El fin de una era

Con la elección de Trump, México enfrenta nuevos desafíos: posibles aranceles y presión migratoria. Ahora, el T-MEC y nuestros lazos en EUA serán clave para proteger nuestros intereses en un contexto incierto.

Texto de 13/11/24

Con la elección de Trump, México enfrenta nuevos desafíos: posibles aranceles y presión migratoria. Ahora, el T-MEC y nuestros lazos en EUA serán clave para proteger nuestros intereses en un contexto incierto.

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La contundente elección de Donald Trump marca el fin del orden internacional liberal instaurado por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial. Las normas establecidas en 1945, por la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, ya no son respetadas por las potencias que asumieron garantizar ese orden mundial. Con el inicio del siglo XXI, Estados Unidos fracasó en una invasión a Irak para destruir armas nucleares que no existían; Rusia invadió Crimea y, ante la indiferencia internacional, procedió sobre el este de Ucrania; la marina china mantiene un enfrentamiento de baja intensidad con Filipinas y amenaza a Taiwán. Trump propone imponer aranceles a todo el mundo y atacar con instrumentos militares a los carteles de la droga en México. La amenaza y utilización del uso de la fuerza de las grandes potencias contra sus vecinos es una realidad. El mundo observa con alarma la violación a los derechos humanos de los palestinos en Gaza y aguarda con temor nuevas  tragedias con las deportaciones masivas de inmigrantes, tan pronto Trump llegue a la presidencia en enero próximo.

El deterioro de las reglas multilaterales en el comportamiento internacional ha sido a la vez causa y resultado de múltiples factores: la recesión democrática mundial con el ascenso de gobiernos populistas y la consolidación de las autocracias, a pesar de la expansión del libre comercio; el rechazo a la globalización por amplios sectores que resultaron perdedores del proceso de liberalización comercial; la resistencia de los países más ricos a aceptar inmigrantes de los países más pobres; y la transformación tecnológica que ha conectado al mundo con imágenes y textos, a través de las redes sociales, generando agravio y  polarización política al interior de los países y en la relación entre ellos. Se acaba una etapa que idealizó la democracia liberal, el libre comercio y el orden multilateral, pero no sabemos qué sigue.

Trump no tiene una doctrina de política internacional, salvo “volver a hacer grande a los Estados Unidos”. También ha enunciado como sus principales objetivos intensificar la competencia militar y comercial con China, terminar la guerra de Ucrania y contener a Irán en el Medio Oriente. Buscará de manera unilateral negociar caso por caso al margen de las alianzas tradicionales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte o la del “Quad” recientemente creada por el presidente Biden con India, Japón y Australia para contener la expansión militar de China en la región del Indo-Pacífico. Trump dice que no tendrá la consideración de dejar exentos a sus socios comerciales de América del Norte de la aplicación universal de aranceles, que podría terminar con el Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Queda abierta la incógnita sobre la política que seguirá Trump hacia el gobierno que acaba de perder las elecciones en Venezuela y pretende seguir en el poder como si no pasara nada.

México en la encrucijada

Previamente a su elección, Donald Trump se dirigió a Claudia Sheinbaum, a través de las redes sociales, exigiendo que México impida la llegada de inmigrantes y droga a Estados Unidos y que, de no hacerlo, impondrá un arancel de 25% a sus exportaciones. La presidenta de México ha informado, después de una llamada telefónica para felicitar a Trump por su elección, que México no tiene nada que temer. Esperemos que el capital político acumulado por su antecesor, quien fue uno de los últimos mandatarios en reconocer el triunfo de Joe Biden como presidente hace cuatro años, rinda buenos réditos y pronto haya un encuentro entre el presidente electo y la presidenta constitucional para dar un buen comienzo a la relación bilateral. Faltan 12 semanas para que Trump pueda hacer realidad sus amenazas contra México, que no pueden descartarse como simple retórica de campaña.

“Faltan 12 semanas para que Trump pueda hacer realidad sus amenazas contra México, que no pueden descartarse como simple retórica de campaña”.

La principal carta de negociación que tiene México con Estados Unidos es ser su primer socio comercial. Las cadenas de valor agregado instaladas a lo largo de América del Norte son estratégicas en la competencia comercial con China. La pandemia iniciada en 2020 puso en evidencia el valor de la vecindad para la proveeduría de bienes esenciales. El T-MEC, negociado durante la primera presidencia de Trump, constituye el mejor marco de certidumbre al intercambio comercial. México debe prepararse para una revisión que se anuncia más complicada de lo previsto, entre otras razones, por nuestro incumplimiento en materia de energía. 

