Línea de bienestar: Con mejoras en los indicadores sociales, ¿se reducirá la pobreza?

En nuestro país, una parte muy grande de la población carece de los servicios necesarios para tener una vida digna. Se han logrado algunos avances pero el rezago es aún abrumador. Aquí, los datos más relevantes.

Texto de 23/03/16

En nuestro país, una parte muy grande de la población carece de los servicios necesarios para tener una vida digna. Se han logrado algunos avances pero el rezago es aún abrumador. Aquí, los datos más relevantes.

Tiempo de lectura: 9 minutos

Los nuevos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para 2015 muestran mejoras en un conjunto de indicadores sociales, especialmente en la infraestructura relacionada con los servicios de las viviendas y la afiliación a servicios de salud. También hay progresos en la escolaridad y el acceso a nuevas tecnologías. Esto es una buena noticia. Cada vez menos mexicanos carecen de electricidad, agua entubada en vivienda, drenaje y servicios sanitarios. También hay más computadoras, conexión a internet y teléfonos celulares en las viviendas.

El problema central siguen siendo los bajos ingresos de la población. Los datos disponibles no ofrecen buenas noticias. Aunque sí parece haber una muy ligera recuperación del ingreso respecto al valor de las canastas alimentaria y no alimentaria, esta es mínima; los ingresos de la población siguen siendo insuficientes.

Con estos datos (menos carencias y un leve repunte de ingresos) declarar un triunfo por una pequeña reducción de la pobreza es riesgoso y su utilización política puede ser muy grave. Para lograr una mejora sustancial se requiere la inclusión económica que posibilite el desarrollo productivo y la inserción laboral con ingresos suficientes para quienes todavía viven en pobreza por bajas retribuciones.

El objetivo de este artículo es presentar los datos más relevantes de la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI y reconocer los avances en algunos indicadores de carencia social (ver la Gráfica 1). Dicha encuesta es muy importante porque es la nueva modalidad de información que ha sustituido al Conteo de Población que se realizaba cada 10 años (en años terminados en “5”, como 1995 y 2005). Ahora la Encuesta Intercensal sustituye al Conteo.

1. Población

Entre 2010 y 2015, la población creció 6.4% para un total de 119 millones 530 mil mexicanos, según la Encuesta Intercensal 2015. La relación de hombres y mujeres es de 94.4, es decir que por cada 100 mujeres hay 94 hombres en el país. La edad mediana para 2015 fue de 27 años.

El bono demográfico representa un gran reto y un área de oportunidad para México en estos próximos años. En 2015 la mayor parte de la población se encontraba en edad de trabajar. La tasa de dependencia se redujo casi 10 puntos porcentuales al pasar de 62.3 en 2010 a 52.8 en 2015. Esto quiere decir que la población en edad de trabajar (15 a 60 años) creció en mayor proporción que las personas en edad de dependencia (menores de 15 y mayores de 60).

2. Afiliación a servicios de salud

La afiliación a servicios de salud ha mejorado pero no se ha logrado la meta de cobertura universal establecida en la reforma a la Ley General de Salud en 2003. Entre 2010 y 2015 se logró reducir de 38.0 a 20.6 millones el número de personas sin afiliación a servicios de salud, esto es, una disminución promedio de 3.4 millones de personas por año.

Este incremento en la afiliación se explica principalmente por la expansión del Seguro Popular. En 2010 tenía 26.2 millones de afiliados y para 2015 cubría a 49 millones de personas, es decir, un incremento de 86.9 por ciento. El resto de los servicios públicos de salud tuvo ligeros incrementos, por ejemplo: el del imss fue de un 8.8%, poco más que el aumento de la población. El issste se incrementó en un 5.1% y el resto de los servicios públicos de salud (Pemex, Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina) aumentaron en un 3.5% durante ese mismo periodo. Estos datos reflejan únicamente la afiliación; para ejercer el derecho a la salud también se debe considerar la calidad de los servicios que reciben los derechohabientes y usuarios. Asimismo, las cifras muestran que la falta de afiliación a la seguridad social sigue siendo la principal carencia de los habitantes y la razón de la permanencia de la informalidad en alrededor de la mitad de la población.

3. Vivienda

En los últimos años se ha destinado gran cantidad de recursos al mejoramiento de la vivienda. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) hay 12 programas del Gobierno federal enfocados a atender el derecho social a la vivienda. En conjunto estos tuvieron un presupuesto de 30 mil millones de pesos en 2014, y solo 8 de los 12 programas tienen reglas de operación.

A esta dispersión se suman 195 programas de gobiernos estatales, enlistados en el Inventario de Coneval para 2012, destinados al mejoramiento de la vivienda (techos, pisos, paredes). De estos, menos de la mitad cuenta con reglas de operación, mientras que el 52% restante no tiene reglamentación alguna. Además, 39% carece de información disponible sobre el presupuesto ejercido.

