¿Qué pueden hacer las mujeres mayores para combatir el cambio climático? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta la historia de una sentencia contra el gobierno suizo que promovió KlimaSeniorinnen, una asociación de mujeres adultas.
Paloma Pasajera | Vulnerables, mas no indefensas
¿Qué pueden hacer las mujeres mayores para combatir el cambio climático? Agustín B. Ávila Casanueva nos cuenta la historia de una sentencia contra el gobierno suizo que promovió KlimaSeniorinnen, una asociación de mujeres adultas.
Texto de Agustín B. Ávila Casanueva 23/04/24
Las señoras mayores de Suiza no pensaron en quedarse en casa tejiendo mientras veían cómo el calentamiento global iba no solamente a disminuir su calidad de vida, sino que también la iba a poner en riesgo. El pasado 09 de abril, la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictó una sentencia a favor de una asociación compuesta por más de 2,500 mujeres suizas, cuyas integrantes más jóvenes tienen 64 años. En esta sentencia el Tribunal decretó que el gobierno suizo no había hecho lo suficiente para mitigar el impacto del calentamiento global y que incluso había fallado ante sus propias metas. Las consecuencias de estos actos, o más bien, omisiones, eran claras: se habían violado los derechos humanos de una de las poblaciones más vulnerables ante los efectos del calentamiento global, las mujeres adultas mayores.
La Asociación de mujeres adultas suizas mayores para la protección del clima (KlimaSeniorinnen) hizo historia desde el inicio de su lucha, ya que el 29 de marzo del 2023 su demanda fue la primera demanda sobre el clima escuchada en la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En dicha demanda especifican que “la razón por la que la asociación está compuesta exclusivamente por mujeres es que las mujeres mayores son extremadamente vulnerables a los efectos del calor”. Lo anterior se puede complementar de manera interseccional, como lo hace un artículo científico publicado en el 2021 por distintas universidades suizas, donde se enfocan en los efectos del aumento de la temperatura en la población suiza, concluyen que: “las mujeres mayores, con una posición socioeconómica baja, son más vulnerables al calor”. Como ejemplo, el estudio concluye que las muertes relacionadas con infartos al miocardio e hipertensión pueden aumentar en un 41 por ciento en mujeres debido al alza de las temperaturas. En hombres, el aumento es del 14 por ciento.
En la demanda se alude de manera constante a la ciencia como base argumentativa: “La ciencia es clara y es un hecho aceptado: las temperaturas globales están aumentando como un resultado directo del incremento en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera; hay una relación casi lineal entre la acumulación de las emisiones antropogénicas de CO2 y el calentamiento global”. Vale la pena resaltar la maravilla que se logra al conjuntar un lenguaje científicamente certero y legalmente preciso.
Realmente, ¿qué tan grave es la situación para una mujer mayor en Suiza? Puede ser que, mientras nos escurre el sudor por la frente, lleguemos a pensar que estas señoras están exagerando un poco. Veamos los números que reportan. En este siglo, los años más calientes que se han registrado en Suiza fueron 2003, 2015, 2018, 2019 y 2022 —recordemos que la demanda se presentó en el 2023 y por lo tanto no podía entrar en esta lista—. Para cada uno de estos años hubo más muertes generadas por las olas de calor de las esperadas en personas mayores de 65 años: mil muertes más en el 2003, ochocientas más en el 2015, cerca de doscientas más en el 2018, y un poco más de quinientas más sumando las de 2019 y 2022. De manera más clara: entre 1991 y el 2018, el 30 por ciento de las muertes en Suiza relacionadas con las altas temperaturas se pueden atribuir al cambio climático antropogénico. Las señoras habían hecho su tarea y no estaban contentas con los números que veían.
Con lo anterior, las integrantes de la Asociación de mujeres adultas suizas mayores para la protección del clima se presentaron ante la corte como víctimas, ya que consideraron que sus derechos humanos habían sido violados. En específico, hicieron alusión a los artículos 2 y 8 de la Convención Europea de los Derechos Humanos, donde se especifica que “El derecho de toda persona a la vida está protegido por la ley” y “Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar”.
¿En qué falló Suiza? Para empezar, su compromiso es algo flojo. El Consejo Federal de Suiza se comprometió a que para el 2030 iba a reducir en un 34 por ciento sus emisiones anuales de CO2 —comparadas con las que tenía en 1990—. Mientras tanto, otros países de la región tienen metas mucho más altas: Dinamarca se comprometió a reducir las emisiones en un 70 por ciento, Finlandia en un 60 por ciento y Alemania en un 65 por ciento. Y aún habiendo puesto la vara bastante abajo, Suiza se está quedando corta y no está cumpliendo siquiera con ese compromiso exiguo.
