Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo se centró en tres temas clave: las elecciones en Europa, el proceso electoral en los Estados Unidos y las reacciones internacionales ante las elecciones mexicanas.
#Tablerointernacional: Junio
Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo se centró en tres temas clave: las elecciones en Europa, el proceso electoral en los Estados Unidos y las reacciones internacionales ante las elecciones mexicanas.
Texto de Isidro Morales, Susana Chacón & Guadalupe González 19/06/24
En esta ocasión, el Grupo de México en el Mundo analiza tres temas sustanciales para las relaciones internacionales. En primer lugar, el resultado de las elecciones en Europa y el vuelco que han dado hacia la derecha. Por otra parte, haremos un seguimiento general del curso del proceso electoral en los Estados Unidos; finalmente, como tercer y muy importante tema, hablaremos de las reacciones internacionales ante las elecciones mexicanas.
El vuelco a la derecha del Parlamento Europeo
El pasado 9 de junio los 27 países de la Unión Europea (UE) eligieron, como cada cinco años, a los 705 representantes que componen el Parlamento Europeo (PE), con sede en la ciudad de Estrasburgo, Francia. Las elecciones se hacen por voto universal y directo y cada miembro cuenta con eurodiputados asignados conforme al tamaño de su población. EL PE es un órgano representativo supranacional y su importancia radica en que discute y vota las iniciativas legislativas provenientes de la Comisión Europea —con sede en Bruselas— sobre todo las relacionadas con el funcionamiento del Mercado Único, así como el presupuesto de la UE; junto con el Consejo de la Unión, supervisan sus órganos directivos. Dichas elecciones reflejan, además, las coaliciones y equilibrios políticos al interior de cada uno de los países miembros.
Como era de esperarse, los resultados confirmaron el giro hacia la derecha de países clave de la UE, como es el caso de Alemania, Bélgica, Hungría, Italia, los Países Bajos y Polonia. Con todo, la gran sorpresa la dio Francia, país cuyo presidente Emmanuel Macron había logrado mantener una coalición de centro derecha a pesar de la gran polarización política que ha conocido en los últimos años. En esta ocasión, el partido dirigido por Marine Le Pen, “Agrupación Nacional”, abiertamente xenófobo y euroescéptico, logró conseguir, por primera vez desde que se instituyeron las elecciones para la Eurocámara (1979), casi la mitad de las curules francesas en detrimento del partido de Macron y de los de izquierda. La reacción del mandatario francés fue disolver la Asamblea Nacional (Cámara de representantes), facultad que le otorga la constitución francesa y ejercida con anterioridad por Mitterrand y Chirac, para convocar a elecciones extraordinarias para el 30 de junio (primera vuelta) y el 7 de julio (segunda vuelta). Si bien con esta decisión Macron intenta recuperar la coalición centrista que le permitió su reelección, lo más probable es que cuando se inicien los Juegos Olímpicos, Francia conozca un gobierno de “cohabitación”, en donde el primer ministro sea escogido de entre las filas del partido de Le Pen. Hasta qué punto esta coalición le permitirá a los macronistas regresar al centro del espectro político en las próximas elecciones presidenciales, está por verse.
Con al menos 361 eurocurules ocupadas por representantes de las distintas fracciones de la derecha, desde las moderadas hasta las más extremas, la composición de la Comisión Europea se ajustará a este nuevo perfil, en un momento crucial en donde el problema de la competitividad de la Eurozona, frente a Estados Unidos y China, está en la mesa de la discusión. La fragmentación de los mercados financieros, la disparidad que prevalece en materia de subsidios nacionales, y el alto costo del desacoplamiento energético con Rusia se han vuelto en obstáculos para coordinar de manera más eficiente las políticas industriales de los países miembros de la UE. Tanto la Comisión como la Eurocámara tendrán que hacer sus propuestas y no está claro que estas se alinearán con las políticas seguidas hasta ahora por Washington.
Si bien en materia de política exterior los países de la UE no han cedido soberanía a mecanismos supranacionales, el vuelco conservador de países clave de la Unión, que podría incluso agravarse en Francia, podría fragilizar la alianza euroatlántica en temas estratégicos como la guerra en Ucrania, las guerras asimétricas y tensiones en el Medio Oriente, y el frágil equilibrio geopolítico entre China y sus vecinos en el Pacífico asiático. Para el caso de América Latina, el realineamiento político podría afectar también la modernización del Acuerdo Global y de Asociación Estratégica que México ha renegociado con Bruselas, y que se encuentra en proceso de revisión y aceptación por cada uno de los 27 países de la Unión, así como el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur, pero que no ha sido finalizado ni ratificado por los países involucrados.
Seguimiento de la elección presidencial en Estados Unidos
La contienda entre el actual presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump ha captado la atención no solo de los ciudadanos estadounidenses, sino también del mundo entero.
