Relación México – Estados Unidos: retos en seguridad y migración

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Replantear la presencia de México en el mundo, coordinada por Susana Chacón y Olga Pellicer.

Texto de 19/02/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Replantear la presencia de México en el mundo, coordinada por Susana Chacón y Olga Pellicer.

Tiempo de lectura: 12 minutos

La relación de México con Estados Unidos ha sido históricamente una relación de cooperación o conflicto en la que los momentos de cooperación han sido mucho más cortos. Este texto identifica desafíos y perspectivas de la pertenencia de México a la región de América del Norte y, en particular, en lo que atañe a su relación con los Estados Unidos. Se centra en la problemática de dos temas específicos de la agenda bilateral como lo son seguridad y migración. Dos de las principales preocupaciones para ambos países que, en estos últimos años, han visto un deterioro en la cooperación bilateral. En este texto se busca dibujar algunos elementos, retos y propuestas para replantear la inserción mexicana en la región en el corto y mediano plazo.

Contexto actual

La relación bilateral atraviesa por uno de los momentos más delicados y críticos de la historia. Los temas sustanciales de la frontera son dos: la seguridad y la migración. Prevalecen los bajos niveles de coordinación entre los gobiernos estatales lo cual dificulta la administración de la frontera. Funciona la coordinación para infraestructura para puertos. No hay avances en la agilización de flujos de personas y mercancías. Seguimos con los mismos esquemas del siglo pasado. En materia de seguridad prevalecen las medidas de control y contención; se ha dejado de lado el uso de la inteligencia bilateral que conlleve cooperación. Por otra parte, existe una presión creciente de actores políticos en Estados Unidos que propugnan por un mayor control fronterizo. Además, en materia migratoria, México se ha alineado a la política de contención de EE. UU. No es una política de administración de flujos. México se ha convertido en el rehén de las presiones de Estados Unidos, desde Trump y cuándo en noviembre del 2018 México cedió. La política de contención desde entonces no ha funcionado y el tema de los derechos de los migrantes se encuentra en su peor momento. La militarización de la frontera no resuelve tampoco nada.

Desde la perspectiva estadounidense existe una enorme desconfianza en los funcionarios mexicanos por lo que el nuevo gobierno deberá comenzar por restablecer lazos de confianza que permitan favorecer la cooperación bilateral que había prevalecido en sexenios anteriores al presente. La falta de institucionalidad, la falta de personal especializado, han ocasionado que el manejo de estos dos temas, seguridad y migración sea muy negativo y sin intereses claros por parte de México. Nos encontramos en un momento de incertidumbre y nuevas definiciones en el que es obligado dejar atrás los esquemas tradicionales sin olvidar subrayar que nuestra relación con el Norte no solo es algo permanente, sino que debemos repensarla con urgencia. Frente a la ruptura completa de la confianza en temas de seguridad, hay muchísimos indicadores como el que Estados Unidos decidió irse unilateralmente en la persecución de quienes están metidos en el cartel de Sinaloa y en la producción y distribución del fentanilo. No se limitan ya a la persecución de capos de la droga, sino que han procedido a capturas de funcionarios mexicanos como es el caso de Genaro García Luna y Salvador Cienfuegos. Ahora presionan directamente al presidente de la República y a su entorno más cercano de familiares y colaboradores. Claramente estos ejemplos reflejan toda una historia que viene de años atrás de situaciones en las que los estadounidenses han detectado el involucramiento de altísimos funcionarios del gobierno de México en el tema del narcotráfico y del crimen organizado. La detención del general Cienfuegos marcó a la relación bilateral en materia de seguridad. Con las elecciones en Estados Unidos, el tema de México se politiza. La crítica es que el gobierno de México no hace nada de ahí que ubican a los carteles de la droga en la lista de terrorismo, lo que ocasiona que ya no sea una o dos agencias, las involucradas en estos temas, sino que sean muchas más las que tengan posibilidad de actuar en contra de organizaciones mexicanas.

