Hablando solo para Bruno Estañol Durante mucho tiempo creí que hablaba solo, hasta que me di cuenta que pretendía dialogar con quien alguna vez, inconfundiblemente, fui yo, pero que ahora guarda siempre silencio cuando busco sacarlo de algún rincón de la memoria. Le hablo, lo provoco y, alguna vez, lo increpo sin éxito ninguno. Se […]
Dos poemas fechados
Hablando solo para Bruno Estañol Durante mucho tiempo creí que hablaba solo, hasta que me di cuenta que pretendía dialogar con quien alguna vez, inconfundiblemente, fui yo, pero que ahora guarda siempre silencio cuando busco sacarlo de algún rincón de la memoria. Le hablo, lo provoco y, alguna vez, lo increpo sin éxito ninguno. Se […]
Texto de Juan Domingo Argüelles 19/08/17
Hablando solo
para Bruno Estañol
Durante mucho tiempo
creí que hablaba solo,
hasta que me di cuenta
que pretendía dialogar
con quien alguna vez,
inconfundiblemente,
fui yo, pero que ahora
guarda siempre silencio
cuando busco sacarlo
de algún rincón de la memoria.
Le hablo, lo provoco
y, alguna vez, lo increpo
sin éxito ninguno.
Se niega a responder.
Guarda un silencio oscuro
que es todo obstinación.
Me deja hablando solo,
para darme a entender
que el cuerdo es él
mientras yo soy el loco.
Trato de interrogarlo
para saber
en qué momento
me negó y por qué.
Mas no hay forma
de hacerlo responder.
Intransigente,
obcecado y tenaz
finge que no me escucha
para que me convenza
de que no me recuerda.
Tanto tiempo ser él,
y ahora resulta
que ya no me conoce.
Este extraño que soy
no le inspira confianza.
Esto me da a entender
con su silencio.
Mas yo no lo interrogo
por simpatía alguna
sino para saber
qué ha sido de su vida.
Porque su vida
fue también la mía
y porque a fin de cuentas
compartiremos muerte,
y porque el que yo fui,
mudo ahora y, quizá,
sordo también,
no deja de mirarme,
aunque ya no me escuche
ni me hable.
Sé que no lograré
que me responda,
mas no se librará
de mi memoria.
Ciudad de México, 6 de junio de 2017
Episodio
(Un poema moral)
para Rosy
Royendo el mondo hueso
del insomnio,
sin nada que ganar,
perdiendo todo,
vienen a mi memoria
aquellos rostros,
sus acciones,
sus miradas más duras
que sus propias palabras,
y sin duda
más temibles y frías
que sus armas.
Lo que queda en el alma
es parecido
al rencor de aquel ángel
de exterminio
cuya espada flamígera
relumbra
con fulgor de venganza
en el espíritu.
Y no poder dormir
es una herida
no de metal,
sino del arma humana
que es extensión
de lo que vio Lombroso:
la mente criminal que,
cuando daña,
te deja su rencor:
esa ponzoña
que te inocula el virus
de la rabia;
no la rabia canina,
que es inocua,
sino la rabia humana
que es letal:
la enfermedad humana
más dañina:
el ansia de venganza
que es mortal.
Y hay que luchar con esto
en el insomnio
y transformar el odio
no en olvido,
pero sí en uno más
entre episodios
imposibles de huir
si se está vivo.
Lleva tiempo el olvido
y es quizá
lo último que llegue
a nuestra vida.
Mientras me vence el sueño
hablo conmigo:
―La memoria es un don
y es un martirio:
lo bueno y lo peor
que te ha ocurrido. ~
Ciudad de México, 8 de junio de 2017
_______________
JUAN DOMINGO ARGÜELLES es autor de la Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2012-2014) y de la Breve antología de poesía mexicana impúdica, procaz, satírica y burlesca (Océano, 2015). Sus más recientes libros de poesía son El último strike (Laberinto Ediciones/UJAT, 2016) y En la boca del lobo (Fondo Editorial Estado de México, 2016).