Boca de lobo: OnlyFans vs San Andrés Manuel

Aníbal Santiago escribe sobre el culto —e incluso devoción— a la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, y sobre la insustancial respuesta política por parte de sus opositores.

Texto de 17/06/24

AMLO

Aníbal Santiago escribe sobre el culto —e incluso devoción— a la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, y sobre la insustancial respuesta política por parte de sus opositores.

Tiempo de lectura: 3 minutos

El pelo blanco, brillante y alisado. La sonrisa amplia, que más que un gesto bucal es un impulso del alma. Sus ojos, radiantes. Y los cachetes, esponjosos, rozagantes, de hombre feliz y bien nutrido. En la Sierra Norte de Puebla, a la que hace ocho meses visité por una investigación, la carita de Andrés Manuel brotaba aquí y allá: en la sala de un hogar, en la pared de una tiendita, bajo el timbre de una casa. “Holi, aquí esto-oy”, te decía con su alegre rostro picarón.

“[…] la carita de Andrés Manuel brotaba aquí y allá: en la sala de un hogar, en la pared de una tiendita, bajo el timbre de una casa.”

Esas fotos instaladas por la gente común, que brotaban por sorpresa como un fantasmita bueno, casi te hablaban. ¿Te gustaba Andrés Manuel? Aparecería para complacerte y decirte: “Amiga, amigo”. ¿No te gustaba? Aparecía para avisarte: “Mira, ellos sí me quieren”.

En negocios, casas, calles, ahí estaba el presidente, feliz, ocupando los espacios de su pueblo también feliz. ¿Aún hay pobreza? Sonreía feliz. ¿Sigue la violencia? Sonreía feliz. ¿La clínica de la comunidad es un espanto? Sonreía feliz. ¿La cosa está jodida? Mira él qué feliz está. Andrés es El Optimista: “todo va a estar bien”, consolaba a la gente para la que todo ha estado mal.

“Qué fanatismo”, censuraba para mis adentros sin pensar nada más cada vez que veía su imagen en la sierra poblana. Hasta que un día, en la casa de un campesino cafetalero de un pueblito llamado Filomeno Mata, vi aquella cara pegada a un muro, y abajo una veladora. En ese hogar mexicano no veneraban a San Judas, San Charbel o San Martín Caballero. Veneraban a su San Andrés. Y entonces hice al agricultor una pregunta inocente:

—¿Por qué lo quieren tanto?
—Jamás habíamos visto en manos ni siquiera de otra persona tanto dinero. Ahora cada mes lo vemos y en nuestras manos —respondió.

Claro que aún hay corrupción, abusos, negligencia. Eso la gente lo sabe o lo intuye. Pero eso —lo tenemos claro— siempre lo hubo (y en torrentes) con los dos partidos que nos gobernaron antes.

El santo Andrés Manuel es a veces (muchas) más eficiente que San Judas, al que el pueblo ruega salvarlo de un caso difícil; sin embargo, la única certeza de que intervendrá por él o ella es la fe. En cambio, el santo Andrés materializa el apoyo. Su auxilio tiene la solidez de la tarjeta de débito, la textura rugosa del billete, la formalidad de una cuenta de banco, y con esas tres cosas compras. Vas a la tienda y compras. MORENA me mira y me cuida.

Si antes la gente veía a un señor de corbata decir palabras vacías cada año frente a los diputados y prometer utopías, hoy la utopía llegó. Se llama Producción para el Bienestar, Jóvenes Construyendo el Futuro, Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. Dinero.

¿No te basta el dinero? Cada mañana te hablará desde su casa para darte orientación espiritual: “Sobran malos pero yo te voy a ayudar. Todo va a estar bien”.

Hoy por la mañana oí en la televisión al patriarca del PRI, el imperio caído del que ya solo quedan ruinas. La periodista Azucena Uresti le pidió a Alejandro Moreno una autocrítica tras las elecciones y el político le respondió que el PRI debía transformarse en “un partido más tecnológico, más digital”. Así lo dijo, con cara de persona importante. Esa enseñanza le deja su decadencia.

“[…] el PRI es incapaz de ver su nefasta y vieja sombra, de la que México huye…”

Andrés puede caminar en su rancho, confiar en Claudia, dormir tranquilo y seguir sonriendo en las entradas de las casas, las salas, las tienditas de barrio. Mientras el país es suyo, el PRI es incapaz de ver su nefasta y vieja sombra, de la que México huye, y hace una apuesta hilarante para el glorioso retorno de su imperio: más TikTok, Instagram, Face, o quizá unos buenos OnlyFans. EP

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