El rewilding urbano nos invita a reimaginar nuestras ciudades como oasis de biodiversidad. Descubre cómo las plantas nativas y la fauna local pueden transformar nuestros espacios urbanos en ecosistemas resilientes.
Rewilding urbano: cuando la naturaleza recupera su lugar
El rewilding urbano nos invita a reimaginar nuestras ciudades como oasis de biodiversidad. Descubre cómo las plantas nativas y la fauna local pueden transformar nuestros espacios urbanos en ecosistemas resilientes.
Texto de Cristina Ayala-Azcárraga 15/07/24
“El punk no ha muerto, son las plantas nativas recuperando su lugar en el mundo”.
A lo largo de los años, he desarrollado una costumbre que puede parecer inusual: saludar a las plantas nativas de las calles por las que suelo transitar, identificando sus especies y a veces fotografiándolas. Hay una planta por la que desarrollé un especial apego, Mirabilis jalapa, conocida como “dondiego de noche” o “maravillas”. Esta planta me ha llenado de admiración no solo por sus hermosas flores, sino porque se mantiene cerrada por las mañanas y solo abre sus flores al caer el sol. Un día me llevé una desagradable sorpresa, respecto a un ejemplar, al ver que lo habían cortado para plantar unas flores de origen asiático, probablemente porque alguien pensó que adornarían mejor la jardinera. Este es un problema recurrente con la flora nativa, que a menudo es vista como “planta de monte” y, sin importar su belleza, es reemplazada por especies exóticas1 que se consideran “más elegantes”.
Este triste desencuentro con la ausencia del dondiego puede ser solo uno de los muchos síntomas de un problema mayor: el desconocimiento de las dinámicas ecosistémicas y la falta de reconocimiento de que las ciudades, en sí mismas, son ecosistemas. En muchas ocasiones, las plantas nativas son percibidas como “menos valiosas” o “menos ornamentales” en comparación con especies exóticas. Sin embargo, esta percepción ignora la importancia crucial de las especies nativas en el mantenimiento de la salud ecológica y la biodiversidad de un sitio.
Si bien es cierto que este evento rompió un poco mi corazón, también debo aceptar que cada vez es más común encontrar en ambientes no académicos ni especializados la preocupación por el cuidado del planeta en función de su relación con los seres humanos y nuestro bienestar. ¿Es posible que décadas de educación ambiental estén dando fruto y finalmente esté insertándose en el inconsciente colectivo la urgencia de proteger el ambiente por nuestro propio bien? Aunque no tengo suficientes datos para afirmarlo, es evidente que ha crecido el interés por buscar e implementar estrategias que protejan el ambiente y que también busquen restaurarlo.
Una de las formas en que se ha pensado que podemos volver a habitar el planeta de una forma más cercana a la naturaleza es el rewilding, que hace alusión a “regresar a lo silvestre”. El término rewilding se usó por primera vez de forma oficial en el Proyecto Wildlands, en 1991, con la misión de establecer grandes áreas silvestres sin intervención humana en Estados Unidos, interconectadas por corredores ecológicos como estrategia para sostener procesos ecológicos y poblaciones viables de especies silvestres que se suelen ver afectadas por la creciente urbanización. Del mismo modo, la creación de corredores ecológicos también fue parte fundamental de esta idea, ya que estos sitios permiten la migración y el flujo genético de las especies entre estas áreas silvestres.
Desde entonces, este concepto ha adquirido nuevos significados, ampliando su alcance para incluir diversas estrategias de restauración de ecosistemas y reintroducción de especies nativas, así como de especies clave como depredadores y herbívoros grandes, que desempeñan roles críticos en sus ecosistemas. Un ejemplo es la reintroducción de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone, que demuestra cómo una especie clave puede transformar un ecosistema recuperando una red trófica previamente alterada. Después de que los lobos desaparecieran a principios del siglo XX, la población de ciervos aumentó descontroladamente, causando una degradación severa de la vegetación, incluyendo la pérdida de álamos y sauces. Esta situación persistió hasta 1995, cuando se reintrodujeron los lobos en el parque. La presencia de estos depredadores redujo la población de ciervos, permitiendo la recuperación de la vegetación y beneficiando a otras especies. Esto demuestra cómo una especie puede alterar significativamente la estructura y función de un ecosistema, promoviendo la regeneración de vegetación y la restauración de hábitats para otras especies, y recuperando el estado “salvaje” de la naturaleza.