Seguridad en la relación México – Estados Unidos

Los temas pendientes y centrales sobre seguridad no han sido abordados sustancialmente:

1.- La laxa estrategia de seguridad del gobierno mexicano frente al crimen organizado,  la estrategia de “Abrazos no Balazos“ que en lugar de debilitarlo, lo ha fortalecido frente a los intereses del Estado, a los de la sociedad mexicanos y a los de la relación bilateral. Esto incluye el precio en vidas que se ha pagado y la ausencia de una estrategia conjunta para trabajar con base en criterios de colaboración común. La militarización que se vive en el país no ha permitido una colaboración con las agencias de inteligencia de Estados Unidos como es el caso de la DEA. De ahí que tengan que actuar unilateralmente sin colaborar con las instancias mexicanas. No existe seguridad fronteriza ni tampoco se han resuelto los niveles de violencia con una adecuada estrategia de seguridad pública.  

2.- Tráfico de armas, de personas, de estupefacientes. Aunque hay algunos avances, EU ha hecho caso omiso a los reclamos de México sobre la exportación legal e ilegal de armas ligeras y pesadas hacia México, con las cuales se cobran vidas de nacionales en nuestro país. No existe un mecanismo articulado y coherente por medio del cual el gobierno de Estados Unidos esté afrontando esta amenaza a la seguridad. Por otro lado las bandas del crimen organizado y los traficantes de personas además de los polleros, que forman parte del amplio círculo criminal que permite que el tráfico de armas ocurra, no han visto afectada su actividad. La política migratoria de México en contra de los peticionarios de asilo de Centroamérica, no ha sido funcional para detener las prácticas del tráfico de personas, las que se sabe se aplican desde la entrada misma de estos inmigrantes en la frontera sur. Con respecto al comercio ilícito de estupefacientes, existe un círculo perverso que tienen que ver con el consumo y la producción, dos dinámicas codependientes.

3.- La seguridad fronteriza es un tema ausente por el hecho mismo de que México no se ha atrevido a cuestionar el muro que, todos sabemos es una arma propagandística en el periodo electoral de EEUU y no una solución al problema. Asimismo, México no ha rebatido con firmeza que los migrantes mexicanos no son un problema para la seguridad fronteriza.

4.- La exportación y consumo del fentanilo se ha convertido en uno de los grandes problemas bilaterales dado el altísimo número de muertes en Estados Unidos. Cien mil personas tan sólo en 2023.

Para que exista una cooperación bilateral en materia de seguridad se requiere de los siguientes elementos que en este momento están ausentes en la relación de ambos países1:

1.- La Relación entre los Ejecutivos. Cómo se llevan y qué tanto hablan los presidentes es muy importante. Actualmente no contamos con buena relación.

2.- Conocer cuáles son las dependencias gubernamentales que participan en la generación de la agenda bilateral: ¿Qué tan bien definidas están las funciones y atribuciones de cada dependencia? ¿Cuál es la calidad y profesionalismo de los funcionarios? En el caso mexicano en este gobierno ha sido más importante la lealtad que el profesionalismo por lo que no se cuenta con especialistas en seguridad salvo el caso de los militares que tienen una visión limitada de la seguridad bilateral. Es importante conocer cuál es la experiencia y conocimiento sobre actores y los temas propios y por supuesto conocer también los de la contraparte.

3.- Saber con qué mecanismos se cuenta. ¿Cuáles son los esquemas formales entre los dos gobiernos para el diálogo, para la comunicación, para la operación y para la cooperación? Con anterioridad se tenían instrumentos como lo fueron ASPAN y la Iniciativa Mérida de cooperación bilateral que actualmente desaparecieron por lo que ha sido inexistente la cooperación.

4.- Cómo colaboran los gobiernos y actores fronterizos en la relación. Lo anterior implica un trabajo de coordinación continuo y permanente y mecanismos de coordinación continuos con los gobiernos estatales y con los gobiernos municipales. Para eso servían los mecanismos de enlace fronterizo que también dejaron de existir y habría que recuperarlos.

5.- ¿Cuál es la relación entre los congresos y la relación entre los congresos? Además, es necesario conocer qué es lo que los congresistas piensan de cómo los ejecutivos están manejando la relación con México. Esto llega a ser un termómetro de la calidad de la relación. En la actualidad no hay trabajo entre los congresistas de ambos países. Se tendría también que recuperar. 6. Conocer el papel de la opinión pública y de los medios de comunicación que siempre participan en la dinámica de la relación bilateral.

