Los museos ante el COVID-19. Momentos de definición

Eduardo Nivón Bolán, reputado investigador de políticas culturales y Presidente de C2 Cultura y Ciudadanía, indaga en la reconfiguración de los museos después de la pandemia.

Texto de 08/06/21

Eduardo Nivón Bolán, reputado investigador de políticas culturales y Presidente de C2 Cultura y Ciudadanía, indaga en la reconfiguración de los museos después de la pandemia.

Tiempo de lectura: 8 minutos

El museo es una de las instituciones que nos ligan más claramente con la antigüedad clásica, aunque su sentido hoy sea muy distinto al del modelo alejandrino fundado en el tercer siglo anterior a nuestra era. El nombre se preservó, pero sus funciones, su sentido social y su valor simbólico son totalmente diferentes. Más aún, la definición misma de museo está en constante cambio. Ahora mismo, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) mantiene una consulta -abierta desde 2016- para lograr una nueva definición de museo, lo que muestra tanto la complejidad como la vitalidad de esta institución de la modernidad. Como se lee en una nota de Luciana Pascualucc en la página de ICOM, una de las pistas para poder comprender el sentido actual de los museos se deriva de la desinstitucionalización de la cultura: “Esta desinstitucionalización representa un proceso que debilita las instituciones tradicionales, como los museos, los centros culturales, los teatros o los cines, debido principalmente a la ausencia de políticas que promuevan la cultura y a la falta de recursos financieros destinados a la misma.” 

Las condiciones a las que la pandemia del COVID-19 ha sometido a todas las instituciones de la sociedad han sido especialmente duras para las instituciones culturales. Estas fueron las primeras que detuvieron su actividad y de las últimas en recuperarla y muy probablemente esto supondrá una renovación de los modos de hacer y posiblemente de las pautas que las han vinculado con la sociedad. ¿Cómo observar lo que sucede alrededor de la institución museo? Hay múltiples ángulos para hacerlo pero, al menos, hay dos aspectos de vital importancia: el de las condiciones de su operación —laborales, financieras, administrativas— y otro, igualmente importante, es el de las formas de gestión que deben seguir en el futuro. Trataré de examinar estos dos aspectos en las líneas que siguen.

La situación general de los museos durante la pandemia del COVID-19

Cuando la pandemia detuvó las actividades culturales en casi todo el mundo, el ICOM dispuso la realización de una encuesta entre los profesionales de los museos para conocer el impacto de las medidas adoptadas. Los resultados fueron preocupantes, además de que mostraban diferencias regionales muy relevantes. ICOM se interesó por la situación de los profesionales, su empleo, ingreso y condiciones de trabajo además del impacto económico, la digitalización y la seguridad en los museos.  Seis meses después, al prolongarse la pandemia y desarrollarse diversas estrategias para contender con ella, ICOM hizo un segundo estudio cuyos resultados, en algunos rubros, ratificaron las tendencias observadas en la primera investigación y otros alumbraron la pluralidad de condiciones que viven los museos según las regiones del mundo.En abril casi todos los museos del mundo estaban cerrados (94.7%); en septiembre lo estaba el 51.3%. Europa era la región en la que prácticamente todos ya habían abierto, en cambio, en América Latina la situación era la contraria: 51.9% estaba cerrado y sólo 5.8% se encontraba abierto sin restricciones. Esta situación se modificó casi inmediatamente porque Europa vivió una segunda oleada de contagios y hubo de cerrar de nuevo múltiples actividades. Obviamente la situación de los trabajadores también se había modificado. En abril 84% de los museos tenía una parte de su personal trabajado en su casa; en septiembre sólo 42.1% tenía gente haciendo trabajo desde sus domicilios. Y de nuevo la diferencia regional era notable: Europa prácticamente tenía a la mitad de su personal trabajando ya en sus museos (49.7%), mientras que en América Latina sólo ocurría esto en el 8.1%. 

Lo más alarmante era el empleo. En abril se percibía una cierta estabilidad: sólo 6% de los trabajadores temporales había sido despedidos, en cambio en la encuesta de septiembre los datos arrojaban que en la cuarta parte de los museos se había despedido a la cuarta parte de su personal o más (en el 4.5% de los museos se había prescindido de más del 90% del personal).

