Texto de Fernanda Bada, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas
BECARIOS DE LA FUNDACIÓN PARA LAS LETRAS MEXICANAS: Yo no te quiero, tú no me quieres
Texto de Fernanda Bada, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas
Texto de Fernanda Bada 18/10/19
Era del signo libra, al que yo quise ayer,
y si cualquiera sin querer lo mira,
díganle que me quedé llorando,
pues entre la basura…
mi cepillo encontré.
Grupo Libra ft Fernanda Bada
1. Uno no puede jugar si no conoce las reglas. Yo te quiero preguntar, ¿a qué estamos jugando? A ser amigos, a la máquina del tiempo, a la amnesia o al viaje. Y es que siento que me evocas a través de la meditación. ¿Cuántas veces no me has dicho que tranquilice mi mente?, que me va a hacer bien; bien me haría saber a qué juegas cuando me preguntas cómo estoy, cómo me siento. ¿Cómo quieres que me encuentre?… Estoy secándome en la azotea para evitar mudar de ropa después de la empapada que me di toda la noche, nadando en mi cama, sin poder olvidar ese teléfono verde que sigue creciendo por las paredes de tu sala. Las mosquitas de fruta revolotean, tal vez porque saben que una mujer goza del sexo en la mesa del comedor, porque según dices, tiene la altura exacta para alcanzar el punto G.
2. En conclusión, me parece que éste ha sido uno de mis errores más grandes. No poder hablar. Ser incapaz de decir algo cuando me dijiste esto no está funcionando; diálogo corto, bien aprendido, parecido al ya no quiero estar contigo porque lo he venido pensando y esto ya no tiene futuro. A mí me cayó de sorpresa, sí, como un balde de agua helada, me resfrié y saqué gargajos, al principio verdes, llenos de vida porque aún tenía esperanza de poder decirte algo.
3. Virginia Woolf se llenó el abrigo de piedras y se sumergió en el río que pasaba junto a su casa. Sylvia Plath metió la cabeza en el horno y abrió la válvula de gas. Alejandra Pizarnik se tragó cincuenta pastillas de barbitúricos. Yo me corté, sin querer, con un cúter el dedo medio.
4. Recuerdo los mudras que ensayábamos cuando éramos felices. Tú me corregías seriamente la posición de las manos, mientras yo miraba atenta las sombras que se creaban en la pared. Cada dedo tiene un significado y el enojo se ha drenado por el corazón.
5. Una vez contaste un chiste, no me reí. Mi sinceridad te parece ironía.
6. Tú ya no deberías pensar más en ti mismo. Yo ya no debería estar pensando en ti.
7. Me imagino desnuda encima de tu cuerpo y no sé por qué no tendría que haber alguien más.
Me gustaría que hubiera una música bonita como la versión de Neruda que cantabas: Me gusta cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Te pareces a la palabra melancolía.
Y me gustaría no hablar. Me gustaría que las letras salieran escritas por los poros abiertos de la piel para poder borrar con la lengua lo que no nos gusta. Así como cuando me escupiste la primera vez que cogimos. Y voy a decir cogimos porque me escupiste.
8. Una autopsia. Abro un cuerpo —el tuyo—, me encuentro con la más pura transparencia. No te veo.
9. Me hubiese gustado no haber mirado las estrellas mientras me hablabas de tus ex. Y es que mientras más oscura está la noche, menos fugaces me parecen.
10. —¿Y si ensayamos con esta sensación de no estar heridos, de llegar nuevos a esto de las relaciones?
—Para eso tendríamos que volver a nacer, y vivir como un recién nacido me haría necesitarte. Yo no quiero necesitarte, quiero estar contigo a voluntad.
—Y entonces, ¿por qué no estás aquí?
11. Sólo se me ocurre aparecer frente a tu puerta con un bajo eléctrico y guardar silencio.
Arrastrándome de vuelta a ti, ¿alguna vez pensaste en llamarme cuando tuviste un momento?
Porque yo siempre lo hago. Quizás estoy muy ocupada siendo tuya como para enamorarme de alguien más.
12. Y tú me preguntas que si me enojé porque no me mandaste un WhatsApp en todo el día. ¿En serio?… Ahora siento que lo hiciste a propósito.
