
César Guerrero Arellano nos ofrece una reflexiva reseña de Un viaje por la historia económica de México (y sus crisis). Mis primeros 80 años (Penguin Random House, 2023), último libro de Francisco Suárez Dávila.
César Guerrero Arellano nos ofrece una reflexiva reseña de Un viaje por la historia económica de México (y sus crisis). Mis primeros 80 años (Penguin Random House, 2023), último libro de Francisco Suárez Dávila.
Texto de César Guerrero Arellano 31/01/24
César Guerrero Arellano nos ofrece una reflexiva reseña de Un viaje por la historia económica de México (y sus crisis). Mis primeros 80 años (Penguin Random House, 2023), último libro de Francisco Suárez Dávila.
En algunos países, es común que quienes han ocupado puestos de toma de decisiones o han ejercido un liderazgo político y social relevante publiquen sus memorias. Esta clase de relatos es necesaria por tres grandes razones: la primera es que permiten acceder a sucesos de la política gubernamental que no constan en documentos, como la interacción entre quienes pueden tomar decisiones o influir en ellas o bien aquellas situaciones donde las personalidades e intereses divergentes o en disputa resultan fundamentales. Son una fuente con la que historiadores, politólogos o estudiosos de las políticas públicas reconstruyen y analizan los procesos de toma de decisiones.1
La segunda es que, para quienes hoy ocupan puestos de toma de decisión y miembros directos de sus equipos de trabajo, aportan un bagaje práctico muy útil. Y la tercera es que no son solo testimonio y memoria: su contenido contribuye al debate sobre las visiones que sustentan una determinada senda de decisión y acción en la vida pública.
“Este libro de “apuntes autobiográficos” ofrece a quien lo lee un testimonio cercano a varias de las difíciles encrucijadas que el país ha debido enfrentar en su historia económica.”
México no es ajeno a esta práctica: las han escrito y publicado expresidentes, exsecretarios de Estado, exrectores de la UNAM y uno de los expresidentes del Consejo General del INE. En todos estos casos, lo cual en comparación con otras latitudes puede resultar más bien inconstante y de calidad y envergadura heterogéneas, se trata de titulares a cargo. Pero pienso que es más difícil identificar obras similares entre servidores públicos que, sin ser titulares, hayan sido altos funcionarios y colaborado directamente con presidentes o secretarios de Estado en procesos de toma de decisiones relevantes para la política económica, la política exterior y la negociación legislativa desde cargos clave.
Un viaje por la historia económica de México (y sus crisis). Mis primeros 80 años (Penguin Random House, 2023),2 del licenciado en Derecho por la UNAM y Economista por Cambridge Francisco Suárez Dávila (1943), no solo se inserta en ese lamentable vacío, sino que también hace patente por qué es necesario llenarlo. Una muestra es que, sin la sobresaliente gestión de Suárez Dávila como Representante Permanente ante la OCDE, cuando México era poco más que un Estado miembro recién llegado, no puede entenderse que José Ángel Gurría, su subalterno en Hacienda en la década de los ochenta, fuera electo Secretario General de dicha organización. ¿Qué clase de personaje es entonces Francisco Suárez Dávila y por qué hacen tanta falta memorias como la que acaba de publicar?
Su trayectoria abarca dos arenas de la función pública que se complementan: el Ejecutivo y el Legislativo. En el primero, su experiencia predominante fue la banca: central (en Banxico), de desarrollo (en NAFIN) y comercial en manos del Estado (en Somex y en el Banco Obrero, 1989-1994). A estos cargos se añaden la secretaría de Hacienda y la diplomacia, desde la cual sirvió a México ante el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (1972), como representante permanente ante la OCDE (1997-2000) y como embajador en Canadá (2013-2016). En el Poder Legislativo, el diputado priísta Suárez Dávila se involucró en la Comisión de Hacienda, al presidirla de 1994 a 1997, y como vicepresidente de 2003 a 2006.
Este libro de “apuntes autobiográficos” ofrece a quien lo lee un testimonio cercano a varias de las difíciles encrucijadas que el país ha debido enfrentar en su historia económica. Entre ellas destacan las siguientes:
En el relato de su participación en estos complejos episodios se puede constatar que, cuando la toma de decisiones fue acertada, se conjugaron tres elementos: conocimiento (general y técnico del asunto), imaginación para proponer soluciones inéditas, y carácter y ética para llevarlas a buen puerto pese a personajes y circunstancias espinosos. En síntesis, dan cuenta del oficio que deben desarrollar servidores públicos de alto nivel.
