El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.
Problemas a resolver para aprovechar el momento económico
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.
Texto de Antonio Ortiz-Mena 14/02/24
Dos hechos marcarán el devenir de las relaciones económicas de México en 2024: las elecciones presidenciales en México y Estados Unidos, y el creciente nacionalismo que ha acompañado a la turbulencia geopolítica mundial.1
México y Estados Unidos: vecinos próximos y distantes
Sin duda, 2024 será atípico: solo cada 12 años coinciden las elecciones presidenciales en México y Estados Unidos. Dado que es nuestro principal socio comercial (y que desde 2023 somos, a su vez, el principal socio de Estados Unidos, en parte como resultado de las fricciones de ese país con China), las elecciones serán de mayor trascendencia que la última ocasión que coincidieron.
México tiene una enorme ventaja por su vecindad con Estados Unidos, y el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) brinda certidumbre a los flujos de comercio e inversión. Sin embargo, el T-MEC no es suficiente para contraponerse a tentaciones nacionalistas de los países de Norteamérica.
Hay fricciones comerciales que no se han resuelto, entre las que destacan acciones de México que contravienen sus compromisos energéticos en el T-MEC, consultas en materia de organismos genéticamente modificados, y el incumplimiento de Estados Unidos en torno al informe de un panel del T-MEC sobre reglas de origen de la industria automotriz. Por su parte, Canadá y Estados Unidos enfrentan una disputa en materia de impuestos a servicios digitales, y Canadá, a su vez, tendrá elecciones en 2025, lo que promete politizar aún más la disputa.
El problema no es que se presenten fricciones comerciales, sino que dilaten en resolverse. Mientras que la mayoría de los más de doce casos laborales que se presentaron en 2023 se resolvieron de manera expedita, no es así en el caso de otros temas. La no resolución genera incertidumbre para los inversionistas y un aumenta las probabilidades de que la evaluación del T-MEC, prevista para 2026, acumule demasiados pasivos y genere un álgido debate que dificulte una mayor integración regional.
México también debe estar preparado para un escenario de victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Bajo ese escenario, es probable que deje de operar el Diálogo Económico de Alto Nivel México-Estados Unidos, el cual ha sido importante durante el gobierno de Joseph R. Biden para gestionar temas de la agenda económica bilateral que van más allá del T-MEC.
Asimismo, la migración indocumentada y el tráfico de fentanilo han generado tensiones en la relación e impedido el flujo de bienes de sur a norte, a pesar de que desde la pandemia de covid-19 ambos países se comprometieron a tener cadenas de valor más resilientes. En febrero de 2023, las autoridades de Canadá, Estados Unidos y México anunciaron nuevas acciones para tener cadenas de valor más resilientes, pero en diciembre, el gobierno estadounidense cerró el cruce Piedras Negras-Eagle Pass, lo que generó contratiempos a importantes exportadores mexicanos.
Lo que es seguro es que continuarán los picos de flujos migratorios indocumentados y podrían darse emergencias de salud pública o desastres naturales que afecten los flujos comerciales. México tiene la imperiosa necesidad de lograr atemperar los impulsos proteccionistas de Estados Unidos —fundamentados o no—, mantener las fricciones bilaterales segmentadas por tema —en gran medida mediante el refuerzo de la institucionalidad de la relación— y asegurarse de que tanto nuestro país como nuestro vecino del norte cumplan con sus compromisos del T-MEC. Esto será difícil con un gobierno como el de Biden, y mucho más bajo un nuevo mandato de Trump, pero nuestra interdependencia económica con Estados Unidos nos obligará a encontrar soluciones.
Nacionalismo y turbulencia geopolítica
El nacionalismo económico va en ascenso desde años recientes, y la turbulencia geopolítica, marcada en 2023 por la invasión rusa a Ucrania y la guerra de Israel contra Hamás, probablemente no menguará. Esto puede impulsar aún más al proteccionismo y el nacionalismo económico.
México puede aprovechar este entorno como destino seguro para el comercio y la inversión, no solo para los socios del T-MEC, sino también para países de otras regiones. Destacaría aquí la oportunidad de fortalecer los nexos con la Unión Europea, cuyo acuerdo se modernizó desde 2018, por lo que a estas alturas es probable que el gobierno de López Obrador haya perdido la oportunidad de lograr su ratificación. El costo de oportunidad es enorme en cuanto a atracción de inversión y acceso a su mercado, que se torna cada mes más proteccionista, por ejemplo, con nuevas normas relacionadas con la huella de carbono.
El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) tiene también un gran potencial no aprovechado. Algo novedoso fue el ingreso del Reino Unido, en 2023, y se espera que los países miembros lo ratifiquen en 2024. Se puede aprovechar este año para reforzar los nexos de inversión y el comercio con ese país.
¿La mejor política exterior es la interior?
Sostengo que la mejor política exterior es una buena política exterior, y si en dichos andamos, que una política exterior pobre es una pobre política exterior. Como lo señala Jorge A. Schiavon en su ensayo en este reporte,2 el presupuesto asignado a las actividades internacionales de México ha sido magro e insuficiente. Para atraer inversión y asegurar el acceso de nuestras exportaciones a mercados cada vez más protegidos se requiere de funcionarios en el exterior que estén debidamente capacitados y cuenten con las herramientas para promover los intereses económicos de nuestro país.
Ciertamente, también se requiere una coordinación entre política interior y exterior. Esto es particularmente relevante en cuanto a la oportunidad de la relocalización cercana (nearshoring) de nuestro país. Ya abordé el tema en estas páginas junto con Diego Marroquín; aquí comento uno de los argumentos centrales. Por mucho que las Secretarías de Economía o de Relaciones Exteriores promuevan a nuestro país, si no resolvemos el tema energía seguiremos sin recibir los montos de inversión que de otra manera llegarían a nuestro país. Le vecindad con Estados Unidos y la amplia red de tratados comerciales no son contrapeso suficiente para la falta de energía limpia, confiable y a precios competitivos. Este es el talón de Aquiles de nuestra capacidad de atracción de inversión y aumento de producción para la exportación, más que el crimen organizado, más que el débil Estado de derecho, más que la inadecuada infraestructura. Los anteriores factores aumentan el costo de hacer negocios en México; la falta de energía impide la realización de los negocios.
Los retos y las oportunidades para las relaciones económicas con el exterior durante 2024 están claros; quien gane la elección presidencial, junto con el empresariado y la sociedad civil, deberemos estar a la altura de los mismos. EP
- Las opiniones expresadas por el autor son personales. [↩]
- Véase el artículo escrito por Jorge A. Schiavon para este documento, pp. 59. [↩]
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