En este texto, Andrés Garibay Tierradentro, a través de diversas voces, retrata al drag en México, desde sus inicios hasta la actualidad. #VisibleEnEstePaís🌈
Hoy soy Nina
En este texto, Andrés Garibay Tierradentro, a través de diversas voces, retrata al drag en México, desde sus inicios hasta la actualidad. #VisibleEnEstePaís🌈
Texto de Andrés Garibay Tierradentro 23/08/21
Nina muerde el empaque de Doritos, lo toma con deseo, lo acaricia y lo muestra a la cámara. Viste un body negro con dos hombreras en forma de olán que caen hasta la cintura y un amplio escote de malla con botones al frente que suben hasta el cuello. El outfit lo complementa con dos largos aretes y un collar de pedrería. En un close up sentimos su mirada enmarcada por una sombra plateada con gloss multicolor sobre varios tonos de azul; las tupidas pestañas realzan sus ojos claros debajo de un delineado de cejas perfecto. Nina se agacha hacia adelante y nos enseña su rubia cabellera; en fracciones de segundo, la levanta con sus dos manos y descubre su rostro. Alza el mentón y abre un poco la boca: ahora vemos sus labios gruesos en tono púrpura.
Estas tomas formaron parte del making of para la campaña de Doritos Rainbow en la que participó Nina de la Fuente en junio de 2019. Nina es el personaje drag creado por Vicente Arias, supervisor de diseño en PepsiCo México, quien además de haber sido portavoz de la marca, colaboró en el diseño de la imagen.
—Fue difícil, a pesar de que es una compañía sumamente aliada (casi, casi que rayando en lo “jotero”), me sentía vulnerable porque de cierta manera tuve que salir del clóset como profesionista y drag queen al mismo tiempo. Puse las reglas muy claras, les dije: “Sí voy a salir en el empaque, sí voy a grabar esto, pero no me hagas venir a la empresa en drag a dar una plática; esto es completamente aparte”.
Él forma parte de un grupo de diversidad en su empresa llamado EQUAL, los únicos que en ese momento conocían a Nina. Por eso, se sorprendió cuando al revelarlo a su jefa, ella emocionada le dijo: “Tú tienes que ser la imagen de esta iniciativa, tiene todo el sentido”. A Vicente —y en especial a Nina— le dieron un reconocimiento por los resultados de la campaña.
Para Vicente, el poder que tienen las marcas sobre la gente es muy fuerte. Aunque considera que en Latinoamérica las marcas se han quedado muy tibias a la hora de sumarse al tema de la diversidad sexual y de género.
—Estas campañas ayudan a desmitificar y a normalizar. Pero es algo gradual, no se puede lanzar una comunicación millonaria con 2 hombres o 2 mujeres besándose y consumiendo el producto; me gustaría que sucediera, pero ni México ni Latinoamérica están listos.
Roberto Cabral, actor, cabaretero e ícono de la cultura drag en México, está de acuerdo con este tipo de campañas que apoyan la normalización y visibilización de la diversidad. Sin embargo, se cuestiona la estética del drag que está siendo socialmente aceptada, bajo la cual un travesti podría no sentirse representado.
—El heteropatriarcado está dándonos las pautas, nos acepta, pero bajo ciertas características. Creemos que estamos en la inclusión, pero es un “yo te incluyo”.
Mucho “mujercito” para ti
Contemplo en mi computadora el perfil de Nina en el empaque de Doritos Rainbow, mientras trato de recordar a qué me supieron cuando los comí. Sin duda, un poco a chile y otro poco a pintura. En cambio, lo que sí me viene a la mente son aquellas portadas de la revista de nota roja Alarma! donde se exponían —y criminalizaban con encabezados como “Más ‘mujercitos’ en festines secretos de invertidos”, “¿Qué pasa? ¿Ya nadie quiere ser hombre?” y “El colmo de la degeneración de los sexos”— a travestis y mujeres trans, tras ser detenidas en redadas policiales en fiestas clandestinas.
