son 6 o 7 colectivas las que están trabajando, pero entre todas hay tanta afinidad política y un piso ético compartido que no ha habido ni una sola discusión por temas como la transfobia, el antirracismo o las prisiones, porque se seleccionó precisamente organizaciones que tuvieran el mismo piso político para que las discusiones fueran en torno a qué estrategias vamos a usar para solucionar los problemas que tenemos. Hay objetivos en común, podemos apoyarnos unas a otras, vemos cómo vamos a cumplir con estos objetivos y cómo podemos apoyarnos en esto, pero no hay discusión ideológica. 

Creo que cuando quieres unirte, así de que todas juntas, es cuando hay discusiones ideológicas. Y yo pienso que abortar esa idea de colectividad es lo que tenemos que hacer, yo no tengo por qué ponerme de acuerdo con las TERF, no tengo nada que discutir con ellas, simplemente no voy a trabajar con ellas y ya.

GV: Perras de Reserva va en su quinta reimpresión y Desde los zulos está despertando mucho entusiasmo e interés; ¿qué sigue para ti en la literatura?

DC: No sé, es una pregunta difícil. Perras de reserva apenas fue lanzado en México, o sea, le queda mucho camino por recorrer, esas cinco reimpresiones son solo de México; apenas se va a lanzar en Europa, en España, y en América Latina. Ya se publicó la traducción al italiano, pero está pendiente al francés, al turco, al polaco, al inglés; entonces todavía le falta todo ese camino internacional. Y Desde los zulos va iniciando. Yo quiero dejar que estos libros tengan su camino. Editorialmente no hay nada en puerta; mi meta es publicar un libro por año, porque yo soy trabajadora, soy una obrera de las letras y necesito trabajar, producir, para tener un ingreso económico; estoy trabajando en proyectos literarios desde luego. Mi idea sería que el siguiente libro fuera de ficción. EP

DOPSA, S.A. DE C.V