¡¡Lucharáaaaaan de dos a tres cuartillas, sin límite de caracteres, en esta esquina: Jocelyn Pérez Mendoza. Y en esta otra, la consigna del mes: escribe sobre un personaje que está en la película incorrecta!!
A mitad de película
¡¡Lucharáaaaaan de dos a tres cuartillas, sin límite de caracteres, en esta esquina: Jocelyn Pérez Mendoza. Y en esta otra, la consigna del mes: escribe sobre un personaje que está en la película incorrecta!!
Texto de Jocelyn Pérez Mendoza 21/05/21
Karla era consciente de que no vivía en una película, pero siempre usaba la travesía del héroe para referirse al momento de su vida por el que estaba pasando. En su último año de la carrera, tomó un curso de storyboard en el que conoció la estructura de la mayoría de los relatos épicos: el famoso monomito. Cuando las cosas iban mal y había algún acontecimiento inesperado, solía decir: “estoy en la mitad de la película”. Si sus amigas no sabían a qué se refería, Karla simplemente decía “es la parte en la que el héroe vale verga”.
La vida real no es la travesía del héroe ni sigue una estructura que al final deja al espectador con una sensación de cierre. A veces suceden regresiones, a veces no se experimenta “la mitad de la película”, pero sí algún tipo de final. Campbell y todo estudioso del monomito sabe que el viaje del héroe no es una receta. Se pueden omitir pasos o pueden ocurrir de manera no lineal.
Para Karla, el monomito era su camino espiritual y le recordaba que el dolor o la felicidad son pasajeros, que son parte de algo más grande, que la transformación es inevitable. Antes se había encomendado a Dios y le falló, no supo cómo podía creer en una entidad que se llevó a su abuelo por más que le rezó para que no lo hiciera. Luego decidió buscar respuestas en los astros pero había demasiadas variables: las cuadraturas, los planetas retrógrados, el ascendente, la luna en la cuarta casa. Lo único que le resonó de la astrología es que como tiene el Medio Cielo en cáncer, ayudar y colaborar son dos aspectos que estaban iluminados en su vida. Después de revisar El poder del mito (The power of myth) para su clase, Karla lo supo. Bill Moyers y Joseph Campbell serían sus mentores.
Karla tenía 25 años. Trabajaba como diseñadora freelance de encargos que llegaban a su página de facebook. Su giro eran las frases motivacionales. A veces recibía algún mensaje pidiendo consejo, siempre contestaba todo. Usualmente estos mensajes siempre la hacían sentir útil. No tenía que preocuparse por pagar la renta, pero frecuentemente se preguntaba por el sentido de la vida.
Todos los personajes de las películas parecían tener vidas extraordinarias. Se iban a la India después de un divorcio, sufrían de insomnio en Tokio, gastaban miles de dólares en zapatos. Cada día, Karla se despertaba pensando: “la mitad de esta película ya duró demasiado, quizá Dios se equivocó en el guion”. Su vida parecía un montage: despertar, trabajar, leer o ver películas, ver a sus amigas de vez en cuando. Y ni siquiera tenía un buen soundtrack de fondo. El monomito se volvió monotonía.
– Quizá deberías irte de viaje, comprar una moto o adoptar un perro –le sugirió alguna de sus amigas.
– No lo sé, no me gustan mucho los perros. Además suena a Deus ex machina –contestó Karla.
– ¿Qué?
– El Deus ex machina es un elemento que usan en las películas para solucionar todo mágicamente.
– Creo que no puedo ayudarte.
– Pero quizá yo sí, ¿recuerdas lo que me platicaste el otro día?
Karla procedió a contarle a su amiga un plan detallado para que su compañero de trabajo la dejara de molestar. Plan que solo hubiera nacido en la mente de una guionista.
– Eres mi maestro –dijo la amiga de Karla.
– Campbell lo llama mentor.
En busca del sentido de la vida, Karla leyó El mito de Sísifo, vio muchas ted-talks. “Quizá estoy en la película equivocada”, pensaba otra vez. Quien sí creía que era un personaje en la película incorrecta es Miranda Hobbes de Sex and the City (2008), Karla la veía como un personaje adelantado a su época que no debió de haberse quedado con Steve. ¿Qué hacía Miranda con su grupo de amigas que en vez de ayudarla en cada una de sus decisiones la juzgaban?, ¿no será que Miranda no encaja en su película?
En la travesía, el héroe siempre está listo para su aventura y toda la transformación que esto conlleva, pero Karla se preguntaba: “¿dónde está mi llamado a la aventura?, ¿cómo puedo rehusarme si no ha llegado a mí? Digo que vivo en la mitad de la película, pero a veces siento que la historia jamás comenzó”.
En medio de una crisis creativa, Karla decidió salir a caminar. Al abrir la puerta vio a un gato que comenzó a maullar. Karla no se pudo resistir ante esos ojos y lo adoptó. Lo llamó Deus ex machina. Regresó a su departamento y revisó sus mensajes. Una mujer le pidió ayuda para poder huir de su casa. Karla comenzó a pensar cómo ayudar a escapar a esta mujer.
Su plan de rescate era bastante simple, pero Karla se sentía en una película de acción. Una de sus amigas seguía al esposo para asegurarse de que no regresara mientras Karla sacaba a la mujer y su hija de la casa. Incluso usaban lenguaje codificado mediante la app Signal. Tomaron un taxi que las llevó a un refugio.
Karla inauguró una nueva sección en su página de facebook en la que se dedicaba a dar consejos a otras mujeres y, eventualmente, rescates. Se dio cuenta que quería ser el héroe y jamás consideró ser mentor. El mentor no tiene transformación, pero ayuda al crecimiento del héroe.
Karla se sentía como al final de la película, en el regreso al mundo ordinario, pero su historia junto a Deus ex machina apenas comenzaba. Había llegado a la película correcta. EP
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