Ad libitum: No son las dos Fridas a quienes hay que mirar (solamente)

Ensayo breve

Texto de 04/01/20

Ensayo breve

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¿Reforzar íconos? No. Dejemos atrás semejante inutilidad. Quizás un resultado de contemplar arte sea crear diálogos emocionales.

La sangre cae en cascada pequeñita sobre el vestido y sus pliegues… Considérelo. Y es que el arte se constituye también del detalle casi imperceptible.

Mire con cuidado. Frida se sentó otra vez frente al espejo. Sí, lo sabemos: la dualidad, dos raíces, las enaguas indígenas, el vestido europeo, encajes frente a bordados, colores que contrastan con el blanco grisáceo, memoria de una tela decimonónica de señorita educada. Rompecabezas, reflejos una de la otra con variantes: lo que fue, lo que es (recuerde lo que escribió en el lienzo de su primer autorretrato: “hoy es siempre todavía”).

Ya lo dijeron: “nadie se pinta a sí misma como lo hizo Kahlo. Nadie”. Porque no es que retrate la emoción de manera simbólica, sino particularmente literal. Como lo explicó Jean Franco en su libro Las conspiradoras (2004): “[…] [los cuadros] revelan la vida interior de la pintora, no en forma de espíritu, sino materialmente.  […] su vida interior es su cuerpo interior […] ”.

Frida se sienta con relicario en mano, donde encerró a su Diego, a quien sostiene con dos deditos como si fuera liviano. Con otra mano toma el bisturí acordándose del gran amor, dañino a veces. Amor. Incisiones que prometen cura al drenar el veneno. Abre el pecho propio sin anestesia, con cuidado de no reventar la aorta. La mayor dificultad: sortear huesos y membranas. Respira con el corazón rajado, sin oxígeno o lo que está siendo exhalado por una máquina. No titubea. Sabe que el ardor es permanente, la adrenalina ayuda a gozar un poco el dolor en el momento del retrato. Hay una complicación. Llegó la hora de hacer una maniobra quirúrgica, intervenir el cuerpo con instrumentos médicos para no desangrarse, pinza en vena (sin jadear demasiado porque disminuiría el aire; sin llorar porque las lágrimas deshidratan; sin perder la calma porque en ello se va la vida).

Herida poco escandalosa, impactante sí. Cuerpo en fragmentos, intervenido por voluntad propia (no siempre fue de dicha forma, por ejemplo: el tubo de metal la atravesó sin permiso). Los órganos son los que sufren al ser golpeados por sentires.

Por cierto, no es la imagen femenina erotizada, posando para deleite visual de un espectador. La imagen se compone de ventrículos cardíacos, cavidades enrojecidas, válvulas expuestas. No son las dos Fridas a quienes hay que mirar solamente. Clave la vista hacia dentro y siga la pulsión carmín. EP

Las dos Fridas, Frida Kahlo, 1939,
óleo sobre lienzo, 173.5 x 173 cm, Colección del Museo de Arte Moderno

DOPSA, S.A. DE C.V