México y la 4T, a contracorriente de las tendencias mundiales

Francisco Suárez Dávila, miembro del grupo México en el Mundo, nos ofrece su perspectiva en torno a las tendencias mundiales y la posición de México y la 4T ante estas.

Texto de 24/11/21

Francisco Suárez Dávila, miembro del grupo México en el Mundo, nos ofrece su perspectiva en torno a las tendencias mundiales y la posición de México y la 4T ante estas.

Tiempo de lectura: 6 minutos

En homenaje a dos grandes mexicanos, recientemente fallecidos, Prudencio López y José Carral.

Las tendencias económicas mundiales y en Estados Unidos

Las estimaciones recientemente publicadas por los organismos económicos internacionales confirman que la recuperación económica mundial se mantiene con un crecimiento de alrededor de 6% para 2021, aunque desigual entre países y dentro de países. La economía de EUA tiene tendencias similares a las mundiales y nuevamente se convierte en motor de la economía global, con un crecimiento estimado en alrededor de 6% en 2021 y 4% en 2022. Son el resultado de políticas fiscales y monetaria expansionista del gobierno de Biden, que promulgó la legislación de inversiones en infraestructura —el Invest in America Act— y luego el Build Better Act, orientado al gasto social y ambiental por US$1.75 trillones. Por otra parte, se está presentando el problema de la inflación de 6.2%, la más elevada en 30 años.

“La economía de EUA tiene tendencias similares a las mundiales y nuevamente se convierte en motor de la economía global, con un crecimiento estimado en alrededor de 6% en 2021 y 4% en 2022”.

Posibles o turbulencias en 2022: ¿algún “cisne negro”?

Algunos analistas económicos y políticos pronostican que pueden surgir algunas posibles crisis en 2022: 

a) Una crisis energética: la transición energética ha disminuido la inversión en energías fósiles tradicionales y todavía no aumenta suficientemente la inversión en energías limpias. Esto provoca desequilibrios: escasez energética, con aumentos del precio del petróleo, del gas y la electricidad. 

b) Una crisis de oferta y de suministros: la pandemia ha afectado insumos críticos, como los microchips en la industria automotriz y el transporte marítimo. Esto ha desquiciado algunas cadenas de valor dentro de países y entre regiones.

c) Inflación y turbulencia financiera: si el Federal Reserve System (FED) considera que la inflación ya no es “transitoria”, sino duradera, disminuirá la inyección de liquidez, subirá la tasa de interés y aumentaría el costo de la deuda, de muchos países emergentes, ya sobreendeudados. Ello producirá turbulencia en los mercados y posibles crisis financieras en algunos países. Algunos de estos factores internacionales, desde luego, pueden afectar a México y agravar una situación que, como veremos, se aprecia complicada.

Las políticas económicas de la 4T a contracorriente de las tendencias y estrategias mundiales

Las políticas económicas de la 4T van a “contracorriente” de lo que ocurre en el mundo. Han sido, en términos generales, erradas y con malos resultados. Empiezo por lo más positivo que es el paquete de política económica de Ramírez de la O. El presupuesto excede por primera vez los $7 billones. Postula como meta de crecimiento 4% y, para ello, aumenta la inversión de 2.2 a 3.1% del PIB (17% mayor); esto lo hace aumentando el déficit fiscal y la deuda. El presupuesto cuadra razonablemente, a juicio de los mercados. El reciente informe del FMI confirma lo anterior y felicita a las autoridades mexicanas. Inusualmente que sea más “progresista”, considerando que debe haber mayor estímulo.

“Las políticas económicas de la 4T van a “contracorriente” de lo que ocurre en el mundo. Han sido, en términos generales, erradas y con malos resultados”.

Nuestra economía necesita crecer. Analistas piensan que ya hay una desaceleración frente a estimaciones anteriores y este año no creceremos al 6%, sino 5%; para el año próximo 3% y no 4%. Esto significa un “sexenio perdido”, con nulo crecimiento y con una caída del ingreso per cápita. La recesión importada encontró una respuesta de política fiscal, a contracorriente del mundo, de sólo alrededor de 1% del PIB: ¡de las más débiles, como Uganda! Aplicamos, a pesar de las críticas sistemáticas del Presidente a este enfoque, una de las políticas más “neoliberales” del mundo, privilegiando la estabilidad, el equilibrio de las finanzas públicas, el no endeudamiento. Lo que nos salva para lograr una modesta recuperación es el programa de expansión de Biden y las remesas; pero aquí no se está dando el cambio de paradigma que se da en otros países. La inversión pública, indispensable para crecer, es históricamente de las más bajas y claramente insuficiente; alrededor del 2% del PIB, una parte se dilapida en proyectos faraónicos que quedarán para la historia, como “el cementerio de los elefantes blancos inútiles”: el costoso aeropuerto Santa Lucía, con mala conectividad terrestre y que agrega poca capacidad de vuelos (14 slots), una refinería subacuática como Dos Bocas —que nace obsoleta— y un Tren maya que atenta contra el medio ambiente.