Las condiciones de las viviendas han mejorado. El número de casas particulares habitadas se incrementó en un 13.5%, al pasar de 28.1 millones en 2010 a 31.9 en 2015. El porcentaje de viviendas particulares habitadas que contaban con piso de tierra se redujo de 6.2% en 2010 a 3.6% en 2015. En números absolutos, aún había 1.1 millones de viviendas con piso de tierra en 2015 (contra 1.7 millones en 2010).

A nivel estatal la brecha es más notoria. Por un lado hay lugares como la Ciudad de México, Aguascalientes, Coahuila y Nuevo León donde el porcentaje de viviendas con esta carencia es menor al 1%, mientras que en otros estados más de 1 de cada 10 viviendas siguen contando con piso de tierra, como Guerrero (13.9%), Oaxaca (12.8%) y Chiapas (10.6%).

En 2010, el 2.1% de las viviendas particulares habitadas tenían paredes construidas con materiales precarios. Para 2015 bajó a 1.5%, esto es 478 mil casas que presentaban deficiencias en las paredes contra 591 mil en 2010.

En 2010, 2.5% de los hogares tenían techos de material precario, como materiales de desechos y láminas de cartón. Para 2015 esto apenas se redujo a 1.5%, es decir, 474 mil viviendas en esas condiciones (contra casi 704 mil en 2010).

A nivel local, aún existen entidades con porcentajes muy por encima de la media nacional, como es el caso de Guerrero, donde 6.03% de las viviendas tiene techos de desechos o láminas de cartón, o Puebla con 3.57 por ciento.

4. Servicios en la vivienda

Las principales mejoras se presentan en los servicios en la vivienda: agua entubada, drenaje y servicios sanitarios tuvieron incrementos importantes. El acceso a la energía eléctrica ronda el 100% desde 2005, mientras que el agua entubada en las viviendas tuvo una mejora importante con un aumento de 21.7%. Para 2015 ya había 30.2 millones de viviendas con este servicio, lo que representa el 94.6% del total. Es un crecimiento sustantivo respecto a 2010, cuando eran 24.2 millones de hogares, lo que equivale al 88% del total.

La conexión a drenaje también mejoró, pasando de 24.9 millones de viviendas en 2010 a 29.7 en 2015, un incremento de 19%. A nivel nacional 93.2% de los hogares cuenta ya con drenaje.

Los servicios sanitarios tuvieron un incremento de 26.7 millones de viviendas en 2010 a 31 millones en 2015; un aumento del 16%. En 2015 el 98% de los hogares contaba ya con ese servicio.

El acceso a la electricidad en las viviendas es el indicador que desde 2005 ronda el 100%. En 2015 el 98.7% de los hogares contaba con este servicio a nivel nacional. En 20 de las 32 entidades federativas la cifra es de 99%, ocho entidades tienen 98%, dos estados 97% y, finalmente, los que tienen el menor porcentaje son Chihuahua con 96% y Oaxaca con 95% del total de las viviendas.

5. Tecnología y acceso

a la información

Este indicador no está considerado en la medición de pobreza; sin embargo, es muy importante analizar su evolución, ya que constituye una herramienta indispensable para la educación, el trabajo y, en general, la información. Además, también presenta brechas que incrementan la desigualdad.

El acceso a internet en el hogar se incrementó 75.2% al pasar de 6 a 10.5 millones de viviendas entre 2010 y 2015; no obstante, apenas una de cada tres viviendas cuenta con esta facilidad (32.9%). Los estados que menos tienen internet en viviendas son Chiapas y Oaxaca, con 11.1 y 13.6%, respectivamente.

Por otro lado, hubo un incremento del 25% en las viviendas con computadora, al pasar de 8.2 a 10.4 millones de 2010 a 2015. Uno de cada tres hogares cuenta con computadora, lo cual es consistente con la conexión a internet. A diferencia de hace cinco años, ahora se puede decir que las computadoras en casa cuentan también con internet.

El cambio tecnológico en telefonía se refleja ya en los datos nacionales. El porcentaje de viviendas con telefonía fija se redujo de 43.2% en 2010 a 36.9% en 2015. Incluso se redujo en números absolutos: de 12.1 a 11.7 millones de hogares con teléfono fijo.

El acceso al teléfono celular es un caso opuesto, ya que tuvo un incremento de 18.3 a 25 millones de viviendas de 2010 a 2015. Ahora 78.6% de los hogares cuenta con al menos un teléfono celular (contra 65.1% en 2010).

6. Educación

El índice de alfabetismo pasó de 92 de cada 100 personas en 2010 a 93 de cada 100 en 2015, en gente de 15 años y más. Asimismo, la población sin estudios disminuyó a 5.8% en 2015 (contra 6.9% en 2010).

