La comparsa verde o el fracaso del sistema de partidos en México. Entrevista con Juan Jesús Garza Onofre

Este País conversó con Juan Jesús Garza Onofre sobre el papel que juega el Partido Verde Ecologista de México en el nuevo escenario político nacional, y sobre su más reciente libro La mafia verde. Traición, política y escándalos del Partido Verde Ecologista (Ariel, 2023), escrito en coautoría con Paula Sofía Vásquez Sánchez.

Texto de & 01/08/24

Este País conversó con Juan Jesús Garza Onofre sobre el papel que juega el Partido Verde Ecologista de México en el nuevo escenario político nacional, y sobre su más reciente libro La mafia verde. Traición, política y escándalos del Partido Verde Ecologista (Ariel, 2023), escrito en coautoría con Paula Sofía Vásquez Sánchez.

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México atraviesa un momento político complejo tras el proceso electoral que se vivió hace un par de meses. La renuencia de Alito Moreno por abandonar la dirigencia del PRI, la pérdida del registro del PRD, las divisiones al interior de Movimiento Ciudadano, los planes para reformar el PAN, la propuesta de crear un nuevo partido del Frente Cívico Nacional, la disputa en Morena por su dirigencia y la consolidación del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) como fuerza política en el escenario nacional son algunos ejemplos de la reorganización que está teniendo lugar dentro de los partidos políticos. A lo anterior se suma el descrédito ya histórico de estas organizaciones, la falta de representatividad ciudadana y el patente alejamiento de la población. Tal pareciera que lo único que representan los partidos es la desigualdad, las triquiñuelas, el robo y los escándalos. 

Por ello, Este País conversó con Juan Jesús Garza Onofre sobre la historia y el papel que juega el Partido Verde Ecologista de México en este nuevo escenario político —aspectos que, en coautoría con Paula Sofía Vásquez Sánchez, aborda en su reciente libro La mafia verde. Traición, política y escándalos del Partido Verde Ecologista (Ariel, 2023).Cuando el libro se publicó, el Partido Verde era la cuarta fuerza política; hoy es la segunda. Sus votos son imprescindibles para lograr las reformas constitucionales propuestas por el actual presidente, hecho que lo coloca en una posición privilegiada de negociación y que con toda seguridad sabrá aprovechar para garantizar su futuro como organización política.

EP: Tu libro lleva por título La mafia verde. ¿Cuáles serían las características de una mafia? ¿Por qué el PVEM se podría considerar una?

Juan Jesús Garza Onofre (JJGO): Antes de responder qué se puede entender como una mafia dentro de un partido político, querría decir que, a mi consideración, el Partido Verde es el mejor ejemplo que caracteriza el fracaso del sistema de partidos en México. Cada uno tendrá sus particularidades: la desaparición del PRD, el tema de Alito Moreno en el PRI, los grupos de poder en el interior de Morena, la falta de representación en el PRI, etc., pero la tónica general es la falta de representación de las causas que dicen enarbolar. Tenemos un Partido del Trabajo, pero claramente al PT no le importan las causas laborales. O cuando Elba Esther Gordillo tuvo el partido de los profesores (Nueva Alianza), la educación no era una prioridad para ella. Lo mismo sucede con el Partido Verde: enarbola la bandera medioambientalista, pero lo cierto es que no es una organización medioambientalista. Esta agrupación política, una y otra vez, deja de lado los principios elementales que deberían caracterizar a cualquier agrupación democrática. Si tú decides participar en una democracia, debes de tener cierto decoro y respeto por las reglas del juego. Por eso lo empezamos a caracterizar como una mafia.

“Una mafia es un grupo ajeno a los poderes constituidos por el Estado, es un poder que existe como tal, un ‘metapoder’, un poder salvaje, un poder fáctico”

¿Qué es una mafia? Una mafia es un grupo ajeno a los poderes constituidos por el Estado, es un poder que existe como tal, un “metapoder”, un poder salvaje, un poder fáctico; es un grupo social que no se apega a las reglas del juego. Podrá gustarnos o no, o beneficiarnos o no. Y ahí empezamos a caracterizar a este partido como mafia. Por lo general, la palabra ‘mafia’ nos lleva a pensar en un “Vito Corleone” o en un “Toni Soprano”. Y hay mafias en el sentido clásico de la expresión cuyas acciones son preponderantemente ilícitas, pero no porque sean ilícitas significa que no tengan una justificación, un anclaje o un soporte social. La gente misma puede apoyar a la mafia y defenderla. Entonces, la mafia es un grupo fáctico que no se apega a las reglas del juego, sino que quiere jugar con sus propias reglas y que está dispuesto a hacer lo que sea por cumplir sus objetivos y sus fines sin seguir los medios adecuados, válidos y legales en una democracia.

