El Acuerdo Global con la Unión Europea: una tarea incompleta

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | La difícil pero necesaria diversificación

Texto de 28/02/24

Desafios política exterior México 2024

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | La difícil pero necesaria diversificación

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México llega al final del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador con una relación con Europa, en general, y con la Unión Europea, en particular, inercial en el mejor de los casos, y paralizada si se hace un análisis crítico. Oportunidades para darle un nuevo impulso las había, pero se desperdiciaron como tantas otras en política exterior, y corresponderá al nuevo gobierno mexicano rencauzarlas en un entorno internacional mucho más complejo que hace 6 años.

Las relaciones de México con la Unión Europea, integrado por 27 Estados miembros, tienen como marco jurídico el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación, firmado en 1997 y conocido como Acuerdo Global, con tres pilares: diálogo político, libre comercio y cooperación. Entró en vigor en octubre de 2000. El Acuerdo cumplió su propósito al incrementarse los flujos comerciales y convertir a la Unión Europea en el segundo inversionista en México y el tercer socio comercial, después de Estados Unidos y China.

En 2013, se acordó actualizar el Acuerdo por los cambios políticos y económicos tanto en la Unión Europea, derivados de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, así como en México, con la creación de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la negociación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

En junio de 2018, se concluyó la negociación del Acuerdo modernizado, y se hicieron ajustes posteriores a la entrada en vigor del T-MEC en materia de reglas de origen, con énfasis en el sector automotriz y en productos cárnicos. Había la posibilidad de que tanto México como la Unión Europea firmaran y ratificaran el Acuerdo Global Modernizado, pero, primero por los problemas jurídicos derivados de las competencias divididas entre la Comisión y el Parlamento Europeo, por un lado, y los parlamentos nacionales de los 27 Estados miembros, por el otro, y la escasa colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores encabezada por Marcelo Ebrard para superar dichos retos de manera creativa, impidieron su firma en 2022 y 2023.

La Cancillería mexicana se empeñó en que el Acuerdo Global Modernizado se firmara y ratificara como un solo documento, lo que hubiera llevado a un largo e impredecible proceso de ratificación en los 27 parlamentos nacionales, que si bien no tienen competencia en materia de negociaciones comerciales, lo que corresponde a la Comisión, si la tienen en materia de concertación política, cooperación y derechos humanos.

La Unión Europea proponía una firma simultánea, pero dividida de tres instrumentos, cuyo proceso de ratificación era diferenciado: el de política y cooperación, sujeto a la ratificación del Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales, por un lado, y, por el otro, la suscripción de los capítulos de comercio e inversión, instrumentos por separado al requerir tan solo la ratificación del Parlamento Europeo. Ello facilitaría su pronta entrada en vigor, favoreciendo los flujos comerciales y de inversión entre México y la Unión Europea.

Por otra parte, los cambios en la Secretaría de Economía en México propiciaron dudas sobre lo negociado en materia de energía, compras de los estados y empresas paraestatales. Se planteó, entonces, la solución de firmar un Acuerdo Global Modernizado integral, sin modificaciones a lo negociado, y simultáneamente firmar un acuerdo provisional o interino en materia de libre comercio para que fuera ratificado por el Parlamento Europeo. Estaría en vigor de manera casi inmediata hasta concluir los procesos de ratificación de los parlamentos nacionales. Esto hubiera alentado nuevas inversiones europeas en México.

Pese a las expectativas de firmar el Acuerdo con las presidencias sueca o española de la Unión Europea, no se alcanzó el objetivo. Es muy difícil concluir en 2024 el proceso de firma y ratificación de conformidad con la fórmula arriba citada, ya que en junio habrá elecciones presidenciales y parlamentarias en México, así como elecciones para elegir a los 750 integrantes del Parlamento Europeo. No habrá un ambiente propicio para ello.

Se habrá perdido así otra oportunidad para alentar la relocalización de cadenas de valor de la Unión Europea a México, como plataforma privilegiada de producción en Norteamérica. Esto era, y sigue siendo, particularmente atractivo para las empresas automotrices y fabricantes de autopartes europeas, aeroespaciales, farmacéuticas y de tecnologías digitales. Además, se retrasará la atractiva sinergia entre México y los países europeos para impulsar la transición energética hacia fuentes renovables, así como la lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, no todo es negativo. Un logro importante para destacar es que, tras 8 años de impasse, se celebró la Cumbre Unión Europea- Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En esa reunión realizada en junio de 2023, en Bruselas, Latinoamérica llegó dividida, mientras que la Unión Europea presentó proyectos concretos de colaboración, en especial el llamado Global Gateway, centrado en la transición energética, la economía verde y la economía digital. Poco se ha sabido de los progresos concretos en lo que respecta a México.

Será otro asunto pendiente que deberá atender prioritariamente el próximo gobierno mexicano, que, como se señaló, tendrá frente a sí un nuevo panorama político en la Unión Europea, más orientado hacia la derecha y la extrema derecha, tanto en el Parlamento Europeo como en los gobiernos nacionales tradicionalmente de centro izquierda, como Suecia y los Países Bajos.

En este contexto, el continuo y productivo diálogo que México mantenía en materia de concertación política, multilateralismo, control de armamento, desarme, cambio climático y derechos humanos, con los países de la Unión Europea y con otros que no lo son, como Noruega, ha perdido impulso, por lo que casi ha desaparecido. El nombramiento como embajadores de políticos oportunistas desconocedores de estos temas, como Omar Fayad en Noruega y Quirino Ordaz en España y Josefa González Blanco en el Reino Unido, contribuye a disminuir la interlocución con Europa.

Finalmente, los mensajes contradictorios y ambiguos del gobierno mexicano sobre la invasión rusa a Ucrania, han dejado perplejos a muchos observadores europeos que no entienden la condescendencia de México con Vladimir Putin y su uso indiscriminado de la fuerza, la beligerante actitud de la embajada rusa en México, la labor de propaganda rusa sin cortapisas en el país y el nombramiento de un embajador sin experiencia en Moscú.

En conclusión, la relación de México con Europa durante el actual gobierno ha perdido impulso e interés. No hubo un solo viaje del Presidente mexicano a dicho continente. Tensó la relación con España de manera innecesaria, por razones ideológicas y de mala ejecución de sus objetivos. Si bien la canciller Alicia Bárcena asistió a la Cumbre UE-CELAC, una golondrina no hace verano. Ebrard descuidó y desatendió la relación y en los principales países europeos (España, Francia, el Reino Unido y Alemania, así como en Bruselas) se nombraron embajadores políticos, no diplomáticos de carrera. La política exterior hacia Europa ha estado por debajo de la enorme potencialidad que representa, y las embajadas se han utilizado para resolver compromisos de política interna. Es, sin duda, otra de las oportunidades perdidas de este sexenio. EP

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