Registro | Estar y no estar: la fotografía transitoria de Andrés Zamora

El fotógrafo boliviano Andrés Zamora transcurre entre el skateboarding y la fotografía analógica. Hace unos meses presentó algunas de sus instalaciones fotográficas en la muestra Unseen Echoes, en Manhattan, y recientemente en el espacio Cholitas, en Brooklyn.

Texto de 21/06/24

El fotógrafo boliviano Andrés Zamora transcurre entre el skateboarding y la fotografía analógica. Hace unos meses presentó algunas de sus instalaciones fotográficas en la muestra Unseen Echoes, en Manhattan, y recientemente en el espacio Cholitas, en Brooklyn.

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Una mariposa en el brazo derecho, una libélula en el izquierdo: Andrés Zamora detiene un momento su ritual de rampas y transiciones y viene rodando en su patineta hacia mí, mientras estoy sentado en una de las pendientes del parque de skate de Astoria, donde Zamora patina desde hace casi un año, casi diario, a modo de terapia y desconexión del mundo.

María Prieto

He estado estudiando cada movimiento, cada truco, cada uno de sus saltos. Los imponentes pilares del puente Robert F. Kennedy son testigos de la feria que hoy aloja el parque, del olor del East River que se las ingenia para sobreponerse al de los tacos de carnitas michoacanas que se cocinan a unos metros, en un puesto junto a las rejas del parque:

Me encanta Queens, —me dice Andrés, mientras revisa las ruedas atornilladas a su tabla— me gusta, porque es muy diverso. Está olvidado. Todo el mundo es Manhattan o Brooklyn, y Queens es grande, es el borough más grande. Además, el único restaurante boliviano que conozco en todo Nueva York, está aquí, y como vivo en Queens, tengo delivery gratis. ¿Conoces las salteñas?

María Prieto

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Andrés nació en Cochabamba, Bolivia, y mucho antes de que su ojo fotográfico despertara, tuvo que estudiar ingeniería y vivir una carrera semiprofesional en el bicicross, deporte que fue su más grande pasión hasta hace unos años, cuando se volcó de lleno por el skate y la cámara: me gusta crear, me gusta usar las manos, me gustan las cosas tangibles.

Y cuando hablamos de su Cochabamba natal y sus primeros años, Andrés lo hace mientras estudia los trucos de otros skaters, como si ahí se encontrara su memoria, como si cada una de esas vueltas al aire lo llevaran a la granja de su abuela: me hace recordar a mi persona antes de venir a Nueva York, como que a toda mi familia, a toda mi vida que está ahí. Porque son dos vidas diferentes, ¿no? Cuando vienes a otro lugar, aunque igual estás en contacto y aquí estoy igual en contacto con mi familia, se vuelven dos vidas.

María Prieto

Y son esas dos vidas las que transcurren entre su práctica artística y el patinaje. Me explica cada una de las curvas, los rieles y los tipos de patinetas que hay, lo mismo que me habla de sus procesos de impresión, las cámaras analógicas y su trabajo en el laboratorio, haciendo analogías de su propia vida con la gratificación casi efímera que se obtiene después de lograr hacer un truco, que, para él es el mismo sentimiento que se obtiene al ver por primera vez una fotografía: te toma 200 intentos aprender el truco, y lo haces una vez, y tienes dos segundos de gratificación. No tienes resultados instantáneos, y te toma trabajo, y te decepciona. Eso también es la fotografía.

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Rikch’ariy, en quechua, significa despertar de un sueño. Mi abuela habla quechua perfecto. Nos trataba de enseñar, siempre, cualquier palabra que nosotros hablábamos en español ella nos decía, “así se dice en quechua”.

SuhJeen Moon(문서진)

La instalación que lleva este nombre, hecha por Zamora en 2023, es un tramo de madera encontrada a la que Andrés pegó una de sus fotografías impresas en papel periódico: es un árbol con mi ropa clavada al revés. Simula un poco cómo yo me estaba sintiendo en ese momento, sin poder moverme, muy abrumado. La idea no era esa al principio. No me sentía con un piso firme, me sentía flotando, sin control.

SuhJeen Moon(문서진)

La segunda instalación que hizo de esta forma se presentó en la muestra Unseen Echoes, en diciembre pasado. La diferencia con la anterior es que esta vez la madera adoptaba su forma a la sala donde estaba exhibida, creando un ángulo de casi noventa grados mientras colgaba de la pared y el techo. En ella, Andrés pegó de la misma forma un autorretrato, continuando con la idea de la no presencia, el flotar, las preguntas persistentes del artista.

SuhJeen Moon(문서진)

Cuando le pregunto si hay hay una analogía deliberada con aquella instalación curva y las rampas de skate, Andrés solo sonríe y afirma: se me ocurrió igual un poco, hacer algo inspirado en las rampas, como que darle movimiento, como que, que, que, que, que, que la fotografía está subiendo al techo o está ahí en el, en el, en el, en el, en el techo, como una transición.

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María Prieto

Cada tanto en medio de nuestra conversación, Andrés se va por unos minutos a patinar, hacer dos o tres trucos en un montículo de concreto partido en dos (que es el nucleo del parque) o intercambiar comentarios y técnicas con Leandro Miyasaka y SuhJeen Moon, sus compañeros más cercanos en la fotografía y el patinaje. 

Cuando vuelve de nuevo, me dice que nunca quiere dejar de patinar, que se ve de viejo con una patineta, al igual que se ve de viejo con una cámara. Pero no piensa mucho en eso; no le preocupa la trascendencia, al menos no de la forma en la que los museos la venden. 

María Prieto

Para Andrés Zamora, ahora mismo, todo es una transición representada en papel periódico (el papel más barato en el que un fotógrafo puede imprimir), pegada en un pedazo de madera encontrado en la calle, y expuesto luego en un departamento, o en el museo del ICP o en una galería de Brooklyn. En esos objetos en los que definitivamente no cabe la idea de la preservación, Andrés medita su idea de trascendencia, que sí, es muy parecida al instante en que, con su patineta, se separa del piso y vuela en el aire. EP

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