Desde el inicio de las campañas, ambos candidatos han llevado a cabo actividades intensas para consolidar sus bases de apoyo y atraer a los votantes indecisos. Joe Biden, el candidato demócrata, ha centrado su campaña en la estabilidad y la recuperación económica, subrayando los logros de su administración en la gestión de la pandemia y la creación de empleo. Su mensaje ha sido claro: continuar con la senda de recuperación y reforzar las políticas que promuevan la justicia social y económica.
Por otro lado, Donald Trump, el candidato republicano, ha basado su campaña en un discurso de renovación y crítica a la administración actual. Trump ha prometido revertir varias de las políticas implementadas por Biden, argumentando que han sido perjudiciales para la economía y la libertad de los ciudadanos. Su estrategia ha incluido grandes concentraciones y un uso eficaz de las redes sociales para movilizar a sus seguidores.
Durante el último mes, hemos visto debates intensos y una serie de encuestas que reflejan un electorado profundamente dividido. Las encuestas de opinión han mostrado variaciones, pero la mayoría indica una competencia reñida. Los analistas han señalado que los estados clave, conocidos como swing states, o estados columpio, desempeñarán un papel crucial en el resultado final. Estados como Pensilvania, Florida y Michigan se encuentran en el centro de esta batalla electoral, con ambos candidatos dedicando considerable tiempo y recursos para ganarse el apoyo de los votantes en estas regiones.
Además de las campañas tradicionales, este mes también ha sido testigo de debates y discursos públicos que han permitido a los candidatos exponer sus puntos de vista y responder a las preocupaciones de los votantes. Estos eventos han sido fundamentales para que los ciudadanos puedan evaluar las propuestas de cada candidato y tomar una decisión informada.
Un aspecto notable de este proceso ha sido la participación ciudadana. Las cifras de votación anticipada y por correo han alcanzado niveles récord, reflejando un alto grado de interés y compromiso por parte del electorado. Esta participación activa es un indicador positivo de la salud democrática del país y subraya la importancia de cada voto en un sistema electoral competitivo.
Es importante también mencionar el papel de los medios de comunicación en esta elección. La cobertura mediática ha sido intensa, con análisis y reportajes que han ayudado a dar forma a la percepción pública de los candidatos y sus campañas. Sin embargo, también ha habido preocupaciones sobre la desinformación y las noticias falsas, que han sido un desafío constante para los votantes y las autoridades electorales.
En conclusión, la elección presidencial en Estados Unidos este último mes ha sido un periodo de intensa actividad política y participación ciudadana. La contienda entre Biden y Trump continúa desarrollándose, y el resultado final tendrá implicaciones significativas tanto para Estados Unidos como para la comunidad internacional. A medida que nos acercamos al día de las elecciones, es fundamental continuar el seguimiento del cada vez más complejo proceso democrático. Dependiendo de quién de los dos candidatos gane en noviembre, la relación bilateral con México tendrá escenarios totalmente diferentes.
Reacciones internacionales a las elecciones mexicanas
Las elecciones del 2 de junio en México, junto con las de Sudáfrica e India, suscitaron un enorme interés internacional con reacciones diversas y ambivalentes sobre las oportunidades y los retos que enfrentará el próximo gobierno. La mirada internacional es variopinta y prevalece una actitud expectante. Una mezcla de sorpresa por la magnitud aplastante de la victoria del oficialismo superando todas las expectativas; de desconcierto por el avance de la izquierda nacionalista mexicana en contraste con el crecimiento de las derechas en Estados Unidos y Europa; de percepciones positivas por el histórico arribo de una mujer con perfil científico a la presidencia en un país con una de las tasas más altas de feminicidios en el mundo; de entusiasmo entre las corrientes de izquierda latinoamericanas tanto autoritarias como populistas y socialdemócratas; y, en los círculos financieros internacionales y en los medios estadounidenses y europeos, se observa una fuerte dosis de preocupación por los riesgos que entraña el nuevo escenario político de un segundo gobierno de Morena sin oposición ni contrapesos para hacer reformas constitucionales unilaterales por el control absoluto que tendrá en ambas cámaras del Congreso y a nivel de gubernaturas.
Desde el exterior, se percibe a México en un punto de inflexión entre el fin del sistema de partidos de las últimas tres décadas y la consolidación de un nuevo régimen de partido dominante o hegemónico, un momento inédito que genera incertidumbre y nerviosismo. En el corto plazo, las principales interrogantes en torno al perfil del próximo gobierno se refieren a cuál será la relación entre el presidente saliente y la presidenta entrante, si habrá reformas constitucionales antes de que termine el sexenio, qué tanta continuidad y capacidad técnica habrá en el gabinete y qué medidas se tomarán para equilibrar el aumento del gasto social con la necesidad de reducir el déficit fiscal.