Propuestas sobre seguridad2

  • Fincar responsabilidades compartidas entre México y Estados Unidos en temas de tráfico de armas, drogas (en especial el fentanilo) y personas. Existe una corresponsabilidad en lo problemas e igualmente en sus soluciones
  • Fortalecer a las comunidades de ambos lados de la frontera
  • Institucionalizar la comunicación y la inteligencia bilateral en materia de seguridad. Coordinar y fortalecer el intercambio de información
  • Legalizar las drogas no sólo en E.E.U.U. sino también en México. Hacer propuestas bilaterales entre los estados del lado mexicano y estadounidense de la frontera.
  • Fortalecer los servicios de prevención de adicciones. Ver al problema como un tema de salud pública
  • Endurecer las medidas en contra del tráfico de armas
  • Retomar la idea de “Frontera del S.XXI” en la que se administren de manera bilateral todos los problemas: seguridad, infraestructura, comercio, migración, educación, entre otros
  • Fortalecer y construir más puentes y cruces fronterizos seguros
  • Desarrollar un enfoque integral y transversal en materia de seguridad
  • Fortalecer el Estado de derecho en México y reducir los niveles de corrupción e impunidad. Fortalecer el marco jurídico
  • Fortalecer los mecanismos para condenar el lavado de dinero y desmantelar las estructuras financieras del crimen organizado
  • Hacer propuestas bilaterales para promover el desarrollo en Centroamérica.
  • Invertir en infraestructura de transporte y energética para Centro América. Esto permitirá que dicha región se desarrolle y por ende que se reduzcan los flujos migratorios hacia el norte.
  • Lograr una consistencia conceptual de cómo se ven los temas de inteligencia y seguridad
  • Lograr una institucionalidad democrática: contar con agencias, esquemas y aparatos de inteligencia que sean democráticos, que no afecten la libertad del ciudadano y que sirvan para el bien de los ciudadanos.
  • Reducir la desarticulación institucional entre agencias de inteligencia
  • Lograr un federalismo funcional
  • Afinar tareas y actores: ¿a quién le toca hacer qué?
  • Contar con claridad en los objetivos
  • Lograr con la Inteligencia el anticipar situaciones
  • Acabar con el aislamiento internacional del aparato de inteligencia mexicano
  • Terminar con la precaria profesionalización
  • Invertir en Inteligencia y Seguridad y eliminar los recortes económicos
  • Evitar la politización de la inteligencia debido a la ausencia de una contrainteligencia de calidad
Migración y las políticas unilaterales: ¿qué sigue?3

Los flujos migratorios han cambiado en la frontera entre México y Estados Unidos. No son ya los que conocíamos años atrás, y el tema migratorio se puede ver desde muy diferentes perspectivas. El enfoque presentado a inicios del sexenio por parte de Alicia Bárcena, entonces secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, y del propio presidente Andrés Manuel López Obrador de atacar las causas profundas de la migración hoy ya no es suficiente. En la actualidad, ya no son necesariamente flujos migratorios por falta de oportunidades. Actualmente, lo primero que se debe conocer cuando se habla de crisis en la frontera, es definir de qué clase de crisis se habla en materia migratoria. Hay, entre las más importantes, tres tipos de crisis:

  1. Crisis migratoria por razones económicas, climáticas y en busca de una mejor vida. En este sentido, en el caso mexicano, la agencia encargada de regular los flujos es el Instituto Nacional de Migración que depende formalmente de la Secretaría de Gobernación.
  2. Crisis de refugiados. Esta es la que se está dando, en buena medida, pues cada vez más llega un número creciente de familias completas. En este caso, el marco legal que debe utilizarse no es la Ley de Migración, sino la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, y se tiene un mandato sobre el estatuto de refugiados que implica el principio de no devolución. La agencia encargada en este caso es la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).
  3. Una combinación de las dos anteriores, que dificulta el manejo ordenado de los flujos migratorios. El gran problema es cómo clasificar a los refugiados y cómo clasificar a los migrantes económicos o de otra naturaleza.