El Partido Verde se puede caracterizar como una mafia; yo no tengo la menor duda. Sistemáticamente ha operado como un partido que juega con sus propias reglas, mediante alianzas, sobrerrepresentación, chantaje, propuestas irrealizables, corrupción. El Partido de Verde va a jugar dentro del juego democrático, pero con sus propias reglas. No es un partido político normal, sino uno que está dispuesto a hacer lo que sea por la consecución de sus objetivos y sus fines.

EP: A lo largo de tu libro hay una serie de calificativos que se aplican a este partido: oportunistas, desleales, nepotistas, retóricos, simuladores, mercantilistas. Y ahora mencionas que de verde no tiene mucho. Sin embargo, es difícil no estar de acuerdo con las causas verdes, y por eso mismo, quizás, las han jugado como su carta más fuerte. ¿Qué decir de este “vaciamiento” de las ideologías?  ¿Significa actualmente algo el Partido Verde?

JJGO: El Partido Verde tuvo la fortuna de ser la primera organización política formal en México que hablara propiamente del tema medioambiental, en un momento en que nadie hablaba sobre ello; ahora hay mucha más consciencia ecológica. El Partido Verde se pone a discutir sobre el medio ambiente cuando las únicas preocupaciones eran el smog, la capa de ozono, cuando realmente los ecologistas eran los hippies y los trasnochados de los años 60. En ese sentido resulta un partido visionario pues se adelantó a la emergencia climática y al movimiento de conciencia ecológica de nuestros días. En la década de los 80 el Partido Verde ya traía esa bandera, porque su fundador, Jorge González, era una persona que venía del New Age, que tenía ideas hippies, pero con lana. Era parte de los que preconfiguraron un poco el movimiento de los Tuluminati y los “mirreyes”. Y se dieron cuenta de que la causa medioambiental nunca iba a tener mala fama. El Partido Verde se volvió, pues, un “marca” del medio ambiente. Es lo que hacen: construyen su marca sobre una causa social y saben explotar ese vaciamiento ideológico y convertirlo en un producto. Se presentan como un partido inofensivo, que podría pactar con la derecha, con la izquierda, con el centro, porque, a su decir, su causa es propiamente el medio ambiente. Sin embargo, que hoy en día tengan todavía ese “monopolio” del medio ambiente te habla propiamente del vaciamiento ideológico, de la ausencia de una verdadera agenda medioambiental de la izquierda, de la derecha y del centro.

Estoy convencido de que los verdaderos ambientalistas no votan por el Partido Verde. Es más, hemos presentado este libro en comunidades y en organizaciones que apoyan este tipo de causas. Claramente, el Partido Verde es su enemigo. Lo que están haciendo es tergiversar la causa medioambiental y utilizarla a conveniencia para presentarse como ecologistas: se pronuncian contra el aborto, contra los derechos de la comunidad sexual, ¡contra la vida misma!; están pidiendo la pena de muerte. Es delirante. Y creo que sí es una particularidad del sistema democrático en México. Es un partido que se dice verde, pero que apoya la pena de muerte, la castración química. Claramente estos tipos no tienen ningún estándar ideológico al cual puedan responder sus intenciones.

“Lo que están haciendo es tergiversar la causa medioambiental y utilizarla a conveniencia para presentarse como ecologistas: se pronuncian contra el aborto, contra los derechos de la comunidad sexual, ¡contra la vida misma!”

EP: ¿Cuáles son los orígenes del Partido Verde y cómo se ha transformado? Su logotipo ha cambiado; originalmente tenía dos serpientes emplumadas a modo de guirnaldas. ¿Podríamos traducir esta transformación formal de su emblema en transformaciones de fondo? ¿Qué con el tucán?

