#Tablerointernacional: Octubre

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza temas relacionados con el cambio de gobierno y el proceso electoral en Estados Unidos.

Texto de , & 21/10/24

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza temas relacionados con el cambio de gobierno y el proceso electoral en Estados Unidos.

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Ante el cambio de gobierno, el Grupo de México en el Mundo centra su reflexión particularmente en dos temas: México y el nearshoring y las miradas internacionales sobre el nuevo gobierno de México. Como tercer aspecto, se presenta muy brevemente un seguimiento al proceso electoral en Estados Unidos.

México y el  nearshoring. La brecha entre los congresistas de Morena y los objetivos de Claudia Sheinbaum

Desde su campaña presidencial, Claudia Sheinbaum hizo de su bandera de gobierno aprovechar la coyuntura que las tensiones geoeconómicas y geopolíticas entre Estados Unidos y China han abierto para México en materia de reubicación de cadenas estratégicas (o nearshoring). Esto acaba de ser refrendado recientemente por Marcelo Ebrard, a la cabeza de la Secretaría de Economía, al anunciar el nuevo portafolio de inversiones que México espera captar en los nuevos parques industriales contemplados por la administración entrante. No es de extrañar que la mayoría de las nuevas inversiones se concentrarán en los corredores de la frontera norte, donde se pretende apuntalar cadenas de proveeduría de las industrias electrónica, de comunicaciones, de semiconductores, de medio magnéticos y ópticos y hasta de muebles para hogar, oficina y cocina. Todo ello bajo la premisa de que los diferendos comerciales entre China y Estados Unidos se mantendrán y de que México reduzca su “dependencia” de las importaciones asiáticas, sobre todo de China, Malasia, Vietnam y Taiwán, concentradas en su mayoría en empresas estadounidenses como Ford, Apple y General Motors. Ebrard anunció, además, que el gobierno contempla ofrecer incentivos similares a los otorgados por la administración Biden, para reubicar cadenas que eleven el contenido nacional y regional en las industrias antes mencionadas. Todo ello con miras a preparar la revisión del TMEC, que iniciará durante la segunda mitad del año entrante.

“No es de extrañar que la mayoría de las nuevas inversiones se concentrarán en los corredores de la frontera norte”.

El anuncio de estas medidas abre un nuevo frente en la política comercial de la nueva administración, ya que abiertamente se reconoce la necesidad de contar con un clima propicio y de incentivos para atraer capital privado —tanto nacional como extranjero— a la par que se revalora la relación estratégica con Estados Unidos en el marco del TMEC y la necesidad de alinear la política del nearshoring con los desafíos geopolíticos. Sin embargo, y como se ha discutido desde el año pasado tanto en este espacio de opinión como en el debate público nacional, una buena coordinación entre los socios del TMEC para obtener los mejores beneficios de la reubicación de cadenas en la región, no es suficiente para asegurar el éxito de la misma, al menos para México. Obstáculos de tipo laboral, tecnológico, financiero, de seguridad y de infraestructura, todavía deben librarse si el país quiere aprovechar este nuevo ciclo de integración norteamericana.

Uno de los principales obstáculos a superar en materia de infraestructura, si no es que el más importante, es asegurar la oferta energética que el país requerirá para el desarrollo de los nuevos polos industriales. En materia de combustibles líquidos y de gas natural, todo parece indicar que la integración energética con las refinerías estadounidenses y los productores de gas texano se mantendrá: el consumo del país seguirá dependiendo de las importaciones provenientes de las refinerías estadounidenses y del gas texano, tanto por razones técnicas —calidad de los crudos mexicanos— como geológicas. En la medida que los precios de dichos combustibles se mantengan competitivos, como hasta ahora, el acceso a dichas fuentes energéticas será un incentivo para el despegue de los parques industriales.