El gobierno es responsable de lo que se reconoce como una de las peores gestiones de la pandemia en competencia con Bolsonaro. Aquí vamos a contracorriente de la ciencia: deja un legado hasta ahora de más de 600,000 muertes —cuarto lugar mundial, primer lugar en personal médico—, compra de vacunas sin aprobación de la OMS (la rusa y la china), serio desabasto de medicinas, destrucción del aparato distributivo, bajo gasto en salud y además subejercido y la desaparición del Seguro Popular que funcionaba.

Las políticas asistenciales, clientelares sociales, sin adecuado registro de beneficiarios y reglas claras, también han sido por montos insuficientes, frente a lo que gastan países comparables al nuestro, meros paliativos. Para colmo, expertos consideran que los apoyos han sido regresivos: “primero los pobres”, han aumentado a 10 millones; ha caído la clase media. La pandemia ha tenido un efecto devastador sobre la educación, que significará un rezago y una pérdida medida en millones de jóvenes y en varios años perdidos, sin que se haga nada.

En materia ambiental, vamos también a contracorriente del mundo y del reciente Pacto Ambiental de Glasgow, sin asumir compromisos, favoreciendo el uso de energías contaminantes, como el combustóleo y el carbón, y no la transición hacia energías renovables, que podrían ser gran motor de crecimiento. La reforma eléctrica, de aprobarse, sería “suicida”: concede el monopolio de la generación de energía eléctrica a la CFE, sin tener los recursos; nos expone a carencias, apagones, parálisis; cancela la inversión privada nacional y extranjera con demandas y costosas indemnizaciones. Sin confianza, no hay inversión.

Más allá de lo estrictamente económico y social, la “lucha anticorrupción”, para el Presidente, es el pilar que sostiene el andamiaje, la solución para todos los males. Se derrumba por falta de resultados, no cuenta con un “sistema” y sigue malas prácticas, como la asignación de contratos sin licitación. La política de seguridad ha sido un rotundo fracaso en número de muertos, con cargo al crimen organizado. Hay regiones donde a diario se manifiesta un Estado fallido o un narco-Estado. La militarización emprendida desvía a nuestro prestigioso Ejército de sus funciones, lo convierte en empresario constructor y distribuidor de bienes, sin rendición de cuentas y transparencia. La democracia y sus instituciones, y el Estado de derecho, se socavan a diario, aumenta el poder personal del Presidente. Se trata de disminuir todos los contrapesos democráticos: la Suprema Corte, los medios, las universidades, los organismos autónomos, el INE. Frente a estos serios problemas, el gobierno debería convocar a la unidad; en cambio, divide y polariza. Otro problema es que el gabinete, con excepciones, es de una gran mediocridad. Se está desmantelando la administración pública, muchos de sus mejores cuadros técnicos han huido, presa de la austerocracia. El gobierno pierde, ante estos serios problemas, la capacidad de administrar y de gobernar.

La pandemia como oportunidad de una verdadera transformación… ¡Si rectificamos!

Por ello, afirmo que nuestra política va a contracorriente de lo que acontece en el mundo, con un diseño cortoplacista, orientada a símbolos, ocurrencias y politiquería, sin visión de largo plazo. El gobierno está provocando serios daños que pueden ser difíciles de revertir. Lejos de ser un presidente “transformador”, puede ser uno de los peores gobiernos. La 4T tiene buenas intenciones y retórica, pero carece de sustento real conceptual, ¡será más bien destrucción, deformación o retroceso histórico!

“…podríamos aprovechar las tendencias mundiales y las oportunidades que ofrece la pandemia. Es todavía momento de corregir, como lo han sugerido muchos grupos pensantes”.

En cambio, podríamos aprovechar las tendencias mundiales y las oportunidades que ofrece la pandemia. Es todavía momento de corregir, como lo han sugerido muchos  grupos pensantes. Promover la unidad, un cambio de casi todo el gabinete —pocos se salvan—, un Acuerdo Nacional para crecer, y cancelar proyectos aberrantes; en cambio, propiciar un plan de inversiones pública y privada, activar el crédito de la banca de desarrollo y privada, para estos fines. También, se debe cancelar la reforma eléctrica, pero con cambios en la ley ordinaria y en la estrategia de PEMEX y CFE, bajo un Estado regulador complementado por el mercado, y un programa de energías verdes, como motor de desarrollo; apoyar una reconversión industrial y orientar la educación hacia la economía digital y la tecnología; modernizar el sistema de salud. Como se acordó positivamente en la reciente Cumbre de América del Norte, fortalecer la competitividad, con una política industrial regional, con los espacios que nos abre China, promover acuerdos en materia laboral ante limitaciones que está teniendo la economía de Estados Unidos. Una reforma fiscal para financiar un sistema universal de salud, un ingreso básico mínimo, un seguro de empleo temporal y una reforma de pensiones. ¡Eso sí lo haría un gobierno transformador! Cambios de dirección correcta “hacia adelante”, no a contracorriente, “hacia atrás”. EP

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