Miguel Bencomo, del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones, escribe sobre los resultados del proyecto de análisis de sustancias a varios años de su implementación. Este es el quinto texto de nuestro dossier mensual #HablemosDeDrogasEstePaís.
Primeros años del servicio de análisis de sustancias en la Ciudad de México
Miguel Bencomo, del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones, escribe sobre los resultados del proyecto de análisis de sustancias a varios años de su implementación. Este es el quinto texto de nuestro dossier mensual #HablemosDeDrogasEstePaís.
Texto de Miguel Bencomo Cruz 28/04/21
En los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió las sustancias psicoactivas (SPA) como compuestos que alteran las funciones del sistema nervioso central al ser administradas en el cuerpo. Además, como complemento a la descripción, la OMS agregó que son “aquellas sustancias, legales o ilegales, de relevancia para la política de drogas”. El complemento a la definición es fundamental, ya que se entiende al fenómeno desde el cultivo y fabricación de las sustancias, plantas o precursores; su distribución, venta y compra en el mercado negro, gris o legal; así como los efectos, riesgos y consecuencias de su uso. De esta manera, la definición ya no se enfoca únicamente en el último eslabón del espectro de este fenómeno multifactorial.
En México, se han comenzado a utilizar nuevos términos para hablar de este fenómeno. Poco a poco, entre los profesionales de la salud, se han sustituido palabras como drogadicto por persona usuaria de sustancias psicoactivas; se han eliminado otras como vicio, la cual estigmatiza el fenómeno y a las personas. Sin embargo, se necesita mucha difusión sobre la importancia de un lenguaje incluyente entre los habitantes para eliminar la discriminación, el estigma y la exclusión social de esta población.
Con base en lo anterior, podemos adentrarnos a describir brevemente qué es la reducción de daños asociados al uso de sustancias psicoactivas. La reducción de daños es el conjunto de políticas públicas, programas e intervenciones que tiene como finalidad mitigar las consecuencias negativas o no esperadas asociadas al consumo de SPA en las personas, su comunidad y su entorno. Los servicios de análisis de sustancias son una estrategia de reducción de daños que fomenta el autocuidado, el consumo responsable y garantiza los derechos humanos. Estos servicios ofrecen información confiable y objetiva a las personas sobre el contenido de las SPA que han decidido usar. Se brinda una breve consejería sobre las dinámicas de consumo que fomenten el autocuidado y el cuidado colectivo, por ejemplo, evitar la mezcla de SPA, detener el consumo cuando se identifiquen reacciones adversas o consumir siempre en compañía de alguien. De una forma amigable y profesional se comparte información sobre servicios de salud especializados en la atención de usos problemáticos. Por lo tanto, el servicio de análisis de sustancias no sólo tiene como objetivo identificar compuestos y adulterantes, sino que es una respuesta multidisciplinaria para dar una atención integral a las personas que deciden usar SPA en espacios de vida nocturna o previo a su consumo. De esta manera, se reducen eventos de intoxicación o sobredosis, visitas a servicios de urgencias médicas o daños irreversibles a la salud.
En 2014, Energy Control —el servicio de análisis de sustancias más importante de España con más de 25 años de experiencia en el tema— capacitó a un equipo de trabajo formado por tres organizaciones de la sociedad civil (OSC) en los fundamentos y técnicas de análisis de sustancias. En 2015, Cupihd, Espolea y ReverdeSer Colectivo fueron las OSC que firmaron un convenio con el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones y la Comisión de Derechos Humanos, dependencias de la Ciudad de México, para formalizar el inicio de operaciones del primer servicio de análisis de sustancias: Programa de Análisis de Sustancias (PAS). El PAS implementó su servicio de análisis durante cinco años en más de 25 festivales dentro de la Ciudad de México y en sus alrededores. La intervención consistía en realizar una consejería que abarcaba cerca de 23 SPA con sus respectivos dípticos informativos; junto con ello, se tomaba una muestra de la sustancia a analizar y su proceso de análisis a través de cuatro técnicas. Por último, se entregaban los resultados del análisis junto con una serie de estrategias de reducción de daños asociados a la SPA esperada y a la sustancia encontrada.
En enero de este 2021 se publicó el informe de resultados de los cinco años de implementación del PAS. En dicho documento, se describen los modelos de intervención que realizaba el Programa, sus técnicas de análisis y sus resultados. A continuación presento algunos resultados de esta iniciativa y enlazo el informe para quien quiera conocer más.
El PAS analizó un total de 1585 SPA; en los primeros años se ve un aumento en la cantidad de SPA y, a su vez, refleja una aceptación de esta estrategia por parte de la población. Sin embargo, en los siguientes años hay una disminución en el número de análisis: en 2018 fueron 144 muestras y en el 2019 fueron 211. De las 1585 muestras analizadas se encontró que el 36.43 % era LSD, el 27.53 % MDMA y el 13.54 % metanfetamina. Asimismo, el 6.32 % de las muestras fueron Nuevas Sustancias Psicoactivas (NSP), es decir, compuestos que tienen efectos similares al LSD o MDMA (estimulante o psicodélico) pero que no están lo suficientemente documentados ni estudiados. Por lo tanto, es un dato importante ya que los riesgos de consumir estas sustancias aumentan si la que se espera es otra.
Por otra parte, el 11.8 % del total de las muestras analizadas no fueron identificadas y se registraron como desconocidas. Lo anterior es un dato muy relevante en este informe, ya que con las técnicas utilizadas por el PAS se identificaron más de 30 compuestos, de los cuales no se lograba determinar el contenido. Este resultado tiene dos interpretaciones: que las SPA analizadas no contenían nada; eran cristales, polvos o secantes adquiridos sin contenido. La segunda, que las muestras contenían NSP que no han sido caracterizadas, por lo que sus riesgos y posibles daños pueden ser mayores a las sustancias ‘tradicionales’.
En estos 5 años, el PAS analizó sustancias a 1407 personas, 67 % hombres y 33 % mujeres. De 20 a 29 años fue el mayor porcentaje de personas que hicieron uso del servicio, 62.6 % del total. Un dato muy importante es el porqué estas personas analizaron sus sustancias: el 65.25 % era porque les interesaba conocer el contenido de la sustancia y el 61 % era porque les interesaba su salud (las personas podían elegir más de una respuesta de las 13 disponibles). El informe presenta las muestras positivas; es decir, la sustancia encontrada en los análisis es la misma que la SPA que las personas esperaban encontrar. Este resultado mostró que el 66 % de las muestras fueron positivas. Esta información permite conocer el mercado y la “calidad” de las sustancias que se adquieren en la Ciudad de México y en sus alrededores.
Los servicios de análisis de sustancias sensibilizan a las personas que deciden usar SPA sobre los riesgos y posibles daños, y les dan las herramientas para un consumo consciente e informado. Sin embargo, también sirven para monitorear los mercados locales y regionales, identificando las sustancias con alta toxicidad y sus adulterantes; resulta, así, una respuesta integral que permite atender un problema de salud pública a nivel nacional y global. Por lo tanto, es de suma importancia dar visibilidad a los resultados de los servicios de análisis de sustancias como estrategia de reducción de daños y fomentar la creación de acciones interinstitucionales, donde participen organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil que estudien las sustancias en México y su región para difundir su contenido y prevenir a la población de los riesgos y posibles daños al consumirlas y para mejorar la calidad de vida de las personas que deciden usar sustancias psicoactivas, su comunidad y su entorno. EP
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