Durante varios años, “Poliedro” fue la sección principal de las centrales de la revista Este País. Con el propósito de honrar a esa tradición impresa y renacer como EP en línea, hemos nombrado “Poliedro Digital” al blog semanal de la Redacción que, al tener diversos colaboradores, es como ese cuerpo geométrico de “muchas caras”.
La casa por la ventana: Patrimoniales en el Museo de Arte Moderno
Durante varios años, “Poliedro” fue la sección principal de las centrales de la revista Este País. Con el propósito de honrar a esa tradición impresa y renacer como EP en línea, hemos nombrado “Poliedro Digital” al blog semanal de la Redacción que, al tener diversos colaboradores, es como ese cuerpo geométrico de “muchas caras”.
Texto de Armando López Carillo 04/10/18
Camino por Chapultepec la mañana de este martes, recién estrenado el otoño, a una visita guiada en una exposición del Museo de Arte Moderno (MAM). Con diseño arquitectónico de Pedro Ramírez Vázquez —demiurgo de la arquitectura mexicana del pasado siglo, diría Miquel Adrià— los espacios del museo nos hablan claramente de aquella modernidad curva y acristalada, propia de su época. Inaugurado en septiembre de 1964, bajo la dirección de Carmen Barreda y a iniciativa de Adolfo López Mateos, su construcción forma parte de una verdadera cruzada por la infraestructura cultural que ese mismo mes abrió otros cinco museos en México; tan sólo tres días antes se había estrenado el Museo Nacional de Antropología, una de las joyas del mismo Ramírez Vázquez.
A partir del 27 de septiembre el MAM inició un gran despliegue que poblará sus seis salas con lo mejor de su colección permanente, bajo el título genérico de Colección abierta y con Gonzalo Vélez como curador invitado, quien me invitó al recorrido. Aquel jueves se inauguraron en dos de sus salas las exposiciones Somos museo, curada por trabajadores de distintas áreas del MAM, en un trabajo colectivo con una perspectiva privilegiada, y Patrimoniales, que recorrí con Gonzalo. A principios de noviembre se completará Colección abierta con cuatro exposiciones más: Galaxias, que reunirá más de 200 piezas de 70 artistas; Espejo de venus, una selección descomunal de retratos femeninos en ocho ejes temáticos; una muestra de tapices en la Sala Fernando Gamboa; y una selección de la colección fotográfica en el Gabinete. Esta enorme selección de pinturas, esculturas, fotografías y tapices busca ofrecernos experimentar en pleno el arte moderno mexicano del siglo XX.
En 1934 se publicó la Ley sobre Protección y Conservación de Monumentos Arqueológicos e Históricos, Poblaciones Típicas y Lugares de Belleza Natural, a partir de la cual se comenzó a integrar esta herencia nuestra. En 1972 México suscribió la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural de la UNESCO, que define al patrimonio cultural como “Los monumentos, obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia”. Ese mismo año, la ley mexicana encarga al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura el resguardo y la difusión de monumentos artísticos creados a partir de 1900, institución que selecciona al MAM, entre otros recintos, como depositario de ese legado.
El acervo del MAM integra 3,036 obras, de las cuales la exposición Patrimoniales reúne 130, realizadas entre 1913 y 1974: pinturas, esculturas, fotografías, litografías y dibujos que son verdaderos tesoros del patrimonio artístico mexicano. Son nueve los artistas cuya obra ha recibido la declaratoria patrimonial, aunque el primero de ellos, José María Velasco, cae fuera de la vocación del MAM, pues su trabajo pertenece al siglo XIX. Los ocho restantes están presentes en Patrimoniales, más Rufino Tamayo, quien reorienta los códigos del muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura y sintetiza las expresiones del arte prehispánico en el arte moderno, para otorgar una identidad internacional al arte mexicano. Eventualmente, todos esperamos, Tamayo también recibirá este reconocimiento por parte del Estado mexicano.
Abre la exposición una línea de tiempo que detalla la emisión de los decretos patrimoniales para cada uno de estos nueve artistas y remata el acceso Las dos Fridas (1939), una obra que se ha establecido como un referente de México y a su autora, Frida Kahlo, como “emblema de la fortaleza de la mujer contemporánea en el mundo entero”. De José Clemente Orozco, uno de los tres grandes muralistas, se exhiben piezas como Autorretrato (1946), que acrisola el carácter expresionista de su obra; de Diego Rivera, otro de los grandes muralistas y protagonista de la vida cultural y política durante la primera mitad del siglo XX, se exhiben magníficos retratos y dibujos, como Los frutos de la tierra (1932); de Dr. Atl apreciamos Fuego verde en el Paricutín (1943) y varios dibujos suyos, absolutamente orográficos.
David Alfaro Siqueiros, el tercero de los grandes muralistas y el más radical, también forma parte de este selecto grupo y de él se exhibe el proyecto para el mural Muerte al invasor (1941), poco visto, lo mismo que obras muy famosas como The Revolution Gives Back Culture (1958). En cuanto a Saturnino Herrán, se muestra un apunte para El jarabe (1913), obra que forma parte de la exposición sobre este artista y sus contemporáneos inaugurada la semana pasada en el Museo Nacional de Arte. La presencia de Remedios Varo en la exposición es simbólica, sólo con un retrato a lápiz, pues el 18 de octubre se inaugurará, también en el MAM, una gran exposición que incluirá obra nunca exhibida de su archivo personal. Cierra el conjunto la obra de María Izquierdo, la primer pintora mexicana en exponer sus obras fuera de México, en 1930, y cuyo archivo personal resguarda el MAM, sobre el cual publicó un primer libro en 2013.
“Este fin de año el MAM está tirando la casa por la ventana”, me comenta mi buen amigo Gonzalo Vélez, cuando describe las seis exposiciones que integran Colección abierta, muy emocionado porque el museo recibe cada vez más visitantes. Poeta, traductor literario y escritor especializado en artes visuales, Gonzalo ha obtenido reconocimientos como el premio Joaquín Mortiz para Primera Novela y el premio nacional de ensayo literario “Malcolm Lowry”, ha traducido del alemán más de una docena de libros de literatura y también ha escrito en varios libros sobre artistas mexicanos, el más reciente sobre Francisco Toledo, además de cientos de artículos y ensayos sobre el tema. Cuando recibió la invitación para curar Colección abierta, me comenta, emprendió un proyecto con el que soñó por años.
Para terminar la visita, nada como recorrer el Jardín Escultórico del MAM y decantar las emociones de tanta y tan moderna plástica mexicana, en esos corredores y glorietas en los que el bosque penetra, entre el rumor de los pájaros y la hojas secas de esta temporada. EP
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Patrimoniales, curaduría de Gonzalo Vélez, Museo de Arte Moderno, Paseo de la Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec, hasta marzo de 2019.
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