Estas han sido las elecciones mexicanas con el mayor número de observadores internacionales, alrededor de 1300 de 63 países, un indicador de la importancia que a nivel global se atribuye al cambio de gobierno en nuestro país en un año de intensa actividad electoral en todo el mundo. La principal Misión de Observación Electoral (MOE) con acreditación formal fue la de la OEA encabezada por el exministro chileno Heraldo Muñoz, además de otras delegaciones organizadas por instancias tan diversas como COPPAL, Alianza Global de Jóvenes Políticos, Transparencia Electoral y la Red Mundial de Jóvenes Políticos, las embajadas de Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña y los congresos de Guatemala y Honduras, entre otros. También hubo presencia de observadores extranjeros no acreditados ante el INE, como la comitiva del Grupo de Puebla encabezada por los expresidentes Alberto Fernández y Evo Morales. Gobiernos (EU, UE, AL). En ningún caso se reportaron irregularidades que cuestionaran la integridad de las elecciones, aunque en su informe preliminar, la Misión de la OEA manifestó su “preocupación por los incidentes de violencia que se presentaron en el contexto de las elecciones y lamentó especialmente la pérdida de vidas humanas”.
Los medios internacionales estadounidenses y europeos dieron un amplio seguimiento al proceso electoral, enfatizaron el tamaño aplastante de la victoria del oficialismo, el hecho histórico de que una mujer estará por primera vez a la cabeza de un país (NYT) profundamente machista antes que Estados Unidos (WP), el perfil científico y ambientalista de la próxima candidata (WP, WSJ, Le Monde) junto con su origen judío. Simultáneamente, alertaron con preocupación sobre un eventual regreso a un sistema de “partido único” con supermayorías legislativas (WP) que mine la certidumbre jurídica para los mercados (FT), modifique las reglas del juego para los inversionistas (Le Monde) y limite la autonomía de las autoridades electorales en detrimento de la democracia. Esta mirada ambivalente se refleja con nitidez varios titulares internacionales: “Claudia Sheinbaum landslide victory is a danger for México” (The Economist), “The failing state next door” (The Atlantic), “Claudia Sheinbaum’s mandate is huge but so are her challenges (Financial Times), “The military is encroaching in Mexican democracy” (WP), “Mexico’s Peso Depreciates as Ruling Party Celebrates Election Victory” (WSJ), “México con Sheinbaum: democracia social o populismo?” (Instituto Real Elcano).
Los primeros días posteriores a la elección, hubo una ola de felicitaciones de mandatarios de todo el espectro político internacional (Biden, Trudeau, Macron, Ursula von der Leyen, Putin, Xi Jinping) y regional (Arce, Arévalo, Boric, Cortizo, Díaz-Canel, Lacalle Pou, Lula, Maduro, Petro), la mayoría acompañadas de conversaciones telefónicas directas. Sin embargo, se hizo sentir la distancia diplomática y política de los gobiernos de Argentina, Ecuador y Perú que emitieron comunicados breves a través de sus cancillerías. El silencio del presidente Milei fue particularmente notable por su carácter esencialmente ideológico dado que a diferencia del de Noboa y Boluarte, no existe diferendo diplomático abierto entre México y Argentina. En el ámbito multilateral, destacan las felicitaciones e intercambios personales con organismos internacionales diversos como la UE, el FMI, el BM y la OCDE, además de los comunicados del secretario general de la ONU y de la OEA.
Los mercados internacionales reaccionaron con rapidez y de manera negativa a los contundentes resultados de la elección. En las primeras dos semanas, la Bolsa Mexicana de Valores cayó más de 5% respecto del nivel anterior a las elecciones y el tipo de cambio, en más del 8%, la mayor caída desde la pandemia. La turbulencia financiera también se reflejó con mayor o menor intensidad en las calificadoras y consultoras de riesgo político. Morgan Stanley abandonó su visión positiva sobre las acciones mexicanas y Eurasia Group rebajó la calificación de riesgo de país neutral a negativa después de que se diera a conocer que habrá reforma judicial el próximo septiembre. Reacción de los mercados financieros internacionales. Menos pesimistas y en compás de espera sin cambios inmediatos en sus calificaciones crediticias y del grado de inversión, se mostraron BBB, Moody, S&P, Fitch y DBRS. Las fuentes de preocupación son el alto costo fiscal que implican los nuevos programas sociales, la situación de PEMEX y la reforma judicial. El nerviosismo de los mercados obligó a la presidenta electa a tomar medidas de contención como la ratificación del actual secretario de hacienda, la realización de reuniones con organismos financieros, inversionistas internacionales y, en particular, con funcionarios estadounidenses. Todo apunta a que la atención internacional en México continuará en los próximos meses. EP
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