Ante la conclusión de la presente administración presidencial, el embajador Omar Hurtado reflexiona sobre el estado actual del Servicio Exterior Mexicano.
Trazos sobre el servicio exterior mexicano
Ante la conclusión de la presente administración presidencial, el embajador Omar Hurtado reflexiona sobre el estado actual del Servicio Exterior Mexicano.
Texto de Omar Hurtado 02/09/24
Indudablemente el Servicio Exterior Mexicano (SEM) mantiene un amplio reconocimiento no solamente en el país, sino también en el ámbito diplomático internacional, por su profesionalismo y la alta capacidad de sus funcionarios. Cuenta con su propia Ley del Servicio Exterior Mexicano (LSEM) y su reglamento. Sin embargo, esta Institución no ha estado ajena a retos y algunas veces a la marginación de la propia Cancillería y la oficina de la presidencia.
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La LSEM establece que el Servicio Exterior Mexicano es el cuerpo permanente de servidores públicos encargado de representar a México en el exterior, con el fin de promover y salvaguardar los intereses nacionales, así como velar y fortalecer el prestigio de México. Está integrado por diplomáticos especializados, abocados a una carrera de larga duración y de reglas estrictas y rigurosas.
El SEM depende del Ejecutivo Federal, bajo la Dirección de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), y está conformado por dos ramas: la diplomática-consular y la técnico-administrativa. En ambas se ingresa por exámenes de oposición y concursos públicos; el personal que las integra está sujeto a evaluaciones permanentes sobre su preparación, competencia, capacidad y superación, mediante exámenes escritos, orales, de idiomas, nuevos estudios y expediente personal de méritos y eficiencia. Una mala valoración puede cercenar drásticamente los ascensos, e incluso, la carrera de estos servidores públicos.
En la rama diplomática–consular los funcionarios, que deben contar por lo menos con licenciatura y manejo de idiomas, inician la carrera desde el rango de agregado diplomático hasta embajador, o su equivalente a cónsul general. Dichos funcionarios, en las condiciones actuales, pueden tardar en promedio alrededor de 30 años en llegar a la cúspide de embajador, si es que se logra, pero algunos se jubilan con rangos menores.
Para el ingreso a la rama técnico–administrativa, los aspirantes deben contar al menos con la posesión de un idioma. Inician la carrera con el rango de agregado administrativo “D” y finalizan con el de coordinador administrativo.
La LSEM también contempla al “personal temporal” que, sin pertenecer al SEM de carrera, es contratado por un tiempo determinado en las representaciones mexicanas, y al “personal asimilado”, compuesto por servidores públicos de diversas instituciones mexicanas, como los agregados militares, navales, aéreos, entre otros.
Si bien el tema no es nuevo, en la presente administración se ha agudizado diametralmente la falta de atención de las altas autoridades de la Cancillería mexicana al servicio exterior y sus funcionarios de carrera en torno a sueldos, prestaciones, carencia de plazas y ascensos, así como un escalafón diplomático saturado.
Las autoridades de la SRE argumentan que esta situación se debe a la insuficiencia de recursos financieros. Sin embargo, se percibe que no ha habido interés ni habilidad para negociar el tema con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, realidad que no deja de crear desaliento y frustración en los integrantes del SEM, cuyos esfuerzos, a pesar de estar sujetos a evaluaciones demandantes y una constante profesionalización, no son recompensados. Este escenario, además, menoscaba la fortaleza de la institución.
La futura presidente, Claudia Sheinbaum, anunció el nombramiento del próximo canciller, Juan Ramón de la Fuente, quien tendrá entre sus retos gestionar nuevas plazas que permitan una adecuada movilidad escalafonaria, revisar los salarios según el costo de vida en los países de adscripción y dar cumplimiento al Plan de Carrera estipulado en la LSEM (Artículo 27-Ter), entre otros temas rezagados, si en verdad hay interés en atender un servicio exterior profesional.
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El nombramiento desmedido y descuidado de embajadores políticos que se ha observado en la presente administración ha incidido dramática y negativamente en una institución profesional como lo es el SEM y sus miembros de carrera, quienes han sido marginados. Estos nombramientos han respondido generalmente al pago de favores políticos o a relaciones amistosas, por lo que los cargos generalmente han sido ocupados por personas sin preparación diplomática para un desempeño adecuado. Se añaden a lo anterior personajes advenedizos, insertados y aferrados a los cargos diplomáticos durante años, sin formar parte de la diplomacia de carrera, “franquicias” que es necesario cancelar.
Si bien la SRE impulsa una política de Diplomacia Feminista, con el fin de favorecer al personal femenino del SEM, muchos esfuerzos se ven inhibidos por la gran cantidad de nombramientos políticos que impiden los ascensos y las titularidades en las embajadas y en los consulados.
