En las últimas semanas, debido a la posibilidad de un cierre del gobierno estadounidense, la cuestión de la ayuda adicional a Ucrania, propuesta por el presidente Biden, por un monto de unos veinticuatro mil millones de dólares se convirtió en un tema de debate entre los congresistas republicanos que se oponen a dicha asistencia y los demócratas que asumían que la propuesta se aprobaría sin menor dilación. Sin embargo, un sector minoritario de republicanos de extrema derecha entorpeció la aprobación de la iniciativa presidencial al vincular su aprobación a un aumento en la financiación de la seguridad de la frontera con México. 

La dimisión del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, de quien se esperaba una propuesta de ayuda a Kiev, puso en un compás de espera la aprobación de dicha asistencia. Es pertinente señalar que la ayuda de Estados Unidos a Ucrania para combatir al invasor, solamente representa el 0.03% del PIB y el 3% del presupuesto militar de nuestro vecino del norte, cantidad que de ninguna manera afecta al presupuesto del país.

El temor de que la asistencia americana a Ucrania llegue a disminuir, como lo propone el grupo de representantes republicanos, se ve reducido ante los acontecimientos de los últimos días en Israel, debido a que existe la posibilidad de que Washington combine la ayuda a Ucrania con la de Israel: este país cuenta con un amplio apoyo bipartidista que permitiría impulsar la ayuda a Ucrania.

Sin embargo, la diputada de Georgia Marjorie Taylor Greene, con otros miembros de la facción republicana de extrema derecha, se opone a vincular la ayuda a Israel con la de Ucrania, mientras que las voces de otros republicanos encabezados por el principal republicano en el Senado como Mitch McDonnell han pedido al congreso la aprobación de un proyecto de ley de gastos para apoyar a Israel, Ucrania y Taiwán.

Mientras tanto, Ucrania avanza en su propósito de sacar al invasor de su territorio, debido principalmente a los problemas internos que enfrenta el Kremlin desde la retirada de las fuerzas mercenarias del grupo Wagner y la ejecución de sus líderes Evgueni Prigozhin y Konstantin Pikalov, el 23 de agosto último en un accidente aéreo cerca de San Petersburgo. En efecto, el ejército ruso, que no logra producir el suficiente armamento para continuar su embestida a Ucrania, se ha visto obligado a adquirirlo de fuentes extranjeras, en particular de Irán.

En el ámbito interno Rusia sufre, aunque lo niegue, las consecuencias negativas de las sanciones impuestas a su economía, lo que ha derivado en una devaluación del rublo que se ubica en cien rublos por dólar y una inflación de dos dígitos. EP

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