En Folios, los editores de Este País escogen libros que dialogan con los temas mensuales. Aquí les presentamos cinco microrreseñas tanto de escritos clásicos como de novedades editoriales que abundan en los temas tratados en el mes de agosto
Folios: recomendaciones de agosto
En Folios, los editores de Este País escogen libros que dialogan con los temas mensuales. Aquí les presentamos cinco microrreseñas tanto de escritos clásicos como de novedades editoriales que abundan en los temas tratados en el mes de agosto
Texto de Este País 18/08/20
Historia política de la ciudad de México (Desde su fundación hasta el año 2000) de Ariel Rodríguez Kuri
Han pasado apenas cuatro años desde que el nombre oficial de la capital mexicana pasó de Distrito Federal a Ciudad de México, y pocos fueron los que se resistieron a la transición del “deefe” a la “cedemequis”. Si algo quedó claro con esa adopción precipitada, fue que no será la última transformación institucional de una urbe que, durante más de quinientos años, ha experimentado toda clase de cambios de nombre y reorganizaciones territoriales. Así transcurre esta compilación de artículos realizada por Ariel Rodríguez Kuri (entre cuyos colaboradores están Pablo Escalante Gonzalbo, Alejandro Alcántara Gallegos Gabriel Torres Puga, Juan Ortiz Escamilla, Sonia Pérez Toledo, Fausta Gantús, Mario Barbosa e Ignacio Marván Laborde), uno de los estudios más completos sobre esa historia que va de los barrios originarios de la antigua Tenochtitlán a la ciudad borbónica y sede de la Nueva España; del nacimiento del centralismo mexicano tras la independencia hasta la explosión urbana del siglo XX; ayuntamientos que se transforman en delegaciones (y ahora en alcaldías); y, por supuesto, un relato de virreyes, emperadores, jefes de gobierno y hasta elecciones democráticas. Este es un libro que pinta un nuevo retrato de esa ciudad que siempre está a la espera de su próxima metamorfosis.
Las crónicas del dolor de Melanie Thernstrom
En el Bhagavad Gita, Krishna dice que la vida es ese lugar “donde reside el dolor”. Por su lado, en el Antiguo Testamento se lee que a los descendientes de Adán y Eva, expulsados del Paraíso, la tierra les depararía poco más que “ espinas y cardos”. Y aunque es una preocupación antigua y con una historia fascinante, es poco lo que sabemos en realidad sobre el sufrimiento desde un punto de vista intelectual; dolor dictat, decían los romanos después de todo. A medio camino entre el ensayo y el reportaje, Melanie Thernstrom explora en estas crónicas la genealogía del dolor como idea (de ahí que se apoye tanto enSusan Sontag como en Michel Foucault), así como una de las epidemias más soterradas del mundo: la de todos aquellos que viven con dolores crónicos a causa de la depresión y las enfermedades. Thernstorm también incluye el relato de su propia lucha al dolor y ensambla una historia (¿o sería más correcto hablar de un historial?) del dolor como metáfora, enfermedad, narración y percepción; de síntomas y citas médicas, de analgésicos (o con su expresivo nombre en inglés, painkillers, los destructores del dolor) y plegarias en busca de una luz al final del túnel que, quizá sea la del relato de todo lo que el dolor no deja decir.
Diario de duelo de Roland Barthes
—¡No ha conocido usted el cuerpo de la Mujer!
—Conocí el cuerpo de mi madre enferma, luego moribunda.
Roland Barthes escribió esto dos días después de la muerte de su madre, Henriette Binger, viuda de Louis Barthes, madre soltera durante la segunda guerra mundial, protestante, y fallecida en 1977, a los 84 años. El tono de ese diálogo interno e imaginario, entre el reproche y una certeza recién encontrada (Barthes nunca declaró en público su homosexualidad aunque era conocida, y vivió siempre junto a su madre), se irá tejiendo y destejiendo a lo largo de este “diario” escrito sobre fichas que el semiólogo francés cortó a partir de hojas de papel y archivó como si estuviera reuniendo citas y notas para una investigación sobre el duelo. Barthes busca en su interior y en sus lecturas (como la que hace sobre Marcel Proust, quien también escribió sobre desde la aflicción por la pérdida de su propia madre) una manera de exteriorizar su propio dolor. Y aunque quizá los fragmentos de este discurso luctuoso no estaban pensados para componer un libro propiamente dicho, la edición de Natalie Léger lo convierte en el testimonio íntimo a la vez que cerebral, algunas veces poético y aforístico, en otras apenas unas líneas deshilvanadas, de un hijo que se despide de su madre, el verdadero amor de su vida.
Una ballena es un país de Isabel Zapata
Nada en los animales, ni su belleza, ni lo que hemos desentrañado de sus lenguajes (sean los ecos de las ballenas o los movimientos de una colmena de abejas), indica que quieran comunicarse con nosotros. Y a pesar de los intentos humanos de someterlos incluso en el plano simbólico y artístico, ellos siguen ahí, emitiendo por todo mensaje su propia existencia. Esa fascinación, la de los animales por sí mismos, nunca como entidades abstractas o que reflejan nuestras pulsiones antropocéntricas, conduce a Isabel Zapata a lo largo de estos poemas diversos dedicados a asuntos diversos: el destino trágico del tilacino (o lobo de Tasmania); el galope de los caballos; un oso polar disecado; razones para no pisar a los caracoles; el rinoceronte que pintó Durero; la lengua de los topos; o una carta de amor a Laika, el primer ser vivo que orbitó la Tierra. Escritos con sencillez, como entradas de un bestiario tanto científico como entrañable, los poemas de Una ballena es un país procuran devolvernos al asombro inicial, y muchas veces perdido, por la vida y la suerte de los seres vivos con los que compartimos el planeta.
Voz de Christina Dalcher
¿Qué se puede decir en menos de cien palabras? En esta novela distópica, se plantea un mundo en el que las mujeres tienen prohibido pronunciar más de 100 palabras al día, a expensas de que el dispositivo que llevan en la muñeca izquierda suelte sobre ellas una descarga eléctrica. En ese contexto, la neurolingüista Jean McClellan es requerida para tratar la afasia del hermano del presidente y podrá, durante algunos días, hablar sin restricciones. Pero este incidente la hará descubrir hasta dónde quiere llegar el gobierno, regido por hombres, en su sometimiento contra las mujeres. Y es que justo aquí se habría superado ese límite de cien palabras y apenas estaríamos empezando a hablar sobre los temas que motivan esta novela sobre el poder, la misoginia y la antigua tentación de callar la voz de las mujeres a lo largo de la historia. Esta novela de Christina Dalcher (doctora en lingüística también) ha sido comparada con las visiones de un futuro que en mucho se parece al presente de Margaret Atwood, y con Stephen King por su habilidad narrativa, y se lee con la urgencia de quien tiene pocas palabras para expresar todo lo que se ha callado.
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