Más aspirantes, menos candidatos: una inspección a los independientes

A partir de la comparación de los comicios de 2015, 2016 y 2018, este artículo analiza las características generales que adoptó la figura de la candidatura independiente y formula algunas hipótesis para explicar el importante crecimiento de quienes decidieron competir por el poder político desde una candidatura sin partido, en comparación con la reducción en el número de quienes lo lograron.

Texto de 24/09/18

A partir de la comparación de los comicios de 2015, 2016 y 2018, este artículo analiza las características generales que adoptó la figura de la candidatura independiente y formula algunas hipótesis para explicar el importante crecimiento de quienes decidieron competir por el poder político desde una candidatura sin partido, en comparación con la reducción en el número de quienes lo lograron.

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En los procesos electorales de este año los candidatos independientes se consolidaron como parte del paisaje electoral mexicano. Si bien su fortaleza se manifestó desde 2015, en los comicios que siguieron se mostró una tendencia creciente a la aceptación de esta figura. Este año ratificó la contundencia de las candidaturas sin partido, particularmente en el caso de las elecciones subnacionales, locales y municipales.

El tema es relevante, porque 2018 fue un enorme laboratorio. Hubo más de 18 mil cargos en disputa entre los que destacan 629 cargos federales; ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México; 972 diputaciones locales; 1,596 presidencias municipales y las 16 nuevas alcaldías de la Ciudad de México. Ello obliga a escudriñar en torno a las especificidades que vivieron en la competencia, los ciudadanos que aspiraron a un cargo de elección popular más allá de las estructuras partidistas.

En las páginas siguientes hacemos una primera exploración de las características generales que la figura de la candidatura independiente adoptó, sobre todo en el nivel de las diputaciones locales. Los datos se comparan con los comicios de 2015 y de 2016. Es palpable un crecimiento importante en cuanto a la cantidad de personas que deciden competir por el poder político desde una candidatura sin partido, aunque se registra una disminución en cuanto al número de personas que lo logran. El texto aventura algunas hipótesis para intentar explicar esta aparente paradoja.

De aspirantes a candidatos independientes

Las candidaturas independientes juegan un papel muy importante para fortalecer nuestra democracia, son un elemento para la construcción de la integridad electoral, por su contribución a que se respete el derecho de cada ciudadano a postularse para un cargo de elección. Además, abonan al menos tres aspectos: 1) aportan a la legitimidad del régimen; 2) propician la participación política al dar credibilidad al proceso electoral, y 3) disminuyen la conflictividad asociada a las elecciones.

Para hacer un primer trazo con intención comparativa, en el Cuadro 1 se muestran los datos de tres procesos electorales a gobernador y congreso local, respecto a aspirantes registrados (aquellas personas que manifestaron su voluntad de acceder a una candidatura independiente y cumplieron con los requisitos formales) y candidatos, es decir, quienes posteriormente consiguieron los apoyos ciudadanos (firmas) requeridos por la ley.

Así, en 2015, 16 personas consiguieron el estatus de aspirantes a una candidatura independiente a gobernador y, de ellas, tres pudieron reunir las firmas de apoyo para convertirse en candidatos, 19% de los aspirantes. Dicha proporción (% de efectividad) se eleva a 37% en 2016, cuando hubo 27 aspirantes y 10 de ellos obtuvieron la candidatura.

¿Qué pasó en el proceso electoral recién concluido? En el Cuadro 1 se observa que los aspirantes crecieron de manera importante al registrarse 41, de los cuales solamente 10% llegaron a la boleta electoral en calidad de candidatos. En otras palabras, en este año, la conversión de aspirantes a candidatos a gobernador por la vía independiente es menor que en los años previos.

Respecto a las candidaturas para diputados locales, las tendencias son similares. De 2015 a 2016 hay un crecimiento en la cantidad de aspirantes que va de 208 a 242; y también lo hay en el porcentaje de efectividad para convertirse en candidatos (14% en 2015 y 40% en 2016). Asimismo, en 2018 el número de aspirantes vuelve a crecer hasta llegar a 518 pero, al igual que en el caso de la elección a gobernador, la efectividad para conseguir una candidatura al congreso local sufre una disminución que la ubica en 28% (véase Gráfica 2).

Más aspirantes pero menos candidatos

Al observar con mayor detalle los datos de las candidaturas a gobernador (véase el Cuadro 2), podemos darnos cuenta de que en cuatro casos el porcentaje de efectividad es igual a cero, dado que ninguno de los aspirantes logró la candidatura. Jalisco, Puebla, Veracruz y Yucatán presionan hacia abajo la tasa de efectividad, aunque no es el caso de Guanajuato, en donde también hay elección a gobernador pero no se presentaron aspirantes. El indicador mejora sensiblemente si promediamos los porcentajes de las entidades donde sí se otorgó alguna candidatura; en tal caso la efectividad es de 19%, es decir, la misma que en 2015.

