Relocalización de las cadenas de suministro en México: atracción y repulsión

A partir del bicentenario de relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, el grupo México en el Mundo presenta una compilación que aborda, desde diversas perspectivas, el pasado y el presente esta relación. Este ensayo forma parte del Capítulo 3 “Oportunidades económicas y conflictos políticos en 2023”.

Texto de & 20/03/23

A partir del bicentenario de relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, el grupo México en el Mundo presenta una compilación que aborda, desde diversas perspectivas, el pasado y el presente esta relación. Este ensayo forma parte del Capítulo 3 “Oportunidades económicas y conflictos políticos en 2023”.

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En el papel, México es el país que más tiene por ganar con el reacomodo mundial de las cadenas de suministro provocado por la pandemia, el recalibramiento de las relaciones entre China y Estados Unidos, y la invasión de Rusia a Ucrania. De igual forma, es parte del nuevo acuerdo comercial norteamericano, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que, bien aprovechado, tiene el potencial de consolidar al país como socio de primer nivel frente a las economías más grandes del mundo. Con el T-MEC, México tiene la oportunidad de sumar esfuerzos con sus vecinos norteamericanos y principales socios comerciales para construir, de manera conjunta, cadenas de suministro resilientes al aprovechar esta situación geopolítica. 

¿Cómo pasamos de las oportunidades en el papel a aprovechar el contexto geopolítico actual y, de esta forma, impulsar el desarrollo y la competitividad del país? El presente ensayo hace un recuento de las principales ventajas y limitaciones que enfrenta México al momento de celebrarse el bicentenario de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y la décima Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN). En una primera sección se introducen conceptos claves como nearshoring, seguido de la presentación de los principales factores que impulsan la relocalización de la producción mundial hacia México. Posteriormente, se describen los principales retos que enfrenta el país en materia comercial y de inversión. Finalmente, en la tercera sección del ensayo se identifican una serie de políticas y áreas prioritarias para capitalizar la oportunidad histórica de la relocalización de las cadenas de suministro mundiales.

Nearshoring y las oportunidades para México

En términos simples, la palabra “nearshoring” describe el establecimiento de subsidiarias de empresas de un país a otro contiguo para aprovechar factores como la cercanía a los clientes, menores costos laborales y mejor control de calidad de los productos. Es decir, el nearshoring es cuando una empresa decide trasladar algunas de sus operaciones o producción más cerca de su sede matriz en lugar de subcontratarlas a un país más lejano y asumir mayores riesgos logísticos y geopolíticos en sus cadenas de suministro. ¿Por qué no trabajar con tus vecinos y apoyar la economía local en lugar de depender de un socio menos confiable que vive lejos de casa?

Como punto de partida, México cuenta con una serie de activos únicos que lo distinguen de cualquier otro país del mundo. Además de su enorme diversidad geográfica, climática, estabilidad macroeconómica y mano de obra altamente calificada, México comparte con Estados Unidos la frontera más dinámica del mundo: en ninguna región fronteriza hay más cruces de personas, vehículos y mercancía que la que comparten los dos países. De la mano de Canadá y Estados Unidos, las tres economías de Norteamérica representan casi una tercera parte del PIB mundial, un peso económico 50% superior al de China, casi 60% más grande que el de toda la Unión Europea y 11 veces mayor al de otras agrupaciones regionales, como el Mercado Común del Sur (Mercosur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En los primeros meses de 2022, Norteamérica contaba con una fuerza laboral de 244 millones de trabajadores, y flujos comerciales que superaron los tres millones de dólares por minuto. Como se describe en las siguientes secciones, la economía mexicana es altamente complementaria a la de sus principales socios comerciales, sobre todo si se toma en cuenta la actual coyuntura internacional.

Tres elementos disruptivos que impulsan la relocalización de las cadenas de suministro

En la última década del siglo XX, el comercio global experimentó un periodo de crecimiento sin precedentes. Consumidores y productores en todo el mundo se sumaron a la primera gran ola de globalización y construyeron un andamiaje de tratados comerciales para facilitar el libre movimiento de bienes y servicios, a la vez que se reducían de manera drástica sus costos y tiempos de producción. Sin embargo, los últimos 5 años han revelado la fragilidad del actual sistema de comercio mundial y la necesidad de transformarlo para inyectar resiliencia, transparencia y confiabilidad en el mismo. En este sentido, hay por lo menos tres tendencias disruptivas que resaltan la importancia del nearshoring y la ventana de oportunidad que este fenómeno representa para el futuro y las oportunidades de México. 

