Paloma pasajera | Las lecciones del hielo

¿Quién nos va a salvar del cambio climático? Quizás la respuesta, nos dice Agustín B. Ávila Casanueva, no se encuentre en actos heroicos (como los de las orcas Gladis), sino en una ética del cuidado en común.

Texto de 20/02/24

orcas atrapadas en el hielo

¿Quién nos va a salvar del cambio climático? Quizás la respuesta, nos dice Agustín B. Ávila Casanueva, no se encuentre en actos heroicos (como los de las orcas Gladis), sino en una ética del cuidado en común.

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🕊️ La paloma pasajera (Ectopistes migratorius), originaria de Norteamérica, fue probablemente el ave más abundante del mundo, pero en tan solo un siglo —durante los años 1800— quedó extinta por un exceso de caza. Esta columna toma su nombre para no olvidarlo y que funcione también como paloma mensajera, trayéndoles discusiones sobre el medio ambiente una vez al mes. Ojalá la disfruten.


Ante los embates del cambio climático, estamos deseosos de que algún superhéroe baje de los cielos y —siendo mitad milagro, mitad terapeuta— salve a toda la humanidad de sí misma. El año pasado vimos surgir a un nuevo grupo de heroínas que si bien no bajaron de los cielos, sí surgieron del mar. Dispuestas a causar caos y enfrentarse directamente en una pelea naval contra el uno por ciento de los más ricos, las Gladis —este grupo de orcas que patrullan la península ibérica—, nos llenaron de esperanza y nos recordaron que sí es posible hacerle frente al capitalismo rampante que le permite a una ínfima parte de la población tener yates de lujo.

Sin embargo, las orcas no son inmunes a los acelerados cambios de velocidades del cambio climático. La semana del 5 de febrero un pescador observó una vaina de orcas que había quedado atrapada en el hielo cerca de Hokkaido —la región más al norte de Japón—. Distintos medios reportan que el grupo consistía entre once y trece orcas que se mantenían a flote en un pequeño hueco dentro del hielo que se movía a la deriva conforme se acercaba a Japón. El pescador llamó a las autoridades de la localidad de Rausu quienes, si bien se apresuraron a monitorear a la vaina, nunca declararon alguna planeación de intervención para ayudar a estos cetáceos dentados.

Si bien todas las orcas tienen una extrema predilección por estar rodeadas de agua, el estado físico de la misma les genera controversias. La bióloga marina Emma Luck explica en sus cuentas de instagram y X que: “Algunas poblaciones de orcas en el hemisferio sur viven entre el hielo marino. En la Antártida, las orcas del ecotipo B1 dependen del hielo marino para cazar focas, mientras que las orcas del ecotipo C habitan el gélido mar de Ross”. Del otro lado del mundo las orcas prefieren aplicarle la ley del hielo al hielo marino. Luck continúa: “Las orcas del hemisferio norte suelen evitar las zonas donde hay mucho hielo. Sin embargo, raramente, pueden quedar atrapadas entre el hielo, especialmente si el hielo se está moviendo rápidamente y está cerca de la costa”. Justo como le pasó a las orcas de Hokkaido. “Si el hielo es denso y se extiende por un área grande, las orcas no lograrán sostener la respiración por suficiente tiempo para llegar a mar abierto. Un artículo de revisión del 2016 indica que muchas de las reclusiones resultan en la muerte de las ballenas. El hielo puede causar traumas físicos y ahogamiento; y una reclusión prolongada puede terminar en inanición”, explica Luck. Por fortuna, el 7 de febrero se anunció que este grupo de orcas logró escapar del hielo y sobrevivir. Sin embargo, estas reclusiones heladas lamentablemente son cada vez más comunes.

En una reunión de la Sociedad Acústica de América del 2021, Brynn Kimber, un investigador del Instituto Cooperativo para el Clima, el Océano y los Estudios de Ecosistemas, declaró que, después de recolectar los sonidos del mar —lo cual permite saber en qué lugares se encuentran las orcas— entre el 2012 y el 2019, descubrieron que al haber cada vez menos hielo, las orcas se atreven a adentrarse más a áreas que antes no visitaban. Lugares donde antes no eran vistas —o escuchadas—. En conclusión: “Mientras el hielo desaparece, las orcas aparecen”, y a veces, quedan atrapadas.

¿Qué nos queda entonces? Si ni las poderosísimas orcas están a salvo ¿quién nos va a venir a salvar entonces? Volvamos a la antípoda antártica.

En su libro La aceleración: creación y comunidad al fin del mundo (The Quickening: creation and community at the ends of the Earth (2023), que lamentablemente no tiene aún traducción al español), Elizabeth Rush —vaya aptónimo— cuenta cómo acompañó, durante siete semanas en el 2019, a una expedición científica a bordo del navío llamado Nathaniel B. Palmer. La expedición buscaba investigar el glaciar Thwaites, también apodado el glaciar del fin del mundo. Thwaites es el glaciar más ancho del mundo, en cuanto a tamaño se encuentra entre Florida y Gran Bretaña; y es el glaciar que probablemente tenga el mayor impacto próximo sobre el futuro aumento del nivel del mar a nivel mundial. En las palabras de Rush “Este desmoronamiento de la Antártica tiene el poder de reescribir todos los mapas”. Sin duda, una expedición no muy optimista. Por su lado, Rush se mantiene imbatible, zarpó con la mirada puesta en un futuro esperanzador. Conforme empieza el viaje, la autora empieza también un tratamiento para aumentar las probabilidades de que, siete semanas después, cuando regrese con su pareja, se pueda embarazar.

Y tal vez lo que necesitamos no sea un superhéroe. No va a haber una sola acción tan gigante como heroica que nos libre del cambio climático que provocamos. Lo que buscamos está en los cuidados cotidianos. La escritora Emily Raboteau reseña el libro y cuenta: “Rush […] entrevista tanto al cocinero como a las y los científicos de la expedición. Ambos insisten en hacer lo doméstico visible y argumentan que la ética del cuidado que comúnmente asociamos con maternar —seamos madres o no— son cruciales en combatir problemas tan grandes como la crisis climática”.

Raboteau después nos enlista una serie de organizaciones de madres que le han hecho frente a otros de los grandes problemas de nuestros tiempos, entre las que se encuentran las Madres de Plaza de Mayo, las madres buscadoras, las madres que demandan acción —Moms Demand Action, quienes protestan a favor del control de armas en Estados Unidos—. Tal vez el cuidado común nos permita hacerle frente al capitalismo, a las grandes empresas que embotellan agua en botellas de plástico, a los millonarios con jets privados.

Lo más heróico será la organización comunal. El cuidado comunal.

Ligas ligables

A continuación, una serie de recomendaciones de material con el que me he encontrado este mes y, aunque no necesariamente tienen que ver con orcas o glaciares, sí tienen que ver con el medio ambiente. Tengan, para que se entretengan:

  • ¿Te encanta la cochinita, pero estás en contra de las megagranjas porcícolas de Yucatán? Para de sufrir. Katia Rejón nos trae, desde Memorias de nómada, este explicador para desenmarañar tanto dudas como culpas.
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