La segunda carta de negociación puede ser la comunidad mexicana en Estados Unidos. Por lo menos 35 millones de estadounidenses se identifican con un origen y una cultura mexicana. Un número creciente de ellos votó por Trump y millones tienen familia en México: prueba de ello es que en 2023 las remesas que nos llegaron provenientes de Estados Unidos rebasaron los 61 mil millones de dólares. Trump tiene que cuidar que ese electorado no se sienta ofendido por el trato que dará a sus paisanos, en ambos lados de la frontera, para no perder el escaso margen de control del congreso en dos años. Ya lo tiene del senado y mientras escribo estas líneas parece que también lo tendrá de la cámara baja. Sin embargo, el gobierno de México ha hecho muy poco por acercarse a las comunidades: AMLO ni siquiera las visitó durante su mandato presidencial. Será necesario un operativo de emergencia para acercarse a los paisanos, a través de nuestra amplia red de más de 50 consulados en Estados Unidos, para que mantengan una imagen positiva de su país y cultura de origen.

¿Qué futuro nos espera?

La presidencia de Trump no será fácil para México ni para el mundo. La extraña mezcla de una política exterior de un país que quiere dejar de ser la policía del mundo, pero que defenderá sus intereses inmediatos, de manera unilateral y casuística, la hace poco predecible. Si a ello se le agrega la personalidad protagónica de un presidente que se jacta de hacer un arte de la negociación a partir de la intimidación y la amenaza, la situación se complica todavía más. Su estrategia será sacar provecho de cada negociación en lo individual y para ello debemos prepararnos.

“La oportunidad histórica del nearshoring parece escapársele a México, sin garantías legales para la inversión y con rezagos en la infraestructura existente”.

El primer paso será poner la casa en orden. La nueva estrategia de seguridad anunciada por el gobierno de Sheinbaum deberá empezar a rendir frutos pronto, sobre todo en cuanto al paso de migrantes desde la frontera sur hasta la frontera norte. También, por supuesto, en limitar las actividades del crimen organizado que parecen estar fuera de control en algunas regiones. El segundo será fortalecer la capacidad de negociación de México con el exterior tendiendo puentes con los diversos sectores de la sociedad. La polarización y la exclusión de la oposición no son propicias para enfrentar los retos que México tiene por delante. Es necesario contar con el apoyo de los sectores productivos que requieren de certeza jurídica para promover la inversión. La reforma judicial, como se presenta en estos momentos, genera incertidumbre tanto para el inversionista nacional como para el extranjero. La oportunidad histórica del nearshoring parece escapársele a México, sin garantías legales para la inversión y con rezagos en la infraestructura existente. La idea de América del Norte, que apenas tomó forma en 1994, ha sido beneficiosa para los tres países que la integran, pero en particular para México. En ese año exportábamos poco más de 51 mil millones de dólares; en 2023, la cifra fue de 467 mil millones de dólares. Tenemos un superávit comercial de 168 mil millones de dólares. Según el INEGI, más de nueve millones de empleos —15% de la población económicamente activa— dependen de nuestras exportaciones. 

Entre 1990 y 1994, el gobierno de México desplegó un gran esfuerzo para convencernos a nosotros mismos y a nuestros vecinos de las bondades del libre comercio en América del Norte. Nos presentamos como un país deseoso de alcanzar los niveles de democracia y bienestar que gozan nuestros vecinos. Se despertaron expectativas que no se cumplieron para toda nuestra población. Sin embargo, América del Norte sigue siendo nuestra mejor opción y en las circunstancias actuales habrá que esforzarse para mantenerla. Se requiere redoblar el cabildeo y la diplomacia pública. Para ello será necesario fortalecer el servicio exterior mexicano, objetivo señalado como prioritario por el canciller De la Fuente. Nuestros diplomáticos deberán contar con instrumentos para llevar a cabo labores de promoción de la imagen de México y de protección y vinculación con la comunidad mexicana en Estados Unidos y Canadá. Los paisanos nos representan y son quienes podrían moderar los impulsos unilaterales del presidente Trump. EP

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