En el caso de las entidades con elección a congreso local, solamente en el estado de Hidalgo no se presentaron manifestaciones de intención. En las otras 26 entidades en las que se renovará el Poder Legislativo estatal, el promedio fue de 20 aspirantes; destacan en ese sentido Jalisco y Nuevo León, con 66 y 63 aspirantes respectivamente (véase el Cuadro 3).

Esos picos no resultan extraños si recordamos que en 2015 se dio por primera vez el triunfo de un candidato independiente a diputado local (Pedro Kumamoto en Jalisco) y a gobernador (Jaime Rodríguez, “El Bronco”, en Nuevo León), impronta que parece haber influido en el boom de las “aspiraciones” a candidaturas independientes de este año. Ese golpe de efecto, sin embargo, no tiene la misma continuidad en la conversión de aspirantes a candidatos.

Mientras en Nuevo León la tasa de efectividad llega a 65%, en Jalisco alcanza sólo 26%. Independientemente de otros factores que intervienen en ese comportamiento diferenciado, es notable que (salvo el caso de Chiapas, donde se observa una tasa de efectividad de 43%), en las entidades donde también hay elección de gobernador dicho indicador está por debajo del promedio (35%): Jalisco (26%), Tabasco (23%), Guanajuato (22%), Morelos (20%), Veracruz (14%), Ciudad de México (14%), Yucatán (9%) y Puebla (0%).

 Si comparamos los dos grupos, aquellos estados donde hay elección de gobernador, incluido el jefe de gobierno de la Ciudad de México, con aquellos en los que no, el resultado confirma que en las entidades del primer grupo los aspirantes a una candidatura independiente tienen menos probabilidad de conseguirla. Por supuesto, queda la interrogante de por qué ocurre esa relación inversa.

Desde otra perspectiva, lo que hemos llamado tasa de efectividad en el intento de conseguir una candidatura independiente parece tener un comportamiento semejante, sin importar si la elección es federal o local. El Cuadro 4 concentra los datos de 2018 para los casos de senadores y diputados federales y gobernador y diputados locales. Una sencilla prueba de comparación entre los promedios de la efectividad en el proceso federal respecto al local permite sostener que la tasa de efectividad no está afectada por esa diferencia.

Con la descripción hecha hasta aquí, queda claro que en los procesos electorales de 2018 la tasa de efectividad para convertir una aspiración en una candidatura independiente es menor que en las experiencias de los años anteriores. ¿Cuáles son las razones para este comportamiento? En una exploración inicial cabría pensar que el umbral de apoyo ciudadano fijado por la legislación en cada entidad federativa es una de ellas, de tal manera que, a mayor porcentaje solicitado, menos posibilidad de conseguir la candidatura. Sin embargo, el análisis de los datos no permite confirmar esa relación.

En el caso particular de las candidaturas a los congresos locales, los apoyos requeridos tienen un rango que va del 2%, en la mayoría de las entidades, al 6% en el caso de Tabasco y, al cruzar ese dato con la tasa de efectividad que hemos estado utilizando, el coeficiente de correlación resulta insignificante. La Gráfica 3 muestra la dispersión de la nube en la relación entre apoyo requerido y porcentaje de efectividad.

La tecnología como apoyo de la democracia

Otra explicación posible tiene que ver con la intervención de la tecnología para vigilar la veracidad de los apoyos ciudadanos presentados por los aspirantes: la aplicación (app) desarrollada por el INE y utilizada para recoger el apoyo ciudadano parece haber sido un factor determinante para lograr que la mayoría de quienes llegaron a las boletas electorales lo hicieran cumpliendo adecuadamente con el requisito que en ese sentido determina la legislación.

Algunas de las ventajas del uso de la app fueron: a) certeza sobre la voluntad de la ciudadana o de ciudadano para brindar su apoyo, pues es necesario presentar una credencial para votar original; b) seguridad de datos personales, ya que la información recabada viajará encriptada a los servidores del INE y los auxiliares no tendrán acceso a los datos personales; c) reducción del tiempo requerido para recabar cada apoyo; d) transparencia y certeza para los aspirantes al poder monitorear su avance en tiempo real, eficacia en la captura al disminuir los errores humanos al momento de obtener los datos de quien expresa su apoyo; y e) mayor tiempo para ejercer la garantía de audiencia.

Esta herramienta pretendió combatir todos los intentos de burlar la ley al no presentar credenciales válidas para acreditar el apoyo, lo cual no fue tan preciso, ya que el INE acreditó trampas de los independientes al registrarlos. El uso de la app no tenía previsto que quienes pretendían aspirar a una candidatura presentaran credenciales duplicadas, simulaciones (como credenciales sin fotografía, con datos borrados o fotocopias) e incluso pretendieran registrar como apoyos válidos licencias para conducir. En el Cuadro 5 se detallan las inconsistencias detectadas por el INE para la elección presidencial.