Suárez Dávila es hijo de Eduardo Suárez Aránzolo (1895-1976), Secretario de Hacienda de México de 1935 a 1946, es decir, de los presidentes Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho. Suárez Aránzolo participó en el proceso de expropiación petrolera, en la renegociación de la deuda externa (1942) y en la Conferencia de Bretton Woods, origen del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, donde presidió una comisión al igual que John Maynard Keynes.
“[…] las memorias de Suárez Dávila sirven para que su autor abogue por la sustentabilidad de rutas alternativas a la política pública del país.”
En ese contexto familiar la formación académica de Suárez Dávila fue sólida: una de sus maestras de primaria era la hija de Ignacio Chávez, rector de la UNAM; cursó el bachillerato en un exigente internado jesuita de Washington, D. C., que incluyó cuatro años de latín y de francés, bajo la supervisión paternal del embajador de México en EE. UU., Antonio Carrillo Flores. En la UNAM, Jesús Reyes Heroles fue su profesor; en el King’s College de Cambridge, donde coincidió con el futuro canciller Bernardo Sepúlveda, abrevó de una notable orientación keynesiana que complementó con estudios de economía política y planeación administrativa en la Facultad de Ciencias Económicas y Derecho de la Universidad de París (1968). Una investigación en la universidad de Chicago, gracias a una beca del First National Bank de Chicago para funcionarios de Banxico, misma que compartió con Francisco Gil Díaz, le permitió conocer de cerca el liberalismo económico (aunque no a Milton Friedman).
En cuanto a la imaginación y su carácter, Suárez Dávila fue parte de equipos sumamente preparados que construyeron soluciones novedosas. Ante las diferencias entre miembros del gabinete y altos funcionarios, entre quienes figuraban los futuros presidentes Salinas y Zedillo, o en negociaciones con el secretario del Tesoro, James Baker, y los bancos estadounidenses, es muy valioso el relato sobre la habilidad, el tacto y el temple tanto propio como de algunos de sus colegas (Gurría Treviño y Aspe Armella, eventualmente secretarios de Hacienda) y de sus jefes, los secretarios Silva Herzog y Petricioli. En el caso de Petricioli, destacan los detalles de una reunión con el director gerente del FMI, Michel Camdessus, y de otra con el presidente de Citibank, John Reid. Son de las mejores anécdotas del libro.
En ese periplo por las crisis económicas recurrentes y las visiones divergentes de política económica, el autor aborda múltiples oportunidades perdidas:
Junto con la semblanza personal en torno a hechos pasados, las memorias de Suárez Dávila sirven para que su autor abogue por la sustentabilidad de rutas alternativas a la política pública del país. En ese sentido, en una coyuntura de elecciones presidenciales en 2024, cuestiona abiertamente los criterios liberales con los que se ha conducido la política económica mexicana en distintos momentos de su historia (la que precedió a su padre y la actual, a la que llama de “estancamiento estabilizador”) y propugna por nuevas políticas desarrollistas para retomar el crecimiento económico y abatir la desigualdad de la población.
Sobre esto último admite que se suele calificar de “nostálgicos” a quienes, como él, implementaron con éxito estas políticas, entre ellos el exsecretario de Hacienda David Ibarra y el exsubsecretario de Industria Mauricio de Maria y Campos. Pero a cambio recopila datos y formula argumentos convincentes, con base en sus buenos resultados, tanto en México (1935-1970) como en Asia (Japón y Corea del Sur, entre las democracias). En este sentido, es indispensable leer el anexo que acompaña a su libro.
Suárez Dávila no distingue entre las condiciones de partido dominante y las de competencia y alternancia democráticas, pero sí tiene en cuenta “las enormes fallas de las élites que detentaban el poder” y reconoce que, pese a su gobierno “incompetente, ignorante e irresponsable”, López Obrador captó bien “la irritación de la gente ante los fenómenos muy arraigados de corrupción, decadencia de partidos políticos tradicionales, crecimiento mediocre, incremento en la desigualdad y pobreza”.
“Quienes lean estas memorias encontrarán múltiples episodios y personajes de la vida pública del país presentados cronológicamente, con una prosa amena…”
Quienes lean estas memorias encontrarán múltiples episodios y personajes de la vida pública del país presentados cronológicamente, con una prosa amena, directa y que, si bien prescinde en lo posible de tecnicismos, rescata con agudeza detalles precisos que resultarán muy valiosos para altos funcionarios y diplomáticos que quieran conocer y practicar de forma virtuosa la función pública. EP