En primer lugar, está el distanciamiento entre China y Estados Unidos. La entrada de China a la Organización Mundial del Comercio, en 2001, cambió por completo el ecosistema del comercio mundial. En menos de 2 décadas, China pasó de ser la fábrica del mundo a convertirse en un actor preeminente en la producción de manufacturas avanzadas y tecnologías, como vehículos eléctricos, inteligencia artificial y en nuevos sectores como comercio digital. El rápido ascenso económico de China no se vio acompañado por una respuesta coordinada por parte de México y sus socios norteamericanos, lo que resultó en el estancamiento del comercio intrarregional y en una alta dependencia a los insumos chinos. Incluso antes de las políticas proteccionistas del presidente Donald Trump, las preocupaciones sobre la falta de transparencia y la débil protección de la propiedad intelectual en China provocaron un importante enfriamiento en las relaciones sino-estadounidenses. Sin embargo, no fue hasta el inicio de la pandemia de COVID-19 que se hicieron patentes los riesgos de la dependencia de Occidente a la producción y a las tecnologías chinas.

El segundo gran disruptor fue la pandemia de COVID-19, con la que se interrumpieron súbitamente los ciclos de producción mundial, lo que provocó una importante escasez de insumos básicos, como ventiladores, medicinas, semiconductores, materias primas y perecederos. La pandemia y el desastre logístico de sus cierres fronterizos provocaron largos periodos de espera y pérdidas millonarias para empresas en todo el espectro económico. Con el COVID-19 quedó de manifiesto que el patrón actual de globalización, enfocado exclusivamente en la reducción de costos y maximización de eficiencia mediante modelos de producción “justo a tiempo”, ofrecía poco o nada para hacer frente a choques sistémicos, como la pandemia misma. Las imprevisibilidad de las políticas de cuarentena chinas también resaltaron la importancia de tener socios transparentes, confiables y cercanos en las cadenas de suministro.

La tercera tendencia de cambio fue la invasión de Rusia a Ucrania. La agresión rusa tomó por sorpresa a toda Europa, y sus consecuencias no tardaron en hacerse sentir en el resto del mundo. Rusia es un importante exportador de petróleo, gas natural, fertilizantes y materias primas esenciales para las industrias aeroespacial, automotriz y de semiconductores (las llamadas tierras raras o minerales raros). La invasión rusa a Ucrania disparó el costo de la energía y de los fertilizantes, y puso en riesgo la disponibilidad de minerales esenciales para la industria electrónica. En el caso de Ucrania, como uno de los principales productores y exportadores de cereales y acero, la invasión alimentó el fuego de la espiral inflacionaria mundial. Siendo testigos de la fragilidad de las cadenas de suministro ante riesgos geopolíticos, tanto el sector privado como los gobiernos se dieron cuenta de la importancia de reforzar la resiliencia y diversificación de las cadenas mundiales de producción. Empresas multinacionales con proveedores rusos encontraron en México un socio para evitar una escalada de costos y evitar cerrar sus fábricas.

En suma, de la mano de tres tendencias disruptivas, media década de turbulencia geopolítica y económica han cambiado de manera definitiva la forma en que se estructurarán las cadenas de suministro mundiales en el futuro. Ante un inminente cambio de paradigma sobre la globalización y sus efectos en la salud de las personas y la supervivencia de industrias enteras, se presenta una oportunidad histórica para México. 

¿Podrán reorganizarse las cadenas de suministro para impulsar el crecimiento de México, en particular, y la competitividad de Norteamérica, en general? Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el contexto global antes descrito y gracias al nearshoring, México podría generar ingresos adicionales por exportaciones de bienes por hasta 35 000 millones de dólares en los siguientes años, cifra que representó 7 % de las exportaciones mexicanas en 2021. Más importante aún, ningún país de Latinoamérica ganaría más con las nuevas oportunidades de nearshoring que México. Según el BID, Brasil quedaría en un muy lejano segundo lugar, al atraer solo una quinta parte de las ganancias mexicanas. Las ventajas del acoplamiento estratégico con Norteamérica son claras cuando enviar un contenedor a Estados Unidos desde nuestro país tarda cinco veces menos y es hasta 60% más barato que si se enviara desde China.