Para México, el fenómeno migratorio se ha convertido en un problema con una dimensión que no teníamos con anterioridad. Ahora tenemos la presencia de cubanos, venezolanos y haitianos que no venían años atrás. Se suman los centroamericanos, particularmente del Triángulo del Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) más Nicaragua. Además, crecen los números de sudamericanos de Ecuador y Perú, y los que vienen desde Brasil y Chile de otras nacionalidades y de personas de otras regiones del mundo. La migración mexicana ha crecido en estos últimos 5 años, llegando a ser la de mayor número de todos los países de Latinoamérica.

Urge establecer un nuevo diálogo bilateral, de manera tal que los estadounidenses acepten la magnitud del problema para México, en especial porque son migrantes que quieren ir a ese país y no quedarse en el nuestro. Se requiere de un diálogo bilateral en el que el gobierno estadounidense asuma su responsabilidad como país de llegada y reconozca las consecuencias negativas y los costos que se le han ocasionado a México. Esto no ha sucedido en las reuniones bilaterales del actual sexenio. Por el contrario, lo único que se maneja por parte del presidente Joseph R. Biden es que quiere tener una migración segura, y México sigue con su compromiso de contenerla. Hasta ahora no se han presentado los intereses mexicanos y se ha reaccionado exclusivamente a las iniciativas y a las políticas de Estados Unidos sin tener una posición propia. México sigue aceptando las condiciones impuestas con el programa Quédate en México, desde 2018, cuando López Obrador todavía era presidente electo, y el compromiso de contener por la fuerza a los migrantes en la frontera sur con Centroamérica, haciendo uso de la Guardia Nacional para este efecto. Ha aceptado recibir también a los migrantes deportados por parte de Estados Unidos.

En el caso de los migrantes cubanos, venezolanos y haitianos pareciera que hay un diálogo de sordos ya que, para Estados Unidos, se les debe de dar un trato preferencial, dado que no pueden regresar a sus países. El gobierno mexicano argumenta que la migración de estos países se debe a las sanciones en contra de los sus respectivos gobiernos. Al ser amigo de ellos, nunca va a reconocer que, en realidad, se debe a países con gobiernos y Estados fallidos. Sin duda, son gobiernos represores que no responden a las necesidades de sus poblaciones. El número de migrantes de estas tres nacionalidades que se quedan en México ha crecido cuando no contamos con las condiciones necesarias para darles asilo ni oportunidades de trabajo en nuestro país.

En el caso de la migración mexicana, parten de siete estados, pero el 80 % salen de Guerrero y Michoacán, en donde los niveles de violencia y de inseguridad, y el control por parte del crimen organizado de zonas importantes de estas localidades y territorios, tampoco son reconocidos por el gobierno mexicano. Esto implicaría aceptar que sus programas como Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo Futuro no funcionan. Tampoco es eficaz su política de seguridad. Sucede todo lo contrario, familias completas dejan sus lugares de origen por la violencia y la inseguridad para irse a la frontera y buscar asilo en Estados Unidos.

Por otra parte, la frontera México-Estados Unidos actualmente atrae a personas de más de cien diferentes nacionalidades, y normalmente cuando hay conflictos internacionales en diferentes partes del mundo, se sabe que más personas buscarán llegar a esta frontera, como es el caso de los palestinos, ucranianos e israelíes debido a los conflictos que existen en sus lugares de origen. Este es un gran reto para el sistema de asilo estadounidense que debe resolverlo. Sin duda, el sistema de asilo en Estados Unidos no funciona y en el Congreso no se ponen de acuerdo para tener una reforma y otra política. El gobierno de Biden ha tratado de hacer algunos arreglos, pero, en realidad, se limitan a tratar de instrumentar la petición de asilo antes de que salgan de sus países en lugar de hacerlo en la frontera, y, por otra parte, en tratar de disuadirlos de no salir de sus lugares de origen. Además, al tratar el tema como parte de la agenda de seguridad nacional y al militarizar la frontera, no resuelven el problema y, por el contrario, lo profundizan. Biden también ha establecido acuerdos bilaterales desde la reunión de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas de 2023, cxon varios países de la región con el fin de externalizar el control migratorio fronterizo con cada país y escuchar lo que les interesa y les preocupa a estos países. A partir del noviembre de 2024, estos acuerdos se mantendrán independientemente de quién gane la presidencia en Estados Unidos. Ante el cambio de gobierno continuarán tanto la política de Donald Trump como la de Biden: contención fronteriza y externalización de la frontera.

