Los desafíos para la política exterior multilateral

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Los desafíos en los organismos internacionales

Texto de 21/02/24

Desafios política exterior México 2024

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Los desafíos en los organismos internacionales

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Al acercarse el 80 aniversario de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus organismos especializados, el multilateralismo pasa hoy por un periodo en que sus limitaciones se han hecho evidentes para asegurar la paz y la seguridad internacionales, promover eficazmente el desarrollo sostenible, y coadyuvar en la protección efectiva de los derechos humanos de todas las personas. Esta percibida ineficacia, en particular de algunos de sus órganos más importantes como el Consejo de Seguridad, han reducido su credibilidad y apoyo, tanto entre gobiernos como entre otros actores internacionales, como los gobiernos subnacionales, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación, el sector privado, e incluso entre expertos y académicos. Se culpa a los organismos internacionales y al multilateralismo de las faltas cometidas por otros, en particular las grandes potencias.

Esa ineficacia es resultado, principalmente, de la competencia por la hegemonía internacional y los designios de las grandes potencias. Pero también es producto de la pasividad y la indiferencia de numerosos países de desarrollo medio, y de la debilidad y la extrema vulnerabilidad de numerosos países que carecen de instituciones públicas sólidas, que son presas de la exclusión sistemática, la corrupción, el crimen organizado transnacional y otras fuerzas antiestatales.

La ONU, y el multilateralismo en general, no son el equivalente de un gobierno mundial. Dependen de las decisiones soberanas de sus Estados miembros. No cuentan con la autoridad suficiente ni las capacidades necesarias para prevenir la multiplicación de conflictos violentos al interior de muchos países en los que los gobiernos nacionales no tienen control de sus propios territorios. Tampoco cuentan con los instrumentos para evitar guerras abiertas, como las de Ucrania y Gaza, en las que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con responsabilidades especiales para mantener la paz y la seguridad internacionales, están directamente implicados, y actúan en bandos contrapuestos.

Dependiente de las decisiones nacionales que tomen los Estados, la ONU también ha mostrado grandes limitaciones para enfrentar, con la celeridad que amerita, retos mundiales de gran magnitud, como el cambio climático y la protección de la biodiversidad, la lucha contra el terrorismo y el crimen transnacional organizado, la promoción del desarrollo sostenible y la protección de los derechos humanos de todas las personas.

La inmensa mayoría de los organismos internacionales, incluyendo a los financieros, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, hoy lucen rebasados e ineficaces para hacer frente a la acumulación de crisis internacionales que están concatenadas: ambiental, económica, sanitaria y de seguridad. Como resultado de la multiplicación de conflictos y de otras situaciones que amenazan una sobrevivencia digna de muchas poblaciones, se incrementan las corrientes desordenadas de migrantes, refugiados y desplazados. Tampoco hay confianza entre las potencias para negociar un marco normativo internacional que regule la inteligencia artificial, y se abandona a su suerte a decenas de países superendeudados y sin recursos para promover su desarrollo. Se ignoran violaciones flagrantes y masivas de los derechos humanos que ocurren en muchos países, y los llamados de la ONU para respetarlos. Crece el crimen transnacional organizado y no cesan los actos terroristas.

Es muy difícil que en los próximos años ocurra un cambio generalizado de las tendencias que se observan. La competencia por la hegemonía internacional continuará. Pero sí hay espacios para lograr cambios incrementales para avanzar en la solución de grandes retos mundiales. Estos cambios pueden ampliarse si países como México, y otras potencias medias, mantienen una política multilateral activa y responsable, a favor de las mejores causas comunes, que contribuyan a la paz y la seguridad internacionales, la eliminación de la pobreza extrema, la reducción de las desigualdades, el desarrollo sostenible y el respeto a los derechos humanos de todas las personas.