Factores que generan atracción a México

En el papel, México tiene todo para aprovechar la ola de nearshoring. La siguiente sección hace un recuento de los principales activos que tiene el país para capitalizar la oportunidad generacional de la relocalización mundial de cadenas de suministro. 

Conexión geográfica única con Estados Unidos

La geografía por sí sola no puede determinar el destino de un país, pero tiene un efecto significativo sobre él. La geografía continúa profundizando los lazos económicos, sociales y familiares que unen a México y Estados Unidos. El hecho de compartir una frontera de casi 3200 kilómetros con nuestro principal mercado de exportación y fuente de inversiones siempre ha condicionado la forma de hacer e implementar políticas en México. 

Es decir, a diferencia de otros países en Asia o Latinoamérica con indicadores macroeconómicos, regímenes políticos y entornos regulatorios similares, México participa en una dinámica única con Estados Unidos a través de su frontera compartida. El Departamento de Estado estadounidense estima que la región fronteriza representa una población combinada de aproximadamente 15 millones de personas y un PIB (de los nueve estados fronterizos de Estados Unidos y México) equivalente a la producción de la tercera o la cuarta economía más grande del mundo. En 2021, el intercambio comercial entre ambos países superó los 660 000 millones de dólares, un aumento de casi 20% respecto del año anterior

En el caso particular de la frontera, la relocalización de la producción desde Asia a México empieza a tomar forma. Según funcionarios del gobierno de Laredo, Texas, tan solo en octubre de 2022, 27 000 millones de dólares de mercancía cruzaron la frontera entre Tamaulipas y Texas, superando así el flujo comercial de los puertos de Los Ángeles y Long Beach, California, la principal puerta de entrada a Estados Unidos para las importaciones provenientes de China. Lo anterior demuestra que, en una nueva fase de la globalización, ciudades como Nuevo Laredo ya desempeñan un papel clave en la relocalización de las cadenas de suministro. Con las políticas adecuadas podría acelerarse la relocalización a la zona fronteriza y otras regiones del país, y con ello la derrama económica de inversiones y nuevos trabajos. 

Finalmente, un beneficio adicional de la geografía es la reducción de la huella de carbono. Cateris paribus, compactar las cadenas de suministro mundiales tendría un impacto positivo en la reducción de las emisiones de carbono y en los tiempos de producción. No es lo mismo enviar y recibir partes de un tractor desde barcos en Asia que desde una fábrica en Querétaro o Saltillo. No solo por la demanda de nuevos consumidores por productos y servicios “verdes,” combatir el cambio climático se ha convertido en un imperativo de mercado y una prioridad para los gobiernos del mundo. En este sentido, mientras más señales dé un gobierno de su compromiso con la descarbonización, más incentivos tendrán las empresas para invertir en el país. 

Acceso privilegiado a mercados en Norteamérica con un nuevo acuerdo comercial 

Con la entrada en vigor del T-MEC, la agenda de competitividad volvió a ser una prioridad en Norteamérica. En junio de 2020, después de aproximadamente 3 años de negociaciones, el T-MEC reemplazó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte en un contexto particularmente adverso al comercio internacional. A diferencia de su predecesor, la visión del T-MEC va más allá de cuánto comercian e invierten los tres países entre ellos, y ahora se extiende a las formas en que pueden volverse más eficientes y más fuertes por medio del nearshoring. Este mensaje ha encontrado eco tanto en las reuniones bilaterales de los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joseph R. Biden, como en las reuniones de la CLAN con el primer ministro Justin Trudeau.

Según datos del Mexico Institute del Wilson Center, aproximadamente 50% del comercio en Norteamérica consiste en bienes intermedios, lo que refleja que los países de la región no solo intercambian productos, sino que producen juntos. Aún más importante, según cálculos de Diego Marroquín para el USMCA Tracker, realizado por The Brookings Institution, aproximadamente 5.5 millones de trabajos en México dependen de las exportaciones del país a Norteamérica.

Dos leyes estadounidenses de gran calado que favorecen la relocalización en México

Otra enorme ventaja en el papel son las reformas aprobadas en 2022 durante el gobierno de Biden. Específicamente, México podría beneficiarse con la Ley de Chips y Ciencia y la Ley para Reducir la Inflación (IRA). Con la primera ley, Estados Unidos destinará más de 52 000 millones de dólares para la investigación y la manufactura de semiconductores. Poniéndolo en perspectiva, el presupuesto asignado al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 2023 equivale a 3% de la cifra aprobada en Estados Unidos.