A pesar de sus beneficios, el rewilding enfrenta varios desafíos. En ocasiones, las causas que llevaron a la desaparición de los depredadores siguen ahí, y la reintroducción de depredadores puede causar conflictos con comunidades locales y sectores como la ganadería. Además, la complejidad de las dinámicas ecosistémicas hace que los resultados de las intervenciones de rewilding sean impredecibles. Por ello, es crucial contar con un monitoreo continuo y adaptativo.
¿Cómo se ve el rewilding en las ciudades?
Por supuesto que nadie está pensando en reintroducir osos o lobos a una ciudad. El rewilding urbano plantea devolver la naturaleza a estos espacios, promoviendo la biodiversidad pero considerando a los seres humanos y la habitabilidad de las ciudades como pieza central (Lehmann, 2021; 2023). Para lograrlo se propone la transformación de espacios infrautilizados como callejones, tejados y zonas industriales abandonadas en áreas verdes y hábitats para la vida silvestre.
Una de las manifestaciones más visibles del rewilding en las ciudades a pequeña escala es la creación y revitalización de espacios verdes. Cuando los parques, jardines comunitarios, techos y paredes verdes son diseñados y gestionados para fomentar la biodiversidad, estos espacios tienen el potencial de no solo embellecer el paisaje urbano, sino también de fungir como refugios para la vida silvestre, mejorar la calidad del aire y gestionar el agua de manera más eficiente. Pareciera que la creación de espacios verdes atiende a necesidades estéticas o que implica colocar flores que atraigan polinizadores, pero la realidad va mucho más allá. Para que la creación o revitalización de un jardín pueda ser parte de una estrategia de rewilding, es fundamental comprender los procesos ecológicos y los ciclos biogeoquímicos que la urbanización ha alterado y que es necesario restaurar. Esto implica estudiar cómo la urbanización ha cambiado el flujo de nutrientes, el ciclo del agua y las dinámicas de la vida silvestre, y utilizar ese conocimiento para diseñar espacios verdes que imiten y repliquen las funciones naturales.
Un ejemplo de lo que es y lo que no es rewilding urbano se puede ver en la creación de jardines para polinizadores. A menudo se asume que cualquier planta con flor beneficiará a los polinizadores, pero es crucial entender la complejidad de estas interacciones ecológicas. Las abejas son solo uno de muchos grupos de polinizadores. Generalmente, cuando hablamos de abejas, nos referimos a la Apis mellifera, abeja doméstica europea. Esta especie, aunque importante, puede amenazar la biodiversidad de abejas nativas.
Existen más de 20 mil especies de abejas en el mundo, y en México hay más de 2 mil especies nativas que enfrentan amenazas como la pérdida de hábitat, el uso de pesticidas y la competencia con especies exóticas. Estas abejas nativas podrían beneficiarse de jardines para polinizadores, pero a menudo se plantan especies como la lavanda, que atrae principalmente a la Apis mellifera. Esto desperdicia la oportunidad de utilizar plantas nativas que podrían atraer y beneficiar a las abejas locales y otros polinizadores como colibríes, mariposas y murciélagos.
Crear un jardín de polinizadores sin entender las dinámicas ecológicas específicas puede resultar en una estrategia superficial. Un enfoque informado del rewilding urbano puede restaurar relaciones ecológicas rotas, promoviendo la biodiversidad y creando un entorno más saludable y sostenible. Abundante evidencia científica sugiere que usar plantas nativas y crear microhábitats variados en jardines urbanos atrae a polinizadores locales y otros organismos, mejorando la resiliencia de los ecosistemas urbanos. Implementar estas estrategias basadas en el conocimiento científico no solo embellece las ciudades, sino que también fortalece su capacidad para enfrentar desafíos ambientales y mejora la calidad de vida de sus habitantes. Un enfoque bien fundamentado de rewilding urbano puede transformar nuestras ciudades en oasis de biodiversidad y bienestar.
La resilvestración urbana no se limita solo a los polinizadores. Aves y pequeños mamíferos se alimentan de los frutos de los árboles y dispersan sus semillas, promoviendo la regeneración y expansión de la vegetación nativa. Los depredadores naturales, al controlar las poblaciones de herbívoros, previenen el sobrepastoreo y permiten que las plantas se desarrollen plenamente. Este equilibrio dinámico, basado en interacciones ecológicas constantes, permite que los ecosistemas urbanos se adapten y evolucionen frente a cambios y perturbaciones. Las relaciones simbióticas entre plantas nativas y la fauna local fortalecen la biodiversidad, y también mejoran la funcionalidad del ecosistema urbano. Esto optimiza los ciclos de nutrientes, mejora la calidad del suelo, regula el microclima y gestiona mejor los recursos hídricos. Así, el entorno urbano se mantiene en un estado continuo de ajuste y adaptación, capaz de enfrentar desafíos ambientales como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
El rewilding urbano también puede incluir la recuperación de humedales, ríos y arroyos que habían sido canalizados o cubiertos, como el proyecto del arroyo Cheonggyecheon en Seúl, Corea del Sur. Esto restaura el cauce natural y crea espacios verdes para los ciudadanos. Otros proyectos exitosos incluyen el Big Marsh Park en Chicago, que transformó un antiguo molino de acero y vertedero en un espacio con senderos y un centro de educación ambiental, y la conversión de un campo de golf urbano en Brisbane, Australia, en un extenso espacio verde de 64 hectáreas con bosques revegetados, matorrales nativos, estanques restaurados y un lago, destinado a revitalizar la biodiversidad local.
