Todo el mundo se pregunta cómo es posible que un individuo tan ignorante, vulgar y deshonesto como Donald Trump haya podido alcanzar la presidencia de Estados Unidos, y, sin embargo, ahí está, creando un gran desorden en el ámbito interno de la administración y a nivel internacional. Igualmente, todo el mundo se pregunta cuál será […]
Voces de la migración: Escenarios alternos
Todo el mundo se pregunta cómo es posible que un individuo tan ignorante, vulgar y deshonesto como Donald Trump haya podido alcanzar la presidencia de Estados Unidos, y, sin embargo, ahí está, creando un gran desorden en el ámbito interno de la administración y a nivel internacional. Igualmente, todo el mundo se pregunta cuál será […]
Texto de Fernando Sepúlveda Amor 22/09/17
Todo el mundo se pregunta cómo es posible que un individuo tan ignorante, vulgar y deshonesto como Donald Trump haya podido alcanzar la presidencia de Estados Unidos, y, sin embargo, ahí está, creando un gran desorden en el ámbito interno de la administración y a nivel internacional. Igualmente, todo el mundo se pregunta cuál será el impacto de su presidencia en el orden nacional y mundial a partir de la agenda de campaña y de sus actos de gobierno en los primeros seis meses de mandato.
Para responder a la primera pregunta habrá que revisar en retrospectiva la información a la mano para explicar el sorpresivo triunfo de Trump, cuando todo parecía favorecer la elección de Hillary Clinton. En primer lugar es necesario destacar las debilidades que Hillary presentaba como candidata, aun antes de su selección para contender por el Partido Demócrata, así como los errores cometidos a lo largo de la contienda electoral.
Independientemente de la tendencia histórica de la alternancia en el poder de los partidos políticos en Estados Unidos, Clinton tenía de entrada en su contra la antipatía de vastos sectores de la población, que la asociaban con grupos de poder, con las élites financieras y otros intereses especiales, así como con ser sucesora de una dinastía política que mucha gente rechazaba. Por otra parte, fue una mala candidata y condujo una campaña sin mayor lustre. Su falta de instinto político lo demostró en el 2008 desde su primer intento a la presidencia en las primarias demócratas frente a Barack Obama. Sus intervenciones de campaña, producto de profundos y detallados análisis elaborados por expertos, carecían de una emoción y sentido humano que la conectara con el electorado.
Por el contrario, Trump captó acertadamente el sentir de amplios sectores del electorado en materia de inmigración, de la declinación de la imagen y el poderío de Estados Unidos, de la amenaza terrorista y la seguridad interna, del desempleo ocasionado por la globalización, del rechazo a la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Accesible (aca, por sus siglas en inglés, conocida también como Obamacare), del costo de las medidas de protección ambiental, de la mala opinión pública del gobierno federal y de las élites, y, además, supo canalizar los temores y las fobias del electorado en una energía negativa, unificando al mismo tiempo a grupos muy disímbolos.
Un análisis de los resultados de la elección de noviembre, conducido en el Cato Institute por Emily Ekins, revela la composición del electorado que votó por Trump, donde el 51% está integrado por republicanos tradicionales divididos entre conservadores (31%), sostenedores del mercado libre (25%) y republicanos liberales (5%); el 39% representado por votantes de otras tendencias políticas, identificados como ultranacionalistas, supremacistas blancos, nativistas y tradicionalistas (20%); así como un 9.2% de personas que en el 2012 votaron por Obama y que en el 2016 votaron por Trump.
Esta disección da una idea de cómo, a pesar de haber recibido Hillary Clinton más de 3 millones de votos en el voto popular, perdió, en el Colegio Electoral, estados que los demócratas daban por seguros dada la trayectoria en elecciones anteriores, tales como Michigan, Wisconsin, Ohio, Pensilvania y Virginia Occidental, en los que la población blanca trabajadora (blue collar) con estudios de secundaria a lo máximo votaba tradicionalmente por candidatos demócratas, y que en esta ocasión votaron por Trump.
Al responder la segunda pregunta con respecto al impacto de las medidas adoptadas por la administración de Trump al inicio de su gobierno y a los escenarios alternos que deriven de ellas, convendría analizar las políticas implantadas durante los primeros seis meses de su presidencia y las actuaciones del Congreso.
Habrá que destacar como característica central el caótico inicio de la presidencia de Donald Trump, caracterizado por el desorden, la inconsistencia, las intrigas palaciegas y la falta de coordinación al interior de la Casa Blanca y de ésta con el Congreso, lo que ha tenido como resultado la nula realización de la agenda del presidente y de los republicanos en los primeros 180 días de su mandato, a excepción de la confirmación del juez conservador Neil Gorsuch en la Corte Suprema de Justicia. Destaca la incapacidad de Trump y de las cámaras en manos de los republicanos para revocar y sustituir la aca después de que estos últimos ofrecieron abrogarla por siete años, y de que Trump ofreció sustituirla por otra mejor, que cubriría a más personas y a menor costo, así como el rechazo en las cortes de la orden ejecutiva emitida por éste sobre la prohibición de viaje a personas procedentes de seis países de población musulmana.