JJGO: Lo cierto es que han ido estilizando su imagen por una tendencia natural en el marketing. Han hecho su imagen más ligera, han quitado los elementos prehispánicos, etc. Pero ellos tienen bien claro que aquello que los identifica es ser el partido del tucán. En las asambleas, las botargas son tucanes. Antes liberaban pájaros, palomas y demás, cuando era bien visto eso. El cambio estético del Partido Verde creo que sí tiene una sintonía, por lo menos “de dientes para afuera”. Se presentaron como la opción joven, diferente. Me parece un caso interesante de marketing que incluso podría enseñarse en las escuelas. Pero el problema es que de estos tipos depende nuestra democracia. Yo no tendría ningún problema si los del Partido Verde estuvieran vendiendo popotes de metal, bolsas no desechables o cosas por el estilo. Sin embargo, el problema es que estos tipos se han convertido en una parte fundamental de Morena para lidiar con los principales cambios que se quieren hacer desde el poder sin ningún tipo de discusión parlamentaria. En ese sentido, los cambios de logotipo sí te hablan de que al final quieren presentar una cara distinta.

Pero el Verde no te va a dar una nota de primera plana con uno, dos, tres candidatos; de hecho, es probable que mucha gente no pueda nombrar un solo candidato del Partido Verde. Sin embargo, cuando empiezas a investigar, te das cuenta de que dentro del partido está el hijo de Julio Scherer, y hay gente de la familia de Salinas Pliego, pero es gente que no está en la primera plana. En la primera plana siguen enarbolando esa idea de que no hay un liderazgo. Pero al final sigue siendo un partido que desde ya hace algunos años depende de los liderazgos históricos, de los González y también de esos rostros que ahora emergen, como el de Manuel ‘El Güero’ Velasco o el de Bernardo de la Garza; esos tipos que no terminan por ser la primera persona que se pone al frente al momento de exigir responsabilidades. Más bien están buscando personas que no llamen la atención, personas que estén en segunda fila, para tener esa posibilidad de “mangonearlos” y también esa posibilidad de que no llamen tanto la atención, como el Alito, el Marco, el Palazuelos, ese tipo de figuras que ya aprendieron y hoy navegan más bien entre la irrelevancia.

EP: Estas cúpulas del partido se han creado a partir de relaciones familiares, de amistad, de favores políticos y económicos; sin embargo, quizá sea más difícil imaginarnos cómo es la base de votantes del Partido Verde. ¿Quiénes votan verde en México?

JJGO: Esa es una pregunta que nos hicimos al iniciar el libro. En resumidas cuentas, el Verde tiene una base clientelar muy establecida además de bastiones, los cuales históricamente habían sido Quintana Roo y Chiapas. Ahora también se suma San Luis Potosí. Son bastiones que se fueron construyendo a lo largo de los años, de manera inteligente, con empresariado, como el caso del Güero Velasco, que era nieto de un gran cacique. Han ido trabajando desde lo local. Yo diría que la prefiguración del votante del Verde se resume en estas dos ideas: en primer lugar, en una base clientelar totalmente paternalista en zonas marginadas, donde votar por el verde da exactamente lo mismo que votar por el tricolor, por el naranja, por el guinda; pero el Verde tiene una vocación asistencialista, con las mochilas, con propaganda, poniendo al artista de moda a hacer promoción. En segundo lugar, en estos bastiones donde —según las entrevistas que hicimos a gente de San Luis y de Chiapas— da igual la clase social, da igual la orientación ideológica. El Verde tiene cooptada una estructura como lo podría hacer cualquier otro partido político; lo que tuvo el Verde fue la posibilidad de encontrar un candidato como ‘El Güero’ Velasco, como Gallardo, es decir personajes locales que lo único que necesitaban eran el cascarón del Verde para, a partir de este, comenzar a hacer un trabajo político que se ha enraizado hasta tener esta mayoría hoy con Morena.

Ese es el votante del Verde: no es un votante sofisticado, no es un votante comprometido. Es una base que no crece propiamente más allá de ese 8, 9, o 10 %, pero esa base, bien distribuida, bien afinada, con un mapa, regla y calculadora en mano, puede generar estas mayorías que están por reflejarse en la nueva integración de la legislatura.

