El legado energético de AMLO ata las manos de Sheinbaum a un futuro gris. ¿Energía para el pueblo o poder para unos cuantos?
El lado sucio de la fuerza: la electricidad como fuente de poder
El legado energético de AMLO ata las manos de Sheinbaum a un futuro gris. ¿Energía para el pueblo o poder para unos cuantos?
Texto de Miriam Grunstein 09/09/24
Promesas y apagones
Este artículo se demora en salir ya que CFE le debe a la que escribe no uno sino dos equipos de cómputo. Las variaciones de voltaje, con todo y reguladores, ejecutaron sumariamente dichos instrumentos de trabajo y los de mis vecinos. El servicio eléctrico en el lugar bello y remoto donde paso la mitad de mi vida sufre de una intermitencia atroz porque somos irrelevantes. Es un pueblo chico con carencias grandes. Pronto dejará la silla un presidente que prometió no dejar a nadie atrás. Como millones de hogares en el resto del país, los de Villa del Carbón seguimos en la invisibilidad y la desconexión de la vida moderna. Por más sol que haya en este país, los pobres siguen a oscuras. Por más viento que sople, no es a favor de ellos.
Una fuerza sin luz
“Power” en inglés es poder y también electricidad. Esta sinonimia no podría encerrar una mayor ironía. Una reforma Constitucional en energía, como la recientemente propuesta por el presidente, y ya aprobada por la Cámara de Diputados, no solo crea un desequilibrio entre lo público y lo privado, sino también entre las fuentes renovables y fósiles. Aunque Claudia Sheinbaum Pardo se vista de verde, López Obrador, al dejar a CFE como dominante en la industria eléctrica, la condena a la inercia de la quema de fósiles. Si a lo largo de estos 6 años, la empresa eléctrica no ha aligerado su consumo de hidrocarburos, es improbable que la ahora presidenta electa, a pesar de su trayectoria y convicciones científicas, que apuestan por la generación con fuentes renovables, pueda virar la lenta y quejumbrosa locomotora de CFE hacia un destino de bajas emisiones.
Con la red eléctrica en manos, el aún presidente subió —de forma escalonada— su poder. Bajo la conducción estratégica de Manuel Bartlett, ha ido de lo menos a lo más: primero mediante actos administrativos molestos (dilatorios, obstructivos, onerosos) en particular para los generadores con energías renovables; luego reformas legislativas que discriminan injustificadamente la generación con sol y viento; y al final —tras un alud de controversias en los tribunales, interpuestas tanto por empresas como por Organizaciones de la Sociedad Civil— se lanzó una reforma constitucional que no sobrevivió más allá del 17 de abril de 2022, cuando la alianza Va por México la fundió en su momento. Tras las elecciones del primero de junio, que dejaron Todo el Poder en las manos de MORENA, tanto en la presidencia como en el Congreso, se avecinan cambios constitucionales que podrían atar a Sheinbaum a un futuro dependiente de hidrocarburos importados, en demérito del gran potencial eólico y solar que tiene México, y que ella misma reconoce y ensalza. Imagino que Claudia sueña a México bajo un gran techo solar. Es posible que, por las limitaciones tecnológicas, presupuestarias y de planeación de CFE, el incumplimiento de la promesa de un futuro verde para México se extienda lo que dure este partido en el poder. Durante este sexenio, los proyectos de energías renovables han sido notablemente denostados por el gobierno. Si Claudia quiere continuidad, lo que ella quiere verde, seguirá gris.
Primer embate: el acuerdo de la política de confiabilidad
Tocar ahora hacer un recuento rápido de los embates en contra de las empresas de renovables que primero se libraron desde la esfera administrativa. El primer shock provino de la Secretaría de Energía (SENER) con la publicación del ACUERDO por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, el 15 de mayo de 2020, recién iniciada la pandemia de covid-19 y el confinamiento de casi la humanidad entera. La justificación de este acto fue la llamada “intermitencia” de la generación a partir de energías renovables como si, al ponerse el sol o al detenerse el viento, hubiera un apagón súbito a lo largo y ancho del país. En suma, durante un plazo indefinido, este Acuerdo prohibía a estos generadores su interconexión con la red, ya sea para inyectar electricidad a la misma o para llevar a cabo sus pruebas de arranque. Apenas nacido, el Acuerdo murió en tribunales por vulnerar la legislación vigente. Así, como actuar desde la esfera administrativa era insuficiente, había que ensanchar la fuerza a través del Congreso.
Segundo golpe: que mi voluntad se haga ley
Como el espacio falta y las palabras sobran, sumariamente comento que estas reformas hacen imposible un sector eléctrico eficiente, seguro y sustentable por lo siguiente. En orden de importancia, CFE tiene derecho de preferencia para inyectar electricidad a la red, por obsoletas, costosas y contaminantes que sean sus centrales de generación; por otra parte, la empresa de estado queda libre de elegir a sus generadores a falta de un proceso competitivo entre ellas, lo que excluía a las renovables por simple antipatía. Más grave aún, de haber subsistido esta reforma, ahora las centrales de CFE, añosas y contaminantes, hubieran podido adquirir Certificados de Energías Limpias, amén de otros cambios ajenos a un mercado eléctrico con miras a los derechos de los usuarios y el cuidado del medio ambiente.