El presidente está facultado por la Constitución y la LSEM para nombrar embajadores y cónsules generales, con la aprobación del Senado. Sin embargo, la misma LSEM ordena que estas designaciones deberán hacerse preferentemente entre los miembros del SEM de carrera de mayor competencia, categoría y antigüedad. Si bien el Senado debe constituir un filtro para la selección de embajadores y cónsules generales idóneos, muchas de las designaciones han respondido a intereses políticos y partidistas.
En el actual sexenio se observa un escenario insólito en torno a los nombramientos de embajadores políticos en América, pues quienes han ocupado alrededor del 90 % de las embajadas mexicanas no poseen una trayectoria profesional y especializada, ni una congruente política exterior hacia la región que incentive la integración y la cooperación. En Europa ocurre algo similar con las embajadas emblemáticas de México.
Al finalizar el sexenio, en América las embajadas mexicanas se encuentran atiborradas de nombramientos políticos: Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. También destacan miembros del SEM que, sin haber alcanzado el rango, han sido nombrados embajadores, como los casos de las embajadas de México en Bolivia (Consejero del SEM), Guyana (Segundo secretario), Haití (Segundo secretario) y Paraguay (Ministro).
Asimismo, las embajadas de Estados Unidos y Canadá están ocupadas por embajadores que no son de carrera, a las que se agregan las representaciones diplomáticas mexicanas en Alemania, Bélgica, España, Federación de Rusia, Francia, Noruega, Países Bajos (situación insólita y privilegiada, ocupada por Carmen Moreno, jubilada del SEM hace 21 años a los 65 años de edad, pero que sigue en funciones con nombramiento político), Reino Unido, Santa Sede y Turquía. Adicionalmente se encuentran las embajadas establecidas en China, Corea y Japón, entre otras.
En cuanto a los organismos internacionales con titulares que no son de carrera podemos mencionar a la OCDE, la UNESCO y la ONU (ocupada hasta hace poco por Juan Ramón de la Fuente). A lo anterior se suma una lista de consulados mexicanos que omito por razones de espacio. El exceso de nombramientos políticos impide el desarrollo adecuado del SEM de carrera y de funcionarios que aspiran a ascensos, a la titularidad de una embajada o de un consulado general, así como de embajadores de carrera que se encuentran en la banca en espera de una oportunidad.
La responsabilidad de los miembros del Servicio Exterior Mexicano tiene como objetivo consolidar el prestigio de México en el ámbito internacional, mediante un trabajo responsable y eficiente. Los diplomáticos no representan a los partidos o corrientes políticas (o no deben), sino a los Estados. La propia LSEM establece que “los miembros del Servicio Exterior deberán abstenerse de incurrir en conductas de naturaleza partidista o electoral incompatibles con el desempeño de su función pública”. Sin embargo, se observa que se ha incrementado el uso político del servicio exterior en detrimento de esta institución.
Se tiene conocimiento de que, recientemente, la SRE habría solicitado a los embajadores de carrera poner sus cargos a disposición y a los embajadores de nombramiento político su renuncia, como ocurre generalmente al término del sexenio, con el fin de dejar dichas plazas libres para el nuevo presidente y su proyecto de política exterior. Será interesante ver si habrá un giro en los nuevos nombramientos que lleguen a hacer la nueva presidente, Claudia Sheinbaum, y el futuro canciller Juan Ramón de la Fuente, es decir, si responderán a los intereses de la política exterior de México, o si continuará la fórmula utilizada por el presidente saliente de nombrar embajadores como pago político o amistosos, en menoscabo del SEM.
Al momento de escribir estas líneas y según datos proporcionados por la SRE, el SEM está integrado por 848 miembros de la rama diplomático–consular y 408 de la rama técnico-administrativa, lo cual da un total de 1,256 miembros, servicio exterior que resulta pequeño para la importancia de México y el papel que debe desempeñar en el contexto internacional. México cuenta 80 embajadas en el exterior, 30 consulados generales, 42 consulados de carrera y 2 agencias consulares. Cuenta, además, con representación en diversos organismos internacionales.
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En conversación con varios diplomáticos mexicanos, un amplio sector considera que durante la presente administración, particularmente en la concerniente al entonces canciller Marcelo Ebrard, el SEM de carrera habría sido marginado, despreciado y maltratado, lo que habría forzado a que varios embajadores de carrera decidieran dejar el SEM mediante jubilación anticipada. Es decir, la LSEM establece la edad de 70 años para la jubilación, pero muchos embajadores optaron por retirarse antes de esa edad.
De acuerdo con datos disponibles al mes de abril del año en curso, el número de embajadores que se jubilaron anticipadamente en la presente administración habría sido 45. El retiro anticipado de funcionarios diplomáticos con rangos inferiores a embajador de la rama diplomático–consular suma 18 y de la rama técnico–administrativa, 37.
