El desafío actual de ser un hombre gay cisgénero

En este texto, Omar Ramos presenta su experiencia en torno a las implicaciones y los desafíos de ser un hombre gay cisgénero hoy en día; además, reflexiona sobre las acciones necesarias para abonar a algunas de las causas sociales en auge.
#VisibleEnEstePaís🌈

Texto de 14/05/21

En este texto, Omar Ramos presenta su experiencia en torno a las implicaciones y los desafíos de ser un hombre gay cisgénero hoy en día; además, reflexiona sobre las acciones necesarias para abonar a algunas de las causas sociales en auge.
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuando era joven, pensaba inocentemente que salir del clóset me haría un héroe contemporáneo: el niño gay, el adolescente gay y, pronto, el adulto gay al fin tendría el valor de reconocer de forma pública su orientación sexoafectiva y con ello desafiaría a una sociedad machista y homófoba que lo ha sometido durante toda su vida. Sería reconocido por sus semejantes y por los y las aliades; recibiría el incondicional amor de sus familiares y amigos, y de su cuerpo se desprendería un fulgor envidiable. “Soy gay”: anunciaría al mundo con orgullo, y todo sería mejor. 

Hoy, esa fantasía está más lejos de la realidad que nunca. 

Y eso es porque todes hemos cambiado. Claro, los libros de Judith Butler han estado ahí durante mucho tiempo, pero no fue hasta RuPaul’s Drag Race (2009), la revelación de Caitlyn Jenner (2015) y las acusaciones contra el exproductor cinematográfico Harvey Weinstein (2017) que los temas expresión de género, identidad de género y feminismo, respectivamente, llegaron a muchos de nosotros. Ridículo y arrogante es pensar que todos hemos tenido acceso a los textos de Butler y de otros especialistas en feminismo y género. Seamos realistas. 

““Soy gay”: anunciaría al mundo con orgullo, y todo sería mejor.”

Al comenzar a tener información masiva sobre feminismo, identidad y expresión de género, mi realidad como hombre gay fue cambiando. Por supuesto, obtuve el reconocimiento por mi valor y sí pude sentir ese maravilloso fulgor de vivir con libertad mi orientación; pero después de un tiempo, comenzaron los cuestionamientos y las reflexiones sobre mi persona.

En primer lugar, la drag queen más popular el planeta me confrontó de forma violenta con mi homofobia interiorizada (la cual descubrí gracias al libro Quiérete mucho, maricón de Gabriel J. Martín). Me rehusaba a ver las primeras temporadas de RuPaul’s Drag Race, porque mi lado “femenino” —¿qué es lo femenino?, ¿qué es lo masculino?— había estado reprimido durante toda mi vida. Estos hombres “vestidos de mujer” me estaban dando permiso de hacer con mi expresión de género lo que me diera la gana. Me devolvieron una parte de mí que amo; me reconciliaron con esos rasgos que yo consideraba “femeninos” y que ahora sé que simplemente son humanos: moverme con delicadeza, hablar con las manos, caminar con gracia, usar accesorios que resalten mi vestuario. También me hicieron pensar en la masculinidad tóxica y en ser menos violento con la expresión de género de otros hombres gays. 

En segundo lugar, la revelación de Caitlyn Jenner fue un parteaguas para mí y para millones de personas en el mundo, que leyeron o escucharon por primera vez el término “mujer trans”. Todos esos hombres —muchos heterosexuales y de edad considerable— que vieron los Juegos Olímpicos en los que Jenner participó, tuvieron acceso a la información y eso es de una relevancia inconmensurable, ya que difícilmente por su cuenta habrían investigado sobre la identidad de género de las personas, un tema cada vez más presente en nuestra sociedad. Y, en ese momento, yo asumí que no sólo era un hombre gay, sino un hombre gay cisgénero y que, por ende, tenía muchos privilegios. Sí, había sido reprimido por mucho tiempo por una sociedad machista y homofóbica, pero mi experiencia seguramente es menos complicada que la de una persona trans. No se trata de ver quién está más oprimido, sino de estar consciente de que hay luchas más complejas por luchar. 

Otro nombre importante por mencionar es el de Sylvia Rivera, activista trans protagonista en la revolución generada en Stonewall. En 1973, en un rally celebrado en Christopher Street en Nueva York, al tomar el micrófono Sylvia fue abucheada por un grupo de personas —mayoritariamente hombres gays blancos cisgénero—, debido a que en apariencia y acciones “no los representaba”, ante lo que expresó con furia: 

“Todos ustedes deberían callarse ahora […] he estado en la cárcel, he sido violada y golpeada muchas veces […] pero ¿ustedes han hecho algo por mí? No, me dicen que me vaya y que esconda mi rabo entre las piernas. No voy a continuar con esta mierda […] He ido a dar a la cárcel, he perdido mi trabajo, he perdido mi departamento por la liberación gay y ustedes ¿me tratan de esta forma? ¿Qué diablos les pasa? Piensen en eso”. 