EP: El Partido Verde ha jugado como aliado de casi todos los partidos políticos: del PAN, del PRI, de Morena… Aunque es algo que todos los partidos políticos realizan, ¿qué tienen de malo las alianzas del Partido Verde?

JJGO: Las alianzas son perfectamente válidas, no es algo ilegal, pero en todo caso se podrían tachar de inmorales. Recuerdo que las primeras alianzas que me llamaron la atención fueron aquellas de PAN-PRD en Oaxaca con Gabino Cué; en ocasiones las alianzas son de corte pragmático. El problema es que, desde la ética política, el Verde surge como contraposición al PRI. Es decir, su enemigo histórico era el PRI. Llega el PAN; va de la mano con el PAN para sacar al PRI, lo cual parece perfectamente válido. Rompe con el PAN y en ocho años está con el PRI. Entonces, hay algo inmoral detrás de ello. Consigue lo que quiere con el PRI, y cuando el PRI está ya desahuciado, se va contra todo aquello que está con el PRI. Andrés Manuel López Obrador se queja mucho del PRIAN, de que fueron los que impulsaron las reformas neoliberales, el Pacto por México, la reforma energética y educativa. El Verde votó a favor de ellas. El Verde fue un aliado más en esas reformas. Y ahora el Verde está aliado con Morena y parece que esas alianzas ya no resultan solo de corte estratégico. Lo que estos tipos están buscando es el poder.

Creo que el Partido Verde como tal no va a dejar de existir, por lo menos a corto o mediano plazo. Ya tiene una base muy establecida y cada vez va construyendo más bastiones. Y a mí me queda claro que tarde o temprano va a traicionar a Morena. No hay forma de que no lo haga. Y eso me da gusto, para que sepan con quién están sentados. Que no están sentados con los evangélicos, que no están sentados con el PT. Están sentados con tipos que han traicionado absolutamente a todos los partidos políticos con los que han hecho alianza. ¿Por qué? Porque a eso juegan, y más ahora que están tan crecidos. Quizá en algunos años, cuando escribamos la segunda parte de esta historia, de esta renovada vida del Partido Verde, tal vez habría que preguntarse si de verdad valió la pena aliarse con ellos. Es decir, ¿de verdad vale la pena —aunque sean insignificantes, aunque Mario Delgado diga que el Partido Verde no le impone agenda alguna— quemar esta legitimidad popular o esta nueva transición de régimen en aras de construir una alianza con quienes traicionaron al PRI, al PAN y a la causa medioambiental?

Yo creo que esto también habla mucho de quienes firman una alianza con el Verde. Son partidos políticos haciendo lo mismo de siempre; no es que sean diferentes. Lo que quieren es tener más poder y organizar un estado conforme a sus propios ideales, no conforme a ideales plurales, de negociación, de puntos medios. No. Todo se reduce a tener el poder y aprovecharlo lo más que se pueda.

EP: El Partido Verde ha estado rodeado de una cantidad de escándalos impresionante. En este libro, junto con Paula Sofía Vázquez Sánchez, analizas varios de ellos; por ejemplo, la creación de hoteles en zonas protegidas de Cancún, el caso Galina Chankova, la entrega de dinero a Pío López Obrador, la compra de influencias, etc. ¿El Partido Verde es inmune a los escándalos? ¿Es inmune a las multas millonarias del INE? ¿Cómo explicar que no haya consecuencias y que hoy no solo mantenga el registro como partido, sino que sea la segunda fuerza política del país?

JJGO: Creo que hay una respuesta general y otra particular. En lo general, desde hace tiempo no veo algo que realmente pueda indignar a la ciudadanía. Es decir, nada puede generar que el pueblo salga a la calle, que la gente realmente se sienta indignada. Yo creo que es un momento coyuntural e histórico que involucra globalización, populismo, medios de comunicación, una transición hacia un esquema centralizado, donde la ciudadanía hoy duda incluso de la veracidad de una noticia. Por ello la indignación no genera movilización. Y en lo particular, aun con todo este ramillete de escándalos, por más burdo, grosero e incluso perverso que sea lo cometido, el Partido Verde no pierde votantes por dichos escándalos.