El principal obstáculo está, empero, en materia de generación eléctrica y su transmisión de los centros productores a los polos industriales del país, ya existentes y por crear. En esta materia, la herencia del sexenio pasado a la presente administración fue deplorable, ya que frenó y erosionó el clima de inversiones tanto para la generación de energías renovables como para el desarrollo de las líneas de transmisión. Claudia Sheinbaum ha mencionado, entre sus muchas promesas, que en 2030 el 45 % de la generación eléctrica del país vendrá de fuentes renovables, mientras que Carlos Pascual, exembajador de Estados Unidos en México y ahora vicepresidente de Geopolítica y relaciones internacionales de S&P Global, ha estimado que el país requerirá inversiones de 40 mil millones de dólares si desea elevar su oferta eléctrica para beneficiarse del nearshoring.  

Sin embargo, mientras que la Secretaría de Economía pareciera alinear al país en la dirección mencionada tanto por Sheinbaum como en las oportunidades y exigencias que se avizoran con la revisión del TMEC, no sucede lo mismo en el Congreso, donde Morena pareciera  mantener la inercia del sexenio que acaba de terminar, e insiste en votar una enmienda constitucional en el que daría preferencia a las empresas energéticas de Estado sobre las privadas y mantener la opacidad en la selección de las empresas privadas que participarán, no solo en la producción, sino también en el desarrollo de la infraestructura de transmisión eléctrica. Si Claudia Sheinbaum quiere realmente aprovechar las ventajas de la relocalización, tal y como lo ha dicho y lo ha detallado aún más el Secretario de Economía, tendrá que hilar fino para convencer a los legisladores de su partido para que contribuyan y no obstaculicen uno de los objetivos estratégicos de su gobierno.

Miradas internacionales sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum 

La llegada de la primera mujer a la presidencia en México, un país culturalmente machista y con altas tasas de feminicidios, ha sido motivo de atención cercana en los principales medios internacionales. Hay claroscuros y mucha fluidez en esta cobertura, con reacciones diversas y cambiantes. Las expectativas iniciales que despertó el histórico quiebre del techo de cristal y el perfil más técnico de Claudia Scheinbaum que el de su antecesor y mentor —“México da un triunfo arrollador a su primera presidenta” (El País), “Sheinbaum hace historia en México” (The Guardian), “una científica de fibra social” (Le Monde), “una científica climática condecorada” (The New York Times)— se han ido diluyendo con la misma velocidad con la que la aplanadora legislativa de la 4T reforma al vapor al poder judicial, institucionaliza la militarización de la seguridad pública, limita los órganos autónomos, amplia  programas sociales sin reforma fiscal  y devuelve a PEMEX y CFE su carácter de empresas públicas del Estado. 

El cambio de tono y énfasis de los titulares de medios internacionales son bastante elocuentes del ensombrecimiento que está sufriendo la imagen internacional de México en el arranque del nuevo gobierno: “Señales de advertencia para la democracia mexicana” (Washington Post), “A make-or-break moment for Mexico” y “Claudia Sheinbaum will inherit a poisoned chalice in Mexico” (The Economist). El asunto ha ido más allá del escepticismo en el ánimo mediático internacional por el futuro de la democracia y el estado de derecho en México, al punto que un artículo del Washington Post publicado el 26 de agosto criticando la reforma judicial dio lugar a una carta de respuesta de corte soberanista por parte de los secretarios de Economía y Relaciones Exteriores del nuevo gobierno. 

Por su parte, numerosas organizaciones sociales internacionales de derechos humanos y asociaciones de juristas (Human Rights Watch, WOLA, ICAM) han externado su preocupación por los riesgos a la independencia judicial y la violencia endémica en México. A estas voces, se suman las de actores mexicanos afectados que han recurrido a instancias internacionales como la CIDH que ya advirtió sobre posibles afectaciones negativas de la reforma judicial. Será importante seguir de cerca las audiencias que sobre el particular se están llevando a cabo en el sistema interamericano de derechos humanos. A estas voces críticas se suman las de sectores económicos e inversionistas extranjeros nerviosos por la falta de certidumbre jurídica y desorden institucional que implicará la reforma judicial. Este ánimo preocupado anuncia dificultades en el proceso de revisión del TMEC que inicia en 2025 y que, sin duda, serán aún mayores en caso de que Donald Trump gane las elecciones de noviembre. El candidato republicano ya fijó una postura dura sobre el TMEC, en favor de “renegociar” el tratado, más que de “revisarlo” como deja entrever la postura de México y Canadá.

