La península de Baja California: la sustentabilidad como ventaja y vocación natural de desarrollo

Baja California tiene algunas señales claras de cómo su vocación le permite un verdadero progreso en armonía con la naturaleza. ¿Qué ejemplos dan cuenta de ello? Lorenzo Rosenzweig y Alfonso Aguirre describen cómo el magnífico grado de conservación de la región da pie un excelente desarrollo sustentable.

Texto de & 26/08/21

Baja California tiene algunas señales claras de cómo su vocación le permite un verdadero progreso en armonía con la naturaleza. ¿Qué ejemplos dan cuenta de ello? Lorenzo Rosenzweig y Alfonso Aguirre describen cómo el magnífico grado de conservación de la región da pie un excelente desarrollo sustentable.

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Estamos viviendo un país y un mundo en conmoción por una crisis múltiple: política, sanitaria, económica, social, migratoria y ambiental. Es el signo de nuestros tiempos. Las circunstancias nos obligan a actuar a la vez con prudencia, responsabilidad, creatividad y oportunidad. Son tiempos de explorar y experimentar desde abajo, desde los territorios, nuevos modelos para el desarrollo económico en nuestro país. Para lograrlo y esbozar planes de ruta exitosos aparecen dos principios básicos: justicia social y respeto a la naturaleza. Si una región del país resuelve abrazar el paradigma de desarrollo sustentable, saldrá sin duda fortalecida.

La península de Baja California, por sus particulares riquezas naturales y humanas, y por su ubicación geográfica y gran dimensión, constituye como tal una región a cabalidad. Gracias a su incipiente desarrollo y baja densidad poblacional, a inicios de este siglo XXI el territorio de la península de Baja California es aún, y en buena medida, una hoja en blanco para el desarrollo. El agua es esencia de toda bendición y desarrollo. Sin embargo, para esta región es precisamente su escasez, la histórica falta de agua, lo que ha prevenido el maltrato y abuso del frágil territorio. Es una aparente paradoja que ha contenido el impacto y dado protección a esta noble tierra desde hace 500 años hasta nuestros días.

“Utopía es presentada por Moro como una preciosa y envidiable isla erigida a pulso, justamente a partir de una península.”

Si la península de Baja California es casi una isla, como lo indica la etimología, esta realidad es aún más contundente para la zona central y meridional de la península. Se trata de un territorio —franqueado por variadas y ricas costas— único a nivel mundial, que recuerda a la geografía de la isla llamada Utopía, la madre de todas las utopías, la original de Tomás Moro: un paraíso construido en forma tesonera por sus propios y habilidosos habitantes, orientados por un buen gobernante. Utopía es presentada por Moro como una preciosa y envidiable isla erigida a pulso, justamente a partir de una península. Al cobrar control del territorio, los orgullosos habitantes de Utopía organizaron de tal manera su economía y sociedad, y las relaciones positivas con otras regiones y poblaciones, que lograron una felicidad perdurable, una vida plena, para todos y cada uno de sus habitantes.

Miguel Ángel de la Cueva

A la visión de la Utopía de Moro, se suma a la península de Baja California el mito que funda y da nombre a nuestra propia geografía, la isla de la California que —antes de que apareciera en los mapas de América—, ya existía como producto de la imaginación en la literatura medieval de caballería española. Era un rico territorio poblado sólo por mujeres, las amazonas de la California, gobernadas por la reina Calafia. Finalmente, ambos mitos e islas —la Utopía y la California—, se funden y dan pie a nuestra historia moderna, asentados ya en este territorio peninsular concreto.

La pandemia de la COVID-19, que rápidamente ha avanzado por el mundo en los últimos dieciocho meses, y afectado a poblaciones de todos los continentes, está marcando profundamente la historia de la humanidad. La dimensión y sentido de los impactos de ésta, aunado a los efectos climáticos del calentamiento global, son ya intensos y visibles en la vida cotidiana de las personas y en todos los ámbitos a lo largo y ancho del mundo. Esta conmoción impone desde ya la necesidad de una reflexión por parte de las poblaciones de las más diversas regiones de México, en particular acerca de su futuro económico y de las relaciones de las comunidades humanas con su entorno natural.