Actualmente, México ocupa el lugar 17 en producción mundial de semiconductores. En la CLAN de enero 2023, los gobiernos de los tres países acordaron organizar el primer foro trilateral de semiconductores para aumentar la inversión en las cadenas de suministro de dichos componentes en la región. Aún es temprano para conocer los resultados de dichos esfuerzos.

En segundo término, gracias a la redacción final de la IRA, los consumidores estadounidenses podrían tener acceso a un estímulo de hasta 7500 dólares para comprar vehículos eléctricos producidos en Norteamérica, lo que aumentaría el atractivo para hacer y ensamblar coches en México. Esta ley es particularmente relevante en el contexto del nearshoring porque es la primera que hace un reconocimiento explícito de la importancia de México en la política industrial de Estados Unidos. En contraste, la Unión Europea y países como Corea del Sur han expresado su molestia por haber quedado fuera de los beneficios de la IRA.

Acompañados de las políticas adecuadas, los factores de atracción antes descritos podrían materializarse en importantes ganancias económicas, de resiliencia, sostenibilidad y de mitigación de riesgo para México, e incrementarían su participación en cadenas de suministro regionales. Sin embargo, es necesario también superar una serie de obstáculos e inconsistencias para tomar plena ventaja de la coyuntura internacional. 

Factores de repulsión para el nearshoring en México

Débil Estado de derecho

En palabras simples, cuando hay Estado de derecho, las autoridades se apegan y actúan estrictamente de acuerdo con la ley, misma que es conocida por todos. Incumplir con lo anterior tiene consecuencias legales, para las cuales hay procedimientos previamente establecidos. En términos futboleros, cuando hay Estado de derecho, todos los jugadores, sin importar el pedigrí, aceptan someterse al escrutinio de un árbitro independiente de su federación (gobierno). Cualquier jugada (decisión política) es evaluada y debe apegarse a las reglas previamente establecidas; intentar brincarse la ley de manera arbitraria o buscar imponer criterios alternativos a los establecidos tiene consecuencias, como tarjetas amarillas y hasta expulsiones.

El Índice Global de Estado de Derecho 2022, realizado por el Proyecto de Justicia Mundial, ubicó a México en el puesto 27 de 32 países de Latinoamérica. Otros indicadores, como el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (CCI) de la Americas Society/Council of the Americas mostró a México en una “clara trayectoria descendente”, a pesar de las afirmaciones del presidente López Obrador de que “no había más corrupción” en el país. Los datos del CCI muestran que los puntajes de México se ubican solo por delante de Venezuela y Bolivia en la variable que mide la independencia de su fiscal general.

Un Estado de derecho débil es un factor de repulsión para el nearshoring en México porque implica mayores costos e incertidumbre para inversionistas y empresas que quieran instalarse o crecer su huella en el país. Si las voluntades políticas y la arbitrariedad triunfan sobre la transparencia y el debido proceso, el valor de los activos para invertir y los incentivos para apostar por el país tienden a cero. De igual forma, sin reglas claras y procedimientos transparentes, inversiones clave para el nearshoring, como en infraestructura (shelters industriales, carreteras, etc.), y un suministro de energías limpio y confiable, difícilmente van a materializarse.

Violencia

La violencia y la inseguridad son una plaga para el nearshoring en México, y no se diga para el bienestar de los mexicanos. Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía muestran una alarmante tendencia en los niveles de violencia del país, con 35 625 homicidios registrados en 2021. Es decir, en promedio mueren más de 100 personas cada 24 horas, incluyendo 10 feminicidios por día.

Un informe de 2020 del Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, reveló que siete de las diez ciudades más violentas del mundo se encuentran en México. El mismo documento destacó que, por cuarto año consecutivo, una ciudad mexicana fue la más violenta del mundo. Los municipios de Celaya (109.38 homicidios por 100 000 habitantes), Tijuana (105 por 100 000 habitantes) y Ciudad Juárez (103 por 100 000 habitantes) encabezan la lista de las cincuenta ciudades más violentas del mundo. Los altos niveles de violencia incrementan los costos al mismo tiempo que reducen el atractivo del país como destino del nearshoring, y cabe destacar que dos de las tres ciudades son fronterizas, por lo que naturalmente podrían ser destino ideal para la nueva inversión.