Entre los mayores de 15 años, poco más de la mitad cuenta con educacion básica (primaria y secundaria), esto es el 53.5%; poco más de uno de cada cinco cuenta con educación media superior (21.7%), y cerca de uno de cada cinco cuenta con educación superior (18.2%). En números absolutos, en 2015 había 18.8 millones de personas mayores de 15 años con educación media superior y 16.1 con educación superior. El incremento en ambos niveles educativos es mayor a 3 millones de personas en cada nivel.

7. Alimentación

La Encuesta Intercensal 2015 muestra que en el 6.46% de los hogares donde viven menores de 18 años, uno de estos dejó de comer todo el día, y en 6.42% algún menor se fue a dormir con hambre. En el caso de los adultos, en 10.10% de los hogares algún adulto se quedó sin comer todo el día. No existen datos de comparación con el Censo 2010.

8. Ocupación, remuneración y empleo

Según datos de la Encuesta Intercensal 2015, la población mayor de 12 años que trabaja o que busca empleo, es decir, la Población Económicamente Activa (pea), tuvo un incremento de 5.1% en 2015 en comparación con 2010. Esto es poco menos del aumento total de la población. En 2015 la pea fue de 46.9 millones de personas y representó el 50.3% de la población total del país, mientras que en 2010 era de 44.7 millones de personas y representaba el 52.6% del total. La tasa de ocupación en ambos años es muy similar: 95.9% en 2015 y 95.5% en 2010.

¿Cómo han evolucionado los ingresos de los trabajadores entre 2010 y 2015? La Encuesta Intercensal no permite conocer esta información, por lo que usaremos los datos de otra encuesta del INEGI que es muy sólida y cuenta con cifras trimestrales desde hace más de 10 años. Como se puede observar en la Gráfica 2, la composición de los ingresos que perciben los trabajadores en el mercado laboral no ha modificado su estructura en cinco años. La cantidad de personas que percibe hasta un salario mínimo representa casi el 14% de la población ocupada en 2010 y 2015. El grupo de personas que se ubica en el rango de uno hasta dos salarios mínimos es el más grande, y en él se concentran uno de cada cuatro trabajadores.

9. El riesgo de declarar un triunfo y el horizonte

frente a la pobreza

El factor central de la pobreza en México son los ingresos. En el plano de las carencias sociales, la principal causa es la falta de seguridad social, que se relaciona directamente con el acceso efectivo a servicios de salud.

Hemos visto las mejoras entre 2010 y 2015 en algunos de los indicadores sociales que se usan en la medición de la pobreza. También la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe) muestra un ligero repunte en los ingresos de la poblacion entre 2014 y 2015 que, aunque es mínimo, puede tener un impacto en la incidencia de la pobreza. Este aumento se refleja en el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza, también generado por el Coneval, y el cual funciona como predictor y mecanismo para un seguimiento más constante de la evolución de la pobreza.

Para confirmar esa posibilidad, habrá que esperar a conocer los nuevos datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2015 (enigh), con la que el Coneval presentará información reciente sobre la pobreza a nivel nacional y en las entidades federativas. Esta nueva enigh es una sorpresa dado que había sido siempre bianual. Por ello la Ley General de Desarrollo Social fija esa periodicidad para la medición de la pobreza en los estados y a nivel nacional, utilizada por dicha encuesta como base. Así había venido sucediendo desde la creación del Coneval en 2006.

“Echar las campanas al vuelo” por estas mejoras relativas sería algo de alto riesgo, especialmente por la precariedad del ingreso, la informalidad de las condiciones laborales y la carencia “dura” de seguridad social para la mayoría de la población.

La conjunción entre la mejora relativa de las carencias y de los ingresos permitió predecir una posible reducción de la pobreza entre 2014 y 2015, lo cual explicaría la motivación política para realizar la enigh 2015 que rompió con su periodicidad bianual.

En Acción Ciudadana Frente a la Pobreza luchamos por un país donde todos los habitantes tengan un ingreso suficiente para adquirir los alimentos básicos (esto es, superior al costo de la canasta alimentaria); un país sin pobreza extrema. También buscamos que la gran mayoría de la población —y muy en especial toda la que trabaja— cuente con ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades más básicas, es decir, un ingreso superior a la línea de bienestar que incluye el costo de la canasta alimentaria más la no alimentaria (vestido, vivienda, transporte y otros gastos indispensables para vivir).

Asimismo, queremos construir una nación que garantice derechos sociales básicos para toda la población; un país que cuente con un sistema integrado y universal de protección social que asegure el acceso efectivo a servicios de salud, pensiones y seguros en caso de enfermedad, incapacidad o discapacidad, así como servicios de cuidado para madres (y padres) que trabajan.

Una ligera reducción de la pobreza puede ser buena noticia, pero no debe convertirse en motivo de declarar el triunfo, ni mucho menos debe disminuir la urgencia de avanzar en la erradicación de la pobreza extrema, la reducción sustancial de la pobreza y un sistema de protección social que garantice derechos sociales básicos a toda la población.  

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