En noviembre de 2020 se presentó la iniciativa de Ley General de Protección Apícola, pero esta tiene vacíos e imprecisiones. Los productores apícolas consideran, tanto este proyecto como el de la Ley Federal Apícola, como herramientas punitivas e incompletas ya que no se especifica de qué manera se combatirán a las amenazas que afectan a las abejas.
No tienen el permiso de matar a nuestras abejas
En noviembre de 2020 se presentó la iniciativa de Ley General de Protección Apícola, pero esta tiene vacíos e imprecisiones. Los productores apícolas consideran, tanto este proyecto como el de la Ley Federal Apícola, como herramientas punitivas e incompletas ya que no se especifica de qué manera se combatirán a las amenazas que afectan a las abejas.
Texto de Astrid Rivera 17/11/21
Las abejas eran consideradas sagradas por las comunidades mayas, el dios Ah Muzenkab era representado como una abeja gigante con panales en las manos en pose descendente, su misión era sostener el cielo para evitar que se cayera; dentro de la cosmogonía maya se creía que la miel era un obsequio de este dios, por lo que las comunidades comenzaron el cultivo de las abejas, práctica que prevalece hasta nuestros días.
Al igual que en las creencias mayas, las abejas son un pilar fundamental para los ecosistemas y el sistema alimentario, ya que polinizan el 70% de los cultivos en el mundo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Además, poseen un valor cultural para las comunidades de la península de Yucatán, principal región productora de miel del país.
Sin embargo, desde 2006, organismos internacionales han reportado el aumento de la mortandad de las abejas, causado por factores como el uso de químicos en la agricultura, los monocultivos, la deforestación y el cambio climático.
Censos realizados por la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas señalan que, en relación con América Latina, México ha perdido 10% de su población de abejas, sin embargo, la Federación Mexicana de Apicultores ha registrado hasta el 35% de pérdida de estos polinizadores. Sin abejas se alterarían nuestros hábitos alimenticios, ya que tres cuartas partes de los alimentos que consumimos dependen de la polinización.
Estimaciones de la FAO señalan que sin abejas se eliminarían cultivos de alto valor como el café, las manzanas, las almendras, los tomates y el cacao, los cuales requieren de la polinización. Sin estos insectos, las exportaciones agrícolas caerían ya que cultivos como el del aguacate, necesitan de este proceso. La polinización incrementa la calidad de los alimentos, en su sabor y forma.
También se perderían empleos, y entre tantos, se perderían gran parte de los 43 mil apicultores que hay en México, según cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). Además de que también se extinguiría una práctica ancestral que continúa siendo parte fundamental de las comunidades de origen maya de la península de Yucatán.
Juan Manuel Vargas, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), detalló que las abejas son el polinizador más importante, porque aporta un beneficio directo a los seres humanos, no sólo poliniza, sino que obtenemos productos propios de la abeja. Resaltó que la fumigación que se realiza en avionetas —en el norte del país donde hay una importante producción de cítricos— tiene un efecto nocivo para las abejas que no se considera, por lo que es necesario protegerlas de este tipo de actividades.
Importancia de las abejas
En el mundo hay 20,000 especies de abejas silvestres, de las cuales, el 10% existen en nuestro país. Adriana Correa, investigadora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, explicó que en el país se tienen dos principales clasificaciones de abejas, que son: apis mellifera, especie traída de Europa, utilizada para polinizaciones de cultivos, empleadas para producción y la más manejada por los apicultores; y las otras más importantes en nuestro país, son las nativas, principalmente las melipona beecheii.
La especialista detalló que las abejas nativas se ubican principalmente en zonas tropicales y eran manejadas por las diferentes culturas de estas zonas, principalmente los mayas, totonacas, olmecas, quienes trabajaban con ellas desde mucho antes de la llegada de los españoles y utilizaban sus productos con fines medicinales y religiosos.
En el aspecto biológico, las abejas nativas que están en zonas tropicales “son los pulmones en las selvas, no polinizan las mismas flores que apis mellifera, son muy importantes en la preservación de todas estas zonas tropicales y subtropicales del país”, mientras que apis mellifera se encuentra en zonas productivas.
Destacó que el uso de productos químicos para el campo afecta a las abejas, por lo que recomendó tener una mayor vigilancia sobre la aplicación de estos químicos en los campos agrícolas, así como avanzar en la prohibición de productos nocivos para los polinizadores.