La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos obliga a Suiza, entre otras cosas, a que, para el 2030, reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero en un 60 por ciento en comparación con 1990 y que sus emisiones tengan un valor neto de cero para el 2050 —año para el que varias de las demandantes aún esperan estar con vida—. Suiza también debe de financiar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en otros países, sobre todo, emisiones que estén relacionadas con los flujos económicos de Suiza.
En la primera entrega de esta columna mencioné que los héroes o heroínas que pudieran salvarnos del cambio climático no serían agentes individuales; la transformación sólo vendría de colectivos: “Lo más heroico será la organización comunal”. Y las mujeres adultas mayores de Suiza están siendo un gran ejemplo de esto. Han sentado un precedente internacional que sin duda tendrá repercusiones no solamente para ellas sino para las generaciones por venir.
No son las únicas. En un artículo publicado por el New York Times, la doctora Mary Pipher narra cómo un grupo civil al que pertenece, llamado Guardianes del acuífero —conformado principalmente por mujeres mayores—, ha participado en campañas que denominan “agradécelo por adelantado”, en donde llevan flores, o comida casera al gobernador y a las y los legisladores que estaban por tomar decisiones importantes acerca de los recursos naturales de su estado.
Nunca es demasiado tarde para luchar por el cambio que queremos ver y que actualmente es urgente. Que estas mujeres sean un ejemplo de lo que se puede lograr y agradezcamos que nos sigan mostrando el camino.
Ligas Ligables
A continuación, una serie de recomendaciones de material con el que me he encontrado este mes y, aunque no necesariamente tienen que ver con señoras suizas, sí tienen que ver con el medio ambiente. Tengan, para que se entretengan:
- La zona lacustre de Xochimilco ha sido denominada como “Zona típica y pintoresca”, “Patrimonio Mundial Cultural y Natural”, “Zona Prioritaria de Preservación y Conservación del Equilibrio Ecológico” y “Área Natural Protegida”. ¿Para qué sirven todos estos nombramientos? ¿Qué tan protegida se encuentra actualmente? Tania Fernández, Enrique Martínez y Luis Zambrano nos lo cuentan aquí mismo, en Este País.
- En el 2017, el río Whanganui, en Nueva Zelanda, fue el primer río del mundo en convertirse legalmente en una persona, y con ello, obtener los derechos legales dignos de un ciudadano. Fue un logro que las tribus Whanganui obtuvieron después de más de 160 años de protestas. Este mes, líderes indígenas de Nueva Zelanda, Tahití, Tonga y las Islas Cook, decidieron darle el estatus legal de persona a las ballenas de sus océanos. Parte de sus argumentos son que las ballenas realizan servicios ecosistémicos, como la captura de carbono, que podrían representar hasta 2 millones de dólares en beneficios ambientales, así que si una embarcación o alguien lastima o mata a una ballena, podrían haber consecuencias legales y económicas. Lo que buscan es visibilizar a las ballenas y hacer notar que tienen el mismo derecho que nosotros a navegar este mundo.
- Siguiendo en el mismo tema, el noticiero El hilo, de NPR, nos trae la historia de un río peruano: la minería ilegal y los derrames de petróleo han contaminado el río Marañón en Perú durante décadas. Ahora, este río tiene derechos. Después de que un grupo de mujeres indígenas demandarán al Estado, un juzgado de la Amazonía peruana dictó una sentencia histórica para la selva y las comunidades que enfrentan la contaminación y explotación de sus territorios. ¿Qué significa que un río sea sujeto de derecho y cómo podría esta sentencia cambiar la situación del río y las comunidades que dependen de él?
- Y para la recomendación musical del mes: la banda morelense de jazz fusión Gallo Lobo, acaba de sacar su último sencillo. Escuchen Casa.
¡Gracias por leer y compartir! EP
Con el inicio de la pandemia, Este País se volvió un medio 100% digital: todos nuestros contenidos se volvieron libres y abiertos.
Actualmente, México enfrenta retos urgentes que necesitan abordarse en un marco de libertades y respeto. Por ello, te pedimos apoyar nuestro trabajo para seguir abriendo espacios que fomenten el análisis y la crítica. Tu aportación nos permitirá seguir compartiendo contenido independiente y de calidad.