Dado que, en lo que resta del sexenio, la narrativa y las decisiones del presidente López Obrador no van a cambiar y se continuará con la inercia pasiva ejercida hasta la fecha en materia migratoria, la nueva presidencia mexicana deberá buscar la forma de incrementar los márgenes de negociación bilateral para el manejo del fenómeno migratorio.

Propuestas para el próximo gobierno

México cuenta con el personal y la experiencia necesaria para replantear un programa migratorio con todos sus aspectos. Para poder construir una agenda con visión de mediano y largo plazo en materia migratoria se requiere al menos lo siguiente:

  1. Aclarar y exponer los intereses mexicanos ante los actores estadounidenses correspondientes.
  2. Precisar y comprender qué acciones les corresponden a las agencias responsables del tema de migración, como el Instituto Nacional de Migración, la Secretaría de Gobernación, la de Relaciones Exteriores y la COMAR. Urge una conexión interinstitucional, y podría ser con la instauración de un gabinete de política exterior.
  3. Contar con un arreglo institucional para saber quiénes son las agencias involucradas de las diferentes secretarías de Estado, para atacar los diferentes aspectos migratorios y reconocer a las contrapartes estadounidenses tanto en el ámbito local como en el federal. Restaurar el diálogo y negociación con ellos.
  4. Entender en México el cambio de los flujos migratorios. Cada vez hay un mayor flujo de refugiados y no de migrantes económicos. El tratamiento para cada uno es distinto.
  5. Buscar reducir la externalización de los procesos migratorios, ya que ocasionarán problemas jurídicos a futuro y reducirán los márgenes de maniobra del gobierno mexicano.
  6. Buscar un acercamiento con las comunidades mexicanas en Estados Unidos, aceptando y respetando que la nación transterritorial existe y que al menos hay 30 millones de mexicanos en Estados Unidos que no solo mandan remesas, sino que tienen vínculos familiares e intereses específicos en sus localidades de origen.
  7. Cambiar la narrativa y caminar hacia el tema de movilidad humana y movilidad laboral, y no solo hablar de lo migratorio en el esquema de la política de seguridad nacional estadounidense.
  8. Urge una movilidad laboral regulada en la que los trabajadores mantengan su residencia en su país de origen, pero que, a la vez, tengan la posibilidad de ir y venir para poder aprovechas la oportunidad de la relocalización cercana (nearshoring). La Secretaría de Economía, la del Trabajo además de la de Relaciones Exteriores deben de construir una estrategia en este sentido.
  9. Negociar con Estados Unidos recursos sustanciales. México no ha recibido la ayuda de cooperación para manejar y contener el flujo de migrantes, ni para procesar todos los casos de solicitudes de asilo.
  10. Negociar la forma de terminar con la imposición de haber aceptado que Estados Unidos regrese a los migrantes a México una vez que ya entraron a territorio estadounidense. EP

  1.  Luis Herrera Lasso en Retos y Oportunidades de la Inteligencia en México, 2023 []
  2. Las siguientes propuestas se fundamentan en los documentos de trabajo del Proyecto del Centro Tepoztlán, México próspero, equitativo e incluyente: construyendo futuros, en parte del documento del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, COMEXI: México-Estados Unidos, Redefiniendo la relación para la prosperidad de Norteamérica, 2017, y en Sergio Alcocer, “The Anatomy of a Relationship: A collection of essays on the evolution of the US-Mexico cooperation on Border Management”, Mexico Institute, WWC, 2015. []
  3. Este apartado del texto fue publicado también por la autora en la Revista Este País en febrero 2023, en estepais.com []
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