Luis Herrera Lasso M., miembro del Grupo México en el Mundo, analiza la relación bilateral entre México y Estados Unidos y presenta seis perspectivas en torno a esta.
La relación México-Estados Unidos, una mirada estratégica
Luis Herrera Lasso M., miembro del Grupo México en el Mundo, analiza la relación bilateral entre México y Estados Unidos y presenta seis perspectivas en torno a esta.
Texto de Luis Herrera Lasso M. 17/05/23
México y Estados Unidos son vecinos desde que surgen como naciones independientes. Sus fronteras se modificaron en el siglo XIX. Estados Unidos se expandió, México se achicó. Fue una guerra de expansión territorial, no de conquista.
Desde los Tratados de Guadalupe de 1848 las dos naciones caminan, cada una en su territorio, independientes y por separado. Además de la línea limítrofe, los separa el idioma, las costumbres y las tradiciones. Unos de origen anglo; los otros de origen latino. La mayor parte de los estadounidenses no quisieran ser mexicanos, pero tampoco los mexicanos quieren ser estadounidenses. Son dos naciones claramente diferenciadas.
A pesar de ser vecinos, México y Estados Unidos nunca han sido aliados. A ninguna de las dos partes le ha interesado una alianza militar. En el siglo XX, Estados Unidos surgió como la primera potencia mundial y para ello no requirió apoyo de México. Salvo la participación simbólica de México en la Segunda Guerra Mundial, nunca hemos unido fuerzas en una guerra. México renunció a la guerra como instrumento de política exterior hace más de un siglo; su ejército está orientado exclusivamente a tareas defensivas.
En 1889, los gobiernos de los dos países acordaron la creación de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) para ponernos de acuerdo sobre los límites fronterizos. En prácticamente un siglo, no se creó ningún otro mecanismo bilateral. No es sino hasta 1992 cuando se crea la Comisión Binacional México-Estados Unidos con grupos temáticos y, más adelante, los Mecanismos de Enlace Fronterizo, para resolver situaciones a nivel local.
En 1994, entra en vigor el Tratado de Libre Comercio, que constituye el instrumento jurídico vinculante de mayor trascendencia para los dos países desde el Tratado de Guadalupe de 1848, aunque no fue un acuerdo solo con Estados Unidos. Por primera vez se establecen reglas claras y mecanismos de resolución de controversias entre los países de América del Norte –México, Estados Unidos y Canadá – para la gobernanza de sus relaciones comerciales.
Con el paso del tiempo, la frontera terrestre entre México y Estados Unidos se convirtió en la frontera de mayor tránsito en el planeta. Sin embargo, la gobernanza de esta frontera y de lo que ahí sucede sigue siendo esencialmente unilateral. Cada país pone sus reglas y solo se ponen de acuerdo para definir puntos de cruce y modificarlos cuando la demanda así lo requiere.
Hoy en día los ámbitos de la relación que requieren mayor intervención de los gobiernos son la administración de la frontera común (agilización y seguridad de los cruces), la administración de flujos migratorios (México es país de origen, tránsito y destino de migración) y el combate a la delincuencia transnacional (tráfico de personas, drogas, armas, dinero, etc.). Para la operación cotidiana del comercio, la cultura y las múltiples interacciones entre las poblaciones, poco se requiere de los gobierno, que solo fijan las reglas.
Calidad de la relación bilateral
Tres son los principales factores que determinan la calidad de la relación. Primero, el entendimiento y la empatía entre ejecutivos; segundo, la coordinación entre las dependencias que intervienen en la administración de la agenda bilateral; tercero, la fortaleza institucional de los mecanismos de diálogo, comunicación, coordinación, cooperación y resolución de controversias.
Otros actores con menor responsabilidad directa influyen o pueden influir en la calidad de la relación. Es el caso de los gobernadores y de otras autoridades fronterizas, de los legisladores, del poder judicial, de la opinión pública y de los medios de comunicación.
En la actualidad el balance de la relación no es alentador. La relación entre los jefes del ejecutivo es muy precaria. No hay empatía ni simpatía. La cancillería y las otras dependencias del gobierno de México pasan por uno de sus peores momentos; la administración en Estados Unidos tampoco está mucho mejor en materia de claridad de objetivos y coordinación interinstitucional. Los mecanismos existentes para resolver diferencias y avanzar en temas que requieren cooperación, son insuficientes y/o están muy debilitados.