Por el contrario, la principal tarea de Trump ha consistido en desmantelar las acciones de gobierno emanadas de la administración de Obama, entre las que se encuentran: la cancelación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (tpp), el retiro del Acuerdo de París sobre el cambio climático, la modificación de las regulaciones financieras en Wall Street y las regulaciones sobre la operación de las empresas, las relativas a la protección ambiental y la de los consumidores, al igual que las relacionadas con la aplicación de las leyes de inmigración, para mencionar las más notables, así como otras en materia de educación, de energía, de vivienda y de justicia. Habrá que agregar, además, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), firmado en 1993. A final de cuentas los aparentes logros de Trump no han sido el hacer, sino el deshacer.
Existen corrientes de opinión que sostienen que Trump no va a terminar su mandato y que presentan varias teorías sobre su eventual salida, pero más vale reprimir el optimismo, pues desde antes de la elección se anticipaba su eliminación, y ya vimos que no resultó así. Analicemos los escenarios:
1. Destitución de Trump. La interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la eventual colusión de miembros de la campaña de Trump con operativos rusos han conducido a la designación del exdirector del fbi, Robert Mueller, como fiscal especial por el Departamento de Justicia, y a la integración de comités en el Senado y en la Cámara de Representantes para investigar estas interferencias, acciones que pudieran descubrir actos ilegales con graves consecuencias para Trump, y que derivarían en un juicio de destitución y en la ascensión de Pence a la presidencia.
2. Renuncia de Trump. Este escenario pudiera resultar, como en el caso de Nixon en 1974, en la renuncia de Trump antes del inicio en el Congreso de un juicio de destitución. Pudiera ser, igualmente, en el caso de que su aprobación entre el electorado que lo apoya sea cada vez menor y los descalabros de su administración sean cada vez mayores, que aislado y acosado por todas partes decidiera renunciar ante la creciente oposición pública y la falta de apoyo del Partido Republicano, y que se le viera como un lastre político difícil de sostener y un peligro futuro para las elecciones presidenciales del 2020. Por supuesto, como es su costumbre, Trump renunciaría acusando al Congreso por su inactividad y por no haber aprobado sus promesas de campaña, y echándoles la culpa del fracaso de sus políticas a los demócratas, a los republicanos, a los medios de comunicación, al “Estado profundo”, al establishment y a los poderes transnacionales.
3. La presidencia de Trump de un solo periodo. Este escenario tiene buenas posibilidades de ocurrir dadas las circunstancias actuales de la política en Estados Unidos. Si bien es evidente que el Partido Republicano rechaza en el fondo la figura y las formas de Trump, hipócritamente lo apoya por así convenir a sus intereses y para adelantar su agenda. Un choque frontal con Trump reduciría enormemente sus posibilidades electorales en las elecciones intermedias y en las presidenciales en el 2020, por lo que está dispuesto al estira y afloja en el periodo, a los insultos y humillaciones, con miras a sustituirlo como candidato si así conviniera en el 2020.
4. Un conflicto armado mantiene a Trump en la presidencia. Una confrontación armada como resultado de las tensiones mundiales en el Medio Oriente, con Corea del Norte o en el mar de China haría más difícil la remoción de Trump durante el primer periodo, y entramos en territorio desconocido en cuanto a su reelección en el 2020 ante el temor institucional de la discontinuidad en la presidencia.
Resultaría complicado hacer una predicción a estas alturas de lo que pudiera suceder durante el mandato de Trump. Sin embargo, habrá que recordar que éste alcanzó la presidencia gracias al sistema electoral indirecto de Estados Unidos, pero que su base política, aunque muy vocal y activa, es minoritaria. De acuerdo con la empresa encuestadora Gallup, la aprobación de Trump entre el electorado general, que se ubicaba en el 46% antes de la elección, se ha venido reduciendo, y en agosto registra un nivel de aprobación del 34%. La aprobación de los votantes republicanos, aunque mayoritaria, igualmente se ha venido reduciendo al 79% de acuerdo con Gallup, y al 73.9% según Reuters. Este fenómeno no tiene precedente en el inicio de las presidencias de Estados Unidos y no es un buen augurio para Trump.
Los republicanos verían pérfidamente con gusto la caída de Trump y la colocación del vicepresidente Mike Pence en su lugar, con lo que habrían alcanzado la proeza de obtener la presidencia por medios indirectos, presidencia que no hubiesen podido lograr con la medianía de los precandidatos republicanos presentados en las elecciones primarias, y que sólo con la sorprendente elección de Donald Trump pudieron obtener. Pero Pence es un político limitado, con intereses y luces intelectuales reducidas, y con un electorado concentrado en la base conservadora republicana y en los evangelistas, lo que le resta el apoyo de los grupos externos que llevaron a Trump a convertirse en presidente, por lo que no habría que esperar mucho de él y de su paso por la presidencia, considerando además las divisiones y la inefectividad del Partido Republicano.
Habrá que esperar a ver qué sucede. No hay que albergar mucho optimismo. EstePaís
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