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Un pájaro de invierno

trina copos de nieve

una cornada sevillana

tiene voz de castañuela

una tribu de Guinea

acosa una nube con su lanza

un coro de tambores

busca cliente en una hoguera

una tarde parisina

camina por Las Tullerías

una copla sefardí

evoca el sol de Andalucía

una taberna maloliente

enrojece las mejillas

un salón de té

aprieta las piernas de las damas

una cañada escarpada

deslava las migajas de la tierra

una medalla en el pecho

detiene una navaja.

***

Un cerezo en flor

da sombras blancas por la noche

una pagoda de Oriente

exhala incienso de guirnaldas

un sermón dominical

congrega penitencias

un convento dominico

colecciona tonsuras paganas

una ficha de dominó

cuenta las yemas de los dedos

un amor de infancia

se pierde en el olvido

una amistad sincera

vuelve a recorrer el sendero

una palmada en la espalda

mengua las heridas

una grulla en el desierto

rastrea espejismos con sus alas

un paseo por el Bósforo

planta minaretes a distancia.

***

Un unicornio de ceniza

flota entre lirios

un resplandor de luces

opaca el firmamento

un faro en el muelle

despide a una regata

una respuesta evasiva

disfraza verdades ocultas

una mirada gitana

pasa revista a la suerte

una silueta en las nubes

anticipa una cigüeña

una flor disecada

atesora una eterna primavera

una pregunta desalmada

aniquila la confianza

una espiga en cautiverio

pierde su arrogancia

una ilusión de permanencia

hace añicos el ahora.

***

Un aullido nocturno

cierra portones y ventanas

una lechuza a la luz de la luna

mira cómo crecen las orquídeas

una bugambilia en un muro

anticipa la Cuaresma

una aguja en un pajar

hace votos de clausura

una garrafa de vino

pasa su juventud en una cava

una escultura ciega

hurga sus pupilas en una bandeja

una palapa de Sayula

hace compadres a los golfos

un gorrión albino

regentea un cuarteto de campanas

una fría hermandad

erige mudas barreras

una bitácora de atardeceres

pende de la solapa de un bardo.

***

Un gallo de madrugada

irrumpe la afonía de la noche

una cabellera en Versalles

presiente una guillotina

un ciprés de camposanto

solloza crisantemos

una duda estancada

engruesa soledades

un golpe de calor

adelgaza el verdor de la hierba

una ambición sin límite

degrada las ideologías

una escalera de pasiones

resiente las pisadas

un globo extraviado

busca las manos de un niño

un ojo indiscreto

otea por una cerradura

una marquesina de teatro

languidece en el polvo.  ~

Poeta, abogado y periodista, RAFAEL CASTILLO COSTA es licenciado en Derecho por la UNAM y maestro en Administración Pública por la Escuela de Economía y Ciencia Política de la Universidad de Londres, Inglaterra. Ha sido editorialista en diversos diarios y sus poemas se han publicado en revistas nacionales y extranjeras. Es autor de Senderos y palabras y Adarmes de viento y arena.