“El 75% de los productos que consumimos están polinizados. Las abejas son la base del sistema alimentario. Cuando un producto es polinizado se va a ver simétrico, la polinización va a dar productos de mejor sabor y de mejor calidad. El día que falten las abejas, va a bajar la producción de alimentos Si tenías una gama de 40 productos en tu mercado, se va a ver el 20% de lo que ves, si faltan las abejas, no vamos a morir de hambre, pero van a cambiar los hábitos alimenticios, porque habría una pérdida importante de producción de alimentos”.
De acuerdo con la Sader, México es el octavo productor a nivel mundial de miel, cuenta con un inventario de dos millones 172 mil colmenas, y una producción anual que promedia las 58 mil toneladas de miel en los últimos años.
Iniciativas de ley
En noviembre de 2020, María Merced González —senadora por Morena— presentó la iniciativa de Ley General de Protección Apícola, la cual busca regular la protección, conservación, producción, manipulación genética y registro del sector apícola. También se plantean los derechos y obligaciones de los apicultores sobre la modernización y fomento de este sector.
En tanto que el 29 de marzo de este año, la Cámara de Diputados aprobó un dictamen que expide la Ley Federal Apícola, en la cual se establece la protección del hábitat y de las abejas como agentes polinizadores; puntualiza las sanciones y amonestaciones en la materia. Productores apícolas consideran ambos proyectos de ley como “punitivas” e “incompletas” puesto que no establecen de qué manera se combatirán a las amenazas que afectan a las abejas, como la deforestación y el uso de agroquímicos.
Para Luis Arturo Carrillo, coordinador de la Alianza Nacional Apícola, estas propuestas de leyes “se quedan cortas”, ya que no se establece una estrategia para acabar con las amenazas que afectan a las abejas, como el uso de plaguicidas, la deforestación o las llamadas “mieles falsas”; no obstante, establece una serie de trámites, permisos y sanciones para los apicultores.
“No hay una hoja de ruta para evitar el uso de estos plaguicidas, no lo estipula, es muy vago, entonces en cuanto a las penas, las restricciones, la burocracia, las exigencias al apicultor son exhaustivas y son muchas, pero en cuanto a las amenazas a la apicultura están de manera vaga, sin ninguna asignación de presupuesto, sin ningún mecanismo para implementarlo. Esas leyes lo que hacen es pensar que el problema de la apicultura es el apicultor, y en lugar de apoyarlos, les hacen más difícil su trabajo, se sobre regula al apicultor y en cuanto a las verdaderas amenazas se quedan lejos”.
Carrillo consideró que el mundo apícola requiere un instrumento legal que reconozca la importancia de las abejas, de los polinizadores, de los apicultores, en todas sus dimensiones: en lo económico, cultural, ambiental y social.
“Pensar en un mundo sin abejas es apocalíptico, la importancia de la polinización para cultivos está calculado en un mínimo de 153 mil millones de euros anuales, ese es el valor que agregan las abejas a la producción alimentaria, nos quedaríamos sin alimentos”, enfatizó.
Verónica Briseño, integrante de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, señaló que estas iniciativas de ley atentan contra la autonomía de los pueblos y con su forma de organización, puesto que la iniciativa de Ley General de Protección Apícola propone la creación de un órgano de control y vigilancia que estará a cargo de la Sader, mediante el cual se tramitarán los permisos y certificaciones.
“Está en contra de la autonomía de los pueblos y de la manera en la que ellos se organizan para realizar de manera tradicional su relación con las abejas, a través de este órgano de control que va a ser vigilante y va a dar las autorizaciones, las certificaciones. Ahora le van a decir a un apicultor: tus colmenas ya no van a estar aquí, ahora tienen que ser de otra forma, ellos van a decidir en dónde pueden y no pueden poner sus colmenas, están tratando de imponer estas leyes, porque no fueron consultados los apicultores”.
Destacó que se plantean conceptos como la genética de las abejas, que no se describen a profundidad, además de que propone la introducción de las abejas robot, en zonas donde no sea posible la vida de las abejas.
“Va totalmente en contra de las lógicas culturales de los productores, están argumentando que van a dar cabida a abejas robot, eso es completamente nuevo en las comunidades de Yucatán, estas abejas robot su misión es entrar en donde no sea posible la vida de las abejas, entonces lo que quieren decir es que va a fomentar la apicultura industrial”.
