Desinformación y odio en las elecciones de Estados Unidos

En este texto, Paul Antoine Matos reflexiona sobre cómo se produce la desinformación en las redes sociales y sus efectos, de cara a las elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo mes en Estados Unidos.

Texto de 01/10/24

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En este texto, Paul Antoine Matos reflexiona sobre cómo se produce la desinformación en las redes sociales y sus efectos, de cara a las elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo mes en Estados Unidos.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Durante el debate presidencial de Estados Unidos, el 10 de septiembre, el candidato republicano y expresidente Donald Trump declaró: “En Springfield [Ohio], están comiéndose los perros, la gente que vino. Están comiéndose los gatos. Están comiéndose las mascotas de la gente que vive allí, es lo que está pasando en nuestro país, y es una vergüenza”. Se refería a los inmigrantes que llegaron a esa ciudad estadounidense.

“Desde su primera campaña electoral, en 2016, Trump magnificó la relación entre los discursos de odio y las redes sociales…”

Sus declaraciones se propagaron en redes sociales: en X cientos de usuarios pro-Trump reprodujeron la afirmación sobre el consumo de mascotas. Por otro lado, cientos más desmintieron lo señalado y acusaron por enésima vez a Trump de encender discursos de odio contra los migrantes, en este caso contra las personas de Haití. Incluso agencias internacionales de noticias como Reuters desmintieron las afirmaciones de Trump, basados en las declaraciones del alcalde de Springfield, Robe Rue, y la policía local, quienes señalaron no haber recibido reportes por el consumo de perros y gatos.

Desde su primera campaña electoral, en 2016, Trump magnificó la relación entre los discursos de odio y las redes sociales, ya que las utilizó para exponenciar su campaña basada en el miedo al otro, en aquel año enfocada contra los mexicanos. Aunque la desinformación es algo común desde hace años, las elecciones de Estados Unidos en 2016 marcaron un punto de quiebre en el actuar de los grupos políticos —tanto en ese país como otros, como México, Argentina, Brasil, Venezuela, España, Francia, Reino Unido— frente a un proceso electoral. En ese entonces, pues, el republicano Donald Trump, victorioso, tomó por sorpresa a las plataformas de redes sociales. “Muchas [personas] no estaban preparadas para el impacto del discurso de odio”, reconoce Danielle Lee Tomson, gerente de investigación de Rumores Electorales del Centro para un Público Informado de la Universidad de Washington.

Pero en 2024 hay un entorno distinto en cuanto a las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Tomson encuentra dos elementos que impactan en la contienda entre Trump y Kamala Harris:

  1. La compra de Twitter por Elon Musk, y su cambio de nombre a X.
  2. El despegue de TikTok, una red social que es similar a “ver televisión”.

Actualmente existen más plataformas donde circula desinformación, entre ellas la red Truth Social, lanzada en 2022 por Donald Trump después de que su cuenta en X, entonces Twitter, fuera prohibida tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

En eso coincide Rocío Galarza Molina, doctora en Comunicación Política e investigadora especializada en desinformación de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL): “con respecto al 2016, el crecimiento y la aparición de nuevas plataformas (de manera particular destaca Tik Tok, por la expansión de usuarios que tuvo durante la pandemia) se traduce en mayor oportunidad para que se distribuya y encuentre este tipo de información”.

Discursos de odio en Estados Unidos

Los discursos de odio, como la reciente afirmación de Trump sobre los migrantes que comen perros y gatos en Ohio, han estado presentes desde el 2016, cuando el republicano llamó a los mexicanos “bad hombres” y amenazó con la construcción del muro y con enviar tropas a México.

Sin embargo, es complicado verificar la desinformación. Tomson explica que pueden surgir historias que sean verificables, pero están envueltas en una narrativa mayor que continúa presente entre las personas. Por ejemplo, se dice que en Estados Unidos votará gente que no tiene la nacionalidad de ese país, una narrativa que circuló en México durante las elecciones presidenciales de junio de 2024, pues ciertas publicaciones en redes sociales afirmaban que haitianos y venezolanos sin nacionalidad mexicana votarían para apoyar al partido oficialista Morena. Como señala esta investigadora: “Una de las cosas más difíciles es que los rumores y la información sin verificar que aparece en estos tiempos de incertidumbre es que es complicado verificar piezas de información individuales, especialmente cuando una de las tácticas es generar toda esta ‘evidencia’ sobre votantes no estadounidenses como parte de un fraude electoral. También, el impacto de una verificación no necesariamente desmiente toda una historia en la mente de las personas”.

“[…] las comunidades de color son el objetivo de la desinformación durante la campaña electoral estadounidense…”

De acuerdo con un artículo publicado por Human Rights Watch en agosto de 2024, las comunidades de color son el objetivo de la desinformación durante la campaña electoral estadounidense: “Las comunidades negras, marrones e inmigrantes continúan impactadas por la desinformación, que en ocasiones se aprovecha del trauma compartido dentro de ellas para influir en los votantes”. Asimismo, según esta organización, en las elecciones de 2020 los votantes latinos en Florida fueron el objetivo de publicidad que vinculaba falsamente al presidente Joe Biden con su homólogo venezolano Nicolás Maduro. Las malas traducciones también influyen en los inmigrantes que en muchas ocasiones confían en contenidos que circulan en WhatsApp.