Políticas que disuaden la inversión en energías limpias

México tiene todo para convertirse en una potencia energética mundial de la mano de sus socios norteamericanos, pero no cuenta con las políticas y el marco legal adecuado para atraer una mayor inversión en el sector. Según un reporte del Laboratorio Nacional de Energía Renovable de Estados Unidos, solo las fuentes de energía renovable del país podrían satisfacer hasta cien veces la demanda energética de México y facilitarían la creación de nuevas industrias sustentables mediante el nearshoring. Sin embargo, la realidad política y jurídica del país desincentivan las inversiones en energía. 

Según reportes de BloombergNEF, desde 2019 México dejó de ser uno de los diez destinos más atractivos para la inversión energética y, actualmente, ocupa el lugar 63 de 107 mercados emergentes. La caída en la posición del país en la lista de Bloomberg coincide con importantes cambios en la política energética (en las reglas del juego), como la cancelación de las subastas de energías renovables, de contratos de generación a empresas privadas y la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), todos implementados con el propósito de frenar la apertura del sector iniciada con la reforma energética de 2013. 

Además de ser violatorias del T-MEC, por favorecer a empresas productoras del Estado sobre la inversión privada y, por lo tanto, exponer al país a importantes sanciones económicas, estas medidas envían tres señales a las empresas que pensaban invertir en México. Primero, las inversiones de privados están sujetas a cambios arbitrarios que van en sentido opuesto a la transición energética reglas. Segundo, un marco legal inestable y violatorio a compromisos internacionales desincentiva la planeación a largo plazo, que es indispensable para la inversión en generación y distribución de electricidad. Por último, desde el Estado se obstruye la participación de privados, creando barreras de entrada para nuevos actores y, por lo tanto, subiendo los precios tanto para la industria nacional como para los hogares.

En resumen, el actual marco legal y regulatorio del mercado energético de México limita de manera importante las oportunidades del país para aprovechar su potencial en energías renovables, al mismo tiempo que envía señales negativas a todas las empresas que pensaban crecer su huella en el país. Tanto la incertidumbre legal como el aprovechamiento de los activos energéticos del país cierran puertas al nearshoring en México.

Áreas prioritarias que deben atenderse para capitalizar el nearshoring

A excepción de Canadá, ningún otro país cuenta con los factores de atracción que tiene México para sacar provecho de la actual coyuntura internacional. Sin embargo, no es lo mismo beneficiarse de un ambiente favorable (como el auge comercial en Nuevo Laredo), que aprovechar cabalmente las oportunidades de creación de empleo y crecimiento económico que ofrece el nearshoring.

Dicho de otra forma, una cosa es navegar lentamente del punto A al punto B con una balsa improvisada, y otra muy diferente es hacer el mismo recorrido en una fracción del tiempo con una embarcación acondicionada para aprovechar la ayuda de vientos favorables. Ir en piloto automático sin hacer frente a los principales factores de repulsión del nearshoring significaría dejar ir una oportunidad que solo se dan una vez por generación. A continuación, se analizan algunas áreas que necesitan atención prioritaria para mitigar los efectos negativos de los factores de repulsión previamente descritos. 

Reglas claras y organismos reguladores autónomos 

Para llegar al México democrático de la actualidad, el país recorrió un largo camino repleto de luchas internas, crisis económicas, arbitrariedad política y un marco regulatorio dominado por intereses cortoplacistas que hacían una camisa de fuerza para el potencial crecimiento y oportunidades del país. Sin embargo, México experimentó dos olas de democratización en la década de 1990 y principios del siglo XXI que provocaron el fin del sistema de partido único y, con ello, la gradual construcción de un Estado de derecho. Junto con el auge de las elecciones competitivas en 1997, México fue testigo del establecimiento de una Suprema Corte y un Banco Central independientes, un Congreso más fuerte y la creación de varios organismos reguladores y autónomos, como el Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE). De igual importancia fue también la creación de una comisión federal antimonopolios: la Comisión Federal de Competencia (antes CFC, ahora Cofece), que se encargó de “supervisar, promover y garantizar la competencia y el acceso al mercado en México para el funcionamiento eficiente de los mercados en beneficio de consumidores y la implementación de la Ley Federal de Competencia Económica”.

Para aprovechar el nearshoring es indispensable que las reglas y el respeto a la autonomía de instituciones como la Cofece, la CRE y el INE sean la norma en el funcionamiento cotidiano de México. Fortalecer las capacidades y los presupuestos de los árbitros políticos y económicos del país es el único camino para ganar, por goleada, el partido del nearshoring y dar certidumbre a empresas que apuestan por México.