La cobertura mediática en el exterior de la ceremonia de toma de posesión deslució por el agravamiento del conflicto armado en Medio Oriente y la simultaneidad de distanciamientos, desencuentros y discordias tanto con gobiernos ideológicamente afines (Brasil y Colombia) como con Estados Unidos y España, dos de los principales socios comerciales y financieros de México. En esa misma ocasión y tras meses de consultas diplomáticas tripartitas, el presidente Petro anunció que México no participaría más en los esfuerzos de Lula y Petro hacia un diálogo político en Venezuela, aduciendo el principio de no intervención.  Un mes antes y de cara al vecino del norte, AMLO había puesto “en pausa” la relación con el embajador Ken Salazar por sus opiniones críticas sobre la reforma judicial.

La propia gestión de las invitaciones a la ceremonia de investidura generó mala prensa en Europa y Estados Unidos además de reavivar el conflicto diplomático que se abrió en 2019 con la carta de AMLO al rey solicitando a la corona española pedir perdón a los pueblos originarios por los estragos de la Conquista. La decisión del equipo de Claudia Scheinbaum de no invitar al rey Felipe VI por no haber respondido a dicha petición llevó a que el gobierno del socialista Pedro Sánchez, un aliado potencial del segundo gobierno de la 4T, no enviara a ningún representante a la toma de posesión. Simultáneamente detonó un fuerte debate político en España que dio municiones a la ultraderecha española. La politización del tema y la polarización política en España junto con la reiteración de la demanda de disculpas por parte del gobierno de Sheinbaum, anuncia que el conflicto diplomático se prolongará por más tiempo. Es difícil prever las implicaciones que este distanciamiento tendrá en materia comercial y de inversiones, pero lo que es evidente son los costos de reputación para México en el corto plazo. 

No solo los medios occidentales levantaron la ceja frente a la invitación a Putin y el desdén hacia el rey de España, sino que no hubo ningún jefe de Estado europeo ni de América del Norte que haya asistido a la investidura de la nueva presidenta. De los 16 jefes de Estado y gobierno que asistieron, 12 son latinoamericanos y caribeños, la mayoría de izquierda como Arévalo, Arce, Boric, Castro, Lula y Petro, y no todos ellos cuentan con credenciales democráticas como Díaz-Canel. Y el runrún en la prensa internacional es que México estaría alejándose del Norte y de la OCDE para acercarse o alinearse con los países del Sur global. 

Este realineamiento, sin embargo, no es tan claro. Al cumplirse los primeros 15 días del nuevo gobierno no se percibe una voluntad de desplegar una diplomacia presidencial activa ni siquiera en temas centrales del programa de gobierno de la nueva presidenta (mujeres, cambio climático y reforma al modelo de desarrollo). La presidenta ya anunció que no asistirá a la COP29 en Bakú, lo que resta credibilidad a su compromiso climático, y dijo que está valorando su posible participación en el G20 en Brasil. Esta ambivalencia diplomática resultaría costosa para la relación con el país más grande de América Latina en el año del bicentenario de la relación bilateral y pone en duda la construcción de una eventual alianza progresista entre México y Brasil. La eventual ausencia de Scheinbaum en el G20 también significaría perder una oportunidad de oro para empujar de la mano de Brasil y otros países del Sur global una reforma más sustantiva de la arquitectura financiera internacional.

“Al cumplirse los primeros 15 días del nuevo gobierno no se percibe una voluntad de desplegar una diplomacia presidencial activa ni siquiera en temas centrales del programa de gobierno de la nueva presidenta”.

