Norteando es el blog de Patrick Corcoran en Este País y forma parte de los Blogs EP.
Norteando: Evo y Andrés Manuel
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Texto de Patrick Corcoran 18/11/19
Más allá que la génesis de un millón de memes, el affaire Morales ofrece un retrato de la ideología peculiar de Andrés Manuel López Obrador.
Durante sus tres décadas como un hombre público, López Obrador siempre ha proclamado su compromiso a los principios de la izquierda. Según algunos análisis, su victoria en 2018 representaba el primer triunfo para la izquierda en una elección presidencial en siete décadas. Todos concordaban—sea con coraje o con satisfacción—que representaba un punto de inflexión en la historia mexicana, y que por la primera vez en muchísimo tiempo las políticas de la izquierda empezarían a predominar.
Pero, ¿qué ha significado en los hechos? La verdad es que López Obrador no ha implementado políticas izquierdistas como típicamente se entiende el término. Una de sus obsesiones ha sido los recortes en el presupuesto, bajo la etiqueta de la austeridad. Como parte de ello, ha recortado miles de plazos gubernamentales; según un informe de la Secretaría de Función Pública, se eliminaron 8,338 plazos en los primeros nueve meses de su gobierno.
Uno puede o no estar de acuerdo con la austeridad, pero no cabe duda de que es un concepto que típicamente se asocia con la derecha.
Otra obsesión de López Obrador es regresar Pemex a su antiguo papel de motor de la economía mexicana. Sus planes para la petrolera incluyen la construcción de una nueva refinería más una planta termoeléctrica, que alejan su país de sus metas según el Acuerdo de París. Al mismo tiempo, su gobierno ha eliminado programas de apoyo para las energías renovables, y ha demostrado un desinterés generalizado en varios temas relacionados con el medio ambiente.
Puede etiquetarse como quiera, pero en el 2019, lo anterior no aparece en el currículo de un político de la izquierda.
Pero si sus políticas domésticas confunden, el desempeño de su gobierno durante la crisis en Bolivia ayuda a iluminar su identidad izquierdista.
Aceptar a Evo Morales como exiliado en México no era un acto muy polémico; al contrario, representaba un paso lógico y loable para tranquilizar el conflicto cada vez más violento. Pero en otros sentidos, el gobierno de López Obrador ha adoptado una postura más partidaria que puede prolongar el conflicto. Darle a Morales acceso a plataformas del gobierno mexicano para que anime a sus apoyadores no representa un paso hacia una solución pacífica. Claudia Scheinbaum promovió comparaciones espurias con Angela Merkel para justificar los pasos antidemocráticos de Morales, un enorme favor diplomático a Morales. La posición del gobierno de López Obrador ante la OEA—en que ha roto con Estados Unidos y la estructura que lidera la entidad—también lo es.
El resultado de este episodio queda para verse, pero hasta el momento, parece que el objetivo de López Obrador no es resolver la crisis boliviana en sí, sino ayudar a Morales a mantener su base política para que un futuro regreso al poder sea viable. Uno puede o no apoyar tal posición, pero no puede negar que representa un gran servicio a la izquierda latinoamericana que conlleva riesgos reales para López Obrador.
Cuando uno ve el conjunto de las políticas de López Obrador, tanto las domésticas como las exteriores, uno ve una ideología basada menos en los detalles de sus programas y más en su lealtad a la tribu correcta. Para AMLO, ser de la izquierda es ser miembro entusiasta de un club que incluye Cristina Kirchner y Morales como miembros importantes. No importa los detalles de sus acciones; el chiste es apoyar a los otros miembros de su club, y demostrar cierto escepticismo a los fuereños, como los gobiernos de Merkel y Trump.
De la misma forma, dentro de las fronteras de México, los detalles de sus políticas son una cosa menor. La prioridad es la lealtad al club, cuya manifestación fundamental es el mismo López Obrador. Si eres miembro de este club, López Obrador es la izquierda, y la izquierda es López Obrador.
Dicho de otra manera, ser izquierdista ya no se trata de apoyar ideas de la izquierda; se trata de apoyar personas de la izquierda. No por la primera vez en la política, los ideales pierden. EP
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