Hiram de la Peña analiza el papel que ha desempeñado Eduardo Verástegui en la política mexicana durante los últimos años.
¿Por qué se debe tomar en serio a Eduardo Verástegui?
Hiram de la Peña analiza el papel que ha desempeñado Eduardo Verástegui en la política mexicana durante los últimos años.
Texto de Hiram de la Peña 21/11/23
En México, las candidaturas independientes han ganado cada vez más relevancia en la memoria colectiva. Desde la candidatura de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” a la gubernatura de Nuevo León, pasando por la de Pedro Kumamoto a la diputación local de Jalisco, hasta los intentos de Víctor González Torres, conocido como el Dr. Simi, por postularse a la presidencia, las candidaturas independientes han demostrado que no carecen de historias y trayectorias sui generis.
Este año, los reflectores han apuntado a un personaje que es un viejo conocido de la farándula mexicana: Eduardo Verástegui. Por este mismo motivo, el actor, productor, y ahora político, ha recibido críticas, principalmente, del ala política de izquierda. Aunque su estatus actual es el de aspirante a candidato, esta pretensión ha dado mucho material para la discusión.
Dentro del debate político contemporáneo, lleno de caricaturización y una antipatía a los matices saludables, Verástegui ha sido considerado como una simple herramienta para dividir votos de la oposición, incluso de cara a una elección presidencial donde el partido en el poder cuenta con una amplia ventaja en las intenciones de voto. Una crítica que también se ha hecho a diferentes aspirantes del PAN y otros partidos. Tampoco han faltado las comparaciones que trazan paralelismos con otros movimientos de ultraderecha a nivel global: “El Milei mexicano”, “El Abascal mexicano”, “El Trump mexicano”. Estas coordenadas comparativas tienen sentido, pues se entiende la lógica que respalda estas equiparaciones, pero no ayudan a pensar lo que el presidente del movimiento Viva México representa en el contexto nacional.
Es aquí donde convendría detenernos un poco para pensar con más amplitud de criterio y seriedad. Ante todo, existe un hecho fundamental que se ha explorado superficialmente: Verástegui cuenta con un capital social y político que resultaría envidiable para cierto sector de la derecha en México. Es esto lo que lo convierte en un adversario de consideración. Más allá de su discurso abiertamente provida, sus comentarios sobre la reducción del Estado y comparaciones polémicas que asocian la pedofilia con la homosexualidad, Verástegui cuenta con una red de actores clave que podrían materializar estas posturas, financiarlas en determinado momento y elevarlas a nivel de políticas. Dentro del enjambre de voces antiderechos que son cada vez más visibles, él es un actor clave con un potencial peligroso. No tomar en serio el ruido generado a su alrededor sería un error de cálculo.
Las redes de Verástegui: una cara neoconservadora, una cara neoliberal
La causa provida no es un tema nuevo para Verástegui. Esto se puede identificar de forma genuina desde su participación en las películas Bella (2006) e Inesperado (2019), aunque en realidad fungió como promotor de esta última en México. Empleando sus conocimientos de storytelling, se ha referido a su rol en Bella como un parteaguas para fijar su postura con respecto al aborto, pues la preparación para su papel lo acercó a clínicas de aborto en Estados Unidos, donde supuestamente logró convencer a una joven de no abortar.
Sin manera de comprobar la veracidad de la anécdota, este tipo de participaciones en los medios ha dejado un antecedente para entender a Verástegui, para comprender una de las caras con las que se presenta ante el gran público. La de un hombre de fe en una misión divina, piadoso, justo y ecuánime. Su identidad ante las audiencias se construye a la manera de un practicante ejemplar de la fe católica: se ha mostrado públicamente rezando por otras personas, y replica este acto en distintos espacios de redes sociales donde periódicamente reza el rosario acompañado de una comunidad digital de seguidores y simpatizantes. Esporádicamente, aparecen banderas de México y del Vaticano a cuadro. Ahí mismo, elabora discursos de corte más político con respecto a la vida, el aborto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el presidente Andrés Manuel López Obrador. Como una suerte de pastor, pero sin las restricciones del artículo 130 constitucional a los ministros de culto.
Esta devoción también es identificable en su carrera artística: un detalle importante de las dos películas mencionadas es que ambas retratan dramas sobre el aborto en diferentes circunstancias. De 2006 a 2019 se dio una diferencia sustancial: con Inesperado, Verástegui nombró como embajadoras de dicha película a un grupo de mujeres senadoras y diputadas de diferentes fuerzas políticas. Además, realizó un gira de funciones privadas en las 32 entidades de la república.
Una estrategia similar se observó en la promoción de Sound of Freedom (2023), pero a inicios de este año era evidente que el alcance de esta gira fue pensado en un horizonte más amplio. El protagonista es un agente del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos que lucha contra pedófilos en la frontera. De ahí que se repita la fórmula donde el tema de la película que promociona da la pauta para el tema central de la gira de cabildeo que realiza posteriormente. En concreto, Verástegui logró firmar acuerdos sobre el tema de la trata de personas en otros países y adentrarse a los congresos locales de algunas entidades federativas. Algunos ejemplos de dichas firmas son en El Salvador, con Nayib Bukele, y Argentina, con Javier Milei.
En territorio nacional, firmó cartas en contra de la trata y explotación sexual de niños, niñas y adolescentes. Destacan el caso de Colima, Nuevo León, Sinaloa (con el respaldo de Cecilia Coppel), Quintana Roo, así como Baja California. En este último estado del Noroeste, la firma recibió críticas desde la prensa dado su carácter no vinculante y la falta de acciones concretas por parte del movimiento Viva México. Pareciera ser que la estrategia es simplemente promover la película y la figura pública de Verástegui como defensor de los derechos humanos y la vida. Esto a través de vínculos y alianzas que, más allá del papel, no representan un compromiso de esfuerzos continuos y planificados contra la trata y el abuso infantil.
