El nearshoring: ¿un momento de inflexión en la industrialización de México?

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.

Texto de 14/02/24

Desafios política exterior México 2024

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.

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La relación económica con Estados Unidos atraviesa, en general, por un buen momento, lo que en parte explica el repunte en el crecimiento económico de México en 2023 y previsiblemente en 2024, que se sustenta en cifras récord en exportaciones, remesas e inversión extranjera directa. Esta última ya apunta hacia las ventajas iniciales de la relocalización cercana (nearshoring): la inversión en la industria de la construcción, orientada a parques industriales y a proyectos industriales en el norte del país.

Puede ser un “punto de inflexión” en la industrialización y en la consolidación de otro “Mexican Moment”. Sin duda puede ser una oportunidad, pero no se dará solo por una tendencia inercial. Para ello tienen que darse ciertas condiciones, y el gobierno mexicano debe adoptar políticas que hasta el momento no ha adoptado. Hay ya países, sobre todo asiáticos, como Vietnam, o el propio Estados Unidos, que ya la están aprovechando más rápidamente mediante acciones concretas.

Políticas y condiciones necesarias
  1. En México, los gobiernos federales, estatales y municipales, tienen que actuar sobre el entorno, eliminando obstáculos y creando condiciones favorables. Fortalecer el Estado de derecho y las instituciones básicas. Fue lamentable el espectáculo de ingobernabilidad y fragilidad en Nuevo León, uno de los Estados que deben ser los más favorecidos. Debe atacarse a fondo el problema de la inseguridad para que el crimen organizado, que penetra crecientemente las actividades económicas, no tome el nearshoring como nuevo botín, mediante la extorsión.
  2. Debe actuarse ya para eliminar evidentes “cuellos de botella” en provisión de energías limpias, no contaminantes y escasez de agua; invertir para eliminar crecientes limitaciones y obstáculos en una infraestructura ya saturada en caminos, puentes y puertos. Resolver el agobiante y explosivo tema de la migración, que incide sobre la estabilidad de toda la zona fronteriza. Se debe actuar en la formación de mano de obra calificada, que la relocalización demandará en sectores de vanguardia.
  3. La relocalización no se dará cabalmente por la acción de las “fuerzas del mercado”, dejadas a sí misma. Se requiere configurar una política industrial moderna, no solo por medio de la Secretaría de Economía, sino con la coordinación intersecretarial, con otras secretarías relevantes: Hacienda, Infraestructura, Comunicaciones y Transporte, Gobernación. ¡No, por favor, involucrar más al Ejército! La política industrial requiere identificar los sectores y las regiones más importantes, idóneas para esta relocalización. Puede requerirse el diseño de algunos incentivos fiscales, bien definidos, condicionados y temporales, por ejemplo, mediante el impuesto sobre la renta, el predial, las deducciones de gasto en ciencia y tecnología, y la capacitación. También apoyar a empresas específicas que tengan un carácter estratégico.
  4. La política industrial debe ir acompañada de una política regional. Uno de los riesgos del nearshoring es concentrar los beneficios solo en algunas regiones del país, particularmente en el norte, que ya se beneficiaron del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Agravar la seria desigualdad regional. Las políticas industrial y regional deben favorecer a las regiones del sur-sureste con lo mencionado: infraestructura, educación y capacitación laboral, energía, comunicación, y disponibilidad de interconexión digital.
  5. Estas políticas deben sustentarse en una política explícita de financiamiento, que sustente las políticas industrial y regional. Esto requiere “despertar” y revigorizar la “adormilada” banca de fomento, particularmente Nacional Financiera, Banco Nacional de Comercio Exterior y el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos. La banca comercial privada, que vive en una muy rentable “zona de confort”, aprovechando altos márgenes en el crédito al consumo y generando enormes utilidades, debe sujetarse a lineamientos generales de política para asignar recursos a esta relocalización, incluyendo inversión en proyectos fundamentales.
  6. Un punto importante es que la relocalización debe ser su acicate para transformar la naturaleza cualitativa del T-MEC. Hacerlo más que un tratado de libre comercio, incorporando las dimensiones de cooperación laboral para eliminar evidentes “cuellos de botella”, cooperación educativa y tecnológica, y fortalecer la infraestructura de comunicación, particularmente la fronteriza. Esencialmente, debería configurarse una “política industrial y tecnológica” de carácter regional para Norteamérica. La relocalización puede ser un incentivo para una mayor dinámica de “integración” norteamericana. Pueden adoptarse políticas, siguiendo el ejemplo de la Unión Europea, para promover una mayor “convergencia de ingresos regional”, usando para ello fondos complementarios. Este puede ser un mecanismo eficaz y benéfico para reducir la migración de las zonas más atrasadas, no por vía de la represión. El Banco de Desarrollo de América del Norte puede ser un instrumento funcional para apoyar la relocalización, lo cual le daría nueva vida y contenido.

Ya circulan cifras “alegres”: 10 000 millones de dólares en nuevos proyectos, un impacto de 3% adicional en crecimiento de la economía. Hay que advertir que sin políticas activas de fomento y remoción de obstáculos, pueden repetirse experiencias que en el pasado han defraudado. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) nos convirtió en una gigantesca maquiladora, como apuntaron en Jaime Ros y Juan Carlos Moreno-Brid en el gran estudio “Export-led growth with no growth” (modelo de crecimiento, sustentado en las exportaciones, que no genera crecimiento) o el auge actual de las inversiones, incluyendo en los proyectos emblemáticos, con alto contenido importado, que no generan efectos multiplicadores en la producción y el empleo local y, por ende, el crecimiento.

En cambio, mediante estas políticas, para crear condiciones, remover obstáculos y “cuellos de botella” y, con políticas activas de promoción y de fomento, con políticas industriales y regionales, de educación y tecnología, y de financiamiento, es que se puede hacer realidad que haya fuertes corrientes de inversión financiera y física con efectos multiplicadores; que aumente la participación de la industria en la economía, incorporando mayor valor agregado con tecnología y contenido local. Es decir, que aproveche, no solo la mano de obra de bajos salarios, sino la tecnología avanzada. ¡Promover que las cadenas productivas tengan “encadenamientos” “hacia afuera”, pero también “hacia adentro”! Esto sí permitirá un crecimiento de la economía a otro nivel histórico, no el mediocre secular de 2%, sino de 5% a 6%, como en la etapa de las décadas de 1940-1970 de industrialización acelerada por sustitución de importaciones, y cómo lo están logrando particularmente los países asiáticos.

Esto requiere no solo de buenas intenciones, sino de políticas articuladas eficaces de largo plazo con visión estratégica. Este gobierno ya perdió “el carro”, no tiene la capacidad técnica ni operativa para lograrlo, como lo ha demostrado. Esperamos que el nuevo gobierno, de cualquier signo que sea, sí tenga la capacidad de actuar y usar la relocalización para lograr una Revolución Industrial “4.0” en la nueva era digital en el siglo XXI. EP

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