En este texto, Óscar Pérez-Laurrabaquio reflexiona sobre los 30 años de historia feminicida en México desde una perspectiva estadística.
La herencia feminicida de Ciudad Juárez
En este texto, Óscar Pérez-Laurrabaquio reflexiona sobre los 30 años de historia feminicida en México desde una perspectiva estadística.
Texto de Óscar Pérez-Laurrabaquio 06/09/23
En mayo de 1993, Gladys Janeth Fierro Vargas, de 12 años de edad, fue desaparecida al salir de la escuela en Ciudad Juárez, Chihuahua, y encontrada sin vida y con signos de violencia sexual en la Carretera Juárez-Porvenir, al sureste del centro de la ciudad. Dos años después, el cuerpo de Silvia Rivera Morales, de 17 años, apareció en la colonia Lote Bravo bajo condiciones físicas similares a las de Gladys Janeth: “Su seno derecho había sido cortado y el izquierdo”, reporta Diana Washington Valdez, “mordisqueado por dentadura humana”.1 Para 1996, el hallazgo de otras ocho víctimas en la zona desértica de Lomas de Poleo terminó de confirmar —paradójicamente cuanto el país abrazaba la globalización económica junto a Canadá y Estados Unidos— a Ciudad Juárez como el lugar más peligroso del mundo para ser mujer.
Con un definido perfil en la selección de estas niñas y mujeres jóvenes, las primeras “líneas de investigación” señalaron, debido a sus antecedentes de delitos sexuales en Estados Unidos, al egipcio Abdel Latif Sharif Sharif como principal responsable. Sin embargo, el encarcelamiento del supuesto asesino solitario no contuvo —como era de suponerse— el ciclo de muertes violentas de mujeres en la frontera norte, que, de acuerdo con algunos conteos de la prensa local, en 2003 superaba la cifra de 400 víctimas. Al cumplirse, oficialmente, 30 años del primer feminicidio en México, y para entender el promedio actual de un feminicidio cada 10.2 horas, conviene revisar, desde una perspectiva estadística: (uno) las primeras muestras de violencia feminicida en Ciudad Juárez; y (dos) la propagación de dicha problemática al resto del territorio nacional.
En su informe final Relación en orden cronológico de los homicidios de mujeres cometidos en el Municipio de Juárez, Chihuahua, de 1993 a 2005, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE) reportó el asesinato de 379 niñas y mujeres jóvenes —previa violencia sexual— en el municipio de Ciudad Juárez. Como consta en la Figura 1, 227 (60%) de estos “homicidios” ocurrieron durante la década de los 90 (en promedio, una víctima cada 13 días; y 1996 el año más letal), y 152 (40%) la primera década del siglo XXI (una víctima cada 12 días; y 2001 el año más letal). La mayoría de estas jovencitas, de acuerdo con la literatura testimonial de la época, eran estudiantes y trabajadoras de entre 15 y 25 años, de tez morena, complexión delgada, cabello largo y, generalmente, sin ningún poder económico en la sociedad chihuahuense.
A partir de 2007, la violencia letal juarense expande sus horizontes a otras latitudes del país. Con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de 1990 a 2022 transcurren tres grandes episodios que agrupan las defunciones de mujeres en México por homicidio (o posible feminicidio): (uno) de 1990-2006 existe un período de relativa estabilidad (23,965 víctimas; en promedio, cuatro al día); (dos) de 2007-2014 hay una primera etapa en el crecimiento de la violencia (17,364 víctimas; seis al día); y (tres) de 2015-2022 hay una segunda —y más pronunciada— etapa en el crecimiento de la violencia (28,030 víctimas; 10 al día) (Figura 2). La herencia feminicida de Ciudad Juárez, por tanto, hace su aparición a nivel nacional durante la llamada “Guerra contra el narcotráfico” del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
Con la tipicidad penal del feminicidio en 2012, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contabiliza, de enero de 2015 a junio de 2023, 6,908 feminicidios: 2,561 (37%) los últimos cuatro años del sexenio de Enrique Peña Nieto, y 4,347 (63%) los primeros cuatro años y siete meses del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (Figura 3, eje izquierdo). Al obtenerse las tasas de crecimiento de ambos períodos, Peña Nieto promedia un crecimiento anual del 26%, y López Obrador estabiliza la situación en alrededor del 6%. De igual forma, si se compara el “tiempo de ocurrencia de cada feminicidio” (Figura 3, eje derecho): Peña Nieto termina su mandato con un feminicidio cada 10 horas; mientras que López Obrador promedia, en 2023, un feminicidio cada 10.2 horas (disminución del 2%).
Tomando en cuenta la densidad poblacional del país, la tasa de feminicidios el último año del sexenio de Peña Nieto —incluyendo el mes de diciembre— era de 1.4 cada 100 mil mujeres, y con López Obrador aumenta, en 2022, un 14%; es decir: 1.6 feminicidios cada 100 mil mujeres. Por entidad federativa, el último año del peñanietismo 15 estados superaban el promedio mundial de 1.2 feminicidios cada 100 mil mujeres, y en el cuarto año del lopezobradorismo, dicha muestra asciende a 21 entidades: Colima (4.9) y Nuevo León (3.5) tienen los resultados más alarmantes. La violencia feminicida en México, finalmente, presenta dos regularidades estadísticas: la primera, que su evolución temporal los últimos años se ha estabilizado en máximos históricos; y la segunda, que geográficamente los asesinatos de mujeres siguen creciendo.
En su conocido libro Cosecha de Mujeres: El Safari Mexicano (2005), Diana Washington Valdez condena los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez (1993-2003) de la siguiente manera: “Sin una importante intervención internacional, una segunda década de muertes promete ser peor aún que la primera”.2 Con motivo del —lamentable— 30 aniversario del “primer” feminicidio en México, la situación actual es más preocupante de lo esperada: si en la década de los 90 una mujer era asesinada violentamente en Ciudad Juárez cada 13 días, en 2023 a nivel nacional ocurre un feminicidio cada 10.2 horas; dicho de otro modo: el país requiere alrededor de medio año para reproducir el terror sembrado en Ciudad Juárez durante más de una década. En este sentido, las premoniciones de Washington Valdez, aunque en el sentido correcto, resultan mesuradas —y hasta optimistas— en comparación con la terrible realidad que viven las mujeres en México. EP
- Washington Valdez, D. Cosecha de Mujeres: El Safari Mexicano, Peace at the border, 2005, p. 11. [↩]
- Ibid., 14. [↩]
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