Las narrativas, explica Tomson, se replican en otros contextos electorales, más allá de Estados Unidos: “Si es una narrativa que apele a las emociones, es probable que otras personas intenten copiarla exitosamente. Una tendencia se mueve de lugar porque tiene éxito y los movimientos populistas alrededor del mundo, sobre todo los partidos de extrema derecha en Europa, preocupados por la inmigración, también usan esto porque han visto que es una táctica exitosa en Estados Unidos”. Tal es el caso de lo ocurrido en las elecciones venezolanas, por lo que la comunidad latina en Estados Unidos teme que las elecciones sean “robadas” y “no quieren replicar lo que pasó ahí”.

Por su parte, Galarza Molina señala que: “un problema que está bien documentado es la diseminación de desinformación acerca de migrantes, lo cual es un fenómeno recurrente en Estados Unidos, pero también es altamente frecuente en Europa y se ha presentado en el mismo México, de manera particular, con las caravanas migrantes”.

También explica que las personas más partidistas y con más participación activa en la política son quienes son más propensas a compartir dicha información: “No solo eso, sino que algunas de estas personas consideran que se justifica compartir desinformación para promover sus ideas políticas, o bien, que lo hacen como una forma de expresar su pertenencia a un cierto grupo, es decir, mandar una señal hacia sus iguales acerca de su identidad”.

Y continúa: “La preocupación principal es la desconfianza y el deterioro a las actitudes hacia la democracia que puede generar la percepción de que hay mayor desinformación. Es decir, no es tanto el daño que pueda provocar un solo ítem de desinformación en específico en las creencias que una persona tenga acerca de dicho tema, sino la percepción de que este tipo de información es altamente prevalente, pues afecta la confianza que se tiene en los medios de información, así como los niveles de desafección política de la gente, es decir, puede hacernos más cínicos, más escépticos y más apáticos acerca de la política”.

El sentir de estos sectores de la población es exacerbado cuando las redes sociales incluyen verificaciones que desmienten sus afirmaciones, ya sea en las notas de la comunidad o en la alianza de Meta con medios como AFP, Reuters, AP, entre otros,

Un artículo publicado el 11 de septiembre de 2024 por Misinformation Review, de la escuela Kennedy de Harvard, señala: “los votantes de Trump con mayor conocimiento político fueron más propensos a percibir la desinformación electoral como verdadera cuando las publicaciones de Donald Trump incluían etiquetas contra los que no”.

Verificar en elecciones

La labor de los verificadores de datos, también conocidos como fact-checkers en inglés, se enfrenta a retos como el descrédito por parte de ciertos sectores de votantes, que forman parte de una narrativa mayor que difícilmente se puede desmentir de manera generalizada, ambos mencionados por las especialistas consultadas. Además, quienes realizan esta labor también están expuestos internamente a los efectos de los discursos de odio.

El verificador está encargado de monitorear distintas redes sociales (Facebook, X, TikTok, entre otras) para encontrar posible desinformación que necesite ser verificada. Es ahí cuando se encuentra con múltiples publicaciones que se expresan contra distintos sectores de la población: mujeres, migrantes, personas pobres, personas de la comunidad LGBT+, o cualquiera que sea ligeramente distinto al concepto idealizado desde el cual el autor de dichos ataques, siempre desde el anonimato, se auto-percibe.

En el infinito océano que son las redes sociales, aparecen, además, imágenes gráficas de sucesos violentos. Eso tiene implicaciones en la salud mental de los propios verificadores: en guerras como la de Ucrania o el genocidio que Israel comete en Palestina, las redes sociales se llenan de imágenes gráficas de las víctimas, y lo mismo sucede con la violencia generada por los grupos del crimen organizado en México y Centroamérica; mientras que otro tipo de discursos refuerzan las narrativas violentas contra diversos sectores de la población. Según un artículo publicado por la revista Nature en 2023, “la presencia omnipresente de los discursos de odio (…) afecta severamente las actitudes y el comportamiento de las personas”. La exposición frecuente, indica, puede llevar a prejuicios, deshumanización y falta de empatía hacia otros grupos.

“En el infinito océano que son las redes sociales, aparecen, además, imágenes gráficas de sucesos violentos.”

Los hallazgos señalan que los discursos de odio afectan a los humanos más allá de sus relaciones intergrupales, ya que al estar expuestos “las personas comienzan a deshumanizar a los grupos objetivo” y la exposición lleva a “un entumecimiento general que afecta la perspectiva”, y no solo contra las minorías, sino contra cualquier individuo.

Por tanto, ante esa exposición constante, ya sea un verificador cuyo trabajo es estar atento a las redes sociales o un usuario que las recorre día a día, es necesario estar al pendiente de la salud mental. Algunos de los elementos para ello son tomarse descansos y, de ser posible, consumir contenido más alegre como parte del autocuidado. EP

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