Balance temático
La relación comercial funciona y es el vínculo más importante entre los dos países. Sin embargo, existen desfases muy importantes en materia energética y de medio ambiente. Esto ha puesto en riesgo el TMEC debido a las violaciones en las que ha incurrido México con su políticas energéticas. Existen ya y se esperan más multimillonarias demandas en contra de México por estas razones.
En la administración de la frontera prevalecen las medidas esencialmente unilaterales y Estados Unidos es el que pone la pauta. Los avances en la agilización de cruces son mínimos o inexistentes Los mecanismos de coordinación de temas fronterizos están en su punto más bajo y la coordinación de estos temas con autoridades estatales y municipales es mínima o inexistente. La frontera con México se ha convertido en un tema adicional de presión por parte de los republicanos sobre el presidente Biden.
En el tema migratorio tenemos una situación inédita. Por primera vez en la historia México se ha plegado, sin nada a cambio, a la política de contención de Estados Unidos. Esto ha implicado para México el envío de la Guardia Nacional (militares) para contener el paso de los migrantes y la aceptación de devoluciones de nacionales de terceros países en su frontera norte, lo que ha provocado innumerables problemas e incidentes en las poblaciones mexicanas. La peor parte de esta historia es que los flujos migratorios, en lugar de reducirse, han aumentado en forma descomunal y la seguridad personal de los migrantes en México se encuentra en un punto crítico.
En tiempos recientes los temas de seguridad son los que más han contaminado la relación. Primero con la detención de Cienfuegos y más adelante con la detención y proceso de Garcia Luna. La coordinación entre agencias está en uno de los puntos más bajos y el gobierno de México frente a los reclamos estadounidense restringe aún más los espacios de colaboración, en particular con la DEA. La cooperación en temas que requieren inteligencia es incipiente y el tema de los carteles mexicanos ha adquirido un cariz altamente político en Estados Unidos en donde la oposición demanda al gobierno medidas mucho más drásticas frente a México.
Perspectivas
1. Las perspectivas, al menos en el corto y mediano plazo, distan de ser halagüeñas. Por parte de México mientras dure el actual gobierno de la 4T debemos esperar un deterioro aún mayor de la relación. También debemos esperar posiciones más duras por parte de Estados Unidos en materia de seguridad y migración; los tiempos electorales, en ambos países, dejan poco espacio para ocuparse de la cooperación.
2. No se espera ninguna mejora en el diálogo entre presidentes ni en el nivel de coordinación entre agencias. Se espera que prevalezca el desorden y las malas noticias en la administración del tema migratorio en ambos países y que los temas de frontera se sigan manejando en forma unilateral, prevaleciendo la posiciones de Estados Unidos.
3. Es previsible que el tema de los carteles mexicanos se mantenga en el centro de las preocupaciones estadounidenses. También podemos anticipar que, conforme se acerquen las elecciones en ese país, las presiones para endurecer las posiciones hacia México se acrecentarán.
4. No cabe duda de que en este escenario el gran perdedor es México. En el ámbito económico, la política energética no solo es insostenible, sino que se mantendrá como uno de los puntos de mayor fricción en la agenda binacional y le costará al país sumas exorbitantes por las demandas que ha provocado el incumplimiento del TMEC.
5. En el ámbito de la seguridad, es claro que México está cada día más cerca de un problema de gobernabilidad debido a la expansión y posicionamiento territorial de la delincuencia organizada en todas sus modalidades. La cooperación con Estados Unidos en este campo podría resultar crucial para México, sin necesidad de ceder soberanía y con la posibilidad de construir las relaciones que se requieren para el manejo de estos temas.
6. El tema migratorio es el clásico tema en el que la cooperación (para los intereses de ambas partes, no como sucede ahora) debía ser con una perspectiva regional, e incluso global, pues los flujos que llegan a Estados Unidos por México vienen de todo el mundo.
Estados Unidos tiene muchísimos más temas en qué ocuparse además de la relación con México. En este contexto, toca a México diseñar y proponer a Estados Unidos esquemas para el manejo de los distintos temas de la relación que sean aceptables para los estadounidenses, pero que vean por el interés de ambas partes. Esto es posible, ya ha sucedido en el pasado. La mejor prueba de ello es el TLC, que fue una iniciativa de México. Las oportunidades están ahí: de nosotros depende aprovecharlas o dejarlas pasar. Las buenas relaciones no vienen con la vecindad; se construyen día con día y se debilitan o se fortalecen en función de los aciertos y desaciertos de sus responsables. EP
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