A pesar de su carácter narrativo, quizás el cuento es un género que comúnmente puede asociarse más a la poesía: guardan un estrecho vínculo con la filosofía cuya tarea es la búsqueda de la verdad. La riqueza del género reside en la inmensidad contenida en su misma brevedad, la cual actúa como una lente que en ocasiones distorsiona, otras aumenta y otras más simplemente recorta una pequeña parte del armatoste ontológico que llamamos realidad. Comparto algunos libros de cuentos que, en este sentido, muestran diferentes perspectivas del mundo.

La magia de la cotidianidad

Cuando se habla de magia, es inevitable mencionar a Neil Gaiman. Este maestro de la invención nos presenta en Humo y espejos (Salamandra, 2017) un mundo alterno en el que, tal como hizo Coraline, no podemos hacer más que maravillarnos con la irreverencia, un mundo donde los asesinos se anuncian en los avisos clasificados del periódico como “Control de plagas” o se puede adquirir el Santo Grial en una tienda de antigüedades.

Además de relatos en toda la extensión de la palabra, este volumen contiene obras clasificadas como poemas narrativos o directamente como inclasificables, todas ellas cargadas de esa realidad transformada en la que todo es posible.

La maldad de la memoria

La realidad también puede transformarse desde un punto de vista no mágico. Margaret Atwood muestra una faceta de su escritura un tanto diferente a la conocida en su ficción especulativa en los relatos de Nueve cuentos malvados (Salamandra, 2020), donde nos enfrenta a la maldad e incluso al absurdo de la vida real.

En estos cuentos que toman la vejez, la enfermedad y la muerte como hilo conductor encontramos la verdadera diferencia entre el tale y la short story —conceptos más difíciles de definir en español donde contamos con los vocablos cuento y relato que suelen usarse como sinónimos— a través de situaciones increíbles, pero indudablemente verosímiles como una viuda escritora de literatura fantástica que escucha la voz de su difunto marido.

La realidad de al lado

A veces, el mundo real puede hacernos sentir como si estuviésemos en otra dimensión, como si todo lo que conocemos no existiera, o al menos esa es una de las sensaciones que experimentan algunos migrantes mientras la nostalgia del hogar atropella en un país extraño. Esa nueva realidad, complementada con la que se carga desde el origen, es la que Jhumpa Lahiri nos comparte a través de nueve cuentos excepcionales.

El intérprete del dolor (Salamandra, 2016), primer libro de la autora, la hizo merecedora del Premio Pulitzer en el año 2000. En sus páginas, nos adentramos en esas vidas llenas de contradicciones y conflictos por resolver entre la India y Estados Unidos.

El vacío personal

Los momentos más oscuros de la vida pueden llegar a trastocar nuestra realidad, haciéndonos percibirla tal vez más sombría de lo que la mayoría lo hace, pero la fascinación que trae consigo radica precisamente en la subjetividad que conlleva el mero hecho de observarla y vivirla. Nic Pizzolatto nos regala algunos vistazos a ese universo personal en el que reinan la soledad, el miedo y el desarraigo.

Si bien True Detective no se encuentra en los relatos de La profundidad del mar amarillo (Salamandra, 2015), sí podemos toparnos con la tenue gestación de la ponderosa crisis existencial que veríamos después en pantalla. EP