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Le títule de estx
columne es une muestre de le transformacién que sufriría le españole si le
poblacién adoptara le lenguaje incluyente, tante en le hable cotidiane comx en
le diccionarie de le Real Academie de le Lengüe.
Caricaturas aparte, cuando alguien se dirige a sus “amigues”
en redes sociales parece ignorar que las lenguas romances optaron por las
terminaciones masculinas neutras, en vez de unas eventuales femeninas, y no
adoptaron la –e como neutra. La razón estriba en que los adjetivos y pronombres
neutros (esto, eso, aquello, lo) se parecerían a los sustantivos masculinos por
tener una o final. Esta coincidencia gramatical que quizá podría obedecer,
convergentemente, a causas antropológicas o sociológicas explica en cierta
medida la creciente exigencia de un lenguaje “incluyente”.1 Éste
constituye, en apariencia, la segunda etapa de la corrección política que
adoptamos del mundo anglosajón.2 Haciendo abstracción de los giros
caribeños (“Oye, negro…”) e incluso de nuestro “Son de la Negra”, entre
nosotros ha cobrado fuerza el término afroamericanos, sin preocuparnos de que
no exista el de euroamericanos, que se justificaría más por ser británicos los
primeros inmigrantes en lo que hoy es Estados Unidos. Así, se han ido
imponiendo en México palabras neutras en reemplazo de las antiguas,
consideradas discriminatorias: invidente (ciego);3 débil visual
(miope o tuerto); con capacidades diferentes (inválido, manco, cojo); adulto
mayor, de la tercera edad o “en plenitud” (¡?) para viejo, anciano; apiñonado
(moreno); llenito, o sea gordo.
Hace años, un presidente impuso el barroquismo de hablar de
los “chiquillos y chiquillas”. Todavía salta por aquí y por allá “los mexicanos
y las mexicanas”. Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua,
modificó así la máxima “el perro es el mejor amigo del hombre”: “la perra y el
perro son la mejor amiga y el mejor amigo de la mujer y del hombre, indistinta
pero no siempre respectivamente”.
El cambio de género en ocasiones trae consigo diferencias de
significado: un hombre astuto es un zorro; una zorra, en cambio, es una piruja,
también perra, frente al masculino perro, que connota firmeza en una
negociación.
Al contrastar los nombres del Sol y la Luna con otras
lenguas que también cuentan con género, resulta que en alemán y en árabe, el
primero es femenino y la segunda masculino: la luz de nuestro satélite no es
más que el reflejo pasivo del activo Astro Rey. En esta visión se soslaya que
la Tierra, las montañas y las estrellas “las sentimos” como femeninas, mientras
que el mar es masculino, excepto para marineros y poetas que le adjudican
femineidad. La cueva, la caverna y la gruta se relacionan evidentemente con la
placidez del vientre materno. Por el contrario, algunas armas punzocortantes:
el puñal, el machete, el cuchillo, simbolizan la agresión, la penetración
violenta; sin embargo, la espada, la lanza y la flecha frustrarían este intento de generalización.
La arroba se ha ido abriendo camino en la escritura digital.
Se piensa que es una conquista femenina el comenzar un mensaje con la fórmula:
“Estimad@s compañer@s”, pero de poco sirve este recurso discursivo al no
contribuir, sea por caso, a lograr la paridad salarial entre mujeres y hombres
que hacen el mismo trabajo.
Algunos idiomas no asignan género a los objetos. El inglés
es el ejemplo más emblemático. A un hispanohablante le puede parecer extraño
que exista una lengua en la que libro, casa o coche no sean ni masculinos ni
femeninos, sino neutros.
Algunas feminizaciones, como las de roles, son debatibles.
En principio, los terminados en –e se
aplican para ambos géneros, como estudiante
y paciente, pero ya son de uso común presidenta, jefa y clienta. Es
posible que el empleo de la terminación en –a
de esos sustantivos se deba más a la voluntad de subrayar la jerarquía que a un
planteamiento general. Por otra parte, han sido prácticamente desplazados del
habla diaria algunos femeninos (poetisa, alcaldesa), y se ha hecho prevalecer
el término masculino aplicado a mujeres. Todavía no surge un movimiento de
hombres que reivindique palabras como artisto,
floristo, pianisto. Vida, agua, tierra, lengua, habla, matemáticas son
palabras femeninas, ¿acaso hay muchos sustantivos masculinos más importantes en
nuestra existencia? EP
1 Habría argumentos a favor: si hay cien mujeres y un hombre
se dice “nosotros”, y no “nosotras”.
2 Un botón de muestra de esta influencia es que el
movimiento Me Too haya sido tropicalizado en Yo También.
3 A los “invidentes” españoles no les preocupan las
palabras: la próspera organización que ha manejado la lotería es la ONCE
(Organización Nacional de Ciegos Españoles).