Becarios de la Fundación para las Letras Mexicanas: Dos monólogos mortuorios

Esteban López Arciga escribe dos poemas que, cada uno a su manera, exploran la luz y la oscuridad, la vida y la muerte.

Texto de 28/09/22

Esteban López Arciga escribe dos poemas que, cada uno a su manera, exploran la luz y la oscuridad, la vida y la muerte.

Tiempo de lectura: 2 minutos
Saturno

I

Hijo mío,
el calcio que abre tu piel
es el beso de tu padre.

Ya sé que duele
pero no quiero morir en ti. 

Masco tu carne
con la diligencia
de un geómetra.

No te odio,
pero si no reclamo la proteína que dejé crecer
en tus pequeños huesos perderé el gesto
la figura que traza mi rostro
y me hace reconocerlo
como mío.

¿Podrás perdonar a este anciano?

II

Hijo mío,
el miedo.

El ansía de la semilla
por castrar su origen.

No tengo duda,
si no eres tú
será otro. 

No puedo detener
lo que harán ustedes
con mi cuerpo viejo. 

Ya llegará el día en que
mi paranoia
tendrá cuerpo,
pero ahora,
tu piel sigue suave
y estás a merced
de mis dientes. 

III

Hijo mío,
creciste escondido de mí. 

Evadiste mi hambre tantos años
pero te reconozco
y siento orgullo.

Ven,
abraza a tu padre.

Usa mi esperma para templar tu rayo.

Mi cuerpo dejó de ser mío cuando naciste
apenas ahora
lo puedo admitir. 

Para engendrar tienes que emascularme
este es el cielo que retrasé
este es el destino del padre.

Dispón tu carne a cumplir con esto
cuando tu semilla germine
y reclame la carne que le debes. 

Es un día de sol suave.

Puedo escuchar a tus hermanos
aclamándote en mi estómago. 

*

Un joven flota en mar abierto y sabe que va a morir

La sal pegada a mi piel purga
la punzada más dócil con la que grabé mi nombre.

Es de noche y el mar me arrastra
pero no hace ruido.

Por aquellos que se quedaron en la costa
no siento odio
tampoco puedo extrañarlos.

Algo dirán de mí.

Alguna promesa harán de no olvidar mi nombre.

Digan lo que quieran si les da paz,
en un año seguirán cantando en la costa
y no creo que canten para mí.

Es de noche y el mar se vuelve
indistinguible.

Tengo miedo de morir,
del ardor del agua salada
en mis bronquios.
De lo que viene
no siento apuro,
otro mar de noche,
flotar como floto
en silencio
hasta olvidar que estoy
hasta olvidar mi nombre
hasta tener otro,

otro cuerpo
para volverme a ahogar.
Es de noche y el mar me da
el reflejo más nítido
que he visto de mi rostro. EP

DOPSA, S.A. DE C.V