Exclusivo en línea: La insondable oscuridad de Carlos Denegri

Una breve reseña de la novela más reciente de Enrique Serna: El vendedor de silencio, que indaga en los claroscuros de Carlos Denegri.

Texto de 14/10/19

Una breve reseña de la novela más reciente de Enrique Serna: El vendedor de silencio, que indaga en los claroscuros de Carlos Denegri.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Lo más impactante a primera vista es el personaje central: Carlos Denegri. Cuesta trabajo creer que era como lo pinta Serna. Es de esos personajes que resultan casi inverosímiles en una novela. Es de los casos en los que, como se ha dicho por ahí, la realidad supera la ficción. La venta descarada de su pluma, ya fuera para ensalzar o para no revelar (de ahí el título del texto), es sólo uno de los aspectos terribles de su personalidad. Junto a ese, está el machismo agresivo y desbocado, “normalizado” no solamente en esa época sino que todavía impera en nuestro país. Otro es su alcoholismo, bajo cuyo efecto Denegri mostraba un lado sumamente violento y agresivo. Tenía muy mal vino, como se diría en un eufemismo. Entiendo que el alcoholismo es una enfermedad, pero esa condición no disminuye la reacción adversa que despiertan los actos agresivos —físicos y verbales— del personaje. En el fondo de su bajísima autoestima, que se expresa con celos furibundos y violentos, está la complicada relación del periodista con su madre, según este libro.

A medida que lo fui leyendo, se me fue recrudeciendo un mal sabor de boca al ver, al desnudo, la corrupción, la falta absoluta de valores, el cinismo, las sucias alianzas entre prensa y poder político y económico. Y, sobre todo, al pensar que esas alianzas no han desaparecido del todo. Tal vez no se den ya en la forma de dádivas tan desvergonzadas, pero especulo que no son pocos los periodistas que todavía hoy en día escriben tal o cual artículo por consigna, sugerencia o venta de su pluma, ya sea para atacar a alguien o algo, o para defender a alguien o algo. Una investigación de la bonanza económica de varios periodistas arrojaría con seguridad cantidades inexplicables, de mayor o menor monto, sin origen visible. No dudaría también de que, en otros casos, el silencio de los periodistas se siga vendiendo. Y en no pocas ocasiones, las plumas se siguen usando para sugerir tranzas e irregularidades, a sabiendas de que es difícil modificar luego las maledicencias. Algunas veces estarán fundadas parcialmente, otras serán interpretaciones e incluso tergiversaciones, infundios directos o bien medias verdades, que hacen tanto daño como las mentiras.

Especulo que todavía hoy en día hay varios periodistas y políticos en activo, otros ya retirados, que muy posiblemente incursionaron jubilosos en este tipo de arreglos, y que ahora estén gozando muy orondos de los frutos de sus ilegalidades, moches, cuotas, chayotes o como se les quiera llamar. Esa es una de las partes más deprimentes del libro. La relación corrupta que se ha dado entre periodistas y políticos, prácticamente desde inicios del México moderno. Denegri no la inventó, pero la explotó de manera particularmente eficiente. Escribía bien y era buen periodista y entrevistador, cuando no prostituía su pluma o su silencio.

Otro aspecto muy deprimente de la novela es el despliegue al desnudo del machismo que imperaba rampante en ese mundo, en esa época. Ciertamente, es claro que aún no nos hemos librado de él, pero hay que decir que se ha mejorado un poco en ese campo. El machismo de Denegri, de la época, se mezcla de manera explosiva con su influyentismo, con sus ligas con el poder, con su alcoholismo. Serna logra, con maestría, internarse en el flujo de conciencia del periodista corrupto, del hombre despreciable, misógino. El mal sabor de boca, ahora doble, se debe a la pericia del autor.

Es visible una gran cantidad de información detrás de la novela, sin que sea apabullante. A diferencia de El seductor de la patria, en El vendedor de silencio los datos sí están hilados y tejidos en una trama literaria. A través de monólogos interiores o conversaciones con otras personas, Serna va aportando información sobre la vida del personaje. Si bien es claro que no pudo haber tenido acceso a los monólogos interiores de Denegri, resultan creíbles, son verosímiles, pues están elaborados con base en un conocimiento profundo del periodista.

Notables son también las recreaciones de la época, tanto en descripciones de sitios (el Mauna Loa, el Focolare, por mencionar dos), de nombres, de la situación del periodismo en ese momento, de los políticos en activo, como de lo que se comía y tomaba. Asimismo, la recreación lingüística es fidedigna (popof, familia apretada, declararse…). La novela es una historia del penoso estado del periodismo en la época en cuestión. Es una historia de sus relaciones con el poder. Es una historia del México de esos años. Pero sobre todo, es la historia de un hombre talentoso, que cayó enfermo de alcoholismo, de corrupción y de machismo, todo lo cual lo precipitó de las alturas al lodo de la abyección humana y profesional. El lenguaje melodramático de la época es contagioso. EP


El vendedor de silencio. Enrique Serna. Alfaguara, 2019.

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