Me parece que la base de votantes sigue siendo la misma, y por eso el escándalo no los va a tumbar, porque ese 8 % es una parte de la población o del electorado que, por un lado, se gana a través del asistencialismo —con los vales, los programas, las mochilas, etc.—, y, por el otro, a través de corrupción y de favores. Incluso si hay un escándalo importante se apaga con dinero. Eso fue lo que pasó con “El Niño Verde”. Lo tienen en un video agarrando billetes y lo pagaron. Me parece que la memoria es frágil. No creo que vaya a ser un escándalo de corrupción o de otra naturaleza lo que mate al Partido Verde.

Lo que sí creo es que sistemáticamente se han saltado las reglas al jugar esta especie de mafia en democracia, y la gente puede caer en ese juego. La gente puede caer y los puede apoyar y votar. Pero se supone que para eso está el árbitro. O sea, ya se sabía que tarde o temprano en la veda electoral iban a salir influencers apoyando al Verde. Lo sabíamos todos, a pesar de la multa y de que le quitaron un año de publicidad oficial en radio y televisión. Pero esto tiene que venir de una vocación democrática de los árbitros electorales, la cual ni han tenido ni van a tener. Entonces, para quitarle el registro a estos tipos será muy difícil.

En verdad está sumamente arraigado el Partido Verde en nuestra democracia, con vínculos en los amarillos, en los rojos, en los azules y en los guindas; al final resulta más bien una comparsa. Es decir, el Partido Verde está todavía en el PRI, en el PAN, etc. —por ejemplo, Eruviel Ávila ahora está con el Verde. El Partido Verde está en todos los partidos. Entonces, no hay manera de que se extirpe tan fácil de la democracia. Esto es parte del fracaso del sistema de partidos. Nadie lo ha hecho tan bien como el Partido Verde. Ni siquiera Morena, porque Morena está en el foco, pero con estos números tarde o temprano van a empezar a pelearse al interior del partido. El Partido Verde no quiere, por lo menos en su cúpula, dominar todo el país, sino que quiere aliarse con los grandes, ser la bisagra, ser el inocente, ser el “chico bobo”. Pero eso ha hecho millonarias a varias personas durante varios años.

También creo que es culpa de la idea que teníamos de que el Partido Verde era parte de la “chiquillada”. Pero desde hace tiempo no es de la chiquillada: está sentado en la mesa grande y, en ese sentido, lo que termina por menospreciarlo es una combinación de factores que ya hemos mencionado: la causa medio ambiental, no tener rostros visibles, los escándalos, favores con grupos empresariales en el poder, etc.  Yo creo que todo eso constituye una estrategia política que no se había visto en democracia. Alguna vez a manera de broma hemos comentado que comenzamos a hacer esta investigación por mera curiosidad intelectual y al final terminamos con síndrome de Estocolmo. O sea, quedamos “son unos genios”, esto es una guía de marketing político mexicano.

EP: Si el Partido Verde da cuenta de las fallas del sistema electoral mexicano, ¿es posible resanar esas grietas o se necesita ir a los cimientos y construir algo nuevo?

JJGO: La construcción de algo nuevo, en términos políticos, es muy compleja; me parece que esta coyuntura es un buen ejemplo de que se construye algo nuevo, “todo nuevo”, pero para que nada cambie. Es decir, me parece que esa es un poco la intención de Morena con algunas reformas, en particular al Poder Judicial, pero la realidad es que de la noche a la mañana no va a cambiar la justicia en el país. Es más complejo y difícil. La reforma electoral de cada seis años y el paquete de reformas electorales que siempre se ponen sobre la mesa después de una elección se han ido refinando a base de prueba y error: “Algo funciona, déjalo así, no lo cambies, esto otro sí, esta también…”, y así va al sistema de partidos.

Con respecto al tema de las alianzas, dado que las promueven los propios partidos políticos, va a ser muy difícil que ellos mismos acepten que cambie hacia un esquema más transparente, o por lo menos hacia un esquema no tan burdo como lo del Partido Verde o como los diputados “tránsfugas”, o como el ejemplo de lo que hicieron ahora: mucha matemática, mucha estadística, y en los distritos en que tuvieran más electores iban uno y dos, o iban dos y uno; y a partir de ahí van haciendo un mapa que realmente les pueda favorecer de manera muy clara. Creo que ir resanando las grietas, a prueba y error, depende de los propios partidos políticos, pero eso no les conviene. ¿Por qué la reforma electoral nunca abarca a los partidos políticos? Porque no les conviene. Entonces, sobre eso de hacer algunas afinaciones tengo más dudas que certezas, o por lo menos en este sexenio parece imposible.