Luz María, coordinadora del Comité Nacional de Fomento, Desarrollo y Sanidad Apícola, comentó que la protección de las abejas y desarrollo de la apicultura “se encuentra en una crisis muy profunda y difícil. Necesitamos estar organizados [los apicultores] para proteger a las abejas”; por lo que se requiere de una ley de fomento a la actividad apícola que establezca condiciones y presupuesto para incentivar esta actividad.
Ambas iniciativas de ley aún no han sido discutidas, ni aprobadas, por lo que los apicultores prevén que no sean discutidas en el periodo legislativo de este año, sin embargo, se han conformado distintas organizaciones de apicultores para discutir con los legisladores los elementos de estos proyectos y que sean incluidas las necesidades del sector apícola para la protección de esta actividad, y, por tanto, de las abejas.
Apicultores: defensores de abejas
Para las comunidades de la península de Yucatán, las abejas representan el sustento económico de sus familias. Maco Cupul, apicultor de esta región y miembro de la Alianza Maya por las Abejas, comenta que la apicultura es fundamental para la preservación de la biodiversidad, debido a la participación de las abejas en la polinización.
“La apicultura es una base para nuestra vida cotidiana, es una herencia ancestral que nuestros padres, abuelos, nos dejaron para tener un sustento económico para nuestras familias. De las abejas dependen nuestras familias. Para mí es muy importante la apicultura por la polinización que hacen en todos los productos que son para sustento alimentario, digamos que de la polinización depende la vida del apicultor, de la humanidad. Sin el apicultor, las abejas no serían cuidadas, los que dependemos de las abejas las cuidamos, lo protegemos de todo mal”, expresó.
Resaltó que se requieren leyes que establezcan la prohibición de plaguicidas, así como sanciones. Recordó que en 2018 se registró la muerte de varias colmenas en sus comunidades por el uso de este tipo de químicos, los cuales son esparcidos mediante avionetas a los campos agrícolas. Según Greenpeace, ese año se reportó la muerte de 326 colonias de abejas en Yucatán y Quintana Roo por causas ligadas a fumigaciones aéreas.
“A nosotros nos mataron muchas colmenas en nuestra zona, las autoridades supuestamente alegaron que tenían permiso esas personas. Siempre hemos luchado por prohibir esas acciones que matan a los polinizadores y nadie nos pagó nada de eso, a pesar de que metimos demandas para que se nos pagaran los daños, pero las autoridades nos dijeron que tenían permiso, pero no tenían permiso de matar a nuestras abejas”, indicó.
Arnulfo Ordoñez Maldonado, apicultor y fundador de la empresa Miel Norteña, destacó que la actividad agrícola en muchas regiones del país depende de las abejas, por lo que es necesario que se regule el uso de agroquímicos para evitar que productos como plaguicidas e insecticidas acaben con ellas. Enfatizó que se requiere una legislación que impulse la apicultura y no imponga requisitos que son difíciles de cumplir para los productores.
“Si acabamos con los apicultores ya no hay quien cuide a las abejas. Lo que tenemos que hacer es cuidar a los apicultores, si hay apicultores, hay polinización, se necesita de la manutención del productor para introducirlas en las zonas agrícolas donde se requiera”.
Candelario Saucedo Quintero, miembro de la Unión Ganadera Regional especializada en Apicultura de zacatecas, indicó que en los últimos años el clima ha mermado la producción de los apicultores, por lo que se requieren leyes que rescaten la vocación del campesino y en la que se respete la organización de los apicultores. “Esta actividad, es de tradición, para los campesinos es una vocación”, apuntó.
Enrique Estrada, presidente de la Federación Mexicana de Apicultores, detalló que la apicultura es de las pocas actividades que muestran de manera clara el daño causado a nuestro hábitat. “Es probable que el futuro de las abejas dependa de las manos de apicultores que las mantengan vivas. Se requiere una normativa que regule de manera correcta el comercio de productos tóxicos utilizados en la agricultura”, apuntó.
Las abejas son el sostén de nuestra alimentación, del ambiente y de la economía de las familias dedicadas a esta actividad, la importancia de estos insectos hace urgente su protección ante la amenaza que representa la aplicación de agroquímicos y la destrucción de su hábitat, mediante leyes que fijen de manera clara una estrategia para combatir los peligros que enfrentan las abejas, porque sin ellas la vida se transformará. EP
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