México puede y, junto con otros países, debe ser una fuerza positiva a favor de un mundo mejor para todos. Nuestro país debe mantener una participación sólida, equilibrada y efectiva en los foros multilaterales internacionales y regionales en los próximos años. Para lograrlo, debe asumir algunas definiciones básicas. En ese sentido, México debería:

  1. Definir una política exterior de Estado, que responda directamente a sus intereses nacionales, pero también a su calidad de actor responsable de la comunidad internacional. México y otras potencias regionales tienen reservado un papel de “activismo responsable” en los organismos internacionales y regionales, en defensa del Derecho Internacional, la aplicación de la Carta de la ONU, y los principales tratados y acuerdos adoptados en esos organismos internacionales y regionales.
  2. En el marco de una política exterior de Estado, debe definir una política multilateral que coadyuve al logro de las mejores causas de la comunidad internacional, como el desarme nuclear, el fortalecimiento de la capacidad de la ONU para la prevención y la solución temprana de los conflictos, el desarrollo sostenible y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos.
  3. Elaborar propuestas y tomar iniciativas para fortalecer el multilateralismo y a los foros internacionales ya establecidos para hacer frente a los grandes retos internacionales. Debe asociarse con otros países, de diferentes regiones y niveles de desarrollo, que coincidan en este enfoque, y mantenerse como socio atractivo, creíble, confiable e indispensable, para el impulso de las mejores causas internacionales.
  4. Coordinar sus iniciativas multilaterales con acuerdos bilaterales que coadyuven al mismo fin, pero no supeditar nunca su política multilateral a las relaciones bilaterales con ningún país, o en aras de lazos históricos con países con los que mantiene relaciones de amistad y cercanía, cuando la conducta de esos países no contribuya a las mejores causas internacionales.
  5. Hacer una selección flexible de aquellos países, de todas las regiones, con los que desea asociarse para promover diversas causas de la humanidad (coaliciones internacionales).
  6. Fortalecer los mecanismos de consulta y participación en su política multilateral con grupos de la sociedad civil, en especial con los jóvenes, las mujeres, las personas con discapacidad, los migrantes, los pueblos originarios y afrodescendientes, el sector privado y los grupos de expertos y de académicos.

Dentro de ese marco general de actuación, México debería, entre otras cosas:

  1. Pugnar por el fortalecimiento de los tratados internacionales en materia de desarme nuclear, en particular del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de 2017.
  2. Apoyar una coordinación más efectiva del Consejo de Seguridad, la Asamblea General, el Consejo Económico y Social, y de algunos organismos especializados, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), para desarrollar un sistema internacional más preventivo de crisis internacionales, y de atención inmediata para la solución temprana de los conflictos.
  3. Proponer la extensión, no la renegociación, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible después de 2030, hasta que todos los países los alcancen con el apoyo internacional que resulte indispensable, en particular, en materia de financiamiento y creación de capacidades.
  4. Apoyar las labores de prevención de nuevas pandemias que lleva a cabo la Organización Mundial de la Salud, y la adopción de nuevas Regulaciones Sanitarias Internacionales.
  5. Promover una transición energética justa, equitativa y ordenada, basada en el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, y en las normas de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático y del Acuerdo de París. México debe cumplir de buena fe sus compromisos internacionales en materia ambiental.
  6. Definir una fecha tentativa, hacia 2050 o 2060, para alcanzar la meta de cero emisiones de gases de efecto invernadero. Solamente así tendrá autoridad moral y política para exigir a los grandes emisores que cumplan sus responsabilidades.
  7. Continuar apoyando la ampliación y la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, así como del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para hacerlos más representativos.
  8. En el ámbito regional, apoyar la labor de la Organización de los Estados Americanos y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que tienen ámbitos distintos de acción, pero promoviendo la democracia y el respeto a los derechos humanos en América Latina y el Caribe, apoyando el desarrollo sostenible y al sistema regional de protección de los derechos humanos.

Los próximos años viviremos las consecuencias de la creciente competencia por la hegemonía entre las grandes potencias, pero se mantienen espacios para ampliar la cooperación internacional y regional en muchos ámbitos. Una política multilateral imaginativa, propositiva y bien implementada, puede ser de gran beneficio para nuestro país y para contribuir a la solución de grandes retos mundiales. EP

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