En los pasillos de la Cancillería se comenta sobre el mal momento que habrían pasado varios embajadores de carrera, pues habrían sido conminados por la Subsecretaría del ramo, entonces a cargo de Carmen Moreno, a desocupar sus embajadas de adscripción mediante jubilación anticipada, a efecto de recobrar plazas para ajustes diplomáticos y políticos.
Algunos agregan que el poco interés y desconocimiento del presidente mexicano sobre los asuntos internacionales y de la política exterior de México se vio reflejado en el escaso apoyo al SEM, a lo cual se añade un canciller vehementemente abocado a una posible candidatura presidencial, que nunca llegó, y desinteresado en la política exterior del país, particularmente del SEM de carrera.
Algunas áreas imprescindibles para el funcionamiento de la política exterior y del SEM de carrera, fueron ocupadas por personal ajeno a la Cancillería, sin conocimiento del funcionamiento diplomático. Es el caso de algunas subsecretarias y direcciones generales, por ejemplo, de la Dirección General del Servicio Exterior y Recursos Humanos.
Es necesario atender urgentemente problemas estructurales y rezagos de los cuales el SEM no está exento, como se han dado últimamente algunos casos disciplinarios, y prestar una mayor atención al bienestar del funcionario diplomático y sus familias en torno a una dinámica cultural que cambia de manera permanente.
El funcionario diplomático en no pocas ocasiones se enfrenta a lejanías geográficas, soledad y crisis familiar que es necesario detectar y evaluar. Esto solo posible con personal especializado y del SEM en las oficinas centrales que no sean ajenos al trabajo diplomático, y no con personal improvisado y desvinculado de la Cancillería, como ha sucedido en este sexenio, sin conocimiento ni compromiso con la profesión. A lo anterior se suman procesos de reconocimiento laboral críticos, que derivan en frustraciones profesionales.
Insólitamente y como nunca había ocurrido, fueron extraviados o dañados alrededor de 120 contenedores de menaje de casa de personal diplomático que retornaba a México o partía a sus nuevas adscripciones diplomáticas, abandonados o perdidos en aduanas o empresas de mudanzas internacionales, hecho que dejó en evidencia la falta de habilidad y experiencia en estos temas y dudas sobre el destino financiero de estas operaciones. Gran parte de estos contenedores tardaron en llegar a su destino uno o dos años, con el consecuente deterioro de su contenido y pérdidas para sus propietarios, ya que gran parte de ellos viajaron sin el seguro correspondiente. Aún persisten los reclamos y frustraciones de los miembros del SEM por los graves daños materiales y morales causados.
Pese a su importancia, estipulada en la propia LSEM, no ha habido regularidad en la promoción de concursos de ingreso y de ascenso en el SEM, lo que ha impedido que esta institución se fortalezca y enriquezca con un mayor número de funcionarios.
A abril de 2024, durante esta administración solo ha habido un examen de ingreso y otro de ascenso en la rama diplomático–consular y dos exámenes de ingreso y uno de ascenso en la rama técnico-administrativa, lo que ha contribuido aún más a la saturación escalafonaria, la inhibición de ascensos y a la falta de personal diplomático.
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El cuerpo diplomático no se encuentra sindicalizado. En 1955 se creó la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), constituida por miembros de carrera, sin ánimo de lucro y bajo los principios de solidaridad y ayuda mutua, para la promoción y defensa de sus intereses, hoy bajo la presidencia del embajador David Nájera.
No han faltado los críticos del oficio, opiniones que solo ponen en relieve el desconocimiento de la labor que desarrollan los diplomáticos mexicanos, sobre su especialización y profesionalismo y los grandes retos que demanda el exterior, como las adscripciones de vida difícil o con problemas sanitarios a las que el funcionario viaja con familia, bajo situaciones de guerra, violencia, enfermedades, entre otras adversidades.
Hay que destacar que el SEM ha sido un referente internacional en asuntos multilaterales y bilaterales, del que han formado parte figuras extraordinarias como don Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz, don Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, así como escritores de la talla de Carlos Fuentes y Alfonso Reyes.
El SEM ha sido una institución de gran valor en el país, que deberá fortalecerse y no debilitarse, en la cual se forman diplomáticos profesionales y especializados como lo requiere la diplomacia internacional y México, lejos de la improvisación. Ante la caótica improvisación actual en política exterior y el debilitamiento de la imagen de México, es indispensable fortificar y reorientar la política exterior como una política de Estado y dar cabida a la diplomacia profesional.
Uno de los mejores legados que puede dejar un secretario de relaciones exteriores es un servicio exterior sólido. EP
*Este texto fue previamente publicado en la Revista ADE, Asociación de Diplomáticos Escritores, No. 91, Julio-Septiembre, 2024.
*Agradezco los valiosos comentarios en este documento del Embajador Raúl López Lira y del Ministro Jaime Martin Serrano.
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