Ernesto Reséndiz, escritor e investigador, cuenta que en esos años las personas homosexuales en México eran perseguidas, extorsionadas y encarceladas. Lo que motivó a que nacieran grupos de estudio y discusión sobre la defensa de sus derechos, como el que acogía la escritora Nancy Cárdenas en su casa, en los inicios de lo que se conoce como el Movimiento de Liberación Homosexual (MLH).
En 1975, se dio a conocer el primer manifiesto en favor de los derechos de los homosexuales en México, escrito por Luis González de Alba y firmado por intelectuales como Carlos Monsiváis, Juan Rulfo, José Revueltas, Elena Poniatowska y la misma Nancy. Este manifiesto se titulaba Contra la práctica del ciudadano como botín policiaco, en el cual se mencionaba: “Si ninguna aprehensión ilegal se justifica, mucho menos puede aceptarse la continuidad exacerbada de la práctica de encarcelar a quienes se supone —generalmente con fines de chantaje inmediato— una determinada opción sexual”.
De las casas se salió a las calles y de los textos se pasó a las consignas; colectivos como el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), el Grupo Lambda de Liberación Homosexual y el colectivo lésbico feminista OIKABETH, marcharon por primera vez en 1978, exigiendo un alto a la represión.
Sin embargo, desde los inicios del MLH hubo diversas posturas sobre el afeminamiento y las transgresiones de género en las personas homosexuales. El historiador Martin Humberto González destaca que “siempre se expresó como una tensión entre los sectores que querían mostrar un buen comportamiento y los que estaban más bien interesados en mostrar las transgresiones de género y otro tipo de transgresiones como una herramienta política”.
Vicente —o más bien Nina— se pone seria cuando afirma que “hay mucho joto heteronormado que piensa que nosotras no los representamos, y yo les digo: ‘¡wey, cállate, te representamos más que a nadie!’. En los disturbios en Stonewall las primeras en hacerla de pedo fueron las trans y las dragas. Si tú no te ves representado es que tú no estás abrazando la causa LGBT+ y tienes una homofobia internalizada”.
Durante casi tres décadas —entre 1963 y 1986—, la revista ilustró estas notas con fotografías donde las presentaba de frente a la cámara, de pie o sentadas, algunas con la pierna cruzada, portando vestidos y peinados de la época. Mirándonos fijamente —como Nina— sin perder el glamour. Susana Vargas, en su libro Mujercitos, menciona que “ellas aparecían posando sensualmente como un acto de subversión y resistencia ante la violencia de la que eran sujetas; un verdadero acto de lucha ante una cobertura periodística que las humillaba”.
El informe sobre crímenes de odio de Letra S señala que en 2019 al menos 117 —pero puede ser más del doble— personas LGBT+ fueron asesinadas por motivos relacionados con su orientación sexual o identidad de género, un promedio de 10 por mes; 33% más que años anteriores, de los cuales más de la mitad fueron transfeminicidios. En la edición 2020 del mismo informe, y a pesar de la pandemia, se contabilizaron 79 crímenes de odio. El proyecto de investigación Transrespeto versus Transfobia en el Mundo publica que, entre 2008 y 2019, el 78% de los asesinatos de personas trans en el mundo se cometieron en América Latina.
Las locas y la Inquisición
“El somético (sodomita) paciente es abominable, nefando y detestable, digno de que hagan burla y se rían las gentes, y el hedor y fealdad de su pecado nefando no se puede sufrir, por el asco que da a los hombres; en todo se muestra mujeril o afeminado, en el andar o en el hablar, por todo lo cual merece ser quemado”. Este texto aparece en el libro Las locas, el sexo, los burdeles y otros ensayos (1972) escrito por Salvador Novo, en el que rescata pasajes de la Inquisición mexicana. Se menciona el caso de Juan Galindo de la Vega —mejor conocido como Cotita de la Encarnación— un mulato afeminado al que le gustaba travestirse, y que fue sentenciado a la hoguera en el quemadero de la justicia civil en 1657.
