Ad libitum: Cela n’est pas un vagin. Es una flor.

Los pétalos-vulva no fueron la intención de Georgia O´Keeffe al momento de dibujarlos en el lienzo. Yo, igual que Judy Chicago y Miriam Schapiro, descubro en la obra plástica, bajo una búsqueda clitoriana, labios mayores, menores, pliegues ondulados de color rosa.

Texto de 31/07/20

Los pétalos-vulva no fueron la intención de Georgia O´Keeffe al momento de dibujarlos en el lienzo. Yo, igual que Judy Chicago y Miriam Schapiro, descubro en la obra plástica, bajo una búsqueda clitoriana, labios mayores, menores, pliegues ondulados de color rosa.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Dear Georgia, devoré una flor. 

Eri, la mujer conejo, 

llegó a casa el día de mi cumpleaños pasado, 

me entregó un pastel cubierto con merengue,

coronado de pensamientos lilas. 

No nos detuvimos. 

El placer de introducir lo hermoso seda en boca…

No hizo falta azucararlos. 

La lengua los deshizo como si fueran gotitas violáceas.

Desde luego, su fin no es enredar los tallos entre los cabellos, ni ser atravesadas con hilo y aguja para prenderse de un vestido, mucho menos pender en listón del cuello, como Madame de Pompadour utilizó flores de todos tamaños, en especial las miniatura; tampoco tienen la misión de otorgar sus esencias vertidas sobre la piel con fines medicinales o cosméticos, ni ser acompañantes coloridas de la muerte en velorios y mausoleos. Honrar héroes, guerreros con alfombras o tocados no es su objetivo último. Ornamentar rituales de paso está negado para su mayor función. Las flores son per se la encarnación de la belleza. 

Los pétalos-vulva no fueron la intención de Georgia O´Keeffe al momento de dibujarlos en el lienzo. Yo, igual que Judy Chicago y Miriam Schapiro, descubro en la obra plástica, bajo una búsqueda clitoriana, labios mayores, menores, pliegues ondulados de color rosa, grey lines con black, blue and yellow y blanco y verde. “Clitoral sensation” dijeron las artistas. Encuentro trazos delimitantes de un fragmento del cuerpo erotizado, no a partir de un orificio (como es en su dimensión más simple), sino de un túnel vagina, tejido celular, contracciones telúricas, terminales nerviosas, complejidad revestida de mucosa. 

Lo anterior me obliga a recordar conceptos culturales nacientes en el sistema patriarcal perpetuados durante siglos, se sabe nada libertarios para las mujeres. Las feministas nos hemos rebelado a ellos por décadas, pero es claro que no ha sido suficiente: pureza, honor, exclusividad, pertenencia de un otro, objeto de deseo ajeno, masa en posibilidad de desgarre, abismo poderoso convencido de su vulnerabilidad. Por lo tanto, no creo ver lo mismo que miró Alfred Stieglitz, esposo de O´Keeffe, cuando otorgó interpretaciones eróticas al trabajo de la artista. El mismo orificio en conexión femenina eléctrica me conduce a las dueñas únicas, hacia el placer en nuestros términos, regido por voluntades propias; también me guía al cuestionamiento y la práctica de nuevas maneras de crear y gozar el éxtasis en compañía o sin ella (a través de imágenes también pornográficas, sensaciones, sonidos, memorias, rincones erógenos inimaginables, ficciones, aunados a un largo etcétera en combinaciones variadas). Pensar en lo dicho conduce a la idea de producir el placer sexual en soledad como derecho (ese que el nuevo virus no nos puede arrebatar), además de la indagación de su detonante, sin dejar a un lado la insistencia ante la deconstrucción sin fin de una carga pesada de identidad de género. 

“Georgia O´Keeffe respondió en un par de entrevistas, como se documenta en el libro Expanding Discourse. Feminism and Art History: “Cuando las personas leen símbolos eróticos en mis pinturas, en realidad están hablando de sus propios asuntos”.”

Georgia O´Keeffe respondió en un par de entrevistas, como se documenta en el libro Expanding Discourse. Feminism and Art History: “Cuando las personas leen símbolos eróticos en mis pinturas, en realidad están hablando de sus propios asuntos”. Sí. Eso sucede en general cuando una contempla el arte. O´Keeffe pintó flores. Punto. Las pintó para mostrar lo hermoso contenido en pétalos, hojas, estilos, anteras, filamentos, nectarios, periantos, aperturas aterciopeladas teñidas de los colores más rojos o púrpuras. “Son tan pequeñas que nadie las ve”, dijo alguna vez. Le fascinaban. Decidió pintar las flores a gran escala para no ignorar su belleza. No quiere decir que el erotismo no esté en su pintura; si veo desde mis búsquedas orquídeas sexuadas, existe en el universo cocreado. 

Aroma azul brillante. Experimente, quizás, el acto de observar las flores representadas por Georgia O´Keeffe como un efecto narcótico, vapor de amapola en recorrido por el torrente sanguíneo, delirio inducido con adormidera, como en épocas de rituales de los antiguos griegos. Papaver somniferum alojada entre las piernas.

La fascinación floral es representada en imagen; una lectura puede anclarse en ejemplo de manifestación de la libido, más aún, como alimento de este. Mi dedo índice quisiera removerse con lentitud en el centro terciopelo, relicario de polen, mientras se retrae desde el núcleo. Debo parar antes de su aniquilación, ya bastante tuve con devorar un pensamiento, el cual por fortuna rebrotó hoy en cerebro fértil. 

Las mujeres no atesoramos flores entre los muslos, menos para el placer de nadie. Somos un todo, no abstracciones sexuales. Nuestra fuerza proviene de la entraña cerebral, intelligentia sunt illuminati, sinapsis orgásmicas que explotan en el cuerpo, de sobremanera en ciertos acantilados. Juntas trabajamos con miras a construir magnolias monumentales color violeta, similares al hierro, con fauces repletas de colmillos que chasqueen listas para morder, luego engullir; amenaza destructora para quien intente tocar sin consentimiento. Carnívoras dentatas en morado como defensa propia. Es vital detener la veta sádica dirigida a nosotras, y no tenemos tiempo ni ganas de que cuenten hasta diez. EP

About Georgia O'Keeffe's Grey Lines with Black, Blue and Yellow ...

Grey Lines with Black, Blue and Yellow de Georgia O´Keeffe, óleo sobre tela, 121.9 × 76.2 cm., c. 1923,
colección de The Museum of Fine Arts de Houston.


DOPSA, S.A. DE C.V