13. No tenemos ninguna foto juntos.
(RETRATO DEL ANTIGUO)
13.1. Es padre, de los que tienen hijos.
13.1.1. Dos hijos, cada uno de distinta madre.
13.1.2. Su ego es tan grande que quiere a su hijo por ser una extensión de sí mismo.
13.1.3. Tendría a su hijo bajo tutela, si al menos hubiese alguien que le cocinara.
13.2. No toma alcohol, no come carne y está por dejar el café.
13.3. Medita mínimo dos veces al día. Siempre piensa en él.
13.4. No lo admite, pero inconscientemente envidia a su ex.
13.5. Su corazón está cansado.
13.6. Sus deseos:
13.6.1. Consolidar su carrera.
13.6.2. Ganar 52 mil pesos al mes.
13.6.3. Caminar en la alfombra roja.
13.6.4. Tener una casa grande con jardín.
13.6.5. Viajar a Okinawa.
13.6.6. Ir a una ceremonia de ayahuasca en Perú.
13.6.7. Hacerle un hijo a una mujer joven.
13.6.8. Regresar con la mujer que lo dejó por otro.
14. Me pregunto si ya tiraste mi cepillo de dientes.
15. Cuando alguien se muere es inevitable pensar en qué fue lo último que se dijo o se vivió con esa persona.
Yo no pude acercarme, no pude aceptar tu abrazo, tal vez porque a lo largo de varios meses lo pedí temblorosa y ni con frío tuve la fortuna de conocer tu arrebato. Ya sé lo que me vas a decir: cómo quie- res que te dé algo que ni siquiera sé lo que significa.
¿Qué debo esperar si te digo que un arrebato es aquello que nos debilita, aquello que es imposible frenar cuando hay una verdadera atracción?
16. A él no le gustas tanto es una película que se salva por el título. Muchas rela- ciones se hunden por los títulos. Un título enaltece un texto, se coloca al inicio para saber de qué va el relato.
Cuando comenzamos a salir no teníamos título; imaginando algunos, m gustaba el de Yo te quiero, tú me quieres. Después de 2,057 km de distancia lo decidiste sin consultarme: eres mi novia. Ahora entiendo por qué tuviste la iniciativa de terminar con esto.
17. Al abrir mi ropero, cuento seis cajones. Uno guarda la lencería, otro la ropa deportiva, el tercero, las blusas, y el cuarto es de puro de invierno. Dos cajones se encuentran vacíos. Siempre preferiste los abrazos con mochila a darme un espacio en tu clóset.
18. Todos los finales están abiertos, el problema es que parecería que lo que sigue ya no es importante o digno de ser contado.
19. “Aunque no se te ocurra nada, aquí estoy esperando noticias tuyas”.
20. Las personas de la familia están inquietas por saber si un día te presentarás ante ellos. Ya les dije que no puedes porque a ti te toca cuidar al niño en fin de semana. Todavía no he podido hablarles de tu abandono.
21. Lo que necesito saber es cómo puedes conocer a gente nueva, mientras yo sigo encerrada en una celda autoimpuesta.
22. Cuando sea grande tendré tu edad y tal vez te aparezcas como un fantasma.
23. La primera vez que me terminaste, lo hiciste en un sueño: no te había gustado nuestra conversación en WhatsApp. La segunda vez, la real, me cortaste en tu casa, en la noche, mientras mi celular se quedaba sin pila.
23.1. Las cosas siempre mueren antes. Uno por ciento de pila, dependiendo de la urgencia, puede durar tres horas o instantáneamente apagarse en tus manos.
24. A una semana de haber cortado, nos volvimos a encontrar con la excusa de entregarnos un libro. Me mostraste un folleto de relaciones tóxicas para que me diera cuenta de la bonita relación que teníamos; no sólo me abrazaste, nos besamos y tus manos comenzaron a tocar, sin consentimiento, mi cuerpo mientras un perro se orinaba en la banqueta. Piénsalo, me dijiste, si regresamos, no esperes que cambie.
25. Me molesta que hayas dejado la puerta abierta y no te hayas asomado a ver cómo estoy, si es que sigo ahí. ¿De dónde sacas tanta confianza? Mis amigos me dicen que debería cerrarte la puerta, estoy de acuerdo, pero a mí me gustaría hacerlo en tus narices. La otra opción sería irme, pero eso implicaría perderme tu reacción.
26. Dos días después de la ruptura, recibí un mensaje proveniente de Bélgica. El mundo no se reduce a una persona.
27. El amor es un juego muy antiguo, dura poco. Todas las piezas son móviles, todas activas, todas intercambiables. Es mi turno:
27.1. Rehuir el tiro. Podría bloquearte de mis redes sociales, eliminar tu número, mudarme, trabajar en otro lugar, desaparecer para no guardar la esperanza de tu visita.
27.2. Huir antes de ser herido. Recibí la invitación a tu obra. Mi plan será llegar rayando a la función, sentarme en la butaca de en medio, aplaudir tu triunfo y partir sin decir nada.
27.3. Huir durante la herida. Podré separar el sexo del amor. ¿Está todo bien? Sí. Sentada en el borde de la mesa, evado tu mirada; qué bonito crece el teléfono por las paredes de tu casa. Mis manos no te tocan, se apoyan sobre la madera de un árbol muerto. Esto no se siente bien.
28. Para nosotros no hubo año bisiesto. EP