La risa de la homofobia

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Texto de 10/11/21

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Eusebio roba a mano armada una vez, lo agarran y tras cumplir la pena de cárcel sale y roba a mano armada una segunda vez. Lo agarran y tras cumplir la pena de cárcel sale y roba a mano armada una tercera vez. Lo agarran y tras cumplir la pena de cárcel sale y roba a mano armada una cuarta vez. Lo agarran (hoy está en cárcel). 

Conjetura 1:  El hambre es inaguantable. Sólo para alimentarse Eusebio fue capaz de cometer idéntica violación a la ley cuatro veces: ante la falta de un empleo o de uno que genere el dinero que ambiciona, no importan los efectos de sus actos. 

Conjetura 2: Eusebio prefiere la “comodidad” de la cárcel a la hostilidad de la libertad: roba y roba con un arma para vivir en el encierro, donde se encuentra mejor. 

Y conjetura 3 (la más probable): Eusebio experimenta un enorme placer al robar a mano armada; qué importan las rejas, en ese simple acto su vida toma sentido. Ahí palpita su hedonismo.

“¡Cuatro veces entró Eusebio a la cárcel, y por la misma razón!”, podemos exclamar sorprendidos. Pues bueno, eso no es nada. Hay “delincuentes” más tenaces: la afición mexicana ha gritado “puto” al portero rival desde hace casi 18 años, desde que en febrero del 2004 al “Mosh”, un barra del Atlas, se le ocurrió gritarle así al guardameta estadounidense Delvin Countess. Como “Mosh” explicó al portal Mediotiempo, “de tres o cuatro comenzaron a gritar otros tres o cuatro, y otros tres, cuatro”. Y de esos cuatro pasaron a ser cientos de miles de mexicanos o quizá millones los que han gritado “puto”. Aunque existe una acalorada defensa del grito con el argumento de “en México decirle puto a alguien no es homofóbico”, FIFA, dueña de las reglas, contestó “para mí lo es y si insistes te castigo”.

Las multas a la Federación Mexicana de Futbol suman 17 y rozan los 700 mil dólares. Eso a la afición no le representa demasiado porque ese dinero no es suyo, aunque las multas ya venían junto a una amenaza que –creímos ingenuamente- a los futboleros sí les afectaría: “a la próxima será peor”. No importó, las gargantas descargaron sin tregua el grito homofóbico en los saques de meta y eso, además de lana, ya tuvo un costo más palpable: el partido hacia Qatar 2022 contra Jamaica en el Estadio Azteca en septiembre fue a puerta cerrada. Tampoco importó: hace semanas, por gritar otra vez en los duelos contra Canadá y Honduras, FIFA determinó que también se jugará a puerta cerrada ante Costa Rica y Panamá en 2022. 

Jugadores, directivos, medios e incluso otros aficionados, han implorado ya no gritar. No hay forma: no se ha inventado la manera de conjurar el grito. 

¿Cómo interpretar ese fenómeno? ¿Cómo es que las explicaciones, las multas, los vetos al público y, eventualmente, la eliminación de México en la próxima Copa del Mundo no son suficientes? 

Quizá la respuesta está en la sonrisa. 

El domingo, Ricardo “Tuca” Ferretti, técnico venerado en el ambiente futbolístico mexicano como una deidad, al llegar a una rueda de prensa y ante la televisión nacional preguntó: “¿Hay viejas? No, ¿verdad? ¿Maricones? ¿El primero?”, invitó a algún voluntario e hizo una pausa para sonreír por su homofobia. “¿Quién va a ser el primer maricón?”, prosiguió e hizo otra pausa para volver a sonreír. Alguien de su staff le aclaró que en la sala no había ni mujeres ni homosexuales. “Puros machos, entonces. ¡Qué bueno! Han seleccionado bien, muy bien, ya están limpiando la casa”. De principio a fin, esa última frase que cerró con la palabra “limpiando” (tan parecida a “exterminando”) la dijo con una sonrisa desbordada, blanca, satisfecha. Su homofobia fue un deleite gracioso al que abonaron las penosas carcajadas de los reporteros que hicieron comparsa a la discriminación, iguales a aquel “comenzaron a gritar otros tres o cuatro, y otros tres, cuatro” que ilustró “El Mosh”, creador del grito que en febrero cumplirá la mayoría de edad.

¿Y cómo grita “puto” la gente en la tribuna? Solo basta echar uno ojo: la gente grita sonriendo. 

Es irrelevante si México es multado, juega a puertas cerradas, no va a Qatar o si la FIFA resuelve demoler el Azteca o vienen 144 castigos más. Lo que no es irrelevante es que el grito maldito nos hace mirarnos al espejo y llenarnos de espanto con la realidad, con eso que somos. Nos hace mucha gracia lo que no es gracioso y sí es miserable.

Así como Eusebio lo que disfruta es el robo a mano armada aunque lo encarcelen 100 veces, el verdadero placer de la multitud es ir a gritar “puto”. Importa un bledo el castigo porque sin ese “puto” el futbol pierde sentido. En el “puto” a todo pulmón palpita su hedonismo.

Aunque lastima vidas y también asesina con crímenes de odio que no cesan, la homofobia en México aún divierte. Solo hay que observar las sonrisas de la tribuna y la risa pletórica de Ferretti. EP

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