Por el lado positivo, la prensa internacional ha hecho eco especial de dos frases poderosas del discurso de investidura para enfatizar que no solo en México “es tiempo de mujeres” y “llegamos todas”, sino también en los espacios multilaterales donde muchas voces promueven la elección de una mujer, posiblemente latinoamericana, para ocupar la Secretaría General de la ONU a partir de 2027. La misma tendencia se espera en la OEA para 2025. Destacan también las calurosas felicitaciones de Biden y Trudeau, las declaraciones de Jill Biden refiriéndose a Claudia Scheinbaum como “una mujer fuerte y un gran ejemplo” y, en particular, el mensaje de felicitación de Kamala Harris calificando de “histórica” la presidencia de Scheinbaum y enviando un claro mensaje de su interés por fortalecer la relación bilateral. Nada más contrastante con el silencio elocuente del candidato republicano Donald Trump y la radicalización creciente de su discurso antiinmigrante y antimexicano. 

Los mercados han recibido con cautela y sin mayores aspavientos el cambio de gobierno en México. Sin embargo, se esperan nubarrones e incertidumbre en los meses por venir que, de no gestionarse adecuadamente, podrían traer costos económicos mayores si hubiera una caída en las calificaciones de riesgo y el grado de inversión. Se percibe un ánimo de cautela que podría extenderse en los próximos meses y que frena la entrada de nuevas inversiones al país, una mala noticia para un primer año de gobierno en el que será necesario ajustar el gasto para equilibrar el déficit y habrá una necesidad imperiosa de mayor inversión. Tiempos de mujeres, sí, pero también de incertidumbre para México.

Estados Unidos: crítico proceso electoral

A tan solo menos de tres semanas de las elecciones del 5 de noviembre, se vive una crítica incertidumbre sobre quién ganará la presidencia. A diferencia del mes pasado donde el debate entre Kamala Harris y Donald Trump le dio una gran ventaja a Harris dejando al segundo muy mal parado, hoy el escenario es otro. Las encuestas señalan básicamente un empate entre ambos candidatos. De acuerdo con el estudio del Pew Research Center, Harris tiene tan sólo la ventaja de un punto sobre Trump. Enfatiza que si él resulta ganador, Kamala aceptaría la victoria, pero si fuese al contrario, el candidato republicano lo rechazaría, creando, una vez más, una crisis democrática. La moneda está en el aire y los siete estados columpio son los que claramente definirán el resultado. De estos, Harris cuenta muy probablemente con tres y Trump con otros tres. Pensilvania es el más incierto y el que, sin duda, será el definitorio.

“De acuerdo con el estudio del Pew Research Center, Harris tiene tan sólo la ventaja de un punto sobre Trump”.

Queda menos de un mes y la actividad no termina. Desde el gran apoyo que Obama y los Clinton le dan abiertamente a Kamala en múltiples foros, hasta las pláticas que ambos candidatos han tenido con hispanos y afroamericanos para convencerlos. Es cada vez mayor el apoyo de los principales músicos, jazzistas y deportistas, tanto futbolistas como basquetbolistas y beisbolistas que están con Harris.

Gane quien gane, la relación con México no será nada fácil. Hay tres temas en los que a pesar de las diferencias, ambos partidos tienen acuerdos. En materia comercial, sabemos que Harris votó en contra del Tratado y hoy su postura es mucho más proteccionista. Trump, por su lado, ya dijo que quiere una renegociación y no una revisión del TMEC en 2026 y que de llegar a la presidencia pondría a México aranceles de hasta el 200%, particularmente a los productos con contenido chino. En migración, el republicano habla de deportaciones masivas, mientras que Harris plantea revisar la política migratoria y rescatar los acuerdos bipartidistas que Trump hizo que se echaran para atrás y logró que no procedieran. Y en materia de seguridad, particularmente el tema del fentanilo tiene a Washington, al gobierno y a ambos partidos muy enojados por la falta de respuesta de México. Los demócratas seguirán tomando decisiones unilaterales ante la falta de cooperación y dada la desconfianza que comenzó a principios del sexenio pasado y que se mantiene actualmente. Ejemplo de lo anterior fue la llegada de El Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López, el Chapito, a territorio estadounidense. Los republicanos, con Trump al frente, han amenazado con intervenir directamente en México. Así como el resultado de las elecciones no está hoy nada claro, el futuro de la relación bilateral tampoco. Al tiempo. EP

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