Roberto Cabral define al drag como “la exaltación completa de los elementos que socialmente le hemos dado a la construcción de género masculino y femenino. Artísticamente, en las dragas, más es más. Una draga tiene que estar transformándose constantemente no nada más en su vestir, sino en el escenario”. Sonríe cuando dice que para él Astrid Hadad es la primera drag queen mexicana. Él ubica los inicios del show drag en México con las Hermanas Vampiro —Daniel Vives (Supermana) y Oswaldo Calderón (Superperra)— en los noventa.
—Ellas tenían una estética drag muy definida. Evidenciaban el clasismo y la discriminación hacia los “pasivos” y las “jotitas” dentro de la población LGBT+.
Roberto —como las Hermanas Vampiro— vive el drag desde una perspectiva escénica con la finalidad de entretener, pero también de concientizar. Considera que el drag va más allá del travestismo: se construye un personaje que juega con las dos formas de expresar los géneros, de romperlas y de proponer algo nuevo. Se deben tener actitudes de espectáculo, manejar el humor y que te importe lo que está pasando.
—Si ya tienes un escenario y un micrófono en la mano, creo que es importante decir algo que valga la pena. Las personas que hacen drag tienen que transformarse primero ellas mismas; deben cuestionar su clasismo, racismo y machismo. Si sólo se quedan en la valoración de diva inalcanzable —tan discriminatoria—, pues está bien, pero no va a pasar nada. El drag es una transformación.
En 2009, se transmitió el primer episodio del programa de competencia RuPaul’s Drag Race que a la fecha suma 13 temporadas. Existen franquicias de la serie en Reino Unido, Canadá, España, Países Bajos, Chile y Tailandia. Roberto reconoce que RuPaul fue quien sacó al drag del antro y lo puso en las mesas de las familias y en las pantallas del mundo, pero también es crítico.
—Aunque hay riqueza, al final se sesga: es un concurso con parámetros que dan los jueces, es decir, las personas que creen que así debe ser el drag.
Fue en una de las fiestas de RuPaul’s Drag Race en Ciudad de México donde Nina de la Fuente se presentó ante la sociedad. Para un evento tan importante, Vicente —inexperto en ese momento en el arte de travestirse— se compró una peluca y unos tacones, se mandó a hacer un vestido y le pidió a un amigo que lo maquillara exageradamente.
—Al momento de verme al espejo, yo me sentía hermosa. Después de esa noche me quedé con ganas de volverlo a hacer. Aprendí a maquillarme sola y le seguí. Me “aperré”, Vicente suelta la frase y sonríe satisfecho.
¿Qué estaría haciendo Cotita de haberle tocado vivir en esta época? Estaría participando en un programa de competencia de drag o levantando la voz en algún show de cabaret, o seguiría marginada y criminalizada.
El show debe continuar
Con lágrimas, Nina de la Fuente —envuelta en un manto morado y usando un vestido abierto en encaje blanco— pudo sentir en carne propia el luto de su personaje —la Dolorosa— al haber sido la primera eliminada de la serie web mexicana La Más Draga en su segunda temporada. Parada frente a los jueces se despide con la voz entrecortada: “Dicen que cuando más segura te sientes es cuando a lo mejor te falta algo”. A lo que Astrid Hadad le responde: “No necesitas ganar premios para continuar y hacer lo que quieras en la vida, tienes la fuerza y el talento”.
—Quería mostrar a mi mamá que así como tengo una profesión —diseñador gráfico— que la sociedad acepta, también tengo esta otra parte que va más allá de vestirse de mujer; el drag es todo un arte.
Vicente recuerda que su doble salida del clóset —como gay y como drag queen— fue tormentosa, un proceso en el que tuvo que ir educando y sensibilizando en especial a su madre, quien le dijo que no lo quería ver así nunca. Los prejuicios alrededor del travestismo fueron los principales obstáculos, sumados a la confusión que se tiene entre ser una persona travesti, transgénero o transexual.
—Desde los medios se han creado estereotipos sobre lo que es una drag queen, una persona transexual o transgénero. Asociándolas siempre a la prostitución —y yo respeto a las trabajadoras sexuales, recalca Vicente— y a la drogadicción. Como comunidad drag queremos demostrar que esto es una industria y una disciplina.