Conceptos como Soluciones Basadas en la Naturaleza y la Ciudad Esponja están íntimamente relacionados con el rewilding: promueven la coexistencia de diversas especies animales y vegetales mientras benefician el bienestar humano. Algunos autores proponen que el verdadero rewilding implica dejar que los espacios verdes urbanos se desarrollen naturalmente a lo largo del tiempo, sin intervención humana directa, también conocido como rewilding pasivo. Esta aproximación, aunque aumenta los tiempos de resilvestración, no depende de tecnologías avanzadas y ayuda a abordar la crisis climática utilizando recursos mínimos, lo cual puede reducir los costos de la intervención.
Desde luego, el rewilding no implica simplemente permitir que los rincones de los ecosistemas urbanos se degraden sin intervención. Al contrario, implica una serie de pasos significativos. Primero, se trata de restaurar la complejidad trófica, facilitando el retorno de la fauna salvaje. Luego, es crucial permitir la reconexión de paisajes para que las plantas y los animales puedan moverse libremente. El tercer y más crucial paso implica permitir perturbaciones imprevisibles como incendios, plagas e inundaciones. Este puede ser el paso más difícil, puesto que dejar que las cosas sigan su curso natural es contrario a los enfoques tradicionales de restauración y puede resultar difícil de aceptar. Algunos autores, como la Dra. Andrea Perinó, apelan a un sentido de confianza en el proceso natural, donde “si lo amas, déjalo libre”.
Todo esto puede parecer utópico, pero la resilvestración ya está aquí bajo nuestros pies, siempre lo ha estado. ¿Quién no ha visto a las plantas nativas, silvestres, creciendo en los lugares más inhóspitos? Arriba de cables, en medio de muros, rompiendo banquetas, siempre han estado ahí, tratando de recuperar su espacio en el mundo frente a nuestros ojos, a veces a pesar de ellos. El mejor ejemplo de esto es el dondiego del hablé al principio, ese que cortaron para poner flores asiáticas. Ese mismo que me sorprendió cuando pasé por la calle y había vuelto a surgir, no exactamente de donde lo cortaron, sino en la calle, pese a todo pronóstico, rompiendo el asfalto. Este persistente retorno de lo nativo, incluso en las condiciones más adversas y a menudo en contra de nuestros intentos por controlar la naturaleza, nos recuerda que la resilvestración ya está en marcha, de forma silenciosa pero tenaz. Ese dondiego rebelde, hasta punk, nos recuerda la capacidad innata de la vida para adaptarse y sobre todo para reclamar su lugar en el mundo, desafiando nuestras percepciones y ofreciéndonos a su vez, la oportunidad de reconsiderar nuestro papel como parte de un delicado equilibrio natural. EP
Bibliografía
Jørgensen, D. (2015). Rethinking rewilding. Geoforum, 65, 482-488.
Lehmann, S. (2021). Growing biodiverse urban futures: Renaturalization and rewilding as strategies to strengthen urban resilience. Sustainability, 13(5), 2932.
Lehmann, S. (2023). Green Cities: Nature-Based Solutions, Renaturing and Rewilding Cities. In The Palgrave Encyclopedia of Urban and Regional Futures (pp. 714-719). Cham: Springer International Publishing.
Perino, A., Pereira, H. M., Navarro, L. M., Fernández, N., Bullock, J. M., Ceaușu, S., … & Wheeler, H. C. (2019). Rewilding complex ecosystems. Science, 364(6438), eaav5570.
Moxon, S., Webb, J., Semertzi, A., & Samangooei, M. (2023). Wild ways: a scoping review to understand urban-rewilding behaviour in relation to adaptations to private gardens. Cities & Health, 7(5), 888-902.
- A estas especies que no evolucionaron en la región donde habitan, las conocemos como “exóticas”. [↩]
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