“Para Baja California hay algunas señales claras que se relacionan con su vocación —el llamado de su territorio—, de tal manera que tengamos un sentido de trascendencia y logremos un verdadero progreso, en armonía con la naturaleza, acatando el pulso de la vida y siendo sensibles a los ritmos y límites del entorno.”

Frente a las consecuencias de la pandemia y el calentamiento global, estamos obligados a reconocer los desafíos e imaginar y construir las oportunidades. Para Baja California hay algunas señales claras que se relacionan con su vocación —el llamado de su territorio—, de tal manera que tengamos un sentido de trascendencia y logremos un verdadero progreso, en armonía con la naturaleza, acatando el pulso de la vida y siendo sensibles a los ritmos y límites del entorno. Estaremos así cumpliendo, mínimamente, con las generaciones que nos siguen como ancestros responsables y consecuentes. La península de Baja California, por sus características fisiográficas, la integridad de su patrimonio natural, y el recio carácter de sus habitantes, tienen una posición privilegiada en términos de competitividad nacional y global.

El magnífico grado de conservación de la región, gracias a su vasta red de áreas naturales protegidas, es un atributo excepcional —cada vez más escaso a nivel nacional y mundial— que permite sentar las bases para un real desarrollo sustentable, respetuoso con los ecosistemas y los servicios ambientales que nos proveen. Una economía robusta para la región tendría sustento en el aprovechamiento de los recursos naturales a través del turismo; la pesca artesanal, la acuacultura y la agricultura sustentables; la economía del conocimiento, la formación de recursos humanos y la investigación científica de alto nivel; las oportunidades de economía azul y créditos de carbón; y la investigación, desarrollo y uso de las energías renovables. En todos estos casos hay experiencia y avances en la región. Contamos con la masa crítica —individuos, organizaciones, comunidades e instituciones— en cada sector, con trayectorias probadas. Se trata de invaluables fortalezas que destacan a favor del desarrollo sustentable. Las tareas pendientes son la articulación de todos estos elementos en un plan de desarrollo regional, integrado con la mejor ciencia y una ejecución eficiente, todo de manera participativa y democrática.

La matriz que representan instituciones académicas de excelencia, tanto de docencia superior como de investigación, establecidas en la región, más una concentración única de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la conservación, son una fortaleza específica que fácilmente puede escalar a una etapa superior, de clase mundial y proyección global. Todas estas son ventajas competitivas, tanto naturales como producto de la trayectoria económica y cultural, que la península de Baja California está en capacidad de aprovechar a plenitud en estos tiempos de retos y oportunidades.

Miguel Ángel de la Cueva

La pandemia y el cambio climático demandan urgentemente adoptar medidas de adaptación, generando opciones inmediatas en cuanto a los mercados para los productos y servicios únicos de la región. En Baja California se abre ahora una clara ventana de oportunidad para reforzar sus vínculos con tres mercados: la totalidad del mercado nacional; el mercado regional del cercano y muy familiar estado de California —la sexta economía del mundo—; y el mercado de los países miembros del nuevo T-MEC: los Estados Unidos y Canadá. En este contexto geográfico de Norteamérica, la península de Baja California, como región, está llamada a jugar un creciente rol específicamente en la oferta de turismo, desarrollando nichos muy bien definidos en cuanto a turismo alternativo, turismo de naturaleza, rural y cultural, con experiencias únicas a nivel mundial. En la región es posible diseñar una atractiva red de rutas ciclistas rurales, enlazando oasis, poblados, costas, ranchos y sitios con valores paisajísticos extraordinarios, con facilidades para pernoctar en el camino; robustecer la oferta gastronómica, que ya cuenta con una reconocida tradición; vincular para disfrute de los visitantes los más diversos ambientes y actividades —montaña, desierto, pinturas rupestres de los antiguos californios, misiones coloniales, costas, mares e islas, borrego cimarrón y berrendo, aves terrestres, ballena gris, tiburón ballena, aves marinas y playeras, todo en unos pocos días; o para pasar largas temporadas en un ambiente de paz y seguridad, en un entorno con una generosidad y belleza inigualables.  Algunas empresas de clase mundial de turismo de naturaleza y exploración han dado la pauta: la península de Baja California y el Golfo de California, así como las costas del Pacífico bajacaliforniano, son su único destino en México. Se han llegado a equiparar los mares y costas de la península de Baja California a un “Serengeti marino” por la riqueza de su fauna marina. Igualmente, fue en 2007 cuando National Geographic Society decidió elaborar el primer mapa de Geoturismo para una región de México, que es precisamente la península de Baja California, definiendo éste como un turismo de nueva generación en el que los beneficios de la actividad se reparten equitativamente entre el visitante y el visitado, un turismo que fortalece el bienestar de un destino y sus pobladores ayudando a conservar su biodiversidad, cultura, historia, tejido social y legado intergeneracional.