¿Fue un abuso de poder reformar la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) cuando un partido político tiene la mayoría requerida? Pienso que no. En cambio, sí lo es usar la mayoría necesaria en el Congreso de la Unión a sabiendas que mediante ello se vulneraría el modelo eléctrico abierto y diverso aún vigente en la Constitución.
Al aprobarse las reformas a la LIE, y tal como sucedió con el Acuerdo, un alud de juicios constitucionales desembocó en la justicia federal de los cuales provinieron centenas de suspensiones que pusieron un alto a su aplicación. Además, esta vez hubo una tercia de acciones ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): una controversia constitucional, por invasión de facultades por parte de la Comisión de Competencia Económica y dos acciones de constitucionalidad, una interpuesta por el Senado de la República y otra por el Gobierno del Estado de Colima. Finalmente, el 31 de enero de 2024, la Segunda Sala de la SCJN invalidó las reformas que daban prelación a CFE, por encima de los proyectos de empresas privadas, muchos de ellos de fuentes renovables.
La indignación del presidente crecía de forma directamente proporcional a la impartición de justicia. López Obrador seguramente añoraba un poder judicial sujeto a sus veleidades. Entonces, tanto él, como Manuel Bartlett, anunciaron el remedio para tanta intervención judicial: toda vez que es imposible impugnar el fondo de una norma constitucional, habría que hacer el desmonte desde la Carta Magna. Sería esta la norma que legitimaría el uso de la electricidad, no como chispa de desarrollo sostenible, sino como fuente de poder.
Desde arriba: las reformas constitucionales
La reforma Constitucional que fue calcinada por la alianza Va por México en 2022, resurgió de sus cenizas en febrero de 2024, la cual, a partir de dar preponderancia a CFE “defiende la soberanía nacional y el acceso universal de todo el pueblo mexicano a la electricidad, al menor precio posible.” Aquí no se pretende atacar a CFE, sino señalar cómo las reformas propuestas, y recientemente dictaminadas de forma favorable por la Cámara de Diputados, son atentatorias contra las mismas promesas del presidente.
La iniciativa pretende excluir todo ánimo de lucro por parte de CFE, por lo cual el objetivo principal, consistente en el acceso universal, se antoja inviable. Si en su estado actual, la empresa pública trabajosamente cubre la demanda nacional, ¿qué sucederá al negársele generar ganancias? Además, hay de usuarios a usuarios. ¿Por qué no cobrar una tarifa comercial a quienes puedan pagarla? Si al presidente y a Bartlett les preocupa tanto el no favorecer intereses particulares, ¿por qué no distinguir entre categorías de usuarios? Habrá aquellos que sí puedan y deban generar ganancias para CFE.
La indisposición del gobierno saliente por hacer de CFE una empresa rentable hace imposible su transición hacia una modernización que permita aprovechar los recursos más abundantes y disponibles para la generación de electricidad en este país: el sol y el viento. La expresión “soberanía energética” es equívoca y es parte del discurso político. Hay que suponer, por lo tanto, que el presidente y Bartlett se refieren a una “autosuficiencia energética.” Es paradójico, por lo tanto, desdeñar el desarrollo de tecnologías que disminuirían la dependencia de México de hidrocarburos importados. De aprobarse la reforma Constitucional, a Sheinbaum le toca la misión tortuosa, si acaso no imposible, de trabajar con una CFE preponderante y bajar las emisiones de carbono. En suma, las reformas constitucionales que podrían aprobarse antes de la toma de protesta de Claudia la dejarán con promesas que el presidente hizo y que ella posiblemente no podrá cumplir.
Promesas, promesas…
Todos los gobiernos las hacen, los menos las cumplen. Pero no existe engaño más artero que el que se les hace a las personas que pagan por los desperfectos de un sistema sin recibir sus beneficios. México tiene recursos renovables abundantes que no se usan en perjuicio de los usuarios más vulnerables. Además, las fuentes renovables se pueden generar a precios cada vez más competitivos. ¿No favorece esto a los que menos tienen? Por otra parte, los pobres sufren más los efectos de la contaminación y tienen menos acceso a los servicios de salud, ya no hablemos de las vulnerabilidades extremas a los efectos del cambio climático. De esto se ha dicho casi todo y es fastidioso repetirlo.
Lo que se debe repetir hasta el hastío es que un gobierno que se dice incluyente de los más pobres no ha hecho esfuerzo alguno por elevar el entendimiento energético de la población que dice favorecer. La esperanza es que el gobierno entrante esté lleno de profesores. Ojalá ilustren más y mientan menos. Porque si las promesas fueran corceles, los indigentes serían caballeros. EP
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