“[…] en contextos “democráticos” como el que tenemos, el mayor triunfo que podríamos tener ante el Partido Verde sería arrebatarle la bandera medioambiental.”

Y no digo que dentro de un partido político no existan buenos perfiles; he conocido un par de diputados del Verde que me parecen personas medianamente sensatas. Pero sí creo que, en contextos “democráticos” como el que tenemos, el mayor triunfo que podríamos tener ante el Partido Verde sería arrebatarle la bandera medioambiental. Yo creo que las ONG, los ambientalistas, la gente que literalmente se está jugando la vida para detener los proyectos ecocidas en el sureste del país si tienen que verbalizar que la alternativa no es votar por ellos, que la agenda medioambiental no la tiene el Partido Verde, que haber liberado a todos los gorilas y las jirafas de los circos no es un triunfo propiamente de este sistema de partidos; es un triunfo de muchas personas serias que hacen un trabajo por tener un mundo mejor.

Creo que para tener realmente un futuro democrático tenemos que hablar del medio ambiente. Para que realmente podamos seguir viendo quién se va a quedar con el poder y cuáles son las alianzas, la presidenta y los próximos gobernantes en turno tienen que hablar del medio ambiente, y el medio ambiente —tristemente para el Partido Verde y los políticos— transita por cuestiones científicas y por datos, no por retórica, por liberar animalitos o por poner como castigo castración para los violadores. Se necesitan proyectos medioambientales que realmente ayuden y beneficien a las comunidades, que respeten a los pueblos originarios, etc. Esa es para mí la refundación política.

Ojalá que mañana la derecha, la izquierda y el centro, o lo que sea, hablen del medioambiente como una prioridad y no desde una especie de negacionismo, como si, en México, la diversidad cultural y geográfica nos fuera a salvar del desastre climático. Es algo en lo que deberíamos estar de acuerdo todos, independientemente de quién sea tu líder o cuál sea tu afinidad ideológica.

EP: Si tuvieras que escribir un capítulo adicional, una adenda al libro, a propósito de lo que ha ocurrido este año, ¿de qué trataría ese apartado?

JJG: Me enfocaría más en el caso de San Luis Potosí. San Luis me parece un experimento político brutal: ahora que la esposa del gobernador va a ser senadora, que ganó como primera fuerza, que todo San Luis será verde, verde, verde… Me parece que la gran potencialidad que tendrá el Verde, además de ser mayoría con Morena, va a estar en estos estados en donde ciertos personajes empiezan a crecer y a tener poder dentro del partido. Me gustaría ver cómo va a acabar San Luis después de Gallardo, aunque la historia es obvia: con su esposa en el poder —me parece que es algo similar a lo intentó hacer Samuel con Mariana, aunque no lo logró—.

Entonces, me enfocaría en hacer un capítulo sobre San Luis y también un capítulo con los perfiles de los diputados que llegan al poder. Si le rascas un poquito, va a haber tela, va a haber historia, va a haber cola que les pisen. No llegan de manera inocente, no son simple y sencillamente Movimiento Ciudadano que ponen ahí a alguien de moda, a alguien bien intencionado. Lo digo porque he tenido alumnos que tiempo después los veo en las boletas de Movimiento Ciudadano, porque no tienen cuadros. O el típico “compa” que está militando en Morena y después lo ves en la lista y dices, bueno, era lo esperado. Los del Verde no son así; los del Verde si están ahí es por algo: la lana, el compadrazgo, el amiguismo, etc. La gente que está ahí no es casual.

Yo creo que la prefiguración de cómo iba a mantenerse el Partido Verde, cómo iba a gobernar con Morena, está en el libro, quizá de una manera no tan burda, quizá más discreta, por obvias razones. Es un libro de opinión y de divulgación política. Creo que es necesario que volteemos un poco hacia los perfiles locales, pues como hay algunos muy vistosos —como el Niño Verde, los de la Garza, el doctor Simi, etcétera—terminan invisibilizando este otro tipo de perfiles que al final son a quienes votan. EP

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