En septiembre, la tercera parte de los museos que respondieron al estudio señalaron que sus ingresos dependían de las entradas. Se puede entonces prever el enorme impacto que tuvo la pandemia en su situación económica. Si se toma en cuenta que la COVID-19 hizo que disminuyera el 77% de los visitantes a los 100 museos de arte más importantes del mundo se puede entender la consecuencia de esta situación en la estabilidad económica de estas instituciones La mitad de los que atendieron la encuesta del ICOM en septiembre (49.6%) respondió que su museo podía perder la cuarta parte de sus ingresos y la tercera parte (31.9%) consideró que sus pérdidas podrían ser de la mitad o más. Un resultado fatal de esta situación es el cierre, lo que estaba siendo considerado en 6.1% de los museos en esos días.

Es relevante que América Latina fue la región del mundo en que los museos tuvieron menos apoyo institucional en términos de fondos emergencia, indemnización por pérdidas, políticas tributarias de emergencia, cobertura de los salarios de empleados o campañas de levantamiento de fondos. Aunque esto es una visión global de toda la región y no necesariamente es el caso de México, considero que el panorama, en general, es también el de nuestro país.

“Sin embargo, las visitas digitales, lo que se hubiera pensado que sería la oferta preferida de los museos no tuvo gran aceptación. Es interesante que el ambiente social y sensual de una visita a una sala de exposición o a un museo no pudo ser suplido por la digitalización.”

El giro hacia la actividad digital

Una diferencia notable entre las dos encuestas es la adaptación que realizaron los museos en cuanto a sus actividades. En la encuesta de febrero, 80% de los museos consideraba que la situación repercutiría en la reducción del número de proyectos y programas, mientras que en la encuesta de septiembre esta perspectiva era menos aguda (65.3%).

La respuesta más notable e inmediata ante la pandemia fue el vuelco hacia la digitalización pero, en los seis meses que median entre los dos estudios, el cambio en la estructura organizativa de los museos no fue muy notable. Más aún, la información muestra las dificultades de adaptación al nuevo entorno. En abril, el 26.1% del personal de los museos se dedicaba a tiempo completo al trabajo en el ámbito digital. En septiembre lo hacía el 21.8%. En cuanto al presupuesto dedicado a las actividades digitales, 52.6% de los museos destinaba en abril el 10% o menos de sus recursos. En setiembre este dato era compartido por 64% de las instituciones.

¿Qué hicieron los museos en cuanto a la digitalización? Lo que más aumentó fue el trabajo en redes digitales, actividad que prácticamente se duplicó en todos los museos, aunque las diferencias regionales persisten, pues en Europa creció esta actividad 52% y en América Latina 41%. Otras actividades que comenzaron a hacerse en gran parte de los museos fueron eventos (12.3%) y exposiciones en línea (10.9%). Para septiembre son notables algunas diferencias. El crecimiento del trabajo en redes sociales se moderó en 41.9%. En cambio, se habían emprendido más eventos (24.9%) y actividades de aprendizaje en línea (17.6%).  

El estudio de septiembre de ICOM contiene un comentario interesante: las instituciones que dependen principalmente del financiamiento público de todo el mundo ponen menos recursos humanos en las áreas de digitalización y comunicación “Ello puede deberse al hecho de que los museos que dependen de fondos públicos, en su mayoría museos públicos, tienen menos flexibilidad para utilizar y reorientar su presupuesto anual”. También realizan menos actividades de este tipo. Por ejemplo, los museos con financiamiento público tienen 15.5% de su personal a tiempo completo dedicado a las actividades de digitalización y comunicación. En los de financiamiento privado es el 23.8%. 

Estos datos permiten reconocer el heterogéneo panorama de los museos en México y en el Mundo. Un gran museo de arte como El Prado ha desarrollado gran actividad en las redes alcanzando un volumen de seguidores de Facebook de más de 1.1 millones y su actividad en TikTok —sencilla, por lo demás— es muy buscada. En cambio, el Cosmo Caixa de Barcelona uno de los museos de ciencia más importantes de Europa, tiene una pobre actividad en redes sociales. En México, de nueve museos analizados, el que con más seguidores cuenta en Facebook es el Museo Memoria y Tolerancia. En cuanto a TikTok e Instagram los más seguidos son Universum y MUAC, ambos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Lo anterior sirve para poner en valor el trabajo de las direcciones de los museos y de sus cuadros responsables que están en el día a día de sus actividades en redes sociales.