Tras ese acontecimiento, Sylvia intentó suicidarse.  Luego de conocer esa parte de mi historia (la de los derechos de las personas LGBT+) una idea se instaló firme en mi cabeza: los hombres homosexuales cisgénero tenemos una deuda histórica con las personas trans.  

Finalmente, las mujeres que denunciaron por acoso y abuso sexual a Harvey Weinstein, me hicieron darme cuenta de mi privilegio como hombre y de mi machismo. Ivett Salgado, excepcional reportera de Milenio, compañera de trabajo por muchos años y con la cual tuve el honor de seguir esa cobertura día tras día, me hizo entender en decenas de conversaciones lo afortunado que era al no tener miedo de caminar en la calle por la posibilidad de un acoso sexual (que va desde un silbido, hasta un tocamiento). Yo no lo entendía, porque comprender ese privilegio es complejo en una sociedad como la nuestra: machista hasta la médula.

“Al comenzar a tener información masiva sobre feminismos, identidad y expresión de género, mi realidad como hombre gay fue cambiando.”

Privilegio: ese es todo un tema. Como hombre gay cisgénero, es muy complicado percatarte de tus privilegios, porque también has sufrido mucho. ¿Dónde está el privilegio de haber sido maltratado durante toda la infancia?, ¿de haber recibido insultos, golpes y vivir con miedo de que te puedan asesinar por ser gay? El trabajo terapéutico y adquirir información sobre otras realidades, como las de las mujeres trans o cisgénero, te ayudan a sensibilizarte y a darte cuenta de las ventajas que tienes socialmente por el simple hecho de ser hombre cisgénero; y, en mi caso, contribuyen para enmendar errores y tratar de aportar en las distintas luchas.  

Ser hombre gay cisgénero es complejo en todo este maremoto de movimientos sociales. Queremos apoyar a la causa feminista, pero no podemos: nos piden callar y eso nos causa impotencia. Nos cuesta mucho callar, porque como hombres el machismo nos ha enseñado a no quedarnos callados, a imponer nuestras opiniones. Y entonces tenemos que aprender a callar y a aportar cuando sea el momento adecuado; a escuchar las otras realidades, a sumar desde nuestro privilegio hasta que este desaparezca. Hasta que juntes tiremos al patriarcado. 

Queremos apoyar a la causa trans, pero no podemos; nos dicen que no tenemos la vivencia y, en efecto, no la tenemos. Queremos hablar de lo que las personas trans deberían hacer o no desde nuestra óptica cisgénero, y es entonces donde nos frenan. Nos corresponde escuchar a nuestros hermanes trans, que ellos y ellas sean maestres. Y así, educados por elles, podremos ser firmes contra movimientos como las feministas radicales transexcluyentes (TERFs, no hay otra manera de llamarlas) o el feminismo radical homotransfóbico. Para entrarle a estos temas, antes de hablar, tenemos que educarnos, leer y estudiar mucho. 

“Ser un hombre gay cisgénero estos días es desafiante y somos muchos los que buscamos deconstruirnos, liberarnos del machismo y sumar.”

Entonces, en estos días, revelar que somos hombres gays cisgénero es algo que no se antoja tanto. Se antoja más el armario, el anonimato, andar por ahí con mucha calma gracias a nuestros privilegios y que les demás le hagan como puedan. Pero no, ese es un engaño. Nuestro principal enemigo siempre ha sido el silencio, y si no le hacemos frente, se perpetúa. ¿Es complejo y lleva trabajo estar consciente de todos estos temas y sumarse a las diferentes causas? Por supuesto que lo es, pero nuestro privilegio justamente nos da la oportunidad de informarnos más y mejor, y ser más empáticos. 

Ir a terapia, hablar con personas trans, leer libros sobre homofobia interiorizada, reconocer nuestro machismo y masculinidad tóxica, tener una expresión de género libre y auténtica, gozar a plenitud nuestra vida sexual: son sólo algunas de las acciones que harán de la experiencia de ser un hombre gay cisgénero hoy, algo mejor. 

Podría decir mucho más sobre el tema… y por eso escribí un libro: Un hombre en tacones: Ser gay en tiempos de apps y PrEP; presenta mi recorrido por temas de identidad de género, interacción entre hombres gays y salud sexual. Ser un hombre gay cisgénero estos días es desafiante y somos muchos los que buscamos deconstruirnos, liberarnos del machismo y sumar. 
Si tú eres un hombre gay cisgénero y te sientes abrumado por todo lo que se dice de ti allá afuera: tranquilo, respira. Somos muchas personas las que estamos dispuestas a escucharte, y a juntos ser y estar mejor. EP

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