La sobreexposición de la campaña y del programa contribuyó en gran medida a la aceptación de Nina en su familia. Ahora ella puede salir completamente vestida y arreglada, despedirse de su mamá y que le conteste: “te ves guapísima, que te vaya bien, cuídate”. Aunque el cruzar la puerta de su casa para tomar el Uber todavía le cuesta un poco.
—Al salir con tres pelucas en la cabeza, maquillaje súper exagerado, vestuario de lentejuelas y joyas por todos lados, obviamente causas ruido y, en la sociedad machista en la que vivimos, eres objeto de piropos y chiflidos.
Los chiflidos que recibe Nina vienen de los mismos vecinos que saludan a Vicente cuando está en ropa de oficina.
—No me siento ofendido, no he llegado a la confrontación porque entiendo que es parte de su idiosincrasia. No lo valido ni minimizo, sé que está mal que lo hagan, pero mejor no le tomo importancia.
Vicente, como muchas personas a causa de la pandemia por el coronavirus, tuvo que regresar a casa de sus padres al perder el ingreso que Nina le proporcionaba. Con el sueldo de diseñador, no podía costearse una vida independiente.
—La pandemia, como a todos, nos pasó a joder justo en el momento en que mejor nos estaba yendo. Con el cierre de bares y centros de espectáculos, las dragas, como todos los trabajadores del medio del entretenimiento, ya no podemos más. Estamos desesperadas. La comunidad es muy exigente: si no les das contenido, te olvidan, te rechazan y te rezagan. También es una lucha de nosotras por mantenernos vigentes.
Y esa lucha empezó para que reconocieran su trabajo. Al principio se dragueaban por diversión, no por fama ni por dinero. Conforme sus personajes crecieron y se dieron cuenta de que su presencia “levantaba” los eventos, exigieron un pago acorde al esfuerzo que les costaba vestirse, maquillarse y hacer show.
La 3T
Roberto Cabral recuerda que cuando se hizo draga, tuvo que derribar muchos prejuicios: su propia transfobia. Pensaba que siendo actor, nunca iba a vestirse de mujer, pero cuando lo hizo, se apropiaban de los insultos y la discriminación para desde ahí crear el espectáculo.
—En ese tiempo, aceptar que eras gay, “jotita”, afeminado, pasivo y travesti, estaba en la escala más baja, ni hablemos de las personas trans. Hay muchos estigmas dentro de la población LGBT+.
Para Roberto —y Roberta— es importante que las dragas se piensen más en comunidad, con objetivos compartidos y estableciendo lazos con las compañeras travestis y las mujeres trans. Sostiene que el colectivo trans debe tener más unidad, ayudar, por ejemplo, a que las mujeres trans tengan más opciones de trabajo.
Al preguntar a Vicente cómo prefiere que lo llame, me dice —desde el otro lado de la pantalla— que se identifica con cualquier pronombre. Su expresión de género puede fluir entre lo femenino y masculino. Lo que algunos teóricos llaman el espectro queer o no binario. Pero lanza una advertencia.
—Cuando estoy en drag, soy Nina; me “emputa” que me digan Vicente porque ya invertí cinco horas haciéndome Nina para que me salgan con un “quihubo, Chente”; o sea no, no lo hagan. EP
Este trabajo fue elaborado en el marco del Programa Prensa y Democracia (Prende), de especialización en Subversión Cultural y Narrativas Queer, de la Universidad Iberoamericana, con el apoyo del Proyecto de investigación “Narrativas, Periodismo y Regímenes discursivos de la Cultura”.
Fuentes orales
Vicente Arias / Nina de la Fuente. Diseñador gráfico y Drag queen.
Roberto Cabral / Roberta. Actor, cabaretero y Drag queen.
Ernesto Reséndiz. Escritor e investigador.
Martín Humberto González. Historiador
Fuentes documentales
Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, AC. (2019 y 2020) Muertes violentas por orientación sexual e identidad de género en México.
Vargas, Susana. (2014) Mujercitos. Editorial RM.
Novo, Salvador. (1979) Las locas, el sexo y los burdeles. Editorial Diana.
Transgender Europe (2019) Transrespeto versus Transfobia en el Mundo.
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