La Encuesta nacional sobre hábitos y consumo cultural 2020 que realizó CulturaUNAM en 2020 permite dar un encuadre a estos datos en el entorno de México. ( Las redes sociales fueron el principal medio de información de los consumidores digitales según el estudio (95%). De las tres redes que se analizan en el cuadro, Facebook era la más universal (91.5%), seguida por Instagram (72.7%). TikTok, una red relativamente reciente, era buscada por 22.6% de los que respondieron la encuesta, quienes tenían la característica de ser más jóvenes que los seguidores de las otras redes. 

En cuanto a las actividades digitales, la que tuvo el incremento más notable fueron los cursos y seminarios en línea, dato que se corresponde con el estudio de ICOM de septiembre. Sin embargo, las visitas digitales, lo que se hubiera pensado que sería la oferta preferida de los museos no tuvo gran aceptación. Es interesante que el ambiente social y sensual de una visita a una sala de exposición o a un museo no pudo ser suplido por la digitalización.

Una cuestión relevante a reflexionar es el papel de los museos en la educación. Durante la pandemia y la improvisación de la educación a distancia, se operó un giro en algunos de los museos en cuanto a su relación con los escolares y el proceso educativo. En general había predominado la idea de que el museo tenía un sentido educativo no formal. Los alumnos no debían ver el museo como ven la escuela sino tratar de apreciarlo de un modo más libre y sensorial. Por eso se cuestionaba con frecuencia el contenido de las cédulas, los recorridos y las presiones a los que eran sometidos algunos estudiantes por parte de sus maestros. Pero las limitaciones de maestros y la pobreza de materiales educativos durante la pandemia hicieron que se volteara a ver los museos como apoyo de la educación formal. Se aspiró a que los museos dispensaran conocimientos, experimentos científicos, explicaciones sobre fenómenos de la naturaleza o de procesos históricos. ¿Ha sido acertado este cambio?    

La vuelta a “la normalidad”

¿Qué va a ser de la Cosmo Caixa de Barcelona cuando su lema es “prohibido no tocar”? De hecho, el centro ya se enfrentó a la paradoja que suscita esta consigna con respecto a las medidas de prevención recomendadas en todos los museos pues en junio pasado reinició actividades con muchas precauciones. Los técnicos suplieron botones por sensores y en otros puntos de los recorridos fueron los mediadores quienes realizaban las actividades que antes implicaban la intervención de los usuarios. Otros museos aprovechan para poner a punto algunas nuevas actividades e incluso dispusieron notables remodelaciones y arreglos. Con la reapertura, el Louvre desarrollará sesiones de yoga los miércoles ante pinturas de Jacques-Louis David y Rubens . Y la nueva directora se apresta a desarrollar acciones que logren vincular de mejor modo la institución con la sociedad. La cuestión es qué tanto estas acciones representan una renovación de la institución museo tras la pandemia. ¿Son acciones cosméticas o atienden a una reubicación del museo en la actividad pública? ¿La actividad digital mantendrá el vigor logrado en estos meses o se volverá a las actividades tradicionales pensando que se pasó por un periodo de excepción? ¿Permanecerá la pobre inversión económica y en personal en las áreas de digitalización y comunicación? Al inicio de este texto mencioné que ICOM tiene abierta desde hace cinco años la discusión sobre una nueva definición de museo. Tras esta experiencia no sólo el concepto de museo se debe clarificar sino el de muchas de sus actividades. ¿Qué es lo que hace virtual una exposición? ¿Cómo usar los recursos digitales para hacer un recorrido por un museo? ¿Cómo desarrollar el proceso de comunicación en la era de las redes sociales? ¿Para qué son las páginas web de los museos si las audiencias buscan pequeñas notas o juegos en Facebook, Instagram o TikTok?  Estos son, me parece, algunos de los retos a clarificar en el tiempo que sigue a esta pandemia. EP

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