Los resultados son alarmantes. El promedio de apoyos válidos entre estos tres aspirantes (Jaime Rodríguez, Armando Ríos y Margarita Zavala) es de 37%, es decir, el 63% de los apoyos presentados eran inválidos. Esta historia dio un giro en la revisión de los dictámenes de apoyos recibidos en sede jurisdiccional, donde en ponderación del principio pro persona se otorgó el registro a “El Bronco” (SUPJDC-0186/2018).

Cabe mencionar que la Sala Superior, al resolver el SUP-JDC -647/2018, precisó que las faltas en que incurrieron los aspirantes presidenciables deben ser consideradas como graves o especiales, por la afectación a los principios de certeza y legalidad del proceso electoral. Además, señaló que se debe pensar que dicha conducta implicó un ilícito que afectó directamente las bases de la regulación en materia de candidaturas independientes.

Al analizar el cotejo de los apoyos presentados respecto a los resultados obtenidos en las urnas, se debe contemplar que el candidato independiente presidencial obtuvo 348% respecto de los apoyos que presentó, es decir, 2 millones 961 mil 732 votos, frente a 849 mil 937 apoyos que se le otorgaron como válidos. De las siete candidaturas independientes al Senado, solamente dos no rebasaron el número de fi rmas que se les tuvieron por válidas (Guerrero tuvo 38% menos y Tlaxcala 74%), mientras que para diputados fueron 17 de 38 las que no alcanzaron a superar en votos el número de firmas que presentaron (45%).

La lucha permanente por la equidad

Una nota obligada en esta exploración de los datos es la que se refiere a la participación de las mujeres como candidatas independientes en el proceso electoral. Salta a la vista que, a pesar de los esfuerzos realizados para avanzar en la equidad de género, con relación a las candidaturas independientes seguimos lejos de conseguirlo. En todos los casos el porcentaje de candidaturas obtenidas por mujeres está muy lejos del 50%. He ahí un tema ineludible, de cara a cualquier evaluación sobre esta vía de participación política.

De candidatos independientes a representantes

Respecto a los resultados de la elección para las candidaturas independientes hay que decir sin titubeos que fue un desastre. En el Cuadro 7 se comparan los resultados de tres procesos electorales de gobernador y diputados locales, los mismos considerados en el Cuadro 1: uno concurrente con elección federal intermedia, uno que no es concurrente y el de 2018, concurrente con elección presidencial.

Aunque en 2015 no contamos con un alto número de candidatos, esos resultados permitían ver con optimismo el futuro de la vía independiente para alcanzar puestos de representación popular. Sin embargo, los procesos electorales del año siguiente dieron un primer revés a dicha expectativa. Muchos más aspirantes obtuvieron candidaturas independientes a gobernador o diputado local, aunque la tasa de éxito, es decir el porcentaje de triunfadores para dichos cargos, fue nula.

¿Por qué en 2016 no se replicó la ola de apoyo que el año anterior rompió el monopolio partidario de la representación política? La explicación puede girar en torno a que ese año los partidos políticos lograron arrebatar a los candidatos independientes la bandera de la lucha contra la corrupción, al menos temporalmente. Los partidos se acusaron entre sí de tener vínculos con grupos delincuenciales y de enriquecimiento ilícito, reivindicando su propósito de combatir las prácticas ilegales en el ejercicio del poder público. Así, los casos de Chihuahua y Veracruz fueron utilizados para ganar apoyo partidario, de tal manera que los candidatos sin partido no lograron capitalizar un tema que antes les había dado buenos dividendos.

En todo caso, el proceso de 2017-2018, concurrente con la elección presidencial, ofreció una nueva oportunidad a las candidaturas independientes que llegaron a 204, si sumamos las de senadores, diputados federales, gobernadores y diputados locales concentradas en el Cuadro 4. Incluso, quienes encabezaron los casos exitosos en 2015 se presentaron nuevamente para tratar de obtener un nuevo puesto de elección popular: Jaime Rodríguez como candidato independiente a la Presidencia de la República y Pedro Kumamoto a senador, por la misma vía.

Ninguno de los 204 candidatos independientes mencionados en el párrafo anterior ganó la elección en 2018. Quizá la única candidatura que dio una batalla al quedar en tercer sitio fue precisamente la de Kumamoto, en Jalisco, que alcanzó el 21% de la votación. Todas las demás quedaron muy lejos de los punteros. Y en principio la explicación parece evidente: toda la energía social que las candidaturas independientes podrían haber conducido como expresión de protesta antipartidista, fue atraída por la cauda del fenómeno que constituyó Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial. Los independientes deberán esperar mejores tiempos. EP 

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