Boca de lobo: La justicia es un cachito de lotería

En este texto, Aníbal Santiago reflexiona sobre algunas medidas que tiene que adoptar la oposición política si busca ser tomada en cuenta y erigirse como una verdadera opción de cambio en el país.

Texto de 21/10/24

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En este texto, Aníbal Santiago reflexiona sobre algunas medidas que tiene que adoptar la oposición política si busca ser tomada en cuenta y erigirse como una verdadera opción de cambio en el país.

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Los mexicanos prendíamos la tele la noche del domingo para ver una ceremonia colorida, algo chusca, pero que podía definir tu destino, la suerte para ti y tu familia el resto de la vida: desde la Lotería Nacional, disfrazados de rojo y con unos sombreros de Willy Wonka casi tres veces más grandes que sus cabezas, varios niños sacaban las bolillas de unas tómbolas e iban canturreando los números ganadores de premios menores. Y al rato llegaba el clímax esa noche de (pongamos) 1983: “¡Premio mayor, premio mayor!”, exclamaban a todo pulmón los niños gritones, y la sangre burbujeaba ansiosa en tus manos que sostenían el cachito de lotería.

“[…] la justicia de un país, definida con la injusticia del azar…”

Lástima, el número 965878 no era el tuyo. Apagabas la tele pues tu vida sería la misma: levántate 6 a. m. y toma el pesero hacia la chamba. No ibas a poder comprar una casa en Key Biscayne para gozar tu mañana de lunes bebiendo juguito de naranja con champaña frente al mar en una bata blanca 100 % algodón.

El colofón del sorteo, triste para todos menos para algún ganón en quién sabe dónde, era, sin embargo, menos triste que lo que acabamos de ver. Legisladoras convertidas en niñas gritonas (Lizeth Sánchez, Jasmine Bugarín, Verónica Camino y Julieta Ramírez), responsables de sacar las bolitas y anunciar las 850 plazas del Poder Judicial que se elegirán el año que viene en voto directo. No la posibilidad de una casa en Miami, sino la justicia de un país, definida con la injusticia del azar: no llegarán los mejores sino los suertudos, aunque éstos no tengan ni tres días de experiencia ni conocimiento. Tragicómico, pero sobre todo trágico. La Cámara Alta vuelta un salón de la Lotería Nacional donde se sorteó lo que será nuestro país.

¿Y quién tiene la culpa? Podríamos por enésima vez señalar al expresidente López Obrador, cuya voluntad era sagrada, y también sus ocurrencias. Si tenía una ocurrencia, se hacía. Y su ocurrencia para pulverizar a un Poder Judicial adverso fue establecer que su suerte emulara a la lotería, sin que el prestigio de l@s abogad@s anhelantes de ser jueces y magistrados tuviera relevancia alguna. Pero no nos confundamos, no es Andrés el culpable: el mundo está lleno de ocurrentes y sus voluntades no se concretan porque la realidad les dice “¡detente!”. La culpa de este Congreso vuelto Lotería Nacional es de la débil, apática, arrogante, ignorante, desorganizada e incluso boba oposición despreciada en las elecciones.

En todos estos días, si uno sintoniza a un personaje de la oposición oirá largos sollozos por el país que está tomando forma porque su grupo político, arruinado por la mayoría calificada de MORENA en la Cámara de Diputados y una abrumadora mayoría en el Senado, no tiene nada que hacer. Todo lo que quiera, MORENA lo hará. Todo. Si quieren cambiar el nombre al país y que se llame Papaya, es viable. Hoy como nunca la oposición mexicana es “testimonial”. O lo que es lo mismo, resignados y maniatados atestiguan el actuar de los legisladores guindas porque sus famélicos votos sirven de nada. ¿Una oposición con total minoría podría hacer algo pese a la depresión de la derrota? Poquito, pero quizá:

1) Crear modelos atractivos y eficientes de gobierno en estados y municipios que sí gobiernan para seducir a los futuros votantes. El problema es que están paralizados mentalmente, y la parálisis inhibe la razón y la creatividad.

2) Organizar a la gente que aún los respalda (casi 23 millones no votaron por MORENA) para ir creando movimientos sociales que sean contrapeso del poder del oficialismo. El problema es que no tienen idea cómo hacerlo: son incapaces de organizar un mitin de 50 personas.

3) Refundar su presencia en medios y redes sociales para volver protagónica su voz, sus ideas resuenen en la población y en ella se geste la idea de que fuera de MORENA existe la semilla de un nuevo país. Aquí el problema es que a nadie le interesa oír a una oposición sin un gramo de carisma e inteligencia que desde el 2 de junio se limita a lloriquear su oscuro destino.

La oposición es un adorno y para colmo está becada: durante años recibirá un muy buen sueldo a cambio de mirar lo que hacen los otros. Podrían irse de vacaciones seis años, y ni nos daríamos cuenta.

“La oposición es un adorno…”

El poder de las ocurrencias y las tómbolas no tiene rival. EP

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