Más allá de la bioseguridad y salud relacionados con la pandemia, la garantía de la seguridad pública es fundamental para atraer a Baja California al turismo nacional e internacional, para que regrese una y otra vez y prolongue sus estancias. Un plan estratégico que tenga como objetivo que la región sea segura, y la celosa aplicación de dicho plan, es del todo viable, como lo ha demostrado Yucatán, otra península en el mismo contexto político y social de nuestro país, en especial la ciudad de Mérida. El estado de derecho, a la par del capital natural, son precursores esenciales para alcanzar bienestar social y sustentabilidad en esta y las demás regiones del país.

De manera integral, hay varios modelos de desarrollo de diversas escalas que son inspiradores para relanzar el desarrollo económico de esta región. Nueva Zelanda, localizada en un lejano confín del mundo al que se llega sólo con largos vuelos, ha atraído turistas en grandes números de los lugares más remotos, justamente debido a su naturaleza tan cuidada y bella, y la seguridad que ofrece en todo su territorio. El turismo de Nueva Zelanda ocupó directamente a 230,000 personas en 2019, equivalente al 8.4% del total del empleo del país, con un gasto anual por parte de los turistas nacionales y extranjeros de 24,860 millones de dólares americanos, contribuyendo con el 21% de las exportaciones del país, siendo que el valor agregado por las industrias de soporte al turismo fue de 6,940 millones de dólares americanos.

Lorenzo Rosenzweig

En una escala menor y en una geografía más cercana, el condado de Santa Cruz —por cierto, nombre hermano del bautizo original de la bahía de la Paz, hecho por el propio Hernán Cortés— en el estado de California, EE. UU., con su bahía de Monterrey,  ha logrado un desarrollo económico destacado a partir de atributos y actividades económicas similares a los que posee la península de Baja California, sobre todo aquellos relacionados con los recursos naturales —siendo su dimensión apenas un fragmento de esta. Los activos naturales y paisajísticos son muy similares: santuarios y un área marina protegida, destinos de turismo de naturaleza, gastronomía y cultura, además de una universidad prestigiosa y una comunidad empresarial del conocimiento. Con una población cercana a los doscientos ochenta mil habitantes y una superficie de sólo 1,142 kilómetros cuadrados, en el año 2019 Santa Cruz tuvo por concepto de turismo, ingresos anuales de mil millones de dólares, con una ocupación hotelera del 63.7% y un gasto de 604 dólares por visitante.

“Este planteamiento reconoce como condición, la conservación de los variados ecosistemas y el aprovechamiento inteligente de sus recursos usando la mejor ciencia, con innovación continua.”

Esta visión de desarrollo sustentable para la península de Baja California es por definición de largo aliento. En una propuesta así, construida desde abajo, con la ciudadanía, las comunidades, los actores sociales clave, las élites locales y los gobiernos comprometidos con la región, se le puede dar sentido al territorio, con una apropiación consciente del espacio, a través de decisiones racionales, consensuadas y democráticas. Este planteamiento reconoce como condición, la conservación de los variados ecosistemas y el aprovechamiento inteligente de sus recursos usando la mejor ciencia, con innovación continua. Para ello, se fijan principios, teniendo en cuenta la justicia social, la armonización de los valores con las realidades del mercado, y regulando las relaciones de las poblaciones humanas con el territorio.

Las áreas naturales protegidas, y muchos otros espacios silvestres de esta geografía única, en extraordinario estado de conservación, al ser asumidas con orgullo y como un enorme privilegio, son esencia de esta identidad regional.

La península de Baja California está llamada, por la forma en que ha conservado y cuidado su naturaleza, a ser un territorio en el que se desdobla y concreta una “Real Utopía” o “Un Rincón del Paraíso en la Tierra”, base de un nuevo y ejemplar paradigma de desarrollo para el siglo XXI en el que se materialicen verdaderas opciones de prosperidad. EP

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