Igualmente, es necesario demostrar con acciones puntuales el compromiso mexicano con lo convenido en el Acuerdo de París sobre cambio climático (específicamente, lo relacionado con la reducción de emisiones de carbono) y las obligaciones contraídas con Canadá y Estados Unidos desde que se firmó el T-MEC. Sobre el último punto, es prioritario ofrecer soluciones a nuestros socios norteamericanos para evitar procesos de disputas comerciales que socavarían la confianza del sector privado en el mercado mexicano.

El Estado de derecho en México se construye con instituciones fuertes, reafirmando el espíritu de integración del T-MEC, y con el uso de criterios científicos sólidos. Para eso es necesario superar tensiones proteccionistas en materia energética y de agricultura. No puede haber nearshoring si no hay energía limpia a precios competitivos y si las reglas del juego (como las reformas a la LIE) cambian de manera arbitraria para favorecer a las empresas estatales o a ciertos criterios ideológicos.

Seguridad y desarrollo económico

Sin seguridad para la inversión nacional y extranjera, no fluirán los recursos necesarios para atraer inversiones de nearshoring. La determinación de inversiones se realiza calculando el retorno potencial en comparación con el riesgo. En México, hoy el principal riesgo es el de seguridad de los activos físicos y de los trabajadores, y la incertidumbre sobre las “reglas del juego” para las inversiones. Para ello, se deben atender dos asuntos: seguridad de activos físicos y de los trabajadores a lo largo de toda la cadena de valor, y seguridad jurídica de las inversiones.

Seguridad de trabajadores y activos físicos

El asalto a trenes, bloqueo de carreteras y, en general, la penetración del crimen organizado en muchas regiones del país son hoy el principal impedimento para que fluya una mayor inversión, e incluso para mantener inversiones existentes. Si no se atiende esta problemática de raíz, de manera contundente y con resultados visibles a corto plazo, de nada servirá lo que se contemple hacer en materia económica.

Seguridad jurídica de las inversiones

Si existe la impresión de que los contratos energéticos se revisarán no solo para asegurar que se hayan suscrito apegados a derecho, sino que no sean “leoninos”, esto dificultará el flujo de inversión, y no solo en el sector energético. Esto se debe a que la determinación sobre si un contrato es leonino suele implicar subjetividad, lo que genera incertidumbre sobre las reglas del juego a futuro. El sector energético se seguirá viendo como la “prueba de fuego” de la actitud del gobierno hacia la inversión extranjera, lo que retrasaría la inversión no solo en energía, sino en otros rubros donde el rendimiento también es a largo plazo, como la infraestructura, elemento esencial para aprovechar cabalmente la proximidad geográfica y el T-MEC. Por ello, resulta esencial lograr una pronta solución a los diferendos de Canadá y Estados Unidos con México en materia energética al amparo del T-MEC.

Conclusión

El capital se termina instalando donde los retornos son más altos en función de un determinado nivel de riesgo, las reglas más claras y las inversiones más seguras. Para verdaderamente explotar las ventajas comparativas del país con el nearshoring se debe actuar en consecuencia. 

Ofrecer garantías sobre el compromiso del país con el Estado de derecho, asegurar un suministro confiable de energías limpias a precios competitivos y reducir los niveles de violencia e inseguridad son un primer paso para materializar las oportunidades del nearshoring e insertarse exitosamente en secciones de alto valor en cadenas de suministro mundial. Paralelo a lo anterior, y siguiendo la recomendación del exembajador de México en Estados Unidos Gerónimo Gutiérrez, es necesario abordar la relación de México con Canadá y Estados Unidos como una oportunidad única, y no solo como una necesidad económica.No es la primera vez que dejamos ir oportunidades. A manera de anécdota, en 2018, la empresa estadounidense Qualcomm abandonó una propuesta de 200 millones de dólares para producir semiconductores en el país y prefirió irse a Brasil al no lograr un acuerdo con el gobierno en turno. Lo mismo pasó con Intel a finales de la década de 1990, cuando la empresa apostó por Costa Rica a pesar de las claras ventajas de nuestro país como destino de inversión. Tanto Costa Rica como Brasil se convirtieron en referentes regionales de la industria de los chips. Las oportunidades (de nearshoring) que dejamos ir, alguien más las va a aprovechar. Ya alguien dijo que el que se fue a La Villa perdió su silla. EP

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