Al mismo tiempo, hay otra versión de Verástegui, una en la que da la cara a las élites políticas y empresariales de derecha con un ligero cambio en el énfasis de su discurso. Lo hace en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos y con una eficacia de consideración. Y es que, al menos desde 2021, el actor ha participado en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), evento que reúne a las personalidades conservadoras más importantes a nivel global. Dentro de los mensajes que ha compartido desde dicha plataforma, se ha sumado a un sentimiento anticomunista que recién cobra nuevos bríos en la región. Adicional a esto, ha hecho un llamado sobre la importancia de la libertad de mercado y la seguridad en las fronteras.
No es una casualidad que, en 2022, Verástegui haya sido el anfitrión del primer CPAC México. En el marco de dicho evento, el presidente Donald Trump externó sus felicitaciones a los organizadores, dejó en claro su postura antisocialista y de securitización de fronteras. Acto seguido, Verástegui envió un mensaje a los asistentes. Sus palabras, que no aportaron nada nuevo, armonizaron con algunas de las tendencias en el discurso neoconservador y neoliberal, así como con puntos fundamentales de la política exterior de Trump. En otras ediciones de CPAC, ha asegurado que López Obrador es un presidente comunista, y ya desde 2022 hablaba de que en México impera una “agenda radicalmente progre”.
Estos temas no son los que presenta en primer plano cuando reza el rosario por México en YouTube, ni tampoco los que destaca en sus intervenciones en la televisión mexicana. Una clave para entender estas operaciones puede venir desde la ciencia y la filosofía política. De forma precisa, Wendy Brown ha estudiado que el vacío de valores generado por la lógica neoliberal es un campo de cultivo para que los movimientos neoconservadores se fortalezcan y ganen tracción. Esta alianza podría parecer incongruente, pues el conservadurismo tradicional normalmente se opone a cualquier forma de intervención por parte del Estado, es diferente del neoconservadurismo en cuanto a sus expectativas sobre las funciones estatales. El ejemplo perfecto es el aborto y la cuestión de la familia tradicional, pues los sectores neoconservadores esperan una serie de acciones del aparato estatal para “corregir” el rumbo moral de la vida. Estos temas son centrales dentro de la agenda que Verástegui impulsa en diversos escenarios.
En este sentido, el aspirante a candidato presidencial encarna muy bien a un doble agente: mientras su discurso para el pueblo de México se apoya en invocar los elementos religiosos del catolicismo, sus participaciones en CPAC hacen eco de las preocupaciones e intereses de un grupo de personalidades que buscan mantener el status quo del orden económico neoliberal. Una de estas facetas hace un llamado a recuperar los valores tradicionales, a rescatar la importancia de la familia y la vida desde la concepción. El fiel católico, pero moderno: el neoconservador. La otra, muestra a un empresario y líder de opinión exitoso que se codea con personalidades de la talla de Donald Trump, Eduardo Bolsonaro, Ted Cruz, Javier Milei, Ricardo Salinas Pliego y los Slim. El que se preocupa por la libertad económica, la intromisión del Estado y la democracia liberal de su país: el neoliberal.
La verdadera amenaza
Existen voces críticas de las aspiraciones políticas de Verástegui por diversos motivos. En esencia, se le ha echado en cara la baja probabilidad que tiene de juntar casi un millón de firmas de aquí a enero de 2024 para hacer oficial su candidatura independiente. No se trata sólo de eso. En un recuento del operar de las derechas en la región, según el análisis de Bohoslavsky en su Historia mínima de las derechas latinoamericanas, no es ningún secreto que estos grupos han logrado incidir en la vida política a través de sus organizaciones y labores de cabildeo. El quehacer político de las derechas nunca ha estado limitado a ocupar posiciones dentro de un gobierno. Este es un hecho observable en la historia de diferentes países latinoamericanos.
Personajes como Verástegui y sus simpatizantes cuentan con los recursos y los contactos para lograr que sus visiones del mundo sean amplificadas en los medios de comunicación y en el discurso público. Sea en una gira promocional para una película o en las acciones al interior de congresos locales. Mientras que líderes de distintos partidos políticos se unen a su causa contra la trata y abuso infantil, de los pocos temas que siguen funcionando como común denominador entre los polos izquierda-derecha, el actor sigue con un discurso en contra el progresismo en la región, opuesto a las reivindicaciones del colectivo LGBTQ+ y predicando sobre las bondades de la desregulación del mercado.
Independientemente de que Verástegui pueda ser un caballo negro en algún momento, esto es irrelevante debido a sus relaciones con líderes, partidos y organizaciones conservadoras. Puede gozar del privilegio de mantenerse al margen mientras los discursos en contra de la “ideología de género” y la justicia social siguen ganando adeptos, puede capitalizarlo política y económicamente sin ocupar un puesto de elección popular. Es esa la amenaza del supuesto outsider: ser ajeno al sistema de partidos no es lo mismo que ser ajeno a la política, pero se puede vender esa imagen a quien quiera comprarla. EP
Referencias
Bohoslavsky, Ernesto. Historia mínima de las derechas latinoamericanas. El Colegio de México. 2023.
Brown, Wendy. American Nightmare: Neoliberalism, Neoconservatism, and